19.12.13

La letra chica que trajo de vuelta a The Beatles


Por asuntos legales, una nueva recopilación de los Beatles está a la venta desde esta semana en iTunes y probablemente no dure mucho en línea.

La Unión Europea cambió recientemente su lesgislación sobre derechos de autor y distribución de obras intelectuales. Fue debido a un fuerte lobby de parte de la industria discográfica, encabezado por un ícono del viejo rocanrol, Cliff Richard. Por eso en Inglaterra se conoce como “la ley de Cliff” a la principal enmienda aplicada al reglamento: de ahora en adelante, las grabaciones gozarán de copyright por 70 años, una extensión respecto al medio siglo de amparo ofrecido antes.

Pero esta norma protege únicamente al material lanzado de forma comercial. Si un registro no ha sido puesto a la venta, pasa directo al dominio público, es decir, su utilización -incluso para fines comerciales- se vuelve gratuita. Ocurrió por un momento, antes de que se firmara la corrección legal, con “Love me do” de los Beatles. El tema estuvo meses a la intemperie, a merced de cualquiera que deseara venderlo por su cuenta en territorio europeo.

Después de ese susto, los ejecutivos de Apple, el sello que administra el legado de los cuatro de Liverpool, no quieren tropezar con la misma piedra. Para evitar que las grabaciones inéditas de los Beatles de 1963 queden otra vez en el aire, al cumplirse 50 años desde su realización, han puesto a la venta el compilado digital “The Beatles: bootleg recordings” con 59 demos, descartes y sesiones radiales nunca antes disponibles de manera legítima.

El contenido de la recopilación no debería sorprender a ningún conocedor del grupo. Todos sus temas, entre los que se incluyen varios repetidos en distintas versiones, han circulado largamente en álbumes piratas. Lo más valioso que ofrece son los históricos demos de “I'm in love”, popularizada en Reino Unido por otros clientes de Brian Epstein (The Fourmost), y “Bad to me”, cedida a Billy J Kramer, quien junto al grupo The Dakotas la transformó en número uno en 1963.

“The Beatles: bootleg recordings” apareció ayer en iTunes casi sin previo aviso, pero la nula publicidad previa a su lanzamiento no fue una técnica de marketing tipo Bowie o Beyoncé. Todo lo contrario: Apple desea que pase desapercibido un material para el que no había destino comercial alguno, ni planes concretos de lanzamiento; principales motivos de que permaneciera inédito. Su plan no es vender más discos de los Beatles, sino evitar que otros comiencen a hacerlo. O sea, cuidar la marca.

La nueva legislación de la Unión Europea provocará una avalancha de lanzamientos anuales similares. No sólo de los Beatles, sino de otros artistas importantes de los 60. Recientemente, Sony Music tuvo que resguardar a Bob Dylan de caer en el dominio público, y lo hizo mediante un compilado de 86 grabaciones con un nombre muy honesto: “The 50 anniversary collection: the copyright extension collection,vol.1”. Tampoco se anunció su salida. Es más, apenas 100 copias fueron producidas para su exclusivo reparto en Europa.

Apple ha hecho algo similar. La presencia de “Bootleg recordings” en iTunes, único lugar donde se puede adquirir porque una edición física está fuera de discusión, ha sido intermitente. Aparece y desaparece, y su única constancia es un altísimo precio que sobrepasa los 20 mil pesos, todo un exceso tratándose de simples MP3 subidos a regañadientes con una carátula improvisada.


La existencia de cerca de 300 sesiones radiales registradas por los Beatles en la BBC asegura el futuro deleite de los completistas, pero, en lo que refiere a derechos de autor, ya se vislumbran problemas para la dupla Lennon - McCartney. La propiedad intelectual de los compositores dura 70 años a partir de su muerte, esto significa que los administradores de la fortuna de Lennon lucrarán con su pluma hasta 2050. Pero también implica que, llegado el momento, dejarán de recibir dinero mientras las arcas de la familia McCartney seguirán llenándose. Complicado.  

2.12.13

Ya es hora de reivindicar a INXS

Si un artista fallece, las ventas de sus discos se disparan. “La muerte es un éxito de público”, escribió Enrique Lihn en uno de sus poemas, y ésa es la suerte que han corrido Donna Summer o Lou Reed. Pero la forma en que Michael Hutchence dejó este mundo, en noviembre del 97, fue tan turbia que enlodó el nombre de INXS, un grupo que hasta la pérdida de su vocalista pasó 20 años con la misma formación. La voluntad de los sobrevivientes de seguir trabajando juntos fue interpretada como un acto de codicia. Resultaba difícil perdonar que buscaran al reemplazante de Hutchence (¡imposible!) mediante un concurso televisivo; más costaba tragar que editaran junto al ganador un disco tan mediocre como “Switch”. 

Tampoco ayudó que Hutchence fuese un playboy en vida: se desclasificaron –e inventaron- numerosas hazañas sexuales, y como los rumores llaman a más rumores, pronto las historias acerca de su hedonismo se volvieron descabelladas. Mientras tanto, su familia intentó un lavado de imagen (su hermana y su madre publicaron el libro “Just a Man, the real story of Michael Hutchence”), pero descuidó el trato hacia la viuda Paula Yates, quien moriría tres años después dejando huérfana a la única hija de la pareja. 

Las prensas rosa y amarilla se dieron un festín con la situación. Fue un final injusto para la carrera de un músico que, con su ilimitada energía, transformó a INXS en una de las bandas más grandes del mundo durante los 80. Cierto es que la fama de los australianos iba en declive la década siguiente (Noel Gallagher se los notificó directamente en uno de sus famosos exabruptos), sin embargo, los ciclos de la industria funcionan así: Bon Jovi también pasaban un brusco bajón de popularidad en esa época, y ahora son reverenciados como uno de los grupos más importantes del mundo, principalmente por lo hecho en el pasado. Un destino similar aguardaba a INXS. 

La televisión australiana emitirá el próximo año “Never tear us apart: the untold story of INXS”, una miniserie que recrea los años en que, sin escabrosos rumores de por medio, la banda atraía a millones de personas mediante una seguidilla de hits incontestables. Los guionistas de la serie prometen exponer verdades ocultas sobre Hutchence. Tal vez sea el momento de ahondar en la terrible enfermedad que sufrió en sus últimos años de vida: la pérdida del olfato y el gusto producto de un accidente en moto en 1992. Ambos sentidos se relacionan con la memoria emotiva y su ausencia implica un daño irreparable para las emociones de cualquiera, especialmente las de un tipo que obedecía a sus instintos más que a cualquier raciocinio. Como una versión a la inversa de Jean-Baptiste Grenouille, el protagonista de “El perfume” que se transforma en asesino por culpa de su olfato hiperdesarrollado, Michael Hutchence terminó sus días sin percibir aromas, quitándose la vida en su desesperada búsqueda de nuevas sensaciones.