8.2.12

Cuatro discos para recordar a Spinetta


Almendra – “Almendra” (1969)

Es el histórico debut de “El Flaco”, junto al seminal grupo que formó con sus compañeros de colegio y que en sólo tres años marcó el devenir del rock en español. En este LP de nueve pistas están los primeros indicios de la lucidez poética del cantautor, principal responsable del disco, así como del gusto por los arreglos bien cuidados que caracterizaría todo su catálogo posterior. “Muchacha ojos de papel”, “Laura va” y “Plegaria para un niño dormido” figuran entre lo mejor de un repertorio que ha sido largamente rescatado, a manos del propio Spinetta y de sus decenas de discípulos.

Pescado Rabioso – “Artaud” (1973)

Aunque es un trabajo solista, fue lanzado con la firma de la banda que el músico encabezó entre 1971 y 1973, por motivos contractuales. Es una pieza fundamental del catálogo latinoamericano, considerada como la obra cumbre del rock trasandino por Rolling Stone, en su conteo de los 100 mejores discos argentinos de la historia. Enigmático y marcado por la psicodelia, el álbum fue bautizado en honor al poeta francés Antonin Artaud, y contiene dos de las canciones más emblemáticas de Spinetta: “Bajan” (versionada por Cerati en “Amor amarillo”) y “Cementerio club”.

Luis Alberto Spinetta – “Pelusón of milk” (1991)

Mientras el grunge iniciaba su corta dominación mundial, “El Flaco” se lucía coronando una trilogía de excelentes publicaciones, iniciada por los aplaudidos “Téster de violencia” y “Don Lucero”. La crítica se rindió ante los pies del solista y de sencillos como “Seguir viviendo sin tu amor” o “La montaña”, que mostraban al cantante de 41 años en lo más alto de su nivel. La impronta de sofisticado pop que Spinetta venía puliendo, luego de transitar entre la vanguardia y el rock lisérgico, alcanzó su clímax en esta experiencia creativa que es considerada la placa más accesible del músico.

Spinetta y los Socios del Desierto – “Spinetta y los Socios del Desierto” (1997)

Simbólico por donde se le mire, este disco fue el primero del argentino luego de la pausa más larga de su cronología en estudio, aunque en el paréntesis hubo una banda sonora (“Fuego gris”) y un acústico para MTV (“Estrelicia”), además de disputas públicas con su sello. También es el regreso de Spinetta al formato grupal, tras 14 años en solitario, y a un sonido de filo más rockero. Este álbum doble representa el segundo aire del cantante y guitarrista; un prolífico impulso que encontró continuidad durante la siguiente década, en la que “El Flaco” volvió a mostrarse como un artista indomable.

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