31.7.09

Guiso - Guiso

El cuarto Guiso que nos traen los de Algo Records viene listo para servir. En un tiempo mínimo de cocción, borbotea guitarras y estribillos efervescentes, para el disfrute de los comensales. Es un álbum que goza de una contradicción afortunadísima: es el que menos premeditación ha requerido a los santiaguinos y, sin embargo, es su trabajo más lúcido. Una placa suculenta, donde cada condimento está esparcido con precisión suiza; así, el sabor de los ingredientes principales (guitarra, bajo y batería) se mantiene intacto. Respaldada por su primera trilogía y un largo bagaje en la independencia, la banda irradia determinación. Al menos, la suficiente como para atreverse con un álbum breve, de apenas ocho canciones (igual que el excelente El Sonido, del 2004). No es que haya poco para decir, es que el grupo ya se apoderó de un lenguaje y sabe manejarlo a placer.

Nadie podría sorprenderse al abrir el disco (cuyo carátula es, lejos, una de las mejores del año) y encontrarse en los créditos con que ‘Deja Tu Camino’ está inspirada en ‘Vicio’ de Ratones Paranoicos, así como ‘Sónicamente Hablando’ lo está en ‘Skunk’ de MC5. Fuera del conocimiento que se tenga sobre los argentinos y los de Michigan, es fácil percatarse de que Guiso se nutre de la vieja escuela, ésa que transpira actitud en gotas de rockabilly y punk trasnochados. Es ahí cuando nos topamos con la virtud que más distingue a Guiso, la banda, de entre las del montón: por muy antiguos que sean sus referentes, ellos siguen emanando lozanía, frescura y desfachatez. Digno de aplauso, especialmente por mantener el interés de las nuevas camadas en los discos viejos y voltear su status de morosos. Como dice Alejandro Gómez en ‘Radio’, "no soy yo, eres tú el que me debe".


POTQ.cl | Julio 2009

Delorean - Ayrton Senna EP

Las exigencias de la carrera iban en aumento y no quedaba otra opción: había que irse a los pits. Ya estaba demostrado que Delorean tenía la carrocería para resistir cualquier velocidad, pero una recarga de estanque era imperativa para no colapsar. Ahora regresan, rebosantes de combustible, y con nuevas alas y neumáticos. El resultado de esta restauración es un disco cuya salida está fechada para los próximos meses. Pero, antes, aquí tenemos Ayrton Senna EP: un in crescendo de cuatro canciones, cada una con más octanaje que la anterior.

Aunque persisten huellas de su impronta previa, de sello más enigmático y noctámbulo, este Delorean –igual que su símil de Volver Al Futuro- viaja en el tiempo hacia el house noventero. En este trabajo, las luces discotequeras priman por sobre el pulso urbano. Una venturosa determinación, porque gemas cristalinas de la categoría de “Big dipper” y “Moonsoon” hacen que la banda gane en repertorio bailable, sin perder un ápice de identidad. Ayrton Senna EP asoma tenue en sus primeros minutos, pero luego enfila hacia el desenfreno. Como si partieran acariciando el acelerador y terminaran pisándolo con la rabia que sólo pueden sentir los vascos. Por muy electrónicos que sean.

Super 45 | Julio 2009

27.7.09

Dedicatoria

Un saludo afectuoso a todos los que se envalentonan frente a un monitor, pero no son capaces de mirar a los ojos a la gente que critican. Esta canción es para ellos.


25.7.09

Universal

"The best advice I can offer is to write as much as possible: it's the only way you improve".

24.7.09

Rulo: Con letra negra

Desde el colegio, supo que lo suyo era la música. Lo que ignoraba es que, en el camino, iba a cambiar la guitarra por el bajo y a toparse de frente con la fama prematura, junto a Los Tetas. Hace más de una década que no publica oficialmente un disco, pero David Eidelstein –Rulo, para los amigos– nunca ha bajado la guardia y este año quiere ponerse al día. Aunque el tiempo corre en su contra, todo lo demás juega a su favor.

La poesía portuguesa tuvo, en Fernando Pessoa, a una de sus plumas esenciales. Un personaje cuya obra se caracterizaba por la convivencia de varios heterónimos o álter egos. En su interior habitaba un ejército de identidades, cada una con su propia historia y con su propio carácter. David Eidelstein es un admirador del trabajo de este autor y, en cierta medida, un imitador de su desdoblamiento. Pocos reconocen su nombre o saben que es titulado en Literatura, que baila hip-hop y que también actúa. De lo que muchos sí se acuerdan es de la más popular de sus encarnaciones, ésa que tocaba el bajo en Los Tetas y que se hizo conocida usando el pelo rojo en el video de ‘Corazón de Sandía’, hace casi ya tres lustros.


David Eidelstein es el Rulo. Y el Rulo es David Eidelstein. La frontera entre uno y otro comenzó a difuminarse desde su más tierna infancia, cuando –por costumbre familiar– entonaba temas en el living de su casa. “Mi papá es ingeniero y mi mamá es secretaria, pero él guitarreaba y ella siempre cantaba. Crecí con Ella Fitzgerald y Violeta Parra. Eso nos marcó tanto que mi hermana y yo salimos músicos”, asevera. Aquella influencia lo acompañó luego en la enseñanza básica. “Yo estudié en el Francisco Miranda, que tenía un enfoque artístico. Era uno de los pocos colegios donde, en la época de Pinocho, podías ir con ropa de calle y usar el pelo largo. Bien hippie. Las primeras veces que vi gente tocando guitarra eléctrica fue en las salas de clases. Yo era súper chico y lo encontraba alucinante”, recuerda.


Todavía faltaba para que el funk y los ritmos negros tomaran la batuta entre sus preferencias. Quedaban etapas por quemar. “Mi hermana me mostró ‘Boys Don’t Cry’ y quedé loco. Me encantó. The Cure fue mi primera banda favorita. Hasta me disfracé de Robert Smith en un acto con otros compañeros. Yo estaba muy producido, con el pelo parado y los labios pintados”, rememora. “Una vez mi abuela fue a Argentina y le encargué un cassette de ellos, pero no me quisieron traer el Pornography, por el titulo”, cuenta entre risas. Rulo era sólo un niño, pero ya sabía cuál era el camino a seguir. “Desde muy pequeño quise dedicarme a la música. El otro día estaba revisando unos dibujos antiguos, donde salía junto a varios amigos y cada uno estaba personificado con lo que más le gustaba. Yo era el rockero. Siempre supe que haría esto, era mi pasión”, afirma.


Las pantomimas infantiles no eran suficientes. Ya no bastaba con caracterizarse haciendo playback sobre una radiocassette: había que hacerlo real. “La primera vez que agarré una guitarra y empecé a tocar fue para sacar ‘Patience’, de Guns N’ Roses, en el colegio, con la ayuda de un cancionero. Después llegué a mi casa y empecé a practicar el solo de Slash, hasta que me salió”, reconstruye. Nada mal para un novato cuya evolución lógica era acoplarse a un grupo. “Como todavía no cambiaba la voz, podía imitar los gritos de Axl Rose, así que llegué a una banda que necesitaba un cantante. Hacíamos covers de los Guns y de Faith No More. Tocamos un par de veces en festivales de colegios medio cuicos, aunque nada muy en serio”, aclara.


El amateurismo no duraría mucho para el Rulo. “En ese tiempo, conocí al Cristián, que estaba armando un proyecto junto a otra amiga, pero él y yo tuvimos más química, así que ella quedó afuera”, narra. Cristián no es otro que C-Funk, quien desde la pubertad tocaba junto a su padre, el eximio Hugo Moraga, y aventajaba a Eidelstein en cuanto a bagaje. Ambos compartían gustos y el deseo de formar un proyecto, al que se sumaría luego Francisco González (Pepino). “Hicimos como diez canciones, que tenían mucha onda argentina. Nuestros principales referentes eran James Brown y Prince, pero –en español– lo único que conocíamos eran algunas cosas de Charly García o Fito Páez. Ahí yo tocaba guitarra y el bajo era secuenciado”, describe. Apenas unos adolescentes, ninguno de ellos sospechaba que su incipiente agrupación sería una de las más icónicas del Chile noventero. Pero faltaba un ingrediente.



“En un viaje a Rapel con mis amigos, apenas llegué me dijeron ‘oye, hay un gallo acá más raro que la chucha’. Era alguien que conocía a una persona del grupo, pero justo esa persona no llegó, así que estaba solo. Tuvimos buena onda al tiro y le mostré un cassette de mi banda. Le encantó y me dijo que rapeaba. Después me llamaba por teléfono para freestylearme, hasta que lo invité a un ensayo”. Con esas palabras, Eidelstein hace memoria de su primer encuentro con Camilo Castaldi, alias Tea Time, quien comenzó a frecuentar al flamante trío y luego fue invitado a presentarse con ellos al escenario, en una tocata en La Tecla. “Esa noche fue la primera vez que usamos el nombre de Los Tetas, la primera vez que estuvimos los cuatro juntos en el escenario y la primera vez que toqué el bajo en público”, recapitula.


La posterior sucesión de eventos sería vertiginosa. Un año después, Rulo y los suyos estaban fichados por EMI, preparando su debut y lidiando con la experiencia de ser profesionales. “No me acuerdo bien de cómo fue eso. Yo estaba en el colegio y grabamos el disco en las vacaciones de invierno. El último domingo, antes de volver, habíamos trasnochado y llamé a mi vieja tipo siete de la mañana, para decirle que no podría ir a clases. Me retó ene. Era bien loco, estaba entre ser escolar y ser músico”, apunta. La bipolaridad del momento se expresaba hasta en los detalles más mundanos. “Mi papá tuvo que firmar mi contrato con el sello, porque yo era menor de edad. El proceso fue tan rápido y espontáneo que nunca fui conciente de él”, reconoce.


En 1995, con Mama Funk en las calles, Los Tetas estaban en todas partes. La efervescencia por el cuarteto subía como la espuma, con ventas multiplatino y su inolvidable nombre siendo festinado incluso en rutinas humorísticas de estelares de televisión. Nada de eso sirvió para convencer al –entonces– pelirrojo bajista, quien plantea que el álbum “ni siquiera me gustaba mucho. Yo quería hacer algo más funky, que fuera más perfecto. Mi idea era sonar como Prince o James Brown. Encontré muy inmaduro lo que salió”, confiesa. Lo mismo le ocurrió con su propuesta audiovisual. “La primera vez que vimos ‘Corazón de Sandía’ fue para el estreno en Más Música. Cuando se terminó, quedamos mirándonos en silencio. Me cargó la forma en que nos representaba. Era una imagen demasiado falsa, como de propaganda. Lo encontré ñoño”, admite. Sin embargo, sus juicios se han ablandado con el paso del tiempo. A catorce años del boom de su primera producción, David Eidelstein hace otro balance. “Creo que el disco tenía una mezcla del momento que, en el fondo, era su propia perfección. Lo mismo con el video, ahora lo veo y me gusta. Tiene una frescura que le da otro valor”, reflexiona.


Lograr el éxito en apenas un intento es algo de lo que pocos pueden jactarse, pero también es un arma de doble filo. De personalidad más tranquila que sus compañeros, Rulo observó cómo las luces obnubilaron parte de la humildad de sus amigos y colegas. “La popularidad echó a perder un poco las cosas. A Camilo y Cristián se les subían de repente los humos a la cabeza. Yo me empecé a alejar lentamente de ellos”, revela. Para él, la notoriedad obtenida resultó tan súbita que no pudo opacar su naturaleza, aunque sí alcanzó para hacer que se diera cuenta de que las cosas habían cambiado. “Nunca tuve mucha conciencia de que era yo el que estaba ahí. Mantuve la misma vida, los mismos amigos. Pero había una imagen de mí, gente que pensaba que yo era millonario o que era quebrado, cosas así. Eso pasaba porque en el ’95 todo era muy distinto. No había Internet, ni siquiera celulares. Ser ‘famoso’ era muy diferente a como es ahora”, opina.


Contrario a lo que podría pensarse, Los Tetas no dejaron que el impacto causado por su ópera prima acallara sus búsquedas estilísticas, ni los estresara al momento de fraguar una secuela. “Descubrimos un mundo funky y de música setentera que nos alucinó. Nos fuimos a una casa en el campo durante un mes, estábamos en nuestra volada, así que nunca sentimos mucha presión. De hecho, yo creo que por eso La Medicina no fue tan exitoso como Mama Funk, pero no queríamos repetir la fórmula”, sentencia. Pese a estar más conforme que con el disco predecesor, Eidelstein viviría un episodio crítico durante el rodaje del video de ‘La Calma’ que gatilló en su salida del proyecto. “Estábamos en un subterráneo. Era un lugar siniestro, donde habían matado a gente. Muy brígido. Subí al segundo piso y ni siquiera recuerdo lo que me pasó, pero caí de mandíbula al suelo. El golpe me obligó a estar un mes acostado en mi casa y ahí me cuestioné todo. Tenía otros intereses y no sabía si quería seguir, porque no me sentía muy a gusto con la dinámica del grupo. La encontraba viciada”, reconoce.


Alejado de su alma máter, Rulo emprendió una ruta incierta. “Estaba muy perdido en mi vida, en general. No sabía bien qué hacer. Como me fui con el Tata, trabajamos juntos, pero nos demorábamos mucho, teníamos muchas ideas y pocos resultados”, reconstruye. Hacía falta un asociado que ayudara a poner orden. “Justo ahí conocí al Go y empezamos a componer como locos, de repente hasta tres temas diarios”, cuenta. Con su nuevo asociado, David formó Rayos, que luego daría paso a Samurai. Ambas agrupaciones dieron a luz discos que nunca fueron publicados, pero que ayudaron a encauzar sus inquietudes, antes de partir el 2001 al Taller de Músics de Barcelona, para perfeccionarse en el bajo.



De vuelta en Chile, tras un año de muchas jam sessions junto a instrumentistas de todo el orbe, la madurez adquirida lo llevó a cambiar el rumbo. “Tenía ganas de estudiar Teatro, también pensé en Sonido, pero terminé en Literatura”, explica. “Aproveché el tiempo para profundizar en el bossa nova, el folklore y los ritmos árabes, que ya había conocido en España. Pude enriquecerme con otros estilos. Abrirme a las letras me abrió musicalmente y yo tenía esa necesidad por expandirme”, comenta. “No toqué mucho en vivo, pero siempre seguí tocando solo. Me sentía raro, un poco alejado, pero jamás pensé dejar la música”, aclara. Sin ir más lejos, su tesis de grado fue acerca de ‘Construção’, de Chico Buarque, pieza clave del repertorio brasileño, una de las principales fijaciones de Eidelstein tras sus viajes a Río de Janeiro y Bahía.


Con calma, el Rulo volvió a tomar las riendas de su carrera artística. Junto a David Vásquez –su camarada de breakdance y ex parte de Goda–, fundó Esencia, tomándose el tiempo necesario para desarrollar sus aspiraciones, siempre cercanas a la cadencia negra. “Ha sido un proceso de búsqueda lento. Armamos un disco el año pasado, pero no nos convenció la versión definitiva. Siento que recién ahora está produciéndose lo que siempre quise. Antes igual pasaba, pero integrar cosas como el reggae, el dancehall y el jazz nos hizo agarrar una onda que nos tiene felices”, declara. De momento, su plan es actualizar el material acumulado y aprovechar la instancia para generar nuevos temas.


David Eidelstein ha reflotado su oficio en los más diversos formatos. “Un amigo me dijo que necesitaban un DJ para una fiesta, así que partí para allá. Esa misma semana me llamaron de otro lado y así ha sido hasta ahora. Fue algo que yo no busqué, ser DJ me buscó a mí”, señala. Últimamente ha ampliado esta faceta, presentándose como bajista con Haiti (su compañero de departamento), mientras éste pincha discos. Parece que Rulo es capaz de llevar todas sus experiencias creativas al plano sonoro. En 2008 tomó clases de improvisación actoral con el Colectivo Mamut y ahora aplica esos conocimientos musicalizando la obra Teatro de Gorilas. “Ha sido muy bueno para poder estar presente, agarrado del instante. Si paveas mucho, no funciona”, arguye.


Eso sí, pese a su manifiesto interés por las mutaciones, el Rulo ha decidido renovar votos con sus antiguos compañeros de Los Tetas (a excepción de C-Funk) en Funkattack. “Ha sido muy natural, desde mi llegada –primero como invitado– hasta que asumí el rol que dejó el Toly cuando se fue”, apunta. Los otrora adolescentes han cosechado los frutos de su antigua historia, dando conciertos a tablero vuelto y suscitando comentarios cargados de expectación. “Ya tenemos un piso como grupo y un show que funciona en cualquier parte, así que un disco es lo que falta. Nos propusimos tenerlo listo este mismo año como plazo máximo”, esboza. Tal como su admirado Fernando Pessoa lo hizo en el papel, Rulo tendrá que fraccionarse para estar en varios lugares a la vez. A su favor, cuenta con la más indispensable de las herramientas: el ímpetu. “Me siento muy motivado. Llevo años sin publicar nada oficialmente y tengo la necesidad de que exista mi trabajo en forma concreta”, plantea convencido. Que así sea.

Extravaganza! / Julio 2009
Fotos por Jose Moraga

Dinosaur Jr. - Farm

Algo intrigante ocurre con la formación original de Dinosaur Jr. Firmaron juntos una trilogía dorada entre 1985 y 1988 y, como si nunca se hubiesen disuelto (ni peleado hasta el cansancio), regresan a repetir el truco. Beyond fue el primer eslabón y ahora Farm es su complemento. El noveno disco de los norteamericanos da para reflexionar sobre el misterio de la afinidad creativa.

Lo que ocurre cuando J. Mascis, Lou Barlow y Murph entran a un estudio es un fenómeno sin igual, capaz de generar delicias del calibre de este álbum. Una placa que engloba lo mejor de Dinosaur Jr. en 60 minutos de riffs gloriosos, estribillos perfectos y la implacable mole rítmica que los caracteriza. Farm conjuga inmediatez (‘Over It’, ‘Pieces’) con languidez (‘Plans’, ‘Said The People’) en la medida justa para crear un robusto monstruo sónico. No escatimen elogios: he aquí un clásico instantáneo.

Extravaganza! / Julio 2009

Javier Barría - Introducción a la Geometría

El nuevo disco de Javier Barría tiene muchas aristas. Con justa razón, puede ser visto como un debut en las grandes ligas o como la pequeña consagración de una carrera subrepticia. Independiente de la postura que se adopte, lo cierto es que Introducción a la Geometría es un paso adelante, porque logra concatenar todas las virtudes que han convertido a este cantautor en pieza clave del paisaje nacional reciente.

Su pericia para elaborar melodías y coros tan simples como atractivos puede ser degustada a lo largo de todo el álbum. ‘2 AM’, ‘Venditas’ o ‘Foto Movida’ son extractos de un repertorio impecable y teñido de autobiografía camuflada en metáforas, que conforma un imaginario en el que el romanticismo se expresa con más que cursilerías acarameladas. Barría le da una vuelta de tuerca a las canciones para enamorados y, de paso, establece que ya es un artista dueño de sí mismo. Dos pájaros de un tiro.

Extravaganza! / Julio 2009

Paulo Montero Quinteto - Variante

El terreno del jazz luce inhóspito para quienes, influenciados por opiniones ajenas y retrógradas, no se atreven a caminar por él. Pero basta recorrer un poco para encontrarse con discos tan afables como éste. Variante es la primera aventura de Paulo Montero en calidad de cabeza de serie, tras sus colaboraciones con Taulis y Zeraus Quartet. También es un juego derivado de otro, como su nombre lo indica. Pero ahora no se trata de ajedrez, sino de bop rejuvenecido y transformado en una atractiva propuesta.

La destreza y desenvoltura de Montero como saxofonista (toca soprano, tenor y alto) son tan magnéticas como la fuerza que mantiene cohesionados a sus secuaces: otro saxo, guitarra, piano, contrabajo y batería. Un colectivo compacto, capaz de plasmar con maestría las composiciones de su líder y de recordarnos que la música de elite es sólo un invento.

Extravaganza! / Julio 2009

La Mala Senda - Bajo El Sol... Huellas

La Mala Senda es la más reciente incorporación de Craving, casa disquera independiente que en su seno alberga sobre una docena de lanzamientos rockeros y que -como podría suponerse- mantiene una fe ciega en el formato del CD, así como la fervorosa aspiración de trastocar el paisaje local. En este sentido, Bajo El Sol… Huellas recoge la quintaesencia de la etiqueta, presentándose como un disco en el que impera un clima de ebullición. El mismo que se respira cuando hay emociones muy fuertes a punto de estallar. La leyenda que se lee en la contratapa lo grafica a la perfección en frases sacadas de sus letras como "quiero salir, ahogar mis derrotas", "errar, aprender y volver a empezar, dejarlo todo atrás" o "mantente firme sin escapar". Palabras que refuerzan el mensaje liberador del cuarteto, una agrupación que cuenta con el manejo necesario para urdir una placa redonda, que clama por la atención del oyente.

Bajo El Sol… Huellas expone a una banda de pulso firme y sonido consistente, heredero del legado norteamericano, con la suficiente sustancia instrumental como para sostener un álbum y no aflojar en ninguna pista. Primer punto a favor. El segundo está dado por la coherencia que logran en su discurso, con canciones de tono febril e irrefrenable, en las que elucubran un ambiente en el que la agitación está a flor de piel. Sin ser una agrupación brillante, La Mala Senda sabe cómo plantear un inventario de canciones atractivas y efectivas, ordenadas de forma inteligente en nueve pistas. El álgido coro de "Vívelo", la premura de ‘Confeso’ y el acertado uso del cencerro en ‘Da Vueltas’ son los pasajes más destacados de un disco caracterizado por la ejecución correcta de ideas atinadas y oportunas. No le hagan caso a su nombre, este grupo transita por el buen camino.

POTQ.cl / Julio de 2009

Rekiem - Singles & Rarezas

Ha pasado mucha agua bajo el puente desde que Rekiem se escribía con "q" y la Zona de Contacto los destacaba, junto a Los Mox!, como una de las bandas nacionales pioneras en el uso del mp3. Otra suma no despreciable de años ha corrido desde que el grupo se alzara como estandarte del aggro chileno, alcanzando rotación constante en MTV y en la -entonces- popular Rock & Pop. Singles & Rarezas resume las dos décadas de vida de un grupo que marcó cientos de adolescencias y que hoy permanece imperturbable, pese a la muerte de su creador (Julián Durney), pese a la puerta giratoria de miembros que ha tenido (más de una docena) y pese a lo dormida que está la escena que los acogió en su momento de gloria. Pese a todo.

Las metamorfosis de Rekiem pueden ser saboreadas en este recopilatorio. Y se notan mucho, especialmente por la inclusión de nuevas versiones para sus antiguos éxitos. El teclado de su vocalista, Daniel Pierattini, ha ganado protagonismo; al igual que el esmero por la fidelidad. Pero eso no les quita fuerza. Un golpe tan potente como ‘Traga’ sigue siendo furioso, sin importar que sea en la nebulosa y saturada grabación del recordado Apgar 0 del 2001 o en la del 2009. La misma suerte corre para ‘No Respires’. Quizás el torcimiento más pronunciado sea ‘Epílogo’, el single inédito con el que se promociona esta retrospectiva; sin embargo, su empleo como primera pista es una excelente jugada. Es un corte intenso, en el que la actual formación anuncia que está capacitada para mantener la frente en alto y seguir en pie. De eso se trata Singles & Rarezas.

En su segunda parte, la antología se pone aún más sabrosa. Revisar los registros en vivo de ‘Claroscuro’ y ‘Solsticio’ (cuya toma original, del disco Zero, también aparece) es un ejercicio persuasivo acerca de la competencia de sus temas para sobrevivir en formato acústico. Toda una fortaleza. Ni siquiera desenchufando las guitarras se pierde un ápice de la intención primaria de estas canciones, himnos rabiosos y antisistémicos, entintados de amargura al igual que los tres covers que figuran en la placa: ‘All Mine’ de Portishead, ‘Que No Destrocen Tu Vida’ de Los Prisioneros y ‘Jizzlobber’ de Faith No More. Un puñado de sentidas pistas, que dejan por manifiesto el interés de Rekiem por explorar las pantanosas dimensiones de la angustia humana. Y es que ha pasado mucha agua bajo el puente, pero la esencia resiste incólume.

POTQ.cl / Julio de 2009

The Ganjas - Loose

Con el debido respeto a las proporciones, Loose es el Load de The Ganjas. Las reacciones que un álbum como éste puede generar son tan variadas como las influencias del cuarteto, cuyas raíces se encuentran dispersas por el orbe, en un viaje donde los principales destinos son Manchester, Jamaica y California. Los que abrazaron las tres primeras placas de la banda están susceptibles a ser decepcionados por esta producción, lejos la más pulida y accesible de las firmadas por los niños símbolo de Algo Records (junto con Guiso, por supuesto). Un disco que se parece al sexto de Metallica en que, si no fuera por la historia previa, quizás atraería únicamente comentarios elogiosos. Pero no ha sido así. Hay quienes han tildado de vendidos a Sam Maquieira y compañía, sólo por abandonar los pasajes atmosféricos y enfocarse en bruñir su estampa rockera.

¿Qué tan cierta es semejante imputación? Veamos. Para este elepé, The Ganjas reclutó oficialmente a Pablo Giadach de Casino como guitarrista estable e ingeniero de sonido. Nada nuevo bajo el sol, considerando que siempre el cuarto integrante de la banda ha sido una suerte de invitado rotativo que ha condimentado cada trabajo. Ningún disco del grupo ha sido idéntico al otro y Loose no podía repetir la fórmula cultivada hace dos años en Daybreak, ni tampoco volver a las raíces de sus comienzos en el 2003. Bajo esta lógica, resulta antojadizo y fuera de lugar acusarlos de haber traicionado sus principios. Canciones tórridas como ‘Trip in the Eye’ o ‘Rusty Destiny’ le prenden fuego a cualquier habladuría, mientras que momentos como ‘Modern Man’ establecen con firmeza que flotar sigue siendo la especialidad de la casa. La cuarta placa de los santiaguinos es la continuación lógica de una faena de larga data y, fuera de los escozores que pueda provocar, es un trabajo en el que se notan -para bien- las horas de vuelo juntos.

POTQ.cl / Julio de 2009

Mew - No More Stories EP

Pasaron cuatro años sin saber nada de Mew. Tiempo suficiente para que las expectativas hicieran su trabajo, ayudadas por el tiempo y por el buen sabor de boca que dejó And The Glass Handed Kites. Los daneses han vuelto a las andanzas, reclutando nuevamente a Rich Costey (Franz Ferdinand, Mars Volta, Mastodon), quien fuera el productor del exitoso Frengers, y a Damon Tutunjian. El bajista de Swirlies, viejo conocido del trío, es otro de los condimentos que hace de No More Stories EP un imán de curiosidad y un aperitivo altamente cotizado por quienes ansían degustar el venidero largaduración de la banda.

De las cinco pistas contenidas en No More Stories, el primer tándem será parte del próximo disco y el otro puñado son lados B. La encargada de abrir los fuegos es “Introducing palace players”, que –de un solo golpe- descoloca por su introducción y sorprende por su tono casi optimista. Igual de súbita es la energía impresa a la impoluta “Repeaterbeater”, en la que Mew anuncia que su quinta placa será de armas tomar. En lo que respecta a este avance, con el insulso instrumental “Owl” se inicia la transición a los descartes del álbum. Por suerte, la candidez de “Star” retoma el buen camino y “Swimmer’s chant” deja la impresión de que podría haber sobrevivido el corte final. Si una banda se guarda en el bolsillo canciones como ésta, de seguro es porque lo mejor está por venir.

Super 45 / Julio de 2009

Speech Debelle - Speech Therapy

El carácter confesional y descarnado de las letras de Speech Debelle, en las que intenta mitigar sus tormentos, la llevó a titular su debut usando la palabra “terapia”. Pero el apelativo queda corto. Más bien, este disco se asimila a una declaración de principios con tintes de exorcismo. Veamos, estamos frente a una rapera británica de la misma generación de Dizzee Rascal, Lady Sovereign y Tinchy Stryder, pero que no manifiesta el menor interés en camuflarse con sus contemporáneos. Lo de esta veinteañera es una aproximación más orgánica y jazzy al hip-hop que la de los estandartes del grime.

Aunque sus rimas hablan sobre lo mismo que sus camaradas (juventud en los suburbios, desencuentros amorosos), el tratamiento de los contenidos es diametralmente opuesto al de sus colegas, quienes enfrentan al mundo con más cinismo y desfachatez. Speech Debelle no le teme a la vulnerabilidad. Lo prueba narrando sus experiencias en una hostal de mala muerte en “Searching” o cuando relata sus conflictos con la imagen paterna en “Daddy’s little girl”. Speech Therapy es una rica mixtura de contrastes, en la que una MC de voz dulce nos lee un diario de vida marcado por la amargura de las vicisitudes mundanas y sus luchas internas. Pero lo hace sin rodeos ni amaneramientos, como tiene que ser.

Super 45 / Julio de 2009

Mos Def - The Ecstatic

Mos Def es un experto en altibajos. En el lapso de diez años, pasó de firmar una obra maestra como Black On Both Sides a ser el culpable de aquel desastre discográfico llamado True Magic. El punto intermedio fue la irregularidad de The New Danger, una confusa placa que sembró las primeras dudas acerca de las facultades del MC, quien –ni siquiera con la ayuda de Kanye West- fue capaz de fraguar una secuela digna para el debut que le significó una membresía en el politburó del hip hop.

Con justa razón, la previa al lanzamiento de The Ecstatic fue aborrascada por las suspicacias y opacada por las críticas que situaban a su autor como uno más de los raperos que descuidaban su música, encandilados por la práctica del oficio actoral. Una observación pertinente, de no ser por un pequeño detalle: Mos Def tenía un as bajo la manga. A punto de entrar a la categoría de causa perdida, el rimador musulmán vuelve fortalecido y con la panacea para sanar a su moribundo prestigio.

El cariz triunfante de The Ecstatic queda en evidencia desde que Malcolm X, sampleado en la inaugural “Supermagic”, incita a cambiar el mundo con la misma vehemencia que las guitarras de la pista parecen determinadas a llenar cada rincón. No importa qué tan perdido estuvo en el pasado, en pocos minutos Mos Def convence de querer redimirse y su credibilidad aumenta cuando el mismísimo Slim Rick lo avala en “Auditorium”. Ambas canciones comparten -además de tintes orientales- la producción de los hermanos maravilla de Stones Throw (Oh No y Madlib, respectivamente).

Disipados los recelos, el neoyorquino entra en confianza para hacer y deshacer, sabiendo que la contundencia de su repertorio resiste cualquier embate. Por eso tiene el atrevimiento de engalanar los créditos del álbum con George Anne Muldrow y con Mr. Flash, de Ed Banger. La pianista lleva al MC hasta la época de oro del jazz en la magnífica “Roses”, mientras que el francés lo teletransporta hacia dimensiones cósmicas y futuristas en “Life in marvelous times”. Pero, si se trata de juegos cronológicos, el mejor de todos es “History”. Una colaboración con Talib Kweli en la que el dúo Black Star despierta por un momento y el prodigioso J Dilla, años después de su muerte, es el beatmaker.

Quién lo diría. He aquí un nuevo paradigma de cómo enmendar los desaciertos cometidos y rehabilitar una carrera golpeada hasta el cansancio por sucesivos palos de ciego. Los tres cuartos de hora que dura The Ecstatic funcionan como justa indemnización por los errores del pasado. Son los 45 minutos de una obra imperecedera, donde la complacencia inmediata es reemplazada por un deleite que permanece agazapado, esperando ser descubierto por los más pacientes. A Mos Def le gusta tomarse su tiempo y, mientras el resultado sean álbumes de esta jerarquía, no hay problema en esperarlo. Aunque se demore otra década.

Super 45 / Julio de 2009

Tranqui

22.7.09

Anoche te vi

Janis, anoche te vi en el Caupolicán. Te llamabas Cat Power. Ya no gritabas tanto y estabas más linda que antes, pero yo sé que eras tú.

12.7.09

Tip

Time To Die, el tercer disco de The Dodos, es her-mo-so. Bájelo ahora ya, qué importa que el lanzamiento oficial sea en septiembre.



(La canción se llama 'Fables' y la "t" del final fue un error de tipeo).

Contrapunto

10.7.09

5.7.09

Nueva vieja escuela

Si yo fuera tú, subiría el volumen.

She wore a raspberry beret

The kind you find in a second hand store

4.7.09

Gajes del oficio


De vez en cuando, uno se enamora de las cantantes.