7.8.12
Chico Trujillo - Gran Pecador
Fiebre de Baile
"¡La cumbia es una mierda!", gritaba Cristián Aldana en los conciertos de El Otro Yo, a comienzos de la década pasada. En Santiago, lo aplaudían a rabiar en ese entonces. La misma consigna hoy podría valerle un abucheo tan unánime como el consenso en torno a las bondades de Chico Trujillo, el grupo -mejor dicho, orquesta- que lavó el nombre de un género cuya honra fue pisoteada por el sound y su plasticidad.
"Gran pecador" es el nuevo disco del que en su génesis fuera un spin-off de La Floripondio, banda de veta rockera en la que ya se intuía el carácter pachanguero de su líder, el celebérrimo Aldo "Macha" Asenjo (canciones como "Zunga de cuero" y "Bailando como mono" lo delataban tempranamente).
Chico Trujillo versión 2012 llega con buenas noticias para sus numerosos fanáticos: aún rige esa aleación rítmica que hizo omnipresente al conjunto en cuanta celebración se pueda enumerar, pero su estructura maleable ha incorporado nuevos elementos. Así lo establece el sencillo “Se baila o no se baila”, entintado del ancestral folclor mexicano que, al igual que la cumbia, a estas alturas forma parte del imaginario popular chileno.
Tras la sinuosa obertura instrumental que ofrece “Caleta Vargas”, con Ángel Parra de Los Tres en guitarra, la versión de estudio de la conocida “Así es que vivo yo (sigue la fiesta)” desenmascara las intenciones de un grupo que sigue fascinado por la juerga. “Gran pecador”, la canción (difundida previamente en una toma en vivo), deja la épica de “Vivito y coleando” para reformularse en un concentrado de alta densidad, enriquecido –otra vez- por Banda Conmoción y ahora también por el charango del eximio Patricio Quilodrán, miembro de Sol Lluvia y ex Arak Pacha.
En instancias tan esperables como una aparición de La Sonora Palacios (“Negra santa”), o tan sorpresivas como la presencia de Nano Stern (violín en “La banda de mi vecina”), Chico Trujillo consigue lo mismo: ser ese rojo diablillo que se instala en el hombro y clama al oído que se abandone la compostura. Cuidado, eso sí, con caricaturizar a esta orquesta porque “Macha”, a punta de extenuante actividad en vivo y sesiones del Bloque Depresivo, se ha convertido en un cantante de temer. Lo atestigua el bolero “Fuera de mi vida”, una embestida al tórax de cualquier ebrio trasnochado y con penas de amor.
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