No es casual que I Believe In You de Frank Sinatra sea el tema que Mr. Big usa como introducción en sus conciertos. Eric Martin, el vocalista del cuarteto, aportó un cover para el reciente tributo metalero a La Voz (el disco Sin-Atra, en que también aparecen miembros de Cheap Trick, Anthrax y Twisted Sister, entre otros).
Pero la parsimonia inicial dura sólo segundos porque es rápidamente aniquilada por Daddy, Brother, Lover, Little Boy (The Electric Drill Song), la canción que también abre el álbum que cimentó la fama de los estadounidenses, Lean Into It de 1991.
Dos décadas después de ese álbum, los veteranos Mr. Big saldaron una deuda pendiente y debutaron en nuestro país con un show a tablero vuelto en el Teatro Teletón. Concierto histórico y marcado por buenas noticias: el regreso de la alineación original del cuarteto y un nuevo disco bajo el brazo: What If…, editado a comienzos de año y producido por Kevin Shirley, asesor de Iron Maiden y Rush, entre otros.
Las últimas canciones del grupo -como Undertow o American Beauty- suenan muy bien, pero es mejor todavía lo que pasa cuando la banda despliega sus clásicos y alcanza el punto cúlmine de la complicidad con su público.
Ahí es cuando se suceden, una tras otra, las postales que este concierto dejará para el recuerdo; en pasajes como la balada Just Take My Heart, la siempre emocionante Take Cover o el incombustible clásico Merciless (incluido en su homónimo debut de 1989).
Después de esa canción, Paul Gilbert se luce con un solo de guitarra en que usa el viejo e infalible truco de tocar con los dientes, como el buen deudor de Jimi Hendrix que es.
En una época en que la prensa musical elogia evitar los alardes de virtuosismo, Mr. Big no le teme al lucimiento y está siempre exponiendo sus credenciales, como el bajista Billy Sheehan en su solo previo a Addicted to That Rush. Mención aparte para Eric Martin, quien causó tanta histeria cantando el hit To Be With You, que debió soportar la arremetida de un hiperventilado fan que logró burlar la seguridad del escenario.
Otra anécdota de la noche: en la antesala del show, pidieron por los parlantes que el público tomara asiento. Dijeron que era una exigencia de la banda (la que finalmente nunca mostró interés al respecto mientras tocaba) y que el espectáculo no comenzaría hasta que todos estuvieran sentados. Pocos hicieron caso. Obvio. Está científicamente comprobado que es imposible quedarse en la butaca mientras toca Mr. Big.
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