En el digipack de Borealis, aM Battom entrega dos claves vitales para aproximarse a su prisma. La primera es una referencia a la construcción de las canciones del grupo, en una leyenda que versa “el ruido es la acumulación de silencios”, donde el texto ocupa un espacio mínimo y un nebuloso fondo verde acapara el protagonismo. Esa colocación de elementos es una metáfora sobre el disco mismo, en el que el cuarteto nacional pincela pocas palabras sobre un gran lienzo de sonidos. O de mutismo, si es que obedecemos la consigna planteada.
De las seis canciones de la placa, cuatro tienen letra y dos son instrumentales, aunque todas comparten el mismo cometido: desarrollar y expandir la siembra de fosfenO, el proyecto que sirvió como capullo para esta banda penquista que vive en Santiago, pero que transpira sur de Chile en su post-rock. Una insinuación de alto calibre emotivo, que acusa fascinación por las formas difusas y las invocaciones etéreas, sin perder su maciza consistencia. En esto incidieron no sólo las buenas intenciones, sino que también Alex Unión (vocalista y principal compositor) y el eximio Chalo González, responsables de la grabación, que luego fue mezclada y masterizada en los cotizados Estudios Triana.
La segunda pista que Borealis nos proporciona sobre su carácter aparece en los agradecimientos. Ahí es donde aM Battom, además de las líneas de cortesía, dan las gracias al estado spleen. Popularizado por Charles Baudelaire y castellanizado como esplín, el concepto se refiere al tedio vital más profundo, esa melancolía permanente que se manifiesta en desinterés por el pasado y el futuro. Un vocablo que aprisiona en sí al desprecio romántico hacia todo que, con precisión, es encerrado a su vez en los cortes de este elepé. Hijos de la abulia, únanse: esto es para todos ustedes.
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