31.12.11

1.12.11

Mixtape chileno

Johou – Ay qué rico! (Armatoste)

“Ay qué rico cantar como Gepe, Nano Stern o Fernando Milagros”, dice la letra de este satírico tema, que sigue con “y ya volvió de su girita por Europa y ya volvió, y se cansó de tanto europeo culto y se devolvió”. Dardos con nombre y apellido. Parte del tercer disco de Johou, titulado “Todo se devuelve”, y –con suma tranquilidad- una de las canciones de rock chileno más adhesivas de la temporada.

Altazores – Dame una mano (Sello Azul)

¿Qué hacer cuando no queda marihuana? Escribir una canción es la respuesta de Altazores, trío que forma parte de la camada 2011 del Sello Azul y que en ‘Dame una mano’ hacen apología de la hermandad entre fumadores. “Yo sé cómo ir, sé cómo llegar, y a volar, y a volar”, cantan con amistoso espíritu quinceañero en este corte del disco “El secreto detrás del caos”, sucesor del debut “El silencio no es callar” (2008).

Corderolobo – Comino (Autoedición)

Beck se hizo famoso en los ’90, entre otras virtudes, por ser un gran sampleador. Corderolobo, el nombre tras el que opera Carlos Vargas (el ex cantante del disuelto y recordado grupo Yupisatam), no es famoso como Beck, pero le convida de su propia medicina al solista estadounidense. ‘Comino’ usa la base del célebre single ‘Que Onda Güero’, además de tener las guitarras más poderosas del debut homónimo del músico nacional, un disco liberado para descarga gratuita acá. (http://www.megaupload.com/?d=C9QO5PT3)

Felipe Palma – Menzel (Autoedición)

Guitarra eléctrica en mano, el cantautor Felipe Palma (parte del interesante colectivo Solistas Unidos) le canta al Menzel -uno de los mejores lugares de Valparaíso para comer pescados y mariscos-, pero también a la nostalgia y a los recuerdos que el puerto evoca. “Es un lugar donde el aire va hacia atrás”, describe el músico en esta pista del EP que también se llama “Menzel” y que fue producido por Nicolás Moreno, ex bajista de los disueltos Jirafa Ardiendo (tal como el debut de Corderolobo).

Mostro – E (Quemasucabeza)

Es uno de los cortes del disco “Libre para regurgitar la intemperie”, el tercer álbum del dúo de Los Andes, Mostro. Una vez más, los hermanos Reinoso le declaran la guerra al mercantilismo que empaña la creación sonora y definen esta nueva placa como "música de inspiración anticomercial para llegar al corazón del auditor honesto". El disco será editado a fin de mes en vinilo por el sello Quemasucabeza, pero está disponible desde ya como descarga gratuita en este link. (http://bit.ly/lPYrmv)

Watch Out! – Wish you know (BYM)

Del vinilo al MP3. Watch Out! prensó “Flashbacker”, su segundo disco, en el noble formato long-play, pero las copias en CD del álbum aparecerán el mes de septiembre. Esto es una muestra de cómo suena lo nuevo del grupo santiaguino para una gran mayoría: los que no tienen tornamesa. Revisa el video de la canción en este enlace. (http://vimeo.com/26026553)

Ramiroquijano – El velorio de Manuel Gardel (Autoedición)

Las buenas canciones siempre ganan. El productor de este disco, Lautaro Rodríguez, confiesa que este pegajoso tema no le gustaba cuando Ramiroquijano se lo mostró, pero que acabó convertido en uno de sus favoritos del álbum. Es la clase de historias que condimentan “El lenguaje del sonido”, primer lanzamiento oficial de este cantautor de San Antonio, disponible para libre descarga desde este enlace. (http://www.mediafire.com/?cy20bbd9cqldf1z)

Colombina Parra – Flores como gatos (Autoedición)

La vocalista de Los Ex sorprende con una ópera prima, en formato de cantautora solitaria, que fue germinando durante su embarazo. En “Flores como gatos”, Colombina Parra le canta a su vientre, acompañada por su guitarra y por la costa de nuestro país, donde residió mientras esperaba dar a luz. Pocas veces una transformación musical tan drástica –en este caso, de lo amargo a lo dulce- resulta así de bien.

Bahía Inútil – Horseback (Inédito)

Un estreno absoluto, cortesía de Adelante Estudios, el proyecto de Fernando Milagros que consiste en ir a lugares con personalidad para grabar canciones en su estudio portátil. Bahía Inútil es el emprendimiento de la dramaturga y directora teatral Manuela Infante, quien -junto al cantautor- registró su disco debut (tentativamente llamado “Stand Scared”) durante un par de semanas en Punta Arenas. Así suena el aislamiento magallánico.

The Paintings – Sands of the times (Autoedición)

Bajo el alias de Zuecokimonomagnético, Edmundo Veloso autogestionó ocho producciones a partir de 1996 y hoy el músico es parte de The Paintings, un dúo en el que se palpita la influencia de Billy Corgan en los momentos más inspirados de The Smashing Pumpkins. ‘Sands of the times’ está incluida en el CD número 2 del proyecto “Tea”.

Mixtape chileno #2

All Tomorrows – Kismet (La Somba)

El nuevo grupo del productor Pepe Lastarria (Rama, Portugal, Humana) debuta con este sencillo, incluido en su venidero debut, “Opilion”. All Tomorrows (en la foto) es una de las novedades del sello La Somba, que también está presentando “In case of ear discomfort”, el tercer álbum de la siempre recomendable banda Humana. Atentos, fans de Messhuggah.

Vuelveteloca – Paramount (BYM)

Es el primer single de “Jinete Galáctico”, el segundo disco de los santiaguinos Vuelveteloca, disponible en vinilo a través de BYM Records (Watch Out!, Föllakzoid), uno de los puntales del revival del long play en Chile.

TV Femme – Veintiuno (Primate)

Parte del disco “La perdición”, el debut del dúo TV Femme (integrado por el cantante y guitarrista Diego Alorda y el batero Sebastián Díaz), grabado con la asesoría de Juan Méndez y Nicolás Moreno, ex miembros de Jirafa Ardiendo.

Intermitentes – La resistencia (Volodia)

Parte de la ópera prima homónima del grupo Intermitentes, recién presentada en vinilo por el sello Volodia (Los Chinches, Los Dolores) y liberada para descarga en este enlace: http://bit.ly/lpntmtns

Hijo de Padres Separados – Cascarrabia (Autoedición)

‘Cascarrabia’ pertenece al debut homónimo del novel grupo Hijo de Padres Separados, estrenado en vivo este año. El disco de la banda puede ser bajado desde: http://www.hijodepadresseparados.com/hijodepadresseparados.zip

Moreno – Pandeiro (Inédito)

Mientras Giancarlo Landini, alias Moreno, prepara la salida de su nuevo disco (aún sin título, grabado en los estudios de Algorecords bajo la producción de Pablo Giadach de The Ganjas), esta canción con toques de Dinosaur Jr. opera como primer adelanto.

Mar Rojo – Es sólo placer (Autoedición)

El trío rock-pop Mar Rojo muestra su lado furioso en esta canción, incluida en su álbum debut, titulado “Pulsación” y disponible gratuitamente a través de este link: http://www.marrojo.cl/descargas/Mar_Rojo-Pulsacion.rar

Nuevacosta – Uno (Casa Joven/Cellar)

Además de new wave y rock progresivo, Nuevacosta es una banda que asegura no olvidar entre sus influencias al pop chileno de los ’90. ¿Qué tal la mezcla? La respuesta se encuentra en Costabrava, su primer EP, disponible gratis en: http://nuevacosta.com/Nuevacosta%20-%20Costa%20Brava%20EP%20(2011).rar

Projimo Bil – Mundo acuático (Autoedición)

Recomendado por Felipe Ruz del dúo penquista Philipina Bitch, el disco de este músico residente en Valparaíso, titulado “El mundo es un trabajo sucio” refresca –en tono acústico y lánguido- el actual panorama de cantautores. Disponible para descarga en este enlace: http://www.mediafire.com/?q74aed69sz0of8t

Congelador con Damo Suzuki – Bloque 3 (Quemasucabeza)

Dos años después del concierto que unió a Damo Suzuki (Can) con el grupo Congelador, el sello Quemasucabeza presenta la edición del show, como disco en vivo, disponible a costo cero a través de este link: http://www.quemasucabeza.com/wp-content/plugins/download-monitor/download.php?id=4

Mixtape chileno #3

Julia Smith – Hagan sonar sus joyas

Titulada en honor a la famosa frase de John Lennon, esta canción forma parte de “Hagamos las maletas y vámonos del planeta”, el primer álbum del grupo penquista Julia Smith. El disco fue producido por Mauricio Melo, ex miembro de Santos Dumont, quien además colabora con un solo de guitarra en este corte.

http://elcadaverexquisito.cl/JuliaSmith-Hagamoslasmaletasyvamonosdelplaneta(2011).zip (Enlace cortesía de El Cadáver Exquisito)

Jiminelson – We never kissed goodbye

El próximo disco de Jiminelson, después de haber editado en 2010 el álbum “Serendipity Vol. 1”, todavía no tiene nombre, pero ya cuenta con este adelanto y se planea que su edición ocurra en el mes de noviembre. ¿El productor? Nada menos que Pedropiedra, quien por primera vez colabora junto a Gustavo León.

Los Fetuchini – Space coctel club y cantina

Con un disco homónimo lleno de reminiscencias ítaloamericanas y latinas, disponible para libre descarga, el quinteto Los Fetuchini debuta con su colorida apuesta. La banda presentó su disco en vivo con un escuadrón de refuerzos venidos desde grupos tan distintos entre sí como Los Pata e Cumbia y Cómo Asesinar a Felipes.

http://www.megaupload.com/?d=P9VIN7TQ

Fiebre – Llévame al desierto

Eterna promesa de los años ’90, Cristián Fiebre se fue a México apadrinado por el productor Gustavo Santaolalla. Una relación que no rindió mayores frutos y que acabó con el músico autoexiliado, hasta que este año –ya de vuelta en Chile- editó “Antialias”, su tercer álbum, y el primero desde “Mujer elefante” de 1999.

http://www.cristianfiebre.com/songs4.html

Entrefuego – Caminaré

Además de sacar ediciones en vinilo de sus discos, el sello nacional Amendment Records tiene el gesto de liberar para descarga el material de su catálogo, consistente en hardcore de fina estirpe. Esta canción es parte del siete pulgadas “El espíritu intacto, la esperanza de pie”, el regreso discográfico de Entrefuego, disponible gratis en este enlace.

http://www.mediafire.com/?lyy45pq0cwa6cfy

Philipina Bitch – Ya se acerca el temblor

‘Aplasta tu generación’ es un tema del dúo penquista Philipina Bitch, originalmente incluido en su álbum “Vecindad maldita”, pero que en el disco de rarezas “Nadémonos” (liberado por el grupo este año) cobra nueva vida bajo el título ‘Ya se acerca el temblor’. Si de verdades se trata, la letra de esta canción dice claramente unas cuantas.

http://dl.dropbox.com/u/4206348/desnudemonos.zip

Mantarraya – Ciencia natural

El grupo penquista Mantarraya tiene apenas cuatro meses de funcionamiento como banda, tiempo suficiente para que decidieran grabar y liberar un EP homónimo, mediante el sello Beast Discos. Pese tener poco bagaje junto, el quinteto elucubra coherentes canciones de rock pop, gracias a la experiencia de sus miembros en otros empalmes penquistas.

http://www.mediafire.com/?n73zarl8yn8qk2v

Nueva Noventa – Between raindrops

Letras en inglés e influencia del indie sajón configuran la base de Nueva Noventa, un quinteto que inició actividades en 2010 y que este año debutó con el EP “Colors”, editado en formato físico, pero también digital y gratuito mediante este enlace.

http://www.nuevanoventa.com/Nuevanoventa_Colors.zip

Ladrones de las 12 – Estuve mal

Proveniente del circuito universitario y nocturno de Valparaíso, la cuna del rock chileno, Ladrones de las 12 debuta con el EP “La belleza de lo inútil” que habla sobre su primer año como banda. Mucho ritmo, mezclado con sampleos de El Chavo del 8 y 31 Minutos, es la tónica de este material, liberado en línea.

http://www.mediafire.com/?c0uv89008g3qezi (Enlace cortesía de La Última Papita)

Oh Margot – Interminable

Con el sintetizador en rol protagonista, Oh Margot es otra de las bandas que regalan su música a través de internet. Su primer trabajo es un epé homónimo que, además de canciones, ofrece uno de los mejores diseños vistos en Chile este año. El responsable es Fab Ciraolo, batero del grupo y encargado también del arte del disco “La perdición” de TV Femme.

http://www.ohmargot.com/ohmargot_ep.zip

Circus Rock 2011: Todos los nombres del festival

Astro

Una de las sensaciones indie de la capital. Astro sólo cuenta con un EP, titulado “Le Disc de Astrou” (2009), pero su facilidad para ser adhesivos (de la que dan cuenta canciones como ‘Raifilter’ y ‘Maestro Distorsión’) y la efervescencia de sus tocatas ya tienen al grupo encumbrado como cabeza de cartel del evento. Eso y, claro, su comentadísima similitud con los fashionistas MGMT. Editada físicamente primero en México, donde fue muy bien recibida, y luego en Chile, la única obra de esta banda abrió la puerta para que su venidero larga duración, antecedido por el single ‘Ciervos’, sea uno de los discos más esperados del pop local de este año.

Intimate Stranger

Con un pie en Chile y otro en Estados Unidos, Intimate Stranger ha pasado este año dando conciertos entre los que destaca su show en la útima versión del importante festival South By Southwest (SXSW) de Austin, Texas, junto a una nutrida comitiva nacional. Y no sólo de un país a otro se mueve este cuarteto, cuya cantante (Tess) es de origen británico, sino que también en sus propias raíces musicales pasea por lugares distantes entre sí. Su guitarrista, Lautaro Vera, pasó por bandas históricas como Cucsifae, Disturbio Menor y Donfango, antes de fundar este proyecto, que se autodefine futuristamente como de avant-indie y que tiene dos discos: “Life Jacket” (2008) y “Under” (2010), además de un EP en vivo titulado “Moments o Riot” (2011).

Adrianigual

Entre su primer disco, “Baila baila canta” (2007)”, y el actual “Éxito Mundial” (2011), el grupo Adrianigual sufrió una pausa en la que su música evolucionó desde las guitarras bailables del recordado single ‘Mística Espiral’, hacia un pop electrónico en que se nota mucho la mano de Alex Anwandter (Teleradio Donoso, Odisea) en la producción. Ninguno de estos cambios ha hecho mella, en todo caso, en la creciente base de público que el grupo ha captado en siete interrumpidos años de carrera.

Mostro

“Ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario”, decía Cantinflas, sin imaginarse jamás que alguna vez ese juego de palabras tendría tanto sentido, que sería la mejor forma de referirse a un proyecto artístico. Mostro es la unión de dos hermanos (Carlos y Jaime Reinoso) que en ninguno de sus tres discos han tomado en cuenta los decálogos. El último de ellos, “Libre para regurgitar la intemperie”, fue editado por Quemasucabeza este año, para seguir alterando el orden de las cosas: el diablo los cría y dios los junta.

Protistas

Con un amplio camino recorrido en noches santiaguinas, Protistas ha pasado por todo el abanico de posibilidades que la capital ofrece a una banda independiente para tocar en vivo. En ese trayecto, han acumulado experiencia y seguidores, mientras su disco “Nortinas War” (2010) ha caído en gracia de medios digitales que han hecho lo propio por internet. A comienzos de año, la banda pidió dinero vía web a todos los que quisieran ayudarla a financiar su venidero álbum y la campaña fue todo un éxito.

Jiminelson

Asumido por completo en su rol de solista rockero, Gustavo León ha hecho de Jiminelson una iniciativa prolífica, en cuanto a la continuidad de su discografía, así como en el avance artístico. Siete años y tres discos, con un cuarto en camino (producido por Pedropiedra y con el avance, ‘We Never Kissed Goodbye’, recién salido del horno), convierten a este número en uno de los más seguros de Circus Rock.

The Holydrug Couple

Desde esa familia llamada BYM Records, formada por creyentes practicantes de la sicodelia y los vinilos, emerge The Holydrug Couple con Silver Apples (la banda a la que Portishead le copió tributaria y descaradamente en su disco “Third”) como principal influencia. Confeso amantes de la grabación análoga, este dúo tiene en “Awe” su último lanzamiento y en el fichaje con el prestigiado sello Sacred Bones (la casa del mejor ruido de los últimos años, como The Men y Human Eye), su mejor credencial.

Matías Cena & Los Fictions

Matías Cena pasó, como el viejo y querido Bob, de la guitarra de palo a la eléctrica. Sus primeras entregas como solista, hermanables con facilidad a decenas de cantautores, poco y nada tienen que ver con lo que hoy es su show en vivo con banda. Un grupo bautizado en honor a “Fictions” (1967), el único, hermoso e indispensable disco de Los Vidrios Quebrados.

La Reina Morsa

Además de Adrianigual y Protistas, La Reina Morsa también pertenece al Sello Cazador. Una discográfica independiente que, en este grupo (iniciado como un dúo, igual que Astro), tiene a uno de sus exponentes más azucarados, pero también engañosos. En “Dónde están las jugueterías?”, su primer disco, la banda cuenta -con voz femenina y masculina- historias que esconden el inevitable conflicto que produce crecer cuando se es demasiado sensible.

Portugal

Es la más reciente adición al cartel. Portugal apareció en 2010 con un disco digital gratuito, “Viajes de Memoria”, que ahora está editado en CD por Sello Azul, y además con un reciente video muy exitoso –en la red- bajo el brazo (‘Nuestro Momento’, uno de los virales del movimiento estudiantil). La banda de San Antonio recala en el festival, en el marco de una constante actividad en vivo, para seguir quemando etapas y celebrar que su trayectoria va en franco ascenso.

9.8.11

Blind Melon: Miel de Abeja

Después de que Will.i.am de los Black Eyed Peas matara el revival de los ’80, sampleando el tema de “Dirty Dancing” para su grupo y ‘Video Killed The Radio Star’ de The Buggles para Nicki Minaj, lo que se avecina en el panorama es la nostalgia por los ’90. Probablemente, cuando llegue el vigésimo aniversario de la muerte de Cobain (el año 2014), el fenómeno estará en su máximo apogeo. Sin embargo, ahora, lo que tenemos como advertencia es la reacción que causa Blind Melon en Chile.


Es cierto que el grupo estadounidense no llenó el Teatro Caupolicán, como tampoco lo consiguieron George Clinton y Public Enemy la semana pasada, pero apenas empezó su primer concierto en nuestro país (con media hora de atraso y la canción ‘2 X 4’ del disco “Soup” de 1995) la banda fue acogida como si el tiempo se hubiese congelado en la época en que el vocalista Shannon Hoon aún estaba vivo.

Hoy en el lugar del fallecido cantante está Travis Warren, un tipo carismático cuyo paso por la banda no ha estado exento de problemas: llegó hace un lustro a la banda y poco después de grabar el disco de retorno “For My Friends” (2008) fue expulsado. “Dios le metió un Stradivarius en la garganta, pero la realidad es que él lo trata como un violín roto de una casa de empeños. Es muy difícil mantener una rigurosa agenda de gira mientras fuma como una chimenea”, afirmaron los miembros originales en el comunicado oficial tras la ruptura.

La intermitente carrera de Blind Melon fue retomada el año pasado, otra vez con Warren a la cabeza, luego de que el resto de sus compañeros terminara de convencerse de que sólo él podía hacerle el peso a Hoon. ¿Lo consigue? La verdad es que no, pero se esfuerza y logra emocionar, como cuando dedica el tema ‘Change’ (uno de los clásicos de la banda) a la memoria del extinguido vocalista -muerto a escasos 28 años de edad-, guitarra acústica en mano y con una audiencia satisfecha tras escuchar lo que esperaba, amansada por un quinteto complaciente en la elección de su setlist.

Fogueado en recitales y con su reputación clara, en la primera media hora de concierto Blind Melon juega a ganador y despacha sólo hits de sus tres álbumes de estudio editados en los ’90: ‘Toes Across The Floor’, ‘Soup’, ‘Paper Scracher’, ‘Drive’, ‘Skinned’, ‘I Wonder’ y ‘Wilt’; todos reconocidos y coreados –unos más y otros menos- por el público que ocupaba la cancha y los palcos del teatro. Rogers Stevens y Christopher Thorn hacen gala de su experticia y complicidad como guitarristas, sentando la atmósfera de una velada frontalmente nostálgica.

Del álbum “For My Friends” solo suena el corte homónimo, el resto del material lleva al menos 15 años en circulación y al momento del himno generacional ‘No Rain’ (tocado primero en versión ‘Ripped Away’ como aparece en la placa póstuma “Nico” y luego en su primera y archiconocida encarnación de single) el recinto de San Diego está convertido en un karaoke gigante. Si de postales se trata, ésa fue la –obvia y anunciada- foto de la noche, aunque ni siquiera lo previsible de aquel instante pudo deslavar el brillo de presenciar en vivo una de las canciones infaltables de la era grunge (más que nada por asociación: el grupo siempre estuvo más cerca de la neo-sicodelia que del imaginario Seattle).

Al momento de realizar el bis, la banda está contenta y demuestra auténtica sorpresa ante la recepción que Chile brinda a su música; ante eso, queda la duda sobre qué hubiera pasado si el quinteto privilegiase el material más fresco, pero la certeza de las fórmulas probadas pesó más y el grupo ejecutó ‘The Pusher’, ‘Mouthful of Cavities’, ‘Galaxie’ y ‘Walk’ (más repertorio de los ’90) para cerrar la fiesta. Una hora y 20 minutos en que Blind Melon manejó a su antojo los ánimos de los que llegaron al Teatro Caupolicán desafiando la lluvia y el frío, a cimentar las bases del venidero revival. Grito y plata para las productoras durante los próximos años. Miel de abeja para la melancolía. Que pasen los siguientes.

George Clinton & Parliament-Funkadelic: La medicina

El sábado 23 de julio fue una jornada triste para la música de raíz negra, tras conocerse la noticia de la muerte de Amy Winehouse. Pero, el día anterior en Brasil, tuvo lugar la celebración de una fiesta: el cumpleaños número 70 de George Clinton. Todavía impregnado de ese ánimo festivo, el músico llegó a Chile por segunda vez junto a su multitudinaria banda, Parliament-Funkadelic, para colorear una fecha marcada por el luto y tocar, ahora sí, en las condiciones que un histórico del cancionero popular se merece.

Y es que el debut de Clinton en Santiago, ocurrido en mayo de 2009 en el galpón Industria Cultural, dejó un sabor agridulce por culpa del mal sonido y de una organización tan deficiente, que terminó con Carabineros aguando la noche al ingresar al local. Nada de eso pasó en esta ocasión, aunque si es por buscar puntos bajos, la escasa presencia de público evidenció el creciente problema de sobreoferta de espectáculos en vivo –y de alto precio- en nuestra capital.

Sin embargo, cuando partió la música en el Teatro Caupolicán, las complicaciones se fueron a buena parte. Como de costumbre, Clinton dejó que su experimentado grupo amenizara cerca de media hora antes de asomarse al escenario, así que en el momento de su llegada, la cancha del recinto de San Diego estaba servida en bandeja de plata para él. Aunque, a estas alturas, ladra y se desgarra la garganta más de lo que canta, el frontman estadounidense se sabe amo y señor de la velada, y así también lo hace sentir la cálida recepción que le brindan los asistentes apenas aparece.

Parliament-Funkadelic, en su calidad de colectivo musical y creativo más que de grupo establecido, hace despliegue de una libertad que podría resultar casi caótica para los menos iniciados: constantemente entran y salen personas, una corista puede ser también bailarina, un batero se transforma en guitarrista, el otro (hay dos) pasa a ser una suerte de animador que salta y va de un lado a otro de la tarima, mientras Sativa Clinton (la nieta de don George) sube a rapear y Sir Nose se contorsiona, para luego invitar a unas fanáticas a bailar con él.

Una a una, empiezan a sonar las imperecederas canciones de la banda, siempre a la antigua: en versiones larguísimas que son, a estas alturas, un ejercicio anacrónico entre tanta inmediatez, así como los disfraces, capas, colores y detalles usados por los miembros del grupo (el guitarrista Michael Hampton usa un casco parecido al de los clones de Star Wars, Sir Nose recrea el imaginario de los proxenetas con un abrigo de piel y una de las coristas usa patines, por ejemplo). Son ejecutadas ‘Flash Light’, ‘Free Your Mind and Your Ass Will Follow’, ‘One Nation Under A Groove’ (con la excepcional voz de Steve Boyd), ‘Undisco Kidd’, ‘Not Just Knee Deep’, ‘Atomic Dog’, ‘Give Up The Funk (Tear the Roof off the Sucker)’ (la más celebrada, por supuesto) y cómo no, la siempre impactante ‘Maggot Brain’. Podrán pasar los años, las modas y hasta las vidas de los músicos –porque así como resultaba inevitable pensar en Amy Winehouse, también lo era acordarse del fallecido guitarrista del grupo, Garry Shider-, pero George Clinton y Parliament-Funkadelic tienen la receta para hacer que nada sea más importante que el jolgorio funk que representan. Ellos son los auténticos dueños de la medicina.

Manuel García: La coronación

Era la noche más importante en la carrera de Manuel García. Un concierto a tablero vuelto en el Teatro Caupolicán, la clase de triunfo de los que pocos artistas chilenos pueden jactarse y un logro que iba más allá de lo musical, porque el solista nortino ha gozado del apoyo irrestricto de personajes tan influyentes como Marcelo Aldunate (uno de los cabecillas del consorcio radial Iberoamerican) y de Carlos Fonseca, el manager de managers en nuestro país, el mismo tipo que hace un cuarto de siglo se hizo célebre como el manejador de Los Prisioneros.

Bajo el alero de semejantes nombres y del sello Oveja Negra, su casa discográfica después de un paso por la imprescindible etiqueta Alerce, Manuel García coronó el ciclo iniciado por “S/T”, un tercer álbum lanzado en 2010, que ha hecho del cantautor uno de los nombres imprescindibles del panorama nacional. El ex vocalista de Mecánica Popular pasó del circuito convencional a las grandes ligas, tras una suerte de lavado de imagen que lo hizo más accesible a la oreja y al ojo masivos que cualquiera de sus símiles. Un trabajo que se vio coronado con un lleno absoluto del recinto de San Diego, acondicionado con sillas en cancha para la ocasión, repleto de público expectante por presenciar la gran velada.

Fueron tres horas de show matizadas por numerosas menciones a la cultura pop, de la que García se nutre para generar identificación con su audiencia. El solista imita a Elvis y Chaplin, toca covers con sus autores originales presentes ('Yo pienso en ti', junto a Fernando Ubiergo y 'Por La Ventana' de Gepe) y ausentes ('La Locomotora' de Café Tacuba, 'El Necio' de Silvio Rodríguez -aunque basado en la versión de Los Bunkers-, ' Brevemente... Gente' de Florcita Motuda, 'La Tinta de tus Lágrimas' de Francis Cabrel). Además, cita dos veces a The Beatles (en la letra de 'La Terrible Canción N°1' y después cantando el clásico 'Hey Jude'), también a Salvador Allende (en 'Lentes de Allende' y luego declamando uno de sus discursos más emblemáticos) y a Los Tres (recitando 'La Torre de Babel' durante 'La Gran Capital', hacia el fin del recital).

Pese a tanto homenaje, la columna vertebral del espectáculo nunca dejó de ser la producción original de Manuel García, quien repasó material de sus tres discos de estudio y de Mecánica Popular, mientras en el Teatro Caupolicán reinaba la entrega absoluta hacia su persona. El público interactuó constantemente con el cantautor y nunca dejó de corear temas como 'Tu Ventana' (en una breve y enchufada versión, distinta a la del disco “Pánico”), 'Piedra Negra' (con mención especial a la coyuntura educacional del país), 'Tanto creo en ti' (con una graciosa partida en falso) y hasta prestó suficiente atención a las letras del músico como para manifestar su descontento social en pequeñas frases clave de 'Alfil' (“los estudiantes marchan junto a ti”) y 'Cangrejo Azul' (“lavando me quedé los platos de uno a cien de un gobierno al revés”). Emotiva, llena de complicidad, entretenida -como debe ser una buena presentación en vivo- e inolvidable. Así fue la noche del 22 de julio, la gran velada de Manuel García: su coronación como uno de los grandes de nuestro país.

Mr. Big: Científicamente comprobado

No es casual que I Believe In You de Frank Sinatra sea el tema que Mr. Big usa como introducción en sus conciertos. Eric Martin, el vocalista del cuarteto, aportó un cover para el reciente tributo metalero a La Voz (el disco Sin-Atra, en que también aparecen miembros de Cheap Trick, Anthrax y Twisted Sister, entre otros).

Pero la parsimonia inicial dura sólo segundos porque es rápidamente aniquilada por Daddy, Brother, Lover, Little Boy (The Electric Drill Song), la canción que también abre el álbum que cimentó la fama de los estadounidenses, Lean Into It de 1991.

Dos décadas después de ese álbum, los veteranos Mr. Big saldaron una deuda pendiente y debutaron en nuestro país con un show a tablero vuelto en el Teatro Teletón. Concierto histórico y marcado por buenas noticias: el regreso de la alineación original del cuarteto y un nuevo disco bajo el brazo: What If…, editado a comienzos de año y producido por Kevin Shirley, asesor de Iron Maiden y Rush, entre otros.

Las últimas canciones del grupo -como Undertow o American Beauty- suenan muy bien, pero es mejor todavía lo que pasa cuando la banda despliega sus clásicos y alcanza el punto cúlmine de la complicidad con su público.

Ahí es cuando se suceden, una tras otra, las postales que este concierto dejará para el recuerdo; en pasajes como la balada Just Take My Heart, la siempre emocionante Take Cover o el incombustible clásico Merciless (incluido en su homónimo debut de 1989).

Después de esa canción, Paul Gilbert se luce con un solo de guitarra en que usa el viejo e infalible truco de tocar con los dientes, como el buen deudor de Jimi Hendrix que es.

En una época en que la prensa musical elogia evitar los alardes de virtuosismo, Mr. Big no le teme al lucimiento y está siempre exponiendo sus credenciales, como el bajista Billy Sheehan en su solo previo a Addicted to That Rush. Mención aparte para Eric Martin, quien causó tanta histeria cantando el hit To Be With You, que debió soportar la arremetida de un hiperventilado fan que logró burlar la seguridad del escenario.

Otra anécdota de la noche: en la antesala del show, pidieron por los parlantes que el público tomara asiento. Dijeron que era una exigencia de la banda (la que finalmente nunca mostró interés al respecto mientras tocaba) y que el espectáculo no comenzaría hasta que todos estuvieran sentados. Pocos hicieron caso. Obvio. Está científicamente comprobado que es imposible quedarse en la butaca mientras toca Mr. Big.

3.8.11

Mixtape: Justo y Necesario

Porque sí. Porque subió el pasaje de la micro. Porque ya estamos en agosto y todavía no estudias para la PSU. Porque la cultura es cara, aunque quieran hacerte creer lo contrario. Porque MTV y Rock & Pop ahora son una mierda. Porque Chile es un país arribista. Porque el gobierno subestima a los estudiantes y ofrece soluciones parche. Porque la gente en la calle no sonríe. Porque te hacían tomar Ritalin cuando chico, en vez de ayudarte a encauzar tu energía. Porque el sueldo mínimo es un chiste de mal gusto. Porque muchos pasan frío y hambre. Porque el tabaquismo te está matando, pero no puedes dejar de fumar. Porque tus viejos no te entienden. Porque un personaje tan insulso como Nicolás Copano es considerado un “irreverente ícono juvenil”. Porque te diste cuenta de que el dinero mueve todo. Porque POTQ no cambia la entrevista del home hace más de un mes. Porque tus jefes te explotan. Porque te falta tiempo para ver a tu pareja todo lo que te gustaría. Porque no te alcanza la plata para el arriendo. Porque hay gente que conversa en los cines y en los conciertos. Porque Piñera es un hijo de puta y detrás suyo hay monstruos peores. Porque la publicidad quiere meterte el dedo en la boca y después la mano entera. Porque en la calle pasan cosas de las que nadie habla. Porque la desigualdad social es más violenta que cualquier protesta. Porque todavía Chile no se sobrepone de la dictadura. Porque te sientes culpable. Porque los carabineros abusan de la fuerza bruta. Porque ahora se dice “WTF” más que “conchetumare, ¿qué hueá?”. Porque la farándula es un negocio que mueve millones de pesos. Porque vas a tener un hijo sin haberlo planeado. Porque tu mascota se murió. Porque las noticias de las nueve están llenas de mentiras. Porque das jugo en mala cuando te emborrachas. Porque la clase política es una vergüenza. Porque no alcanzaste a llegar. Porque hay gente que sólo se acerca a ti por interés. Porque hay más fachos encubiertos de lo que te imaginabas. Porque tus amigos se van de Chile. Porque no puedes olvidar a tu ex. Porque sigues viviendo con tus viejos. Porque te echaste un ramo. Porque Los Tres no deberían haber vuelto. Porque Weezer debería disolverse ahora ya. Porque esta vez sí íbamos a ganar la Copa América. Porque te quedaste dormido, pero despertaste cansado igual. Porque tu mejor amigo se puso macabeo. Porque hay personas que creen que hacen la revolución desde Twitter. Porque bailas mal. Porque los pitos de luca están cada vez más chicos. Porque no pudiste cumplir tu promesa. Porque hablaste más de la cuenta. Porque te quedaste callado. Porque todavía no le cuentas a nadie que eres homosexual. Porque los apitutados son una plaga que debería ser exterminada. Porque tus vecinos reclaman si subes el volumen. Porque los discos, en todos los formatos, deberían ser más baratos. Porque no tiene sentido que haya tanta gente sola en este mundo tan grande. Porque está lleno de hijitos de papá y de mamá. Porque todavía importan los apellidos. Porque alguien en quien confiaste reveló uno de tus secretos. Porque se rayó tu CD favorito. Porque tu trabajo no te gusta. Porque te tropezaste al frente de todo el mundo. Porque pisaste caca en la calle. Porque la micro no pasa nunca. Porque te resfriaste. Porque hay demasiadas tocatas que empiezan tarde, suenan mal, duran poco y al final son el pretexto para alguna fiesta de pacotilla. Porque a veces te hace falta un abrazo. Porque quieres llorar, pero no puedes. Porque no todos los pesos pesados de Rock In Río bajarán a Chile. Porque Angie Alvarado gana más plata que Javiera Mena. Porque varios de los países que dicen ser desarrollados aún tienen reyes y reinas. Porque justo se acabó el gas. Porque tienes problemas alimenticios. Porque es imperioso que la educación sea gratuita y nadie debería tener cara para argumentar lo contrario. Porque esa persona que tanto te gustaba ahora te provoca vergüenza ajena. Porque las religiones son absurdas. Porque antes te emocionabas más. Porque manchaste la alfombra. Porque cada vez menos gente lee libros. Porque “comunista”, “peruano” y “gay” se usan como insultos. Porque tomaste una pésima decisión. Porque te aburres. Porque hay gente que consigue trabajo sólo por tener buen aspecto. Porque se te acabó la batería del celular. Porque casi todos los rostros de la televisión son unos idiotas. Porque falta información sobre música chilena en internet. Porque te prestaron algo y lo echaste a perder. Porque te equivocaste en el peor momento. Porque hay demasiadas cosas que te frustran y te deprimen. Porque nada tiene sentido. Porque a veces sientes y piensas que todo está mal.

Por eso, hermanos y hermanas, este mixtape de guitarras y rocanrol, hecho para exorcizar los demonios, es justo y necesario.


22.7.11

Limp Bizkit - Movistar Arena (21 de julio)

De haber ocurrido 10 años antes, el primer concierto de Limp Bizkit en Chile aseguraba un lleno absoluto, una caldera humana. Pero el descomunal atraso en la visita del grupo, sumado a la sobreoferta de carísimos espectáculos en vivo, hizo que sólo cerca de 6 mil personas llegaran al Movistar Arena. El recinto funcionó a media capacidad, aunque con quórum suficiente para convencerse de que la banda era esperada con especial afecto (no como Helmet, cuya triste cancelación fue confirmada pocas horas antes) y de que para muchos, estar ahí poseía un significado especial. Tanto así, que algunos interpretaron la ocasión como una de sus primeras alegrías post fracaso en Copa América. Así lo hicieron saber los cantos de ceacheí que salieron desde el público, acallados por Fred Durst con un atinadísimo “shut the fuck up!” (después de todo, no estábamos en un partido de fútbol).

“Fuck”, de hecho, fue una palabra recurrente en el transcurso de la presentación. Es que Fred Durst, además de una aparente dotación vitalicia de merchandising de los New York Yankees, tiene la coprolalia a flor de labio, maldice constantemente, y el gran detalle al respecto es que él mismo lo sabe y ha reflexionado al respecto. Incluso mencionó lo divertido que es decir groserías, con la cara de un niño que recién está descubriéndolas, mientras las repartía a granel (“that’s a chilean dumbhole right there”, espetó apuntando a una persona en especial; “up your chilean ass”, le lanzó a otra). Pero el vocalista de Limp Bizkit no es un imberbe, sino un caudillo en pleno dominio de sus actos, que hasta es capaz de maquillar la verdad, si es necesario, para engatusar a su ejército. Durante ‘Take a Look Around’ (un single del 2000) aseguró que llevaba 15 años esperando “tocar este momento, de esta canción”, en Chile (saca tus propias cuentas).

Al comienzo de ‘Break Stuff’, que tempranamente despertó la efervescencia del Movistar Arena, Durst miró a Wes Borland ejecutando la intro del tema y afirmó con autosuficiencia que sólo una nota musical bastaba. Lo curioso es que la versión en vivo del tema fue más larga que la del disco “Significant Other” (1999) e incluyó entre sus agregados un solo de guitarra en que Borland demostró su amplio conocimiento del pentagrama. Contradicciones que se le perdonan a una banda de tanto carisma, con un maestro de ceremonias que es amo y señor del espectáculo (sólo DJ Lethal se permite interactuar, aunque en silencio, con el público; los otros tres músicos se concentran con éxito en sus instrumentos). Un tipo que establece una relación esquizofrénica y electrizante con su público, alternando “fuck you” con “I love you” y mostrando el dedo corazón para después agradecer la acogida de nuestro país; un frontman que es capaz de convencer a cientos de abanderados –y acérrimos- sobrevivientes del aggrometal de gritar, con absoluta convicción, palabras escritas por el mismísimo George Michael (en la versión de ‘Faith’).

Dueño de la situación y conocedor de los trucos infalibles del manual de la música en vivo, Fred Durst hizo subir al escenario a una fanática (¡que le hizo un koala!) y después a un miembro del publico que se robó el momento: partió oficiando de traductor entre el vocalista y los asistentes (aportando los improperios a la chilena que faltaban, porque la única grosería que el rubio cantante sabía en español era “cabrones”), para luego tomar el micrófono y dar la vida junto a la banda en una sorprendente versión colaborativa e improvisada de ‘Full Nelson’. Otra artimaña infalible tuvo lugar durante ‘Behind Blue Eyes’. El cover de The Who fue interpretado con base pregrabada, logró ser coreado por la mayoría de los presentes, pero casi nadie se dio cuenta de que terminó con un fade out: la atención estaba centrada en Durst, quien lanzaba latas de cerveza a la gente e incluso abrió una, cual Stone Cold, para mojar a los que estaban cerca.

Eso sí, nada de lo recién dicho significa que el resto del grupo esté pintado sobre el escenario. A decir verdad, el único –literalmemente- pintado era el infalible Wes Borland, teñido de negro hasta más arriba del cuello, con el resto de la cabeza (incluido el pelo) totalmente blanco y convertido en uno de los atractivos visuales del show. Sam Rivers, que tiene un bajo con luces rojas, llama mucho menos la atención a primera vista, hasta que se repara en sus posturas y expresiones faciales, que conservan varios de los tics de la época de gloria del nuevo metal; mirarlo a él era como estar de vuelta en 1999. De John Otto, escondido detrás de su batería, poco se vio, pero la descomunal vibración de su pedalera retumbaba con fuerza en el suelo y hablaba por sí sola de un trabajo bien hecho. No se podría decir lo mismo sobre los responsables del sonido -un tanto saturado- del concierto, aunque esa falencia jamás opacó el brillo ni la solidez de Limp Bizkit.

La banda desplegó material suficiente para configurar una hora y 40 minutos de show, matizado con interludios -en los que Lethal pinchó desde ‘Jump Around’ de House of Pain hasta ‘Axel F’ de Harold Faltermeyer, pasando por ‘Seven Nation Army’ de The White Stripes – y en el que “Gold Cobra”, el último disco del quinteto, fue más que nada una excusa para despertar el fanatismo provocado por la victoriosa saga de “Significant Other” y “Chocolate Starfish & The Hot Dog Flavored Water” (2000), dos álbumes que en poco más de dos años inyectaron casi una decena de temas al grandes éxitos de los adolescentes de la década pasada. Números aplastantes, al igual que el cargamento de conocidos hits que Limp Bizkit hizo debutar en Chile: ‘My Way’, ‘Nookie’, ‘Re-Arranged’, ‘My Generation’, ‘Eat You Alive’, ‘Boiler’, ‘Rollin’ (Air Raid Vehicle)’, además de los mencionados singles. Canciones que, por la razón o por la fuerza, tendrán su lugar en la memoria colectiva del rock y que ahora empiezan a disfrutar el culto provisto por una generación que está recién conociendo e incubando la nostalgia.

21.7.11

Mixtape Rompetórax

Era una típica conversación de borrachos, de hecho, tan folclórica que llegamos a uno de los tópicos favoritos de discusión entre amigotes (minas, obvio) con extrema velocidad. Todo muy olvidable, hasta que mi copiloto salió con una brillantez, que es lo único que recuerdo de aquella jornada: la palabra “rompetórax”.

En vez de usar una expresión tan siútica como “femme fatale” (la he escuchado sólo un par de veces en boca de un hombre), o tan ofensiva como “maraca” (miles de millones de veces), mi compañero de ebriedad prefería deformar el concepto de “rompecorazones” (¿alguien lo utiliza en serio todavía?) haciéndolo más explícito y doloroso, igual de violento que una patada de Bruce Lee.

Rompetórax. El neologismo perfecto, la hipérbole precisa para describir esa sensación de malestar amoroso que es tan física como espiritual, que te oprime, te asfixia y que sólo te provoca esa clase de persona que parece tener infinito poder sobre ti. Rompetórax, porque te hace añicos los huesos y hace que te sientas, en términos de Fontanarrosa, como si un ejército de hormigas carnívoras estuviera arrancándote la piel.


Más o menos así

Cuando te rompen el tórax, hasta ahí nomás llegaste. Prepárate para el trauma. Lo más seguro es que te pase al menos una vez. Si ya te tocó, tienes claro que es una prueba de carácter porque uno sabe que está frente a una persona rompetórax apenas la conoce. Si no corres por tu vida, todo el resto se irá cuesta abajo. Chao inteligencia, dignidad y fe en el mundo. Nos vemos a la vuelta del viaje.

Menos mal que hay canciones para acompañarte en la epopeya que es sobrevivir a la masacre emocional y darte la tranquilidad de no ser el único miserable al que le han pasado estas porquerías, mientras estás alienado y sólo eres un triste holograma de ti mismo. ¿Autocompasión? Claro que sí y qué tanto. Es mejor dejar que el patetismo fluya de una buena vez, antes que esconderlo, porque la catarsis ayuda a desahogarse, que lógicamente es el primer paso de la solución.

Este mixtape, un compendio absolutamente personal y autobiográfico (no puede ser de otra forma), tiene 18 de las cientos de canciones que alguna vez he escuchado para revolcarme -morbosamente, por supuesto- en mis dramas por culpa de una rompetórax. Para qué nos vamos a ver la suerte entre gitanos: a todos nos gusta el masoquismo emotivo/musical de vez en cuando. Por algo existen las power ballads.

14.7.11

De por qué iré a Limp Bizkit (y seré feliz)

Me da risa cuando alguien dice que me encuentra indie. Es gracioso porque el indie es como el Seinfeld de los géneros musicales -en realidad, no se trata sobre nada- y porque nadie escucha My Bloody Valentine y Slint desde la cuna, a menos que sus papás sean la gente más cool del mundo. Yo, penquista transplantado a una población en La Florida, no podría decir lo mismo sobre mi madre, acérrima fan de Miguel Bosé y Mecano (no te enojes, Negra, igual lograste que me gustaran).

Antes de entrar al liceo, donde caí rendido ante el descubrimiento de maravillas como Sonic Youth, Pavement, Stereolab y Jeff Buckley, me compré “Follow The Leader” de Korn. Ver el video de ‘Got The Life’ en el Canal 2 bastó para convencerme. Eso fue en séptimo básico, en 1998. Al año siguiente, Limp Bizkit apareció en mi vida mediante una nota en la Zona de Contacto y ese hit llamado ‘Nookie’ que sonaba una y otra vez. Una y otra vez.

Llegó así la época dorada del aggrometal, la música que necesitábamos escuchar los adolescentes enrabiados que nacimos muy tarde para el grunge, los mismos que después seríamos demasiado cínicos para tomar en serio el emo. He ahí el punto clave de toda esa época, para mí y para la gente que la vivió como yo: la pureza de carácter, la falta absoluta de conciencia sobre nosotros mismos que exhibíamos todos los que éramos hasta capaces de sufrir escuchando ‘No Sex’, (aunque fuésemos vírgenes).

Gracias a Limp Bizkit, entre otros grupos, tuve la oportunidad de conocerme a mí mismo, de abstraerme por primera vez de mis gustos y apreciar las contradicciones de mi propio pudor en desarrollo. El póster que adornaba la puerta de mi pieza era la portada de “Significant Other” (500 pesos en la feria artesanal del 14 de Vicuña) y creo que no saco nada con negar que, de haber tenido más plata, quizá me hubiese conseguido unos lentes de contacto como los de Wes Borland. Filo con verme ridículo usándolos detrás de mis gruesos anteojos. Eso sí, nunca realicé la compra intermedia: la infame gorra roja de los New York Yankees. Si bien creo nunca haber sentido el impulso de conseguirla, sospecho que de alguna manera –sólo explicable mediante alguna retorcida teoría psiquiátrica que hasta ahora desconozco- igual quería una.

Incluso tuve mis primeros arranques de esnobismo, una enfermedad contra la que casi todo amante obsesivo de la música debe luchar –y vencer- alguna vez, a propósito del grupo. Me era imposible respetar por igual a los que sólo conocían los singles radiales de la banda tanto como a los que mostraban más curiosidad, los que descubrimos en el tardío hallazgo de “Three Dollar Bill, Yall$” un pasadizo hacia Snot, Helmet y Hed PE; los que fantaseábamos con ir al Family Values Tour cuando veíamos ocasionalmente algún concierto de Rey Chocolate o Rama; los que eran más como yo. Finalmente, sincerándome, de eso se trataba.

Pero, en la época de “Chocolate Starfish and the Hog-Dog Flavored Water”, me empezó a caer mal Fred Durst. Imposible que un rubio taquillero, figurón, millonario y habitué de la Mansión Playboy pudiera hacerme sentir identificado mientras yo iba radicalizando mi forma de ver el mundo. Incluso me parecía estar obligado a odiarlo, aunque nunca lo hice, ni renegué de su importancia en mi historia. Lo que sí pasó fue que dejé de querer al grupo. “No eres tú, soy yo”, le dice el pateador al pateado. Fue algo parecido. Y además muy puntual, porque no extrapolé esa reacción al resto del aggrometal, Korn y Deftones jamás dejaron de gustarme, me alegré mucho cuando Rékiem alcanzó el número 1 en MTV y los comentarios que degradaban al género siempre me parecieron poco sensatos.

Así pasaron varios años. También pasaron la música y la vida, que me llevaron a experimentar uno de los peores momentos para cualquier ratón de discoteca: esa gran ruptura amorosa que ensucia todas y cada una de las canciones que te gustan. Prohibido escuchar Leonard Cohen, Silvio Rodríguez o Magnetic Fields. Si hasta La Casa Azul me daba pena. Y de pronto, igual que los ateos que ante el infortunio se ponen a rezar, Limp Bizkit estaba de vuelta en mis parlantes con el álbum que supuestamente había matado la magia. ‘Boiler’ ahora sí que tenía sentido y razón. Si a mí me faltaba el coraje para gritarle “¿cómo pudiste hacer algo así? / espero que sepas que nunca volveré” a la culpable de todo, al menos había quien lo hiciera por mí.

“Recuérdame que alguna vez fui libre, alguna vez fui cool, alguna vez fui yo”, dice la letra de ‘A Reminder’, mi lado B favorito de Radiohead. Yo creo que la muerte empieza cuando uno se olvida de eso y que en los discos está el secreto para conservar el brío. La primera vez que entrevisté a Gepe, me dijo que para él había música que era como amar a la mamá. Aunque pelees con ella, no puedes resistirte cuando cocina algo rico y te llama a la mesa, tienes que ir. Es exactamente lo que representa Limp Bikizt para mí: una conexión con la más tierna y desprejuiciada adolescencia. Un asunto personal.

7.7.11

Tunacola - Tunacola

La pista de baile es el hábitat natural de Tunacola, trío para el que la cultura pop es una fuente de infinita sabiduría. Así lo ilustra en su debut homónimo la canción ‘Miami Vice’, en que los santiaguinos samplean ‘The Rhythm of the Night’ de Corona, comparan a Ricardo Montalbán con Dr. Dre, citan a Kool and the Gang y fantasean con tomar Kem Piña sobre el auto de la serie ochentera que titula el corte. Y todo cantado en el lenguaje oficial del pastiche, el spanglish, que les permite –entre otras libertades idiomáticas- autodenominarse “tres motherfuckers encendiendo tu nightlife”.

Derivativo sin lugar a dudas, el trabajo de Tunacola amalgama la filosofía de los ocho bits (en el disco hay agradecimientos a las viejas consolas de Sega y Nintendo) con la chispa del pop electrónico que descargan nombres tan disímiles entre sí como Datarock y Black Eyed Peas. El artífice de esta amalgama de referencias es el fundador, líder y miembro menos conocido del empalme: Ric, quien -a la usanza ramonera- usa Tunacola como apellido. Un personaje con estudios formales de composición, cuyo pasado incluye estancias en proyectos de punk, fusión latinoamericana, electrónica, improvisación y música de cámara.


Aquel voraz sincretismo se alimenta con la dulzura de Paz Court (Jazzimodo) en la voz y el taquillero DJ Caso en las tornamesas, quienes completan la formación y le dan ribetes de superbanda a este trío, nacido en 2009 y fogueado en decenas de festivas tocatas que han afinado su sentido del entretenimiento, de lo que divierte. Gracias a esa noción, Tunacola no cansan con el frenetismo de sus beats porque disponen momentos para refrescar el ambiente, como cuando usan glitch para jugar a ser Björk en ‘Lotaedra’ o se animan a inyectar folclor andino en ‘Polaroid Flashbacks’, junto a Tea Time. La canción que cierra el disco se llama ‘Bailar es pensar con el cuerpo’. Si la idea es cierta, este grupo tiene el coeficiente intelectual de un superdotado.

22.6.11

Colectivo Etéreo: "Hasta hicieron un grupo de Facebook para que nos reuniéramos"

Siete años de existencia, cuatro miembros, dos temporadas sin tocar en vivo, un disco de estudio y otro por venir. Son los números del regreso de Colectivo Etéreo, una de las noticias más coloridas del oscuro invierno en Santiago de Chile.

“Tenía que pasar un tiempo para que nos picara de nuevo el bichito”, dice Prospegto Arkano. Tras un par de años inactivo, su grupo, Colectivo Etéreo, anunció que dará dos shows antes de que Menda (MC del cuarteto) viaje becado a Wollongong, Australia, para estudiar Producción de Eventos durante un semestre. “Era necesario darnos un descanso para que naciera en nosotros nuevamente la necesidad de sacar nuevas canciones y no hacerlas presionados por el público”, afirma el músico.

Con rodaje en vivo desde su génesis en 2004, la banda editó tres temporadas después “Ijniaaa!!!” (bájalo acá), debut fácil de considerar entre los más efervescentes y propositivos de la década pasada en Chile. Ante la buena acogida, las expectativas en torno al grupo, un segundo álbum y la continuidad del proyecto no se hicieron esperar, aunque nadie contó con la astucia de sus miembros. “No estábamos ni ahí con eso porque nosotros tocamos y hacemos canciones por necesidad, no para satisfacer a alguien. El disco fue la culminación de un proceso y no el inicio de uno”.

Los cuatro integrantes de Colectivo Etéreo se desperdigaron, cada uno transformado en solista y lanzando material de incuestionable calidad, como el álbum “Happy Habbibi” (2009) de Prospegto Arkano -bajo el seudónimo Tonossepia-, “EnlaVariedasTalGusto” (2010) de MC Menda o “Período” (2011) de Dadalú. Pero, durante los dos años que no tocaron en vivo, las consultas sobre su banda inicial fueron más que habituales. “Mis amigos me hueveaban caleta y hasta hicieron un grupo de Facebook para que nos reuniéramos”, cuenta Dadalú.

“A veces, cuando estoy aburrido, me googleo. Y una vez encontré un post de estudiantes de enseñanza media, escrito con letras pokemonas, minúsculas y mayúsculas, minúsculas y mayúsculas, donde alguien preguntaba quién cachaba a Colectivo Etéreo y había respuestas del tipo ‘ay sí, me encantan, me acompañan cuando voy al colegio’”, complementa Arkano. Sale a relucir, entonces, el condimento de nostalgia que tiene este retorno; pese a que la data no es tan extensa, los tiempos avanzan hoy más rápido que nunca y lo que pasó hace apenas cuatro años ya es mirado con añoranza mediante el retrovisor.

La banda sabe que hay una base de seguidores que la echa de menos, pero también nota que hay otros que llegaron tarde a su música y ahora están deseosos de comprobar en terreno la experiencia de verlos actuar. “Yo tengo una teoría al respecto de cómo ha germinado eso. Antes de lanzar “Ijniaaa!!!” y de tener eventos más bacanes, nos dedicamos a tocar y tocar donde fuera, con quien fuera. Ahí distribuimos muchos demos, entre 100 y 200, y los regalamos por aquí, por allá. Creo que eso es un factor importante en lo que está ocurriendo”, aventura Menda.

“Los tiempos han cambiado desde que empezamos hasta ahora, no había Facebook ni la apertura actual que ofrece internet, con otros países pescando la música chilena, una cosa más abierta al mundo. Colectivo Etéreo apareció en un momento en que no existía nada de eso. Ahora los blogs y la gente que opina sobre música han cobrado mucha importancia, el panorama está súper diferente. También por ahí va esa nostalgia de la gente que se interesaba en nosotros cuando escucharnos era un poco más difícil y relacionado con ir a la tocata. Hoy en día puedes seguir a un grupo y ni siquiera ir a verlo en vivo”, asegura Dadalú.

Para no quedarse atrás, Colectivo Etéreo prepara su segundo álbum, aunque varios de los temas que contendrá existen desde antes de que el grupo se congelara y fueron estrenados en vivo en sus versiones primitivas (canciones como ‘Lo Real’, ‘Te Extraño’ o ‘Washuleru’, rebautizada con el nombre de ‘Extremadamente Rap’). La idea del cuarteto es avanzar hasta el viaje de Menda, dejar listo al menos un adelanto del trabajo y liberarlo para descarga gratuita en algún momento del segundo semestre. “No tenemos un plan o una fecha establecida como meta”, advierten. “Tampoco nos importa, estamos haciendo canciones porque somos amigos y nos gusta la música, vamos a tocar para divertirnos. Y de que el disco va a salir, va a salir”.

20.6.11

Corderolobo - Corderolobo

“Me congelé para verlos pasar, pero no sé cómo volver”, canta Corderolobo en ‘Congelados’, la tercera pista de las ocho que contiene su homónimo estreno en sociedad, cuyo séptimo surco (‘Desarmado’) asegura que “mientras haya música, habrá que bailar”. Es como si hablara sobre sí mismo, de su permanencia entre compases, ritmos, melodías y armonías tras ver claudicar a muchos compañeros de ruta que optaron por una vida estable. Porque Corderolobo no es más que Carlos Vargas, ejecutor de casi todos los instrumentos que suenan en su debut solitario, pero conocido primero como guitarrista y cantante de Yupisatam, banda que en sus diez años de vida (1997 – 2007) siempre estuvo a punto de conseguir más notoriedad de la que finalmente gozó.

Dos ex miembros de Jirafa Ardiendo son los únicos músicos invitados a este registro, aunque con disímiles niveles de protagonismo. Nicolás Moreno (Rojo Cinco 3 Veces) actuó en calidad de productor, bajista y batero; mientras Arturo Rodríguez (Rodriguistas) figura como responsable del piano de ‘Mas’, deudor hasta la eternidad de Claudio Parra de Los Jaivas. Es que el álbum de Corderolobo es –en el mejor sentido de la expresión- un amigo de lo ajeno, que toma prestado para contemplar, transformar y devolver. Por eso, en la canción ‘Comino’, Vargas samplea ‘Que Onda Guero’ de Beck, artista con el que se identifica por su asimilación de confesas influencias, procesadas todas con creatividad y sin complejos.

Justamente de esa clase de inventiva vive Corderolobo, bajo ningún punto de vista un virtuoso instrumentista, pero sí un cantautor inteligente a la hora de disponer sus ideas y defenderlas, ya sea con guitarra eléctrica o charango en las manos. ‘Lo Que Veías Venir’ suena al Gepe de “Gepinto”, así como ‘Desarmado’ a los temas rabiosos de “El Resplandor” de Carlos Cabezas, aunque –más que una imitación- las semejanzas son síntomas del ejercicio de estilo que Vargas establece a lo largo del disco; un peregrinaje hacia el auténtico sentido de ese maltrecho rótulo que es la canción de autor: ser personal y espontánea. Y la paradoja de encontrarse a uno mismo es que, por necesidad, debe ocurrir a través de otros.

8.6.11

¿Qué significa POTQ?

“¿Qué significa POTQ?” es una de las preguntas que más veces he tenido que responder en los últimos años, desde que empecé a escribir en esta página a comienzos de 2008, cuando ya era una punto ce ele y estaba recién cambiando el switch respecto a su anterior formato como vitrina para bajar discos y DVDs. Usualmente cuento que el nombre está formado por las iniciales de ‘Part Of The Queue’, una canción de Oasis del disco “Don’t Believe The Truth”, que habla sobre ser uno más dentro de la muchedumbre. Así despejo la duda.

Aunque ésa sólo es una verdad a medias.

Una menor cantidad de veces, cuando la persona al frente mío demuestra interés, me quedo explicándole lo que de verdad significa POTQ. Es un concepto que, en realidad, se profundiza con el tiempo y tiene que ver con lo que vamos aprendiendo en el camino. Cuando Felipe Arriagada nuestro fundador y director general, creó la página, tenía en mente construir un lugar donde cada uno de los que son “part of the queue” (parte de la fila, de la cola, personas comunes y corrientes) pudiera sentirse como en casa y hablar sobre música.

Internet lo ha hecho todo más fácil. Editorialmente, es nuestra firme creencia que la excusa de que X banda o X disco son “muy raros” está obsoleta. El material está al alcance de la mano porque la red es una discoteca abierta. Otra idea que descartamos es la concepción de la melomanía como una competencia, para ver quién sabe más y poder jactarse del conocimiento acumulado. Sabemos, a ciencia cierta, que una de las mejores formas de vivir la música es compartiéndola y actuamos bajo aquel paradigma.

POTQ cumple seis años y se parece a un niño en que todavía está despertando al mundo y dándose cuenta de la cantidad de cosas que pasan a su alrededor. Además del gusto visceral que sentimos por la música chilena, nuestro interés en ella se basa en que nuestro país está lleno de gente común y corriente tocando, lanzando discos (muchos de ellos son gratis) y con los pies en la tierra. Arman tocatas a precios razonables y sólo necesitan medios para llegar al público. Nosotros queremos ser ese puente, por eso nos interesa tanto seguir creciendo y convocando a más personas. Si, al menos, un lector del sitio se anima a ir a una tocata o a bajar un disco por recomendación nuestra, sabemos que es un pequeño triunfo.

Pero también pensamos en grande y por eso nos inclinamos hacia la música popular, comprendida como una razón más para encontrarnos (entre nosotros y también a nosotros mismos). Nunca hemos titubeado en reconocer, en nombres como U2 o Coldplay, por ejemplo, a artistas generacionales cuya importancia va más allá de si nos gustan o no, aunque haya voces que se nieguen a aceptarlo. Tampoco creemos que sea válida la excusa de que X banda o X disco sean “demasiado famosos” para tomarlos en cuenta.

Porque jamás le daríamos la espalda a lo que alguna vez nos conmovió y apreciamos la importancia de la memoria común, POTQ siempre mantiene un ojo puesto en los clásicos, especialmente porque nos interesa darle contexto a lo que presenciamos ahora; a la influencia de la influencia de la influencia de lo que suena en la actualidad. Al ser testigos de la intrincada red de conexiones que existe en el mundo de la música, sólo conseguimos que cada canción nueva que descubrimos tenga valor agregado y nos seduzca más. Y también nos olvidamos de las odiosas etiquetas.

Aferrados a este credo, celebramos nuestros primeros seis años de vida con la satisfacción de ver crecer esta comunidad y el deseo ferviente de avanzar con paso firme para entregarles cada vez mejores contenidos. Nadie podría haber apostado que ese blog de descargas fundado en 2005 se convertiría en una de las páginas de música más visitadas de Chile. Pero así fue y aquí estamos, agradecidos por el apoyo de todos ustedes y comprometidos a seguir siendo “parte de la fila”, a seguir siendo POTQ, a seguir siendo y estando. Trabajaremos duro para que nada lo impida. Pueden darlo por hecho.

9.5.11

Diego Peralta - Mejor No Fumes

De aquí al próximo año, serán pocas las oportunidades para ver “Mejor No Fumes”. Hasta que sea liberada online, a través del sitio Cinepata.com, la película sólo estará disponible al público en contadas exhibiciones en festivales de cine. Es un dato a considerar antes de adentrarse en el nuevo disco de Diego Peralta, que es la banda sonora de la cinta (dirigida por su hermano mayor, Daniel). Grosso modo, lo que sabemos del filme es que trata sobre un veinteañero de Valparaíso (Tomás Verdejo, conocido por encarnar a Martín Herrera en “Los 80”), mientras atraviesa una ruptura amorosa.

El resto de la información entra por los oídos, a través de la oncena de canciones que Diego Peralta compuso especialmente para el largometraje, y los otros cuatro temas que aportan los solistas Javier Barría, Fernando Mena, Guille Arancibia y Momo Ferreira. Amigos personales del músico, que le prestaron piezas ya existentes de su repertorio para que las remozara y las incluyera al final del álbum, como un apéndice de colaboraciones (más que remezclas, son versiones hechas de forma exclusiva para la película y pasadas por el filtro del menor de los Peralta).

Si en 2009 el gusto del cantautor porteño por el trabajo de Air para “Las Vírgenes Suicidas” estaba esbozado en su disco “Nadar”, ahora se profundiza el influjo con mayor razón (efectivamente es una banda sonora) y agraciadas consecuencias. En “Mejor No Fumes”, la emocional propuesta de Diego Peralta adquiere más sentido que nunca y a la vez se torna enigmática, porque está motivada por imágenes de esquivo acceso. La espera por el filme es dulce, sin embargo, al compás de instrumentales nostálgicos y de cortes como ‘Recostada’ o ‘Habitantes’, que alimentan las esperanzas en la cinta y en la impresión de que Peralta es un artista de respeto.

6.5.11

Felipe Palma - Menzel

Así como Oddó, Felipe Palma existe para recordarnos que la continuidad del rock chileno es un hecho y que el recambio es inminente, aunque él mismo no sea un principiante con todas las de la ley. Previa a esta encarnación solista, bautizada como Felipalma, el músico era parte del grupo Septiembre, banda que pronto lanzará su primer disco. Pero antes, acá está “Menzel”, el EP debut de este cantante y guitarrista, amante de Valparaíso y del restaurant porteño en cuyo honor bautizó este registro, grabado bajo el estándar que implica trabajar en Estudio Primate y con un ex Jirafa Ardiendo (el bajista Nicolás Moreno) como productor.

El video del sencillo homónimo de este mini álbum, aunque es muy precario en su factura, nos introduce en el hábitat que inspiró las canciones que Palma hizo mientras vivía en la Quinta Región y que son los cinco temas que componen esta ópera prima. En el clip podemos ver al músico y su banda presentándose en vivo en el Menzel y recorriendo las calles de la ciudad, mientras escarba recuerdos ambientados en esos lugares, en uno de los buenos singles criollos de este año. El gusto por las experiencias también apoya la música de Felipalma, quien prefiere el esquema rock-pop clásico para estructurar sus temas, resueltos con claridad y sin arriesgar más de lo necesario.

Mientras Gepe, Javiera Mena y Dënver fertilizan el terreno del pop frontal y lo fumigan de sus demonios, un EP como “Menzel” representa lo contrario a fundar un nuevo territorio y más bien depura lo ya conocido. El valor de Felipe Palma consiste en atreverse a cruzar un puente colgante de madera podrida y llegar hasta el otro lado sano y salvo, apenas tropezando en detalles como guiñarle mucho el ojo al estilo de Cerati al frasear en ‘Bajo el agua’ o que el instrumental de ‘Mercado del mar’ pueda sonar a los Lucybell de fines de los ‘90. Todo perdonable en el contexto de un debut que llama a la calma sobre la renovación de las vitrinas del rock nacional. Cambian los payasos, pero el circo sigue.

27.4.11

The Dodos - No Color

Los discos que provocan interrogantes ayudan a sacar conclusiones valiosas o, al menos, dilucidar el sentir frente a un problema. El último álbum de The Dodos, “No Color”, es un buen punto de partida para pensar en cómo una obra puede ser considerada al mismo tiempo un regreso al camino virtuoso, una falta de atrevimiento o, de plano, un auto plagio. Cada una de esas ideas encuentra un poco de razón en el cuarto álbum de este dúo, que en su anterior trabajo (“Time to die” de 2009) sumó un integrante multiinstrumentista a su esquema de guitarra acústica y batería, sólo para terminar desaprovechando la atención concitada por su placa de 2008, “Visiter”.

Si bien la producción del álbum recae nuevamente en John Askew, su fiel asesor -de quien prescindieron sólo en la manzana de la discordia de su catálogo-, esta vez la tosquedad se quedó en la banca para ser reemplazada por otro tipo de tratamiento, que tampoco es fino en los detalles, pero sí supera en recursos al ejemplo a seguir. En “No Color”, las filas de The Dodos sólo se abren para recibir a Neko Case (The New Pornographers) como invitada, aportando su voz en la mayoría de las canciones del disco y dándole matices nuevos a la música del tándem californiano, además de un buen dato de trivia para contar.

Las preguntas abundan al poco andar. ¿Será que The Dodos perdió el curso en su anterior álbum y ahora lo recobró? ¿O estamos ante un par de tipos autocomplacientes que sólo quieren ser aplaudidos de nuevo? ¿Se pierde credibilidad con una maniobra como ésta? Es difícil responder, porque las nueve canciones de “No Color” seducen hasta convencer de que el grupo está eximido de toda culpa y le dan un giro al cuestionamiento. ¿Qué tiene de malo copiar una fórmula cuando es propia? ¿No será más bien que la pérdida de fe en un grupo tan joven es sintomática de esta era exitista? Tal vez el dúo sólo quiere completar lo que empezó, en la búsqueda de una impronta lo más distintiva posible, en vez de arriesgarse y terminar sonando genéricos (como en “Time to die”). Pero, aunque sea sin dejar de mirarse el ombligo, resulta irónico que la banda deba copiar para ser original.

Dado que la apreciación de un disco está supeditada al caprichoso devaneo del gusto personal, “Visiter” es un parámetro lícito para evaluar a este “No Color”: si te conquistó el primero, no tendría que haber problemas en que el segundo también lo consiga. De nuevo, no es que sean totalmente iguales, pero hay una identidad compartida y un evidente continuismo entre ambos. Cualquiera podría aferrarse a las diferentes posturas que este álbum ha provocado y defenderla con argumentos suficientes para convertirla en una indiscutible verdad personal. Finalmente, nada es absoluto si se trata de gustos musicales y menos cuando se usa de espejo una obra tan entrañable.

Inspirados en sí mismos, The Dodos cosechan uno de los frutos más sabrosos de la estación, un álbum lleno de esa magia rústica que sólo produce la unión del vocalista y guitarrista Meric Long con el batero Logan Kroeber. Folk de veta acústica ejecutado por dos fanáticos del heavy metal que todavía no se cansan de castigar sus instrumentos (‘Good’, ‘Black Night’), aunque también saben contenerse para enriquecer el dramatismo (‘Don’t stop’, ‘Companions’). Ampliar la paleta estilística en su anterior elepé sirvió para que el dúo mostrara su versatilidad, pero en “No Color” la máxima de que menos es más adquiere auténtica validez en terreno: es mejor dejar las canciones en carne viva y sangrante que bajo una piel tersa que no les pertenece.

20.4.11

Caravana - Caravana

El debut homónimo de Caravana tiene todo lo necesario para ser especial. Es el regreso luego de tres años del cantante y guitarrista Rodrigo Santis (líder del grupo Congelador), y también la oportunidad de escuchar una banda formada por la flor y nata del circuito independiente. Durante varios pasajes, Gepe actúa como baterista y comparte créditos en coros con Fernando Milagros, mientras Pedropiedra toca el bajo. Además, están Felicia Morales en cello y Gretchen Schadebrodt en piano, cuyas menciones arrojan claros indicios sobre la identidad del disco.

En Caravana, Santis se olvida del ruido eléctrico del post-rock de Congelador, para adentrarse donde han nacido todas sus composiciones: la guitarra de palo. Aquel volcamiento es otra de las características que hacen interesante la ópera prima de este proyecto semi-solista, que también es el tercer álbum del músico fuera de su alma máter (firmó con su nombre de pila “Campos de hielo” en 1999 y sacó otro elepé bajo el seudónimo Paranormal en 2001).

Datos duros aparte, “Caravana” es un disco trascendente por derecho propio, porque sus canciones dialogan con la emoción y apelan a lo más primitivo de la sensibilidad. Y si bien Santis se desenchufa en esta placa, su afán por construir murallas de sonido permanece, sólo que ahora se manifiesta a través de instrumentos acústicos. Donde sí hay un cambio sustancial es en el lenguaje de las nuevas letras del cantautor (quien antes podía ser críptico con tal de mantener la musicalidad de las palabras), como evidencia la hermosa ‘Cada vez’, que habla de modo candoroso, casi básico, sobre compartir álbumes y libros (“cada vez que regalo un disco, te cuento un montón de cosas más”).

Si es por buscar un referente para establecer comparaciones, el estadounidense Iron and Wine parece el nombre indicado, aunque lo más justo sería situar el debut de Caravana en el mismo estante que ocupan las recientes placas de J Mascis (otro solista escindido de una banda histórica, Dinosaur Jr.), su colaborador Kurt Vile y The Dodos (también amantes de las percusiones prehistóricas). De la mano del regreso más inspirado en lo que va del año, la temporada de lanzamientos otoño-invierno ya tiene su obra chilena insigne.

6.4.11

BSO: Trainspotting


Pese a que la heroína tiene bajísimos índices de consumo en Chile y a que Escocia está muy lejos (cultural y geográficamente), empatizar con el drama humano de los protagonistas de “Trainspotting” es más fácil de lo que parece. Después de todo, tenemos el mismo e incombustible drama humano a la vuelta de la esquina, en poblaciones cuya juventud sucumbe ante la pasta o la cada vez más popular coca. Para muchos de nosotros, esta película de 1996 fue el primer vistazo a la decadencia que conlleva la adicción a una droga dura y, por tanto, un hito que nunca olvidaremos. Pero, ¿qué sería de esta cinta sin su banda sonora?

Si la secuencia inicial careciera de ‘Lust For Life’ de Iggy Pop, la escena de la sobredosis no contara con ‘Perfect Day’ de Lou Reed o ‘Dark & Long’ de Underworld no sonara durante la crisis de abstinencia de Renton, lo más seguro es que aún estaríamos ante un excelente filme, pero uno con menos magia. Sin la música, lo que queda es la mezcla de personajes carismáticos, diálogos brillantes y peripecias extremas de una obra que tal vez seguiría gozando de reconocimiento, aunque en otro tipo de categoría, menos masiva y más de culto (¿a cuántas películas británicas consideramos generacionales?)

La función de los 29 cortes (27, en rigor, porque dos se repiten en clave remix) que aparecen en los dos discos de “Trainspotting” es absolutamente vital -en el sentido más estricto de la palabra- para el aura de la película. No es música de acompañamiento, ni una excusa para vender CDs (aunque vaya qué buen negocio fue lanzar el álbum verde tras el éxito del naranjo), ni una artimaña para levantar una moda de la nada; sino el pulso y el molde de toda la personalidad del largometraje dirigido por Danny Boyle, de los personajes y las hiperbólicas situaciones que enfrentan.

Son las canciones las que convirtieron en ícono de la cultura pop a “Trainspotting”, obra deudora de la estética del videoclip y musicalizada -por ende- con meticuloso esmero. No podía ser de otra forma, dado que el escritor Irvine Welsh inyectó numerosas referencias a solistas, bandas y singles en las líneas del libro en que se basó el filme, donde hay más de lo que aparece en los dos volúmenes de la banda sonora del largometraje. Por ejemplo ‘There’s a light that never goes out’ de The Smiths (que titula uno de los capítulos), ‘Take my breath away’ de Berlin (el tema de “Top Gun”, mencionado como una de los favoritos del sociópata Begbie), o ‘Daddy Cool’ de Boney M.

No se trata de enemistar dos elementos creados para convivir. Finalmente, cada subdivisión de la novela (la película basada en ella y el disco basado en la película) aporta su condimento propio a la franquicia. Pero, aunque el todo sea más que la suma de sus partes, ¿caben dudas sobre cuál parte sobrevive mejor por sí misma? La columna vertebral del soundtrack de “Trainspotting” es la mezcla de artistas clásicos (Lou Reed, David Bowie, Iggy Pop, Brian Eno, New Order, Joy Division) con otros de fama comprobada en plena eclosión britpop (Blur, Damon Albarn, Pulp, Primal Scream). Nombres que configuran, por derecho propio, una recopilación de alto vuelo.

Por supuesto que, después de ver la película, el encanto de su música crece de manera exponencial, como ocurre con la segunda suite de la ópera “Carmen” de Georges Bizet y ‘Deep Blue Day’ de Brian Eno (ambas usadas en la escatológica y brillante escena del peor baño de Escocia) o con ‘Atomic’ de Sleeper, cover de Blondie que suena en la discoteca donde Renton conoce a Diane. A estas alturas, disociar por completo ambos elementos es un sinsentido si la idea es hacerlos antagonizar, pero constituye el ejercicio que mejor atestigua el irrefutable poderío de esta excepcional selección de canciones, la mejor banda sonora de los últimos 15 años.

4.4.11

Lollapalooza Día 2 (3 de abril)

El segundo día del sueño americano llamado Lollapalooza partió con buenas nuevas: todos los grupos chilenos que se presentaron desde el mediodía (especialmente Javiera Mena, The Ganjas y Cómo Asesinar a Felipes) salieron airosos de sus shows y el volumen del audio estaba mejor y más fuerte que en la jornada anterior. Ahora sí se podía apreciar un concierto desde la lejanía del pasto del Parque O’Higgins, tal como lo hicieron las personas que prefirieron sentarse a escuchar a Todos Tus Muertos y su mensaje de conciencia social y reggae con actitud punk que cumplió su rol de ahuyentar al calor que arreciaba a la hora de almuerzo. ¿Se echó de menos a Fidel Nadal? Claro que sí, pero tampoco alcanzaba a quitar esa sensación noventera (en el mejor sentido de la palabra) que inundaba el aire.

Sin cabida a las especulaciones, a eso de las 2:40 y bajo el tormentoso sol que reinaba sobre la última jornada del festival, los parlantes del escenario Coca-Cola bramaron al pulso de ‘Down’, dando comienzo al turno de 311 en Lollapalooza. Acertada elección por parte del grupo estadounidense, tomando en cuenta que se trata de su más reputada presea y que –claramente- las expectativas en torno a la presentación de los de Nebraska superaba largamente el conocimiento sobre la banda por parte del respetable. La política se confirmó cuando sorpresivamente, a intervalos de una canción de su repertorio más furtivo, sonaron prontamente ‘Come Original’, ‘Amber’ y “All mixed up”, dejando claro que, ante las dudas, el mejor vino ha de tomarse al principio.

Luego de eso se dieron el espacio de demostrar su fiato como grupo y la polifuncionalidad de cada uno de sus integrantes, a través un enérgico set de percusiones en donde todos tomaron las baquetas, subiendo aun más la temperatura de la loza del Parque O’Higgins. También hubo tiempo para versionar a The Cure en ‘Lovesong’, cover que han hecho suyo y que vienen rulando desde hace un buen tiempo. Y aunque suene a gula, las circunstancias podrían haber permitido interpretar aquel par de canciones del disco “Transistor” (1997) en donde interviene el Cypress Hill Eric “Bobo” Correa, protagonista de la jornada anterior. Claro, en pedir no hay engaño.

Después de 311, el caos. El único momento verdaderamente incómodo de la jornada ocurrió antes de que tocara Devendra Banhart y comenzara a correr el rumor de que el Tech Stage cerraba sus puertas, así que no habría más conciertos en aquel escenario. Una horda de carabineros, imagen siempre desagradable, llegaba al recinto a controlar una situación que se les escapó de las manos y que derivó en un ambiente agresivo que resultaba particularmente chocante en el acogedor contexto de Lollapalooza. Y la desinformación pasó la cuenta porque varios reacomodaron su programa personal del día según lo ocurrido. Nuestra opción fue esperar en la zona de descanso y llegar antes al stage Coca-Cola para ver a The Flaming Lips, carcomidos por la expectativa, mientras Chico Trujillo hacia vibrar el escenario Claro.

Los de Oklahoma vinieron, vieron y vencieron. Su mera presencia en Chile estaba condenada a ser histórica, pese a todo: la mezquindad en la distribución de sus minutos (sólo la calidad de anfitrión de Perry Farrell explica que Jane’s Addiction tuviese más tiempo para tocar que ellos) y el pésimo horario en que salieron debido al invasivo calor. Cuando el sol y el show golpeaban con mayor intensidad, varias caras se empaparon, literalmente, de sudor y lágrimas. No era para menos, ante nosotros desfilaban uno tras otro los momentos más Lollapalooza de todos, aquéllos que no pensamos ver jamás en vivo y en directo. Por fin presenciamos eso que sólo podíamos ver en internet: la vagina gigante y sicodélica en la pantalla, los saltarines tipos enfundados en trajes naranjos, toda la chaya imaginable, globos gigantes de colores, Wayne Coyne dentro de la burbuja caminando entre la gente y las fantásticas canciones de la banda sonando en vivo para nosotros. Emocionante es poco decir ante el que fue, tal vez, el mejor show (en el estricto sentido de la palabra) de todo el festival, la clase de suceso que puede cambiar vidas. En serio.

Tras descansar en el pasto durante los aburridísimos Sublime with Rome (una desilusión absoluta, en pésima forma y sin un atisbo de su chispa de antaño) y el comienzo de 30 Seconds to Mars, el festín de colores y estímulos visuales recibidos en el concierto de The Flaming Lips hizo efecto en nosotros. No podíamos seguir escuchando a Jared Leto, necesitábamos ir a conocer Kidzapalooza y –de paso- ver a Los Pulentos. Con los raperos Vitami y Sonido Ácido a la cabeza, el grupo creado para la serie de televisión fue el mejor respiro ante el conmovedor espectáculo previo y una antesala perfecta para la perversión que se vendría. El momento Kodak: cuando los MCs del grupo preguntaron “¿cómo están los niños?” y muchas voces infantiles gritaron “¡bieeeeeeeen!”.

El contraste de ambiente no pudo ser mayor cuando partió Jane’s Addiction y el telón se bajó para mostrarnos a dos chicas colgadas al techo por ganchos que atravesaban la piel de sus espaldas. Suspensión con piercings a la que Perry Farrell se refirió, al partir aludiendo a la mezcla de dolor y placer. El aire noventero del festival sopló por última vez con la intervención del dueño de la fiesta y sus destacados secuaces, especialmente con la imagen de Dave Navarro tocando su guitarra con un cigarrillo en la boca. Y aunque tuvo más protagonismo del merecido en el line-up, el ensamble estadounidense supo estar a la altura de las circunstancias y probar su valía en vivo, a través de un cierre de concierto que trajo dos de los hits más esperados por el público: ‘Stop!’ y ‘Jane Says’. Apenas finalizado el último acorde, aplaudimos apurados y partimos al escenario Coca-Cola.

Producto de una batería de razones, todas ellas largamente comentadas y analizadas, la presentación de Kanye West se alzaba como el plato más fuerte de Lollapalooza. Así lo demostró la convocatoria del último capítulo de esta gloriosa e histórica fusta. 23 canciones fueron, en total, las encargadas de dejar en claro que estábamos frente a uno de los artistas más aventajados que la industria musical ha concebido nunca. Discusiones de gusto existirán siempre frente a lo hecho por West la noche del domingo: que si es hip hop o que si es pop o quizás que otro etéreo genero; que el Auto-Tune, que su displicencia o vaya uno a saber qué. Y qué importa. Si es justamente aquella ramificada y maliciosamente intencionada dicotomía expuesta entre su primera triada (“The college dropout”, “Late registration” y “Graduation”) y sus dos trabajos posteriores (“808s & heartbreak” y “My beautiful dark twisted fantasy”) lo que traza el nervio de lo expuesto por el hijo prodigo del 2010 en su paso por Chile: desde el ruidismo y la experimentación vocal en temas como ‘Runaway’, ‘Power’ y ‘Gorgeous’ al registro mas rapero de ‘Diamonds from Sierra Leone’, ‘Jesus Walks’, el clásico ‘Through the wire’ e incluso la reciente ‘H.A.M.’, de su venidero disco con Jay-Z, con la que abrió el espectáculo.

A pesar de su insistencia por vocalizar, extender los arreglos, experimentar con filtros y jugar a la segura con el Auto-Tune, es indudable que se nota mucho más cómodo escupiendo flows con el micrófono en la mano que con él detrás del pedestal. De hecho, sorprende la entereza del de Atlanta a la hora de aguantar el envión del show, al mantenerse intacto (sin coristas ni apoyos) durante las dos horas de duración que tuvo el show. Sin mayor parafernalia visual ni voladores de luces, Kanye West dejó claro que lo mejor que sabe hacer es rapear, y que cualquier intento por abrir sus horizontes como artista, siempre serán tamizados por el rico abanico métrico que posee. Aquello siempre se ha notado en su estrategia de producción y resulta aun más claro en el directo. Para el anecdotario quedará el imaginario panteónico, la influencia evidente de Michael Jackson y los millones de pesos que colgaban de su cuello; lo importante ocurrió en lo musical y las expectativas fueron pagadas en exceso. Una vez expirado el último beat de ‘Stronger’, la vuelta a la vida real, después de dos días inolvidables de música, energía y emotividad parecía tan ruda como el andar de carabineros desalojando al público sobre sus caballos alazanes.

Ni la insolación, ni los retrasos en la entrega de tickets a la horda de blondos y drogados extranjeros. Ni siquiera los problemas en La Cúpula pudieron empañar el verdadero sentimiento que inundó toda esta alucinante fiesta. Desde los más minúsculos detalles hasta la más imponente puesta en escena, desde el olor a frutilla de Kidzapalooza hasta la alcurnia borracha del VIP, todo pareció entrañable en aquel glorioso momento. Cada quien se llevará a casa su propia versión de Lollapalooza, cada quien armó su propio itinerario y -a pesar de los gustos y las diferencias culturales- cada una de esas versiones seguramente será tan emotiva y vibrante como la otra.

*Escrito junto a Miguel Ángel Castro