22.3.10

Marcelo Ezquiaga: La dictadura del pescador


De paso en Chile, para presentarse junto a Javier Barría, el cantautor trasandino Marcelo Ezquiaga recibió a POTQ y nos enfrascamos en una relajada conversación de mediodía. Té verde en mano, hablamos con el músico sobre Un Buen Pescador -su excelente debut-, la banda de la que salió, el parecido del camino solista a una dictadura y el popstar mexicano Cristian Castro.

Marcelo Ezquiaga comenzó su carrera en medio de tres circunstancias peculiares: Argentina en plena crisis social, el home recording recién tomando forma como una opción viable y la mezcla de ambas situaciones. “En el año 2001, junté un grupo de temas que tenía y me puse a grabar. En el medio de eso, cae el gobiero de De la Rúa y yo vivía a dos cuadros en la Avenida Callao, donde está el congreso de la nación. En esa época había muchos cacerolazos, que a veces interrumpían las sesiones. Pero era ideal para hacer un disco o cualquier tipo de manifestación artística, porque era un ambiente de incomunicación, vacío y falta de respuestas”, recuerda.


15.3.10

Rob Zombie: El Eterno Retorno

“Hellbilly Deluxe 2: Noble Jackals, Penny Dreadfuls and the Systematic Dehumanization of Cool” es el cuarto disco de Rob Zombie y la secuela de su debut, editado hace 12 años. Con banda estable, nuevo sello y muchas historias por contar, el muerto viviente más taquillero del orbe vuelve a lo que mejor sabe: rockear sanguinariamente.

Daba para preocuparse. Los lanzamientos de White Zombie poseían continuidad en los años, al igual que los dos primeros discos en solitario de su ex líder, pero de pronto los plazos comenzaron a extenderse y las esperas se hacían cada vez más largas. Vimos al músico transformado en director de cine, más pendiente del celuloide que de los acordes, y muchos pensaron que la metamorfosis estaba completa. Pero Rob Zombie está de vuelta, empecinado en demostrar que él es la excepción a la regla de que “quien mucho abarca, poco aprieta”.

“Hellbilly Deluxe 2: Noble Jackals, Penny Dreadfuls and the Systematic Dehumanization of Cool” es la nueva placa del norteamericano y, como bien se deduce, es también la segunda parte de una historia comenzada hace más de una década. Pese a no estar planteado, desde un comienzo, como la continuación del exitoso debut del vocalista, el disco debe su título a la revitalización de su creador. Un tipo que ha pasado los últimos años desdoblándose entre sets de filmación y estudios de grabación, aunque últimamente la butaca de director parecía acomodarle más.

El auspicioso inicio de su camino individual, de la mano de singles como ‘Dragula’ y ‘Living Dead Girl’, se vio truncado durante la gira del segundo álbum. “No recuerdo exactamente cuándo, quizás en 2002, pero en el tour de ‘The Sinister Urge’ la banda con la que estaba se desmoronó y yo comencé a perder interés en la música. Siempre que piensas que algo está cohesionado, se desarma. Y ése fue el momento en el que realmente empecé a enfocarme en las películas”, contó Zombie al sitio WatchMojo.com.

Los hechos hablan por sí solos. Poco tiempo después, el muerto viviente debutaría como director con la cinta “House of 1000 Corpses” (2003), seguida de “The Devil’s Rejects” (2005), dos largometrajes en los que las mismas obsesiones de siempre se convirtieron en imágenes. Terror, oscuridad y hectolitros de sangre plasmados con entusiasmo por un amante del antiguo cine de horror, quien daba la impresión de estar en su salsa trabajando como director. La salida en 2006 del deslucido “Educated Horses” confirmaba esta momentánea preferencia.

Para mayor alejamiento de la música, un año después de editar su tercer disco, el frontman conoció el éxito comercial con el remake de “Halloween”. La clásica saga encontró en el ex White Zombie al director que necesitaba para reflotar y volver a llenar butacas con acólitos de la reconocida franquicia. Paradójicamente, el éxito de la película maximizaba las dudas acerca de la carrera como cantante del oriundo de Massachusetts, que al par de meses volvió a dar un paso en falso: el anuncio de un DVD en vivo (Zombie Live) que nunca apareció.

A PUNTO

El primer semestre del 2008 la nebulosa empezó a disiparse, al menos, en cuanto a lo noticioso. La canción ‘The Lords of Salem’ (incluida en la versión CD, que sí vio la luz, del truncado registro en directo) fue nominada a un Grammy, en la categoría de Mejor Performance Hard Rock, y al par de meses arrancaron los rumores acerca de un nuevo trabajo de estudio. Las ganas estaban, pero el proceso distaría de ser expedito, haciendo temer a muchos la posibilidad de un fiasco de proporciones.

Rob Zombie debía lidiar con la formación de una banda de apoyo estable, además de la incesante producción de filmes de horror, al mismo tiempo. Una labor compleja, capaz de quitarle el aliento a cualquiera, por hiperactivo que se considere. Sin embargo, el norteamericano supo salir airoso de las vicisitudes y logró completar a fines del 2008 el trabajo que acaba de editar este año. Ningún hecho específico se atribuye la responsabilidad de la demora, porque los motivos tras la espera fueron tan variados como las tareas del vocalista; no obstante, la logística jugó un papel fundamental.

Algunos adelantos del material fueron liberados en orden de alivianar la expectativa creciente de parte del público y la prensa. Ya sea a través del videojuego “Punisher: War Zone” (en el que participó con ‘War Zone’) o de Twitter (donde estrenó ‘Sick Bubblegum’), el icónico artista se las ingenió para avisarle al mundo que su cuarto disco no sería un “Chinese Democracy”, ni mucho menos. Las flamantes canciones del muerto viviente daban atisbos de un brío recobrado y del entendimiento del músico con sus acompañantes: John 5 en guitarra, Tommy Clufetos en batería y Piggy D. en bajo.

“Siempre he querido estar en una banda, nunca he deseado ser un solista, eso salió de la necesidad. Lo bueno de estar con otros es la camaradería, te acostumbras a estar con ellos y ya no eres sólo tú contra el mundo. La mayoría de los solistas empezaron en un grupo, ya sea Ozzy, Sting o quien sea, todos quisieron estar acompañados en algún punto. Yo todavía siento esas ganas, por eso tengo a este equipo de personas y así es mucho mejor”, explicó el frontman a Rock Sound.

Después de años de inestabilidad, por fin Rob Zombie contaba con el equipo para llevar a cabo su resurrección, y sólo necesitaba el apoyo de su compañía. Como en una comedia de situaciones, la resolución del problema anterior dio paso a un flamante conflicto: Geffen, la disquera con la que trabajó desde “La Sexorcisto: Devil Music, Vol.1”, dejó de parecer la mejor opción. La noticia fue confirmada en octubre, cuando el músico anunció su llegada a Roadrunner, luego de casi dos décadas en la misma casa editorial.

“Hace 18 años, Geffen era el mayor sello de hard rock al que podías pertenecer, tenían a los resurgidos Aerosmith, Guns N’ Roses, Whitesnake y cuando el grunge apareció, estaba todo ahí. En este tiempo, varias de las personas con las que compartí se fueron, las cosas cambiaron mucho y ahora se parece más a una multinacional pop. Sentí que el álbum no tendría atención en ese lugar, así que les pedí que me absolvieran del contrato y ellos accedieron”, resume el multifacético creador.

EL LLAMADO DE LA SELVA

De vuelta al formato banda, pese a mantenerla bajo su propio nombre, y convencido de estar en el sitio correcto, Rob Zombie estaba dispuesto a partir de cero. Como en la teoría filosófica del eterno retorno, ahora que todo había sido pulverizado, las cenizas del pasado se transformarían en el futuro. Era el momento de bautizar al cuarto trabajo y el título “Hellbilly Deluxe 2” asomó como la alternativa más apropiada, luego de la serie de peripecias vividas durante su confección. Una travesía tortuosa, pero abundante en experiencias y enseñanzas para su protagonista.

La idea de nombrar así al disco había rondado la cabeza de su autor cerca de tres años, pero no fue sino hasta completarlo y tener una idea global sobre él que la decisión fue tomada. “Es una segunda parte, pero más de diez años después. No es como intentar volver al pasado y recrearlo, pero ambos álbumes tienen la misma vibra y funcionan juntos realmente bien. No suena retro, es fresco y nuevo”, grafica el muerto viviente. Las diferencias se harían notar desde ‘What?’, el primer single, un tema garagero que nada tiene que ver con los beats discotequeros emplazados en su debut de 1998.

Si bien la agenda como director de películas le quitó tiempo a la factura de canciones, paradójicamente le inyectó imágenes al sonido de la placa, creando una magnífica intersección entre rock y séptimo arte. Las canciones de “Hellbilly Deluxe 2” se alimentan con pasajes cinematográficos, así como el propio artista reconoce que le gustaría llevar a la pantalla varias de las historias que contó en los tracks de su recién salido elepé. Como también ocurre en el mundo de García Márquez o Irvine Welsh, el escritor de “Trainspotting”, acá se cruzan personajes y situaciones hasta conseguir un ambiente propio e irrepetible.

Uno de los mejores ejemplos de este retorcido microcosmos es ‘Werewolf Women of the S.S.’, canción que comparte nombre con el trailer falso grabado por Zombie para “Grindhouse”, el fracaso de taquilla de Robert Rodríguez y Quentin Tarantino, cuya división en dos –fuera de Estados Unidos- dejó a muchos espectadores sin verlo. “Trabajé mucho en ese proyecto y odio la idea de que las cosas desaparezcan”, declaró al respecto a Heavy Metal Superfans.

La sensación, al degustar por completo las once pistas de esta secuela sonora, es la de estar ante alguien que nada abandona, sino más bien acumula y recolecta. Por “Hellbilly Deluxe 2” se pasean las influencias y el groove industrial de siempre, pero también hay espacio para que pulule el punk rock de corta duración (‘Death and Destiny Inside the Dream Factory’) y se contraste con la grandilocuencia de ‘The Man Who Laughs’. Un corte que alude a la obra de Víctor Hugo que inspiró el nacimiento de El Guasón de Batman y que cuenta con arreglos orquestales a cargo de Tyler Bates (quien musicalizara las películas “Watchmen” y “300”), mezclados con un solo de batería de aproximadamente cinco minutos.

Cualquiera sea la acogida de los fans y la prensa, la última encarnación de Rob Zombie es tan sensata como su amor por el cine B, los cómics y las chicas voluptuosas. Con los bolsillos repletos y status de estrella de primera línea, el muerto viviente podría vivir de sus rentas y cumplir con uno que otro compromiso contractual, pero prefirió volver a conectar sus amplificadores y seguir engrosando su extenso prontuario. Echarse a dormir en los laureles ni siquiera aparece en la lista de opciones: el llamado de la selva es más fuerte.

Rockaxis | Marzo 2010

HIM: Grandes Esperanzas

La numerología de HIM está en un punto decisivo. Después de consumar en seis pasos su prestigio, a través de certeros trabajos de estudio, los fineses lanzan ahora su disco más importante. “Screamworks: Love in Theory and Practice” es el nombre de este nuevo álbum, el que mayores sacrificios les ha demandado y el responsable de comprobar si de verdad el siete es la cifra de la perfección.

El alcoholismo nunca ha sido sinónimo de buenas nuevas para una banda. Cuando Ville Valo, líder y principal compositor de HIM, se dio cuenta de que ocupaba más energía en bares que en la música, comenzó el doloroso proceso de su rehabilitación. Un camino cuyas opciones son un ramillete de incertidumbres y calamidades potenciales. Cualquier fan capaz de escudriñar en la historia y reconocer las tendencias tendría que haberse preocupado, no sólo por la salud de su ídolo, sino también por la continuidad del grupo.

“Venus Doom” (2007), la sexta placa de los fineses, marcaba con oscuridad -y una rabia nunca antes expuesta- el fin de una cosecha exitosa, que ahora necesitaba revisarse a sí misma antes de seguir. Desde Helsinki, a comienzos de los noventa, hasta las apariciones junto al temerario Bam Bargera, la carrera de los inventores del término “love metal” jamás había sufrido una crisis semejante. Después de todo, la sobriedad de su cabecilla implicaría el fin (o, al menos, un cambio radical) del modus operandi que tantos réditos les entregó durante una década.

Como en la mejor de las historias de amor entre un músico y sus seguidores, Valo fue salvado por el bienestar que otorga la retroalimentación con el público. Su renacimiento como artista y hombre resultó un giro virtuoso hacia una nueva adicción: el trabajo creativo, con el perfeccionismo como religión y la perseverancia como bandera de lucha. El vocalista y rostro carismático de HIM volcaría, entonces, su recobrado aliento a la incubación de un séptimo elepé junto a sus colegas.

Conciente de poseer un prontuario abultado, rico en logros y reconocimiento, el quinteto dedicó todo su tesón a la factura de un álbum digno del politburó del rock. Sin falsas modestias, ni opresiones autoimpuestas, el combo finlandés se enfrascó en la persecución de sus anhelos de universalidad. Una meta ambiciosa, pero justificada gracias a la atención recibida por sus elepés anteriores, además de la creciente comunidad de fanáticos amasada desde la aparición del debut, “Greatest Love Songs Vol. 666” (1997).

MUDANZA Y ACARREO

Esta búsqueda implicó la salida de Tim Palmer, el productor cuya asesoría recibieron en “Love Metal” (2003), “Black Light” (2005) y “Venus Doom”. Los cambios no serían cosméticos, sino de fondo, en un afán por deconstruir metódicamente la estructura de su impronta y potenciarla en un rearmado aun más prolijo. La tarea cayó en manos del versátil Matt Squire, un estadounidense de nutrido currículum detrás de nombres como Saosin, Taking Back Sunday, The Used y hasta la mismísima Katy Perry.

“Con Tim Palmer nos conocíamos tanto, que llegó un punto en que estábamos repitiéndonos a nosotros mismos, así que decidimos arriesgarnos. Queríamos tener un sonido norteamericano, a nivel técnico, con baterías enormes como las de Foo Fighters. Pero lo más importante fue conocer a Squire y darnos cuenta de que es un buen tipo”, declaró Ville Valo a la emisora alemana Energy.

Sin embargo, la exclusión de su antiguo consultor se remite solamente al producto elaborado en estudio, porque el ingeniero inglés ahora es el encargado de mezclar su material en vivo. En otra entrevista, el rostro visible de HIM volvió a dar pistas sobre su conformidad con la elección realizada. “Matt nació en 1976, el mismo año que yo, así que tenemos exactamente los mismos puntos de referencia: Depeche Mode, Guns N’ Roses, Ratt, Poison y el heavy metal”, comentó el cantante al semanario británico NME.

Una vez más, el quinteto optó por grabar en Los Angeles, donde casi un lustro antes registraron Dark Light. Tenían motivos de sobra para instalarse ahí, partiendo por la residencia de su flamante productor, quien por esos días se encontraba esperando un hijo junto a su mujer. Además de la mantención de buenas relaciones con él, los fineses priorizaron la ventajosa logística de estar cerca de la filial de su sello (Sire Records, afincado en Burbank) y lejos del gélido invierno de su país originario.

Las sesiones de “Screamworks: Love in Theory and Practice” se llevaron a cabo entre agosto y octubre del 2009, pero el tiempo total de moldeado ascendió a nueve meses, en los que el grupo se desvivió por satisfacer la necesidad de sumarle una obra maestra a su catálogo. Fueron días de mucho esfuerzo e insomnio. “Deberían haberme visto trabajando las voces en medio de la noche, entre mis búhos disecados, gritando desde las entrañas y sin poder parar hasta la mañana. Luego me dormía en un sofá, por dos horas, antes de empezar de nuevo, así que todo el proceso del álbum se pareció mucho a una erección mental que no se quiere ir”, confesó Valo a Metal Hammer.

A MEDIO CAMINO

Con la titánica misión de superar sus éxitos anteriores, como las saludables ventas de “Razorblade Romance” (1999) y “Dark Light”, la banda dispuso toda su paleta de obsesiones al servicio de concebir piezas memorables y emotivas. “No tuvimos miedo de ser melódicos, pomposos e incluso pretenciosos en algunas ocasiones”, afirmaron con vehemencia al presentar el álbum a la prensa. Convencidos de su propuesta, jugaron con destreza a extremar cada uno de los rasgos que los caracterizan, y a mirar de frente a los grandes con la manifiesta intención de igualarlos.

Para exaltar los ánimos respecto al lanzamiento y describir su actual estado sonoro, el emblemático vocalista de HIM comenzó a disparar una serie de frases como que el nuevo elepé era “una mezcla entre Depeche Mode y Guns N’ Roses en un buen día” o que “es una cruza entre los sintetizadores de a-ha y las guitarras de Iggy & The Stooges”. Bromas aparte, las declaraciones emitidas por el cantautor dan señales acerca del aumento exponencial en las ambiciones de los fineses, quienes nunca han perdido oportunidad para referenciar y reverenciar a sus influencias.

Así como, en un momento, acuñaron el término “love metal” (para escapar de las garras de las etiquetas y del desconcierto periodístico ante su heterogéneo compendio de inspiraciones), ahora Ville Valo habla sobre “rock anti-chovinista”. Un vocablo que apela al disfrute generalizado, en el que las fronteras estilísticas –e incluso ideológicas- se difuminan por completo hasta fallecer. En lo estrictamente musical, una mixtura donde predomina la guitarra, pero también se rinde culto a géneros que los fundamentalistas consideran sospechosos, como el glam metal, el pop electrónico y las comerciales baladas lacrimógenas. “Estoy feliz de pertenecer a una banda donde podamos combinar todos esos elementos y estar orgullosos de hacerlo”, diría el espigado frontman.

Aunque el semblante del álbum se forje en lo instrumental, el aspecto lírico es el que termina de configurar su carácter definitivo y otra señal que los escandinavos entregaron fue explícita al respecto. “’Screamworks: Love in Theory and Practice’ es el álbum más sexual, el más caliente que hemos hecho. Tiene eso y además una sensación de inmediatez del tipo ‘lo quiero ahora, ahora ahora’. No se trata de ser poético sobre algo que está a punto de ocurrir, sino acerca de algo que está pasando en este preciso momento. Hay mucha información puesta en canciones muy cortas”, afirmaron.

EL PREMIO GORDO

En un guiño a The Factory de Andy Warhol y a la serie de “Selected Ambient Works” de Aphex Twin, el nombre de la séptima placa de HIM lleva como bajada “Chapters 1-13”, para generar la idea de estar frente a una colección de trabajos. Y es que no es un mero disco, también es el testimonio de un quinteto famélico de conquistas, con la moral en las nubes luego de reinventarse. El actual cariz de la agrupación escapa de las lecturas lineales, mientras le brinda significados múltiples a todo lo que toca, para avivar la atención en torno a su figura.

Como repetirían constantemente en sus entrevistas, el uso de la palabra “scream” en el título fue una alusión a los alaridos de agonía, de alegría y a la terapia del grito primario. Pese al luminoso momento que atraviesan, mantienen a salvo su aura de poetas románticos malditos, equilibristas sobre la delgada línea que divide lo dramático de lo absurdo. ‘Heartkiller’ (el primer single), ‘Like St. Valentine’ y ‘Shatter Me With Hope’ son cortes elocuentes al enunciar que los colmillos del grupo están afilados y listos para desgarrar la piel del mundo.

“Fue increíble la cantidad de detalles que pusimos, considerando que –al final del día- son canciones pop de tres minutos. Lo que deseaba era conseguir la misma vibración en el rock and roll que Depeche Mode tiene en el mundo de la electrónica. Tocar temas trágicos y tristes de una manera en que den ganas de bailar. Esa pena festiva es el código para mí”, explicó Ville Valo al sitio NoiseCreep.com. “Es el equivalente sónico de ‘Terciopelo Azul’ de David Lynch. Cuando fui a verla, encontré que estaba llena de sorpresas, pese a haber sido filmada de manera tradicional. Me hizo perder el balance como espectador. Este álbum hace lo mismo por el oyente, le da algo único y fácil de absorber”, agregó.

“Screamworks: Love in Theory and Practice” es HIM en el clímax de sus capacidades, dando lo mejor de sí mismos para dejar la vara alta y brindar un viaje sin retorno hacia las profundidades de su laberíntico imaginario. La melancolía de siempre continúa floreciendo, pero ahora los fineses van tras el rastro de un hálito optimista, que les permita ampliar el espectro de situaciones aptas para musicalizar. “Se trata de caminar por encima del agua, en vez de ahogarse en ella”, declararían proféticamente. Confiados en su versatilidad y en la disciplina alcanzada, los fineses tienen sus ojos puestos en el premio gordo. Una apuesta a ganador.

Rockaxis | Marzo 2010

3.3.10

Tiny Masters of Today: Pequeños Maestros del Mañana

No tienen edad legal para ingresar a locales nocturnos, pero ahí están, tocando ante un público mucho mayor que ellos. Son Tiny Masters of Today, los dos hermanos neoyorquinos que le volaron la cabeza a David Bowie y que ensayan en su casa después de clases.

Son las 5 de la tarde en Brooklyn y el padre de Ivan (16) y Ada (14) responde al otro lado del teléfono. Dice que sus hijos están cansados, pero que pueden conversar por unos instantes, antes de ponerse a ensayar en el sótano del edificio y hacer los deberes escolares. Porque la vida de Tiny Masters of Today es como una versión garage de de Hannah Montana, estudiantes anónimos de día, rockeros indie durante fines de semana, vacaciones y festivos.

Hijos de fanáticos coleccionistas de punk rock, crecieron entre vinilos de The Clash, Velvet Underground y The Stooges, de cuya influencia no pudieron escapar cuando decidieron establecerse como grupo. "Mis papás me regalaron una guitarra hace muchas navidades, así que he tocado desde que tengo memoria", cuenta Ivan al otro lado de la línea.

Y si bien las reseñas dicen que la idea de armar una banda se cerró en sus mentes luego de asistir a más de una cincuentena de conciertos gratuitos que se organizaban en Nueva York durante el verano, para Ivan fue algo bastante más pueril: "Hay diferentes razones, pero la más importante es que no teníamos nada que hacer, así que comenzamos a ensayar, fue por aburrimiento".

El fruto de ese ocio los tiene hoy rotando en la escena independiente de esa ciudad y recibiendo halagos de consagrados y verdaderas leyendas del rock.

BUENAS COMPAÑÍAS

Al contrario del fenómeno de Lily Allen, quien antes de su eclosión vía MySpace tenía nexos con sellos, Tiny Masters of Today son de generación espontánea en internet. Su nombre, así como buena parte de los contactos que posee, fueron labrados en línea. "No había más promoción que ésa. Nada de esto hubiese ocurrido si no hubiera sido así, ahí fue donde todo partió para nosotros", cuenta el guitarrista.

Gracias a la difusión de sus demos Big Noise y K.I.D.S. (2006), conocieron a Russell Simins, baterista de Jon Spencer Blues Explosion, el que tomó las baquetas en varios temas de su álbum debut, Bang Bang Boom Cake (2007), además de contactarlos con otra fan declarada de estos adolescentes: Karen O, la vocalista de Yeah Yeah Yeahs, que incluso les digirió el video del primer single, 'Hologram World'. El trabajo fue aplaudido por la prensa especializada y alabado por el mismísimo David Bowie, quien los tildó de geniales.

Tres años después, el presente de la banda gira en torno a Skeletons, su segunda placa, aparecida a mediados del 2009. Un disco que refleja cambios sustanciales en el modus operandi del dúo. Con ellos mismos a cargo de la producción, un nuevo baterista, cero invitados y más ansias de experimentación.

Claro que la ecuación sigue siendo la misma: un sonido punky efervescente, con reminiscencias al rock de garage, letras críticas y una clarisima vocación pop.

TAREAS PENDIENTES

Sólo algunos de sus compañeros de preparatoria saben que Ivan y Ada han compartido escenario con el mítico Daniel Johnston en Chicago; o que fueron parte del cartel de Lollapalooza 2008, junto a Radiohead, Cat Power y Nine Inch Nails. "Por supuesto que mis amigos cercanos conocen al grupo y nos van a ver en vivo, porque intentamos hacer recitales para todo público. Pero no es algo que esté en la boca de todos".

Los demás deben escuchar el pop tipo Jonas Brothers.

Nos simpatiza Miley Cyrus, ella es de otro espectro, lo que no significa que tengamos sus discos. La música de Hannah Montana no es lo peor que podría escuchar la gente de nuestra edad. Antes hubo otras cosas, como los Backstreet Boys, que sí eran malísimas.
Entre clases y giras, ¿ya tienen ideas para un tercer disco?

Vamos paso a paso. No pensamos mucho en el futuro, porque somos niños y nunca se sabe lo que ocurrirá después. Ahora estamos componiendo nuevas canciones para un próximo álbum, trabajando en el mismo sótano donde empezamos.

¿Y cómo suena lo que están ensayando?

En el tercer disco habrá transformaciones y repeticiones. Ojalá podamos encontrarnos otra vez con Karen O. Y como soy fan de Velvet Underground, sueño con trabajar junto a Lou Reed algún día, dicen que es un muy buen tipo. También me encantaría tocar con Miley Cyrus (risas).


Revista Access DirecTV | Marzo 2010