22.3.10

Marcelo Ezquiaga: La dictadura del pescador


De paso en Chile, para presentarse junto a Javier Barría, el cantautor trasandino Marcelo Ezquiaga recibió a POTQ y nos enfrascamos en una relajada conversación de mediodía. Té verde en mano, hablamos con el músico sobre Un Buen Pescador -su excelente debut-, la banda de la que salió, el parecido del camino solista a una dictadura y el popstar mexicano Cristian Castro.

Marcelo Ezquiaga comenzó su carrera en medio de tres circunstancias peculiares: Argentina en plena crisis social, el home recording recién tomando forma como una opción viable y la mezcla de ambas situaciones. “En el año 2001, junté un grupo de temas que tenía y me puse a grabar. En el medio de eso, cae el gobiero de De la Rúa y yo vivía a dos cuadros en la Avenida Callao, donde está el congreso de la nación. En esa época había muchos cacerolazos, que a veces interrumpían las sesiones. Pero era ideal para hacer un disco o cualquier tipo de manifestación artística, porque era un ambiente de incomunicación, vacío y falta de respuestas”, recuerda.


Compositor empedernido y con estudios musicales de conservatorio, clases de piano incluidas, el trasandino ya sabía sobre demos con amigos y buscaba profesionalizar su trabajo. En ese momento, armó el proyecto con el que haría ruido por primera vez: Mi Tortuga Montreux. Un híbrido entre grupo y solista, dueño de un pop refinado, con el que editó los notables Mar del Plata en Invierno (2002), Mapa (2004) y un homónimo disco final en 2006.


Ezquiaga explica el singular nombre elegido como la evolución de diversas firmas que, previa a esa encarnación, utilizó para presentarse. “Primero usaba sólo Montreux, como la ciudad; luego, tuve un proyecto de seis meses con un amigo, al que le pusimos Giovanni Montreux. Y después, sentí que el disco de Le Mans, Mi Novela Autobiográfica, representaba lo que yo hacía en la música. Así que reemplacé las palabras. ‘Tortuga’ se llama un tema de Caifanes, una banda mexicana que escuché mucho en la adolescencia”, cuenta.


Así, durante la charla, el cantautor no para de disparar alusiones a varios de sus referentes. Los uruguayos Martín Buscaglia, Dani Umpi y Gustavo Pena, “El Príncipe” son algunos de los personajes en los que repara. También habla sobre su juventud más tierna, cuando escuchaba Chet Baker, The Beatles y The Doors. Músicos que, de una u otra forma, se han inmiscuido en el ADN de su producción.



POLÍTICAMENTE INCORRECTO


Ezquiaga fue el único miembro estable de Mi Tortuga Montreux y reconoce haber tenido dos formaciones por cada álbum, una para grabar y otra para tocar. “Sin darme cuenta, crucé la barrera de los 30 y un montón de piezas de mi tablero comenzaron a reorganizarse. El grupo comenzó a parecerme adolescente, le faltaban las mismas cosas que a mí, como plantarme y hacerme cargo de lo que decía. En un punto, decidí que era un buen momento para elegir mi propio nombre. Y la mitad del público desapareció, pasé a tocar en los bares de la esquina, pero me pareció apasionante volver abajo. No lo tomé como un retroceso”, afirma.


A principios del 2009, salió a la calle Un Buen Pescador, el primer trabajo del mocho argentino ya sin antifaz. Diseñado por el reconocido Liniers, el arte del CD explicita el concepto detrás del disco y muestra a un hombre en su bote flotando sobre un vasto mar poblado. “Pasar a ser solista fue como tratar de encontrarme a mí. Mi idea del pescador es el hombre que, pescando, se pesca a sí mismo”, juega con la reiteración. El sondeo resultó tan exhaustivo, que lo llevó a dar innumerables conciertos durante todo ese año y a grabar un álbum en vivo, cuya mezcla no está finalizada, con versiones diferentes de las mismas canciones.


“El cambio entre Marcelo Ezquiaga y Mi Tortuga Montreux es que la banda era como la promesa de Cuba antes de la Revolución. La idea de un gobierno en que iba a llegar un presidente y luego se iba a ir. Pero al final yo siempre estaba dando órdenes. Ahora es una dictadura, no una democracia. Antes era muy confuso, porque no sabía si era comunismo o qué”, ríe haciendo el paralelo. Independiente de la firma, en la obra del cantautor permaneció intacto el sello de letras fantasiosas y descriptivas (asesoradas por sus amigas mujeres), además de artesanía pop de alto vuelo.


“Tengo 30 años y me cansé de lo políticamente correcto. Quiero decir las cosas como son y equivocarme. Empecé a tomar todas las decisiones y la música comenzó a sonar más a mí. Con el tiempo, compro menos lo que está avalado, porque la vida es corta y hay que divertirse. En mis conciertos, toco un tema de Cristian Castro (‘Cada Momento’), que me gusta lo mismo que cualquiera de Belle and Sebastian”, confiesa.


Por lo pronto, Ezquiaga presenta el material de Un Buen Pescador con un pie en el pasado y otro en el futuro, pero la mente anclada en el hoy. “Yo soy de la teoría de que el disco lo dejas en algún momento. Tiene que gozarlo otra persona, yo ya disfruté grabarlo. El mundo de las canciones que yo hago está en el presente, uso mi tiempo en descubrir algo nuevo. Todavía me estoy pescando”.


POTQ | Marzo 2009

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