5.3.13

Sin manual de uso


Bien jugado, David. “Where are we now?” era un caballo de Troya. Su naturaleza frágil hacía pensar que “The next day” sería un disco tan delicado como la salud de su autor. Así que la sorpresa es grande cuando una guitarra muy reminiscente de Robert Fripp arranca el tema homónimo, seguida de un Bowie que cabalga sobre el ritmo como en su era berlinesa. Es el primero de varios saltos en el tiempo y el espacio. Los pesados bronces de “Dirty boys” sacan pasaje a los garitos neoyorquinos donde vivía la no wave en los 70, el pulso drum and bass de “If you can see me” avanza a la época de los subestimados “Outside” y “Earthling”, y “Valentine’s day” le brinda un saludo militar a Ziggy Stardust.

Bowie tributa a Bowie en “The next day”, un disco autorreferente desde su portada que recicla la carátula de “”Heroes””, hasta la paranoia –tan suya- de una canción sobre la celebridad como “The stars (are out tonight)”. Los estudiosos de su figura se darán un banquete de referencias: el escritor ruso Vladimir Nabokov en “I’d rather be high” y The Shadows en “How does the grass grow?”, por nombrar sólo algunas. Pero lo nuevo del sexagenario inglés viene sin manual de uso; no se necesitan conocimientos previos para rendirse ante la grandeza de “(You will) set the world on fire”, ni para quedar pasmado con la trepidante “Love is lost”.

“The next day” invita al goce inmediato. Es un álbum de instinto rockero, liberado de excesivos devaneos electrónicos, hermanable a “Scary monsters (and super creeps)” o “Aladdin sane”. Y salvo las dramáticas “You feel so lonely you could die”, “Heat” y “Where are we now?”, nunca suena como la obra de un señor que estuvo cerca de retirarse. Todo lo contrario, sus relatos sobre guerra, calles, historia y muerte se abren paso exigiendo que los interpreten millones de veces. Son canciones y palabras vitales que salen de un hombre que es artefacto de museo e ícono de la moda al mismo tiempo. Que tiene un pie en el presente y otro en el pasado, pero que jamás parece estar aquí junto al resto de los mortales. Es el inasible Bowie al que tanto echábamos de menos. Soberbio.