8.10.10

La Reina Morsa - ¿Dónde están las jugueterías?

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Es fácil dejarse engañar por el envoltorio. Este verano tuvimos la primera impresión de La Reina Morsa, con el EP Fiesta Pequeña -que incluía el brillante single homónimo con el que conocimos al grupo- y los rótulos comenzaron a llover. En un flyer, promocionando un concierto en La Batuta, la impronta de la banda fue clasificada como “pop naif”. Una etiqueta que, además de ser un neologismo innecesario, no le hace justicia en lo más mínimo a esta importación sureña.

Claro. Están los nombres (del proyecto, del disco, de los temas), la edulcorada voz de Victoria Cordero, esa atmósfera bucólica en sus canciones y la estética de zoológico del digipack. Detalles que llevan a la configuración de una idea errónea sobre la identidad de este ente, cuya formación partió como dúo, siguió como trío y en vivo aumenta de forma dinámica. En el CD, la única foto de los integrantes está ambientada en una colorida mesa, con la indumentaria necesaria para una celebración infantil. Otra trampa.

La inocencia de ¿Dónde están las jugueterías? es un espejismo. En las letras de La Reina Morsa habitan los sinsabores del crecimiento y el dolor de la post-adolescencia. Debajo de esa cobertura pastoril, reposan vivencias que hablan sobre confusión (“Pero yo no sé leer”), tedio (“Navegar”) y nostalgia por momentos que todavía no llegan (“La estufa”, “Mandarinas y limones”). Es un disco de prisma veinteañero, con resabios de niñez y dobles y triples lecturas. Acá hay melodías felices con líricas tristes; más pop, imposible. No hay que caer en el juego de las apariencias.

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