26.4.09

Advertencia


La siguiente pieza musical contiene un estribillo altamente adictivo, cuyo efecto secundario es querer cantar como Calvin Johnson, empresa que siempre fracasa estrepitosamente. Si Ud. no tolera la frustración, por favor absténgase de presionar play.

The Halo Benders - Your Asterisk

25.4.09

Breve

Acabo de encontrar una discografía de Swirlies en la blogósfera. Soy feliz.

Swirlies - Park the Car by the Side of the Road

22.4.09

Irresistible

No soy el tipo más rockero del mundo, pero tampoco soy capaz de contenerme ante los encantos de Mastodon. ¿Quién podría?

Mastodon - Oblivion


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Lea la reseña del buen Francisco Reinoso para Crack The Skye en Rockaxis.

21.4.09

Mi nuevo grupo favorito

El año pasado, The Ting Tings debutó con We Started Nothing, un álbum cuyo título era una pista sobre la actitud del dúo. Conscientes de que no estaban para inventar nada ni para cambiar paradigmas, los británicos se tomaron al mundo con su desparpajo popero y ahora gozan de una popularidad que crece exponencialmente. Ahora, el chiste se repite, pero en otro formato: desde Vancouver, emerge Japandroids con Post-Nothing, su ópera prima.

Esta pareja de canadienses no tiene problemas en abrazar a sus influencias -que pasean entre el noise y el hardcore- para elaborar una propuesta sensata, frontal y peligrosamente adictiva. En apenas ocho cortes, Japandroids establecen sus prioridades con total claridad y la primera de ellas es pasarlo bien. A este tándem no le importa parecer la copia de la copia ni escribir letras complejas, sino tocar la fibra adolescente que habita en cada persona. Ésa que se activa con cualquiera de sus canciones.

Japandroids - Sovereignty

19.4.09

La Somba Records: Querer es poder

La Somba Records es una incipiente discográfica chilena, cuya existencia es la prueba de que -teniendo ganas- se puede hacer cualquier cosa. Sin presupuestos jugosos de por medio, este sello ha logrado lanzar al mercado álbumes de excelente factura (Rico de Drogatones, Views de Humana y el debut homónimo de Find a Fiend).

La iniciativa partió el 2005, cuando Los Drogatones decidieron bautizar a su homestudio. Al año siguiente, comenzaron a recolectar nombres para completar un catálogo que hoy día está dando frutos y ganando espacio en el paisaje nacional. Mientras trabajan en sus próximos proyectos (Portugal, Sophia, Sr. Mosqueira y Rosewell), repasamos -uno por uno- su actual archivo. Sonido fresco, que vale la pena revisar.

www.lasombarecords.com


HUMANA - VIEWS

Humana es un tapaboca para quienes cacarean sobre "el bajo nivel de los grupos nacionales". Con Views, su segunda placa, este cuarteto santiaguino demuestra que tiene credenciales de sobra para lucirse aquí y en cualquier parte. Editado en noviembre, este potente y redondo compendio de canciones -que apenas sobrepasa los 25 minutos- hace gala de profesionalismo en cada una de sus nueve pistas.

Enmarcada en la odiosa etiqueta del post-hardcore, la música de la banda refleja las inquietudes de instrumentistas virtuosos y orgulosos de sus influencias. Aquí, encontramos resabios de metal experimental y progresivo, además de un claro detallismo que se evidencia en minuciosas programaciones a cargo del cantante Matías Figueroa, cuya característica voz le entrega cohesión al sonido de Views. Aplauso aparte merece Pablo Martínez, el batero, quien imprime poder a los temas con su pulso de precisión matemática.

Estamos ante un proyecto con reales aspiraciones a internacionalizarse. La totalidad de las letras están en inglés, junto a los créditos del disco y al MySpace de la banda. Una apuesta que, de concretarse, sólo sería un acto de justicia para un grupo con mucho que entregar y nada que perder. Si los adolescentes del mundo -esos que escuchan boy bands disfrazadas de rockeros - quieren patalear de verdad, el grupo que deben escuchar se llama Humana.

www.myspace.com/humanaband


FIND A FIEND - FIND A FIEND

Lo primero que sorprende al tomar este álbum en las manos es su impresionante producción visual. La despreocupación en este aspecto, usual en varios proyectos independientes, no es una característica de Find a Fiend. Pasado el impacto inicial, y abordando lo meramente sonoro, nos encontramos con un debut correcto y prolijo. A pesar del nombre, éste es sólo un alias para el trabajo individual de Eduardo Carrasco, quien –con la ayuda del productor Pepe Lastarria- plasma en este disco las composiciones que rondaban por su cabeza.

Las canciones de Find a Fiend beben de varias fuentes musicales, pero todas ellas convergen dentro de un conjunto coherente, que se va haciendo cada vez más pegajoso
con el paso de las revisiones. Fuerza y matices progresivos de tono amable, para orejas menos adiestradas.

www.myspace.com/findafiendband


LOS DROGATONES - RICO

¿Por qué Los Drogatones no suenan hasta el cansancio en las radios? ¿Por qué el video de ‘Canciones’ no rota día y noche en los canales de música? ¿Por qué figuran otros y no ellos? Sólo algunas de las preguntas que provoca la audición de Rico, la impecable ópera prima de este cuarteto cuya solidez musical da cátedra sobre cómo debutar.

Es una pena que no tengan un sitial destacado en la escena chilena. La demora de esta reseña, a varios meses de la edición del disco, da cuenta sobre una banda con una cobertura mediática muy por debajo de la que merece. Un fenómeno que contrasta con la impresionante calidad de las 13 canciones que incluye este elepé. Por fortuna, todavía es tiempo de hacerle justicia y recomendarlo encarecidamente. Mientras más voces divulguen este trabajo, más posibilidades hay de llevarlo a la gran palestra, donde pertenece.

Los Drogatones no están para sentarse en la banca, sino para jugar como titulares indiscutidos. Su fórmula consiste en variadas dosis de post-hardcore, bossa nova y funk; pasadas por un filtro de rock-pop que los convierte en una propuesta fácil de abordar, tanto para novatos como para los más curtidos. Un deleite sustentado en una fuerte identidad sonora, apoyada por una producción minuciosa y de alto vuelo.

Rico es, efectivamente, una placa sabrosa. Está sazonada de cortes intensos y urgentes (’Lil’, la mentada ‘Canciones’, ‘Dame Mil’), otros de tono más pausado (’Plaza’, ‘Puerto’, ‘Usted Sabe’) y algunos de maciza consistencia (’5 Horas Más’, ‘Aguas’). La banda es tan versátil -y conciente de ello- que incluso flirtea con atmósferas sombrías en ‘+++’, para cerrar con los lúdicos aires raperos de la pista que da nombre al disco. Y, en ambos casos, resulta airosa.

Ningún elogio es gratuito. Los Drogatones han elucubrado un primer largaduración inteligente y -a la vez- entretenido, de expedita aproximación y grandes posibilidades comerciales. Con o sin el apoyo del mainstream periodístico, ya es una realidad que el grupo puede codearse tranquilamente con cualquiera y en donde sea. Independencia no es sinónimo de amateurismo, ellos lo saben a la perfección.

www.myspace.com/losdrogatones


Subido en POTQ.cl en abril de 2009

18.4.09

Camila Moreno: Cantando mil historias

Fotos por Daniela León

El tiempo corre de otra forma para Camila Moreno. Como si supiera exprimir los segundos, hasta agotar cada milésima. Con apenas 23 años, acumula tantas memorias como una octogenaria y las comparte gustosamente. Es la historia de una coleccionista de anécdotas y andanzas, que ha recorrido el mundo con su guitarra al hombro.

Cuando Camila Moreno despliega su arsenal de historias, demanda el máximo de atención. Su ritmo narrativo es raudo y salta de un momento a otro. Desde su infancia y adolescencia hasta la actualidad, ida y vuelta. Cada una de sus múltiples vivencias parece situada en un sitio geográfico distinto. “Siempre fui nómade, desde pequeña. Crecí en varios lados, porque mis padres eran separados y ambos tenían vidas súper diferentes. Mi mamá era bailarina y mi papá, periodista”, cuenta de entrada.

“Tengo recuerdos muy marcados de mi niñez. Con mi mamá siempre estábamos haciendo coreografías y lo pasábamos muy bien. Pero también había episodios fuertes. Vivimos juntas en Batuco, durante una etapa en que ella no tenía plata, en una casa sin puertas ni ventanas. Era un entorno muy duro”, declara. En ese entonces, su único refugio era la lectura. “Me golpeaba la cabeza con mis cuentos o los tiraba al suelo y saltaba encima, a ver si podía meterme dentro de ellos”, rememora.

En la casa de su padre, el ambiente era más distendido. “Me fui a vivir con él después y su esposa tenía un piano, que estaba en el living y era una presencia potente. Yo era muy chica y, para mí, era como tener un juguete gigante que sonaba”, evoca. “Mi viejo era melómano y coleccionista. Tenía montones de vinilos y cassettes, porque hacía un programa de radio medio clandestino, que pasaba en cintas de mano en mano. Escuchábamos folklore latinoamericano, pero también otras cosas, como Sinead O’Connor”.

A los once años, recibió un regalo que sellaría su destino: La Pancrasia, una guitarra de palo con la que avezó los conocimientos básicos de acordes que su madre le inculcó. Acerca del nombre, no hay mayor explicación. “Simplemente la vi y supe que así se llamaba”, esclarece. El instrumento sería su compañía fiel. “Pasaba horas y horas tocando. Me llevaron a vivir al campo, pero era muy raro. Estaba todo lo lindo de vivir cerca de la naturaleza, en espacios abiertos, pero me matricularon en un colegio católico muy estricto. Era una contradicción”.

Con el arribo de la pubertad y el retorno a la urbe, Camila Moreno encauzaría su incertidumbre adolescente junto a los compañeros del liceo. “En primero medio, me hice hip-hopera. Andaba con pantalones anchos y una actitud matona. Fue un momento algo oscuro, con harto vino en caja y marihuana de Chacarillas. Tenía mucha rabia”, reconoce. Como muchos de sus pares lo hicieron a fines de los noventas, se sumó a la moda para encajar. “Ni siquiera me gustaba el rap. Trataba de que me agradara, pero no podía”, confiesa.

Una vez más, el regazo paterno le ofrecería una sorpresa. Un viaje a Nueva York, en el que pudo seguir cultivando su amor por los periplos y por la música. “Estar en esa ciudad era como tener al mundo entero comprimido en una sola parte. Recuerdo haber visto a unos tipos tocar una cruza de rockabilly con blues y haber pensado ‘qué bacán estar en un escenario’. Me gustaba la posibilidad de pararme en un lugar y que todos me pusieran atención”, explica.

Su peregrinaje a la Gran Manzana la armó de valor para dejar de buscar aprobación y abandonar los ademanes de gangsta. Al volver, dejó a sus antiguas juntas y las cambió por rostros nuevos. “Llegó gente a mi curso a la que le gustaba los Beatles y que tocaba guitarra. Me hice de un muy buen amigo, con el que pasábamos horas callados, mirándonos a los ojos y escuchando a Radiohead. Era un rito muy loco”, admite entre risas. De a poco, un fulgor interno surgiría para embargarla. “Volví a ser feliz. Esa época fue como un boom para mí. Desarrollé mi mundo interno; el resto me daba lo mismo, porque lo que yo sentía era demasiado maravilloso. Me la pasaba traduciendo canciones o yéndome sola a las esquinas del colegio a leer a Jodorowsky, a Cortázar, a Tellier. Era increíble”.

Hasta ese entonces, Camila Moreno se había dedicado a bandas amateur de colegio y al encierro en su pieza, junto a su guitarra. El primer atisbo de su carrera actual vendría a los 17 años. “Mi mamá me contó que estaba embarazada. Me emocioné tanto, que me sentí obligada a hacer algo al respecto, así que dije ‘voy a escribir una canción’. Fue como tener la mejor idea del mundo, porque una de las cosas que me aburría era pasármela tocando temas de otros. No entendía cómo no se me había ocurrido antes”, recuerda. En el fondo, el motivo de esta demora eran sus ideas preconcebidas. “Tenía una visión de los músicos muy de escuela, de formación académica. Incluso componía con recelo. Imaginaba que, por no haber entrado a un conservatorio a los ocho años, ya estaba frita”, reconoce.

Con el fin de cuarto medio, vendría la siguiente travesía de la novel compositora. Esta vez con rumbo a Europa, junto a su padre y la esposa de éste. “Nos fuimos sin grandes lujos, compartiendo una beca que le dieron a él y otra que se ganó su mujer”, explica. Pese a que viajó con su querida Pancrasia y Floridor, su acordeón, apenas llegó a Londres tomó clases de danza contemporánea. Eso sí, nunca abandonó sus instrumentos. “Tocaba, al menos, una hora diaria, además de cantar y bailar. Era la vida perfecta, iba a todos lados en bicicleta, con Lhasa de Sela en los audífonos”.

La capital británica fue sólo la primera ciudad en recibirla. Luego, extendería su itinerario por su propia cuenta. En cada rincón del Viejo Continente aparecieron personajes que despertaron su espíritu musical. “Allá tuve un pololo que me enseñó teoría y composición, y que me ayudó a derribar varios mitos que yo misma me había impuesto. Con él, conocí todo ese lado más técnico que pensaba que no me iba gustar, pero que terminó encantándome. Hasta hicimos canciones juntos. Me incitaba a cantar y a creerme el cuento”, asegura.

En Francia trabajó como temporera, aunque eso no fue impedimento para seguir creando. “Nos dieron una semana de vacaciones, mientras maduraban las uvas, y justó me tocó una fiesta donde una cultura extranjera llegaba a tomarse el pueblo. Ese año era el turno de los rusos. Ahí me encontré con un grupo del país, entre folklórico y electrónico, entre los que había una señora coja que cantaba fumando. Su voz era muy aguda y ella me enseñó algunas técnicas. Hasta me invitaron a grabar un disco, pero no me sentía lista”, relata. Lo que sí hizo fue musicalizar los poemas de un hippie británico con el que entabló amistad. “Tengo guardado eso, nadie lo ha escuchado”, revela con diablura.

De vuelta en nuestro país, Moreno continuó con la danza, ahora a nivel universitario. Sin embargo, a poco andar se llenó de dudas, inseguridades y titubeos. “Fue infernal, no sabía qué hacer. Había pasado el mejor año de mi vida en Europa y no quería estar acá, quería volver. Muchas veces pensé en irme”, señala. Los cuestionamientos que la torturaban iban más allá de su paradero. “Me parecía que el arte era una mierda egoísta, que todo lo que hacía era por mi propia satisfacción. Empecé a sentirme mal, decepcionada de todo. Estaba en clases, bailando, pero me daban ganas de tocar guitarra”. Aquél fue el punto de inflexión en el que decidió abandonar los estudios. Una cantautora había brotado desde lo más insondable de su ser.

El brío ya estaba desatado y sólo faltaba encaminarlo. El paso número uno sería integrarse a grupos. “Con unos amigos armamos Delavandas Peña, que luego se llamarían Te Tecla La Pesa. Aunque no duró mucho, alcanzamos a tocar una vez en La Trifulka. Después de eso, ingresé a Cuchara como acordeonista y cantante, en un rol de intérprete más que de compositora. Fue mi primer proyecto en serio”, afirma. De aquella experiencia, atesora haber aprendido a pararse en un escenario y, además, la grabación del álbum No Pincha Ni Corta, editado en 2008. El mismo año en que se disolvieron.

Totalmente distinto, en cuanto a esquema y estilo, es Caramelitus. Un dúo electrónico de improvisado nacimiento, en el que comparte créditos con Tomás Preuss. “Él me pasa las bases armadas y yo les pongo letra. Tenemos un rollo súper lúdico entre nosotros. Nuestro proceso creativo es muy aletargado y relajado”, describe. Aunque el trabajo entre ambos fluía con soltura, su ruta no estaría exenta de tropiezos. “Nos metimos a un netlabel llamado Pandakill, donde nos prometieron hartas cosas, pero no cumplieron nada. Quedamos esperando plata que nunca llegó. Al final, terminamos saliéndonos de ahí”, dice con algo de resignación.

Ni los sinsabores de la industria pudieron contra Caramelitus. Con la calma que los caracteriza, han ido armando un disco que está casi listo y que espera ver la luz durante este año. Proyecciones menos profesionales tiene el grupo de folklore tradicional Las Polleritas, en el que Camila se da mayores licencias. “Es una banda con otro carácter. Tocamos en la calle, que es mi escenario favorito, y en eventos de barrio. Nos juntamos una vez a la semana, sólo por el gusto de vernos”, cuenta entusiasmada.

Antes de partir a mochilear a Bolivia, decidió apostar por sus canciones como solista e ir a Radio Uno, a probar suerte con Marcelo Aldunate. “Le toqué cuatro temas con mi guitarra y él se embaló. Ese mismo día las registramos en el estudio. Poco después, me llamó y empezamos a trabajar juntos. He grabado todo mi disco en su casa, con él como productor. Tuve buena estrella”, reconoce. A su regreso, ‘Antes Que’ estaba rotando en la emisora. Toda una sorpresa para alguien que no tenía MySpace y que jamás había dado un concierto en solitario. Pero no pasaría mucho sin que debutara en un escenario, en compañía de Princesa, su guitarra para tocar en vivo. “Mi primer recital fue junto a Chinoy, en una casa de calle Brehmen. Así como Manuel García lo apadrinó, él hizo lo mismo conmigo”, explica.

La exposición radial la haría conciente de que su música ya no le pertenecía por completo. “Un día, iba subiendo las escaleras del metro El Llano y me escuché. El sonido venía desde un puesto de calzones y calcetines de una viejita. Me acerqué a decirle ‘a que no sabe quién está cantando’. Ella me respondió ‘¡no me diga que es usted!’ Fue tan emotivo que terminamos llorando abrazadas”, narra con añoranza. “Fui testigo del cumplimiento del ciclo, de cómo algo sale desde mí y llega hasta una completa desconocida. Ahí me di cuenta de que tenía que hacerme cargo de eso. No tengo más opción que entregarme. Es mi misión y debo cumplirla de la mejor forma posible”.

El inminente álbum debut de Camila Moreno, con fecha para mayo, se titulará Almismotiempo. “El nombre tiene que ver con una profunda y larga reflexión sobre todas las cosas que ocurrían en mi adolescencia. Un rollo medio filosófico, de pensar en que nosotros estamos conversando aquí, a la vez que en otro lado están sucediendo cosas increíbles. Puede haber un cometa chocando con un planeta, gente traicionándose o alguien muriendo. Todo en este preciso instante”, se explaya con vehemencia. “Y también hay cosas internas. Mientras saco este disco, estoy estudiando, tratando de armar un proyecto de danza, otro de teatro y, en un par de días más, tengo que cuidar a mi hermana chica”.

La etiqueta de folk, con la que han tildado a las canciones de su MySpace, la ha perseguido incansablemente. Pero ella no se complica. “En Almismotiempo está la raíz tradicional, pero también aludo directamente a lo electrónico, a lo atmósferico. Habrá un cuarteto de saxofones y temas con batería. Tiene mucho compromiso: mi vida entera está ahí”, adelanta con brillo en los ojos y evidente fervor. “La gracia está en que se noten tus influencias, pero sin repetir fórmulas. Si no te has descubierto musicalmente, lo único que harás será reiterar lo que ya existe. Es como en la medicina: no puedes sanar si no te has sanado antes”, afirma. Camila Moreno habla con seguridad y sin una pizca de arrogancia. “He trabajado arduamente en mi propio mundo, en la fusión de las artes. Tienes que ser coherente. Eres integral o no eres nada”, sentencia.

Publicado en Extravaganza! abril de 2009

Röyksopp - Junior

En la vida, encontrar el equilibrio es un objetivo fundamental. La música de Röyksopp no escapa a la regla. Si su primer elepé tendía a ser cándido, y el segundo era algo más frío, Junior es el balance entre ambos. Un álbum que muestra al dúo noruego como un afiatado par de cómplices, con la inventiva necesaria para crear magníficas canciones.

Una vez más, las invitadas están a la orden del día, dando forma a los mejores momentos del disco. Pero, sin desmerecerlas, el crédito recae en los propios Röyksopp. Son ellos quienes identifican el fuerte de cada una y lo aprovechan a su favor. Esto ocurre con la dulzura de Lykke Li (‘Miss It So Much’) o la intensidad de Robyn (‘The Girl and the Robot’), quienes figuran junto a las ya frecuentes Anneli Drecker y Karin Dreijer-Andersson. Féminas de prestigio, unidas en una placa que es mucho más que la suma de sus partes.

www.myspace.com/royksopp

Publicado en Extravaganza! abril de 2009

Junior Boys - Begone Dull Care

Cuando la inmediatez prima por sobre todo, Junior Boys rema contra la corriente. En Begone Dull Care, el dúo desobedece al apuro y se toma su tiempo. Tras una placa de la talla de So This Is Goodbye (Domino, 2006), ellos saben que se ganaron el derecho a hacernos esperar. De eso se trata esta tercera producción, concebida a distancia à la Postal Service (desde su natal Canadá hasta Berlín y viceversa).

Estamos ante una apuesta arriesgada. Pocos pueden jugar con las repeticiones, o con la falta de clímax aparentes, y vivir para contar que les resultó. Pero Junior Boys hace trizas el paradigma, a través de una obra impecable y altamente adictiva con el paso de las revisiones. Primero brillan ‘Bits and Pieces’ o ‘Hazel’, hasta que después todas las pistas del álbum cobran vida propia, para convertirse en una irresistible sinfonía electropop.

www.myspace.com/junior boys

Publicado en Extravaganza! abril de 2009

Francisco Pinto - Boo Boo

La bitácora de Francisco Pinto ha sido extensa, pero subterránea. Con éste, su segundo álbum, el autodidacta músico se valida a sí mismo como un nombre a tener en cuenta y –de paso– refresca el panorama electrónico nacional. Boo Boo es una obra madura, pulida y certera. Es synth pop de sentimiento retro, nutrido por décadas pasadas, aunque en ningún pasaje suena vetusto. En cambio, emana espontaneidad y desenvoltura.

Cuando Pinto toca sus teclados, transmite lo mismo que un niño divirtiéndose con sus juguetes. La portada del álbum intensifica estos aires infantiles y lúdicos, que soplan más fuerte cuando otros se suman al esparcimiento. Evelyn Fuentes, Javier Barría y Diego Herrera son los visitantes en Boo Boo y sus colaboraciones dejan un gusto dulce: el de saber que hay un potencial fabricante de hits esperando por salir. Ojalá que así sea.

www.myspace.com/franpinto

Publicado en Extravaganza! abril de 2009

Neko Case - Middle Cyclone

Pese a su status de diosa del indie y el alt-country, Neko Case no se duerme en los laureles y regresa con nuevos bríos en Middle Cyclone, un compendio de sus propias obsesiones. Una, en especial, es el eje del disco: la naturaleza. Los otros tópicos del álbum (los animales, la noche, la tierra) se desprenden de ella. ¿Ecológico? Claro que sí, pero como sólo la brillante pelirroja puede hacerlo.

Dueña de un sello vocal propio, turbador y vehemente, la cantautora exuda temperamento en canciones como ‘I’m an Animal’ y se torna dócil en ‘Don’t Forget Me’. Case conoce la fórmula para removerle los sentidos a cualquiera, usando siempre el talante adecuado, gracias a su inconmensurable poder interpretativo y emotivo. Middle Cyclone es una invitación a redimirse de la rutina, para dejarse cautivar por una de las mejores voces de su generación.

www.myspace.com/nekocase

Publicado en Extravaganza! abril de 2009

Gustaf Spetz: Abrigo contra el otoño

Cuando un cantautor quiere concebir melodías cálidas y acogedoras en su piano, ni siquiera el despiadado frío nórdico puede contra él. Gustaf Spetz emerge desde Suecia con su primer disco, Good Night Mr. Spetz (Imperial, 2009), un autosaludo que evidencia lo personal de su propuesta. La necesidad del músico por transitar en solitario quedó clara cuando –el año pasado– abandonó a Eskju Divine, banda con la que editó dos álbumes y que se disolvió al no resistir su partida.

Mientras Coldplay y Keane se toman al mundo con composiciones de formato similar, este personaje prefiere mantener un perfil discreto, pese a tener bajo el brazo un puñado de eventuales éxitos radiales. Títulos como ‘Dewdrop’ o ‘Hold Me Like You Used To’ podrían ser himnos otoñales con sólo una pizca de promoción. Pase lo que pase, el señor Spetz ya hizo lo suyo: abrigarnos en un manto de hermosas canciones.

Suena como: Jeff Buckley, Travis, Beach Boys

www.myspace.com/gustafspetz

Publicado en Extravaganza! abril de 2009

Heavïness: Revival fidedigno

La mayoría de las bandas detesta las etiquetas, tanto como la prensa adora ponerlas. A los suecos de Heavïness no le gusta que los denominen como shoegazers, pero, ¿existe un mejor término para definir su sonido? La respuesta es un rotundo no. Escucharlos es revivir lo mejor de aquella movida: guitarras armadas de un arsenal de efectos, voces lánguidas y atmósferas melancólicas. Un revival totalmente fidedigno al original.

Poco a poco, el único disco de la banda ha ganado comentarios gracias a su inapelable calidad. Un álbum homónimo, editado el 2006 de forma casi furtiva, que obtuvo su peak de notoriedad el año pasado, cuando Quince Records lo lanzó en Japón. Los próximos meses verán la aparición de una segunda placa, que se ha demorado a sabiendas de que muchos recién están asimilando su debut. Mientras dura la espera, es momento de escucharlos y volver a saborear un poco de adolescencia.

Suena como: My Bloody Valentine, The Jesus and Mary Chain, Slowdive

www.myspace.com/heaviness

Publicado en Extravaganza! abril 2009

Elbows

Elbows es la panacea para quienes colapsan con tanta música en la red. En tiempos en que el exceso de información abruma a cualquiera, este sitio funciona como un eficiente buscador. ¿La premisa? Fácil, la página agrupa a miles de blogs que –previa inscripción– aparecen en el home (que se actualiza segundo a segundo) con el último posteo que subieron. Ideal para encontrar novedades.

También ofrece funciones de búsqueda por artista y canción e, incluso, otorga la posibilidad de bajar mp3s al filo de lo legal. Puedes encontrar tomas en vivo recientes o adelantos de álbumes por salir. Además, mantiene conteos de los artistas, videos y canciones más comentados en la web; junto con un listado de los blogs más visitados. De navegación casi intuitiva, Elbows es una solución simple, rápida y efectiva para estar siempre al día.

www.elbo.ws

Publicado en Extravaganza! abril de 2009

¿Se te pasaron?: Sir Samuel

SIR SAMUEL - VIZÉ PLI O

Sir Samuel se tomó un respiro de la locura de Saïan Supa Crew para dar vida a un disco que reflejara mejor su personalidad. Vizé Pli O es el resultado. Más cargado al reggae y al dancehall que su anterior trabajo colectivo, este álbum expone con orgullo las raíces antillanas del MC francés. Elegancia de tono reposado y sabor caribeño.

Publicado en Extravaganza! abril de 2009

14.4.09

12.4.09

Lo juro

Daré por terminada mi adolescencia el día en que deje de llorar de la risa con Roberto Manfinfla y ya no me den ganas de cabecear '96 Quite Bitter Beings'.


10.4.09

Together we stand, divided we fall

Cuando tus amigos también son melómanos, puedes unir fuerzas con ellos e intercambiar material. Funciona de maravillas, tomando en cuenta que es imposible llevar un catastro de todo lo que ocurre. Lo que a uno se le pasa; al otro, no. Y viceversa. Hoy, Seba -vía mail- y Peyo -por MSN- me recomendaron sendos temazos.

A ellos, las gracias. A quien pase por aquí, los audios y unas pocas palabras.

'Morning Light' de Gliss

Más revival shoegazer, a cargo de un trío de Los Angeles. Esta canción pertenece a Devotion Implosion, su segundo disco, editado hace apenas tres días.



'That's How You Win' de Throw Me The Statue

Oscura, trasnochada y magnética. Esta joyita abre su EP Purpleface, lanzado en febrero a través de Secretly Canadian.


El nuevo maximalismo

El bagaje de un grupo -o de sus integrantes, antes de unirse- es la base de la impronta que logran. En el caso de Grammatics, la nueva promesa de Leeds, la explicación para su sonido radica en tres factores: su amor por el post-hardcore de Fall Of Troy y At The Drive-In; un desdén compartido hacia la extrema simpleza de Arctic Monkeys y los deseos de hacer música con auténtica progresión narrativa. El producto de aquellas inquietudes es algo que ha sido calificado como post-pop y/o complicated pop music. Una serie de etiquetas que intentan describir su propuesta grandilocuente, dramática y pomposa.

En su homónimo debut, editado el 23 de marzo, Grammatics juegan con fuego y salen ilesos. Son minuciosos y prolijos en cada ínfimo detalle, casi en el filo de lo barroco, pero no saturan. Detrás de sus ejecuciones ostentosas, reposan accesibles melodías y una saludable cuota de dulzura pubescente. Ciertos pasajes recuerdan a Bright Eyes, otros a Foals, aunque -sobre todo- parecen emparentados con sus contemporáneos norteamericanos de Ra Ra Riot. Eso sí, tienen a su favor el carisma otorgado por un background que recoge tanto del math rock, como del cancionero britpop de los '90.


9.4.09

Siempre en el tintero

No puedo seguir olvidándolo. Baby Comes Home de Patrick Cleandenim es un disco increíble. Tenía que decirlo alguna vez, aunque fuera a propósito de nada.


7.4.09

Raíz y visión

A Violeta Parra la escuché tanto como a los Beatles. Cuando descubrí ‘El Gavilán’, me di cuenta de que ella hacía rock desde el folklore. Sentí que era como PJ Harvey, pero desde el campo, desde un lugar lleno de naturaleza, muy intenso y contestatario. Me impresionó. Era como escuchar música del futuro: con mucha raíz, pero con visión.

Camila Moreno


6.4.09

Porque sí nomás

Sobran las palabras.


5.4.09

1,2,3 probando

En un repentino arrebato de preocupación estética, acabo de cambiar el diseño de este blog. Desde ahora, la lectura será más amable y todo estará más ordenado. Tenía ganas de postear algo -para estrenar esta flamante plantilla- y 'Ópticas Ilusiones', el nuevo single de Nano Stern, es una buena opción. Si le queda gustando, sepa usted que puede bajarla gratis en la web de Radio Uno, la emisora más escuchada en el living de mi casa.

Cambio y fuera.


1.4.09

Hola, abril

Pocas canciones me dan tanta pena.