
En las canciones de An Invitation, la dulce voz de George flota sobre los hermosos arreglos de Parks y todo confluye para convertirse en una ensoñación de pop sinfónico. El disco es un ejercicio para la imaginación, porque todas sus pistas parecen los trozos de un musical que aún no ha sido escrito, pero que puede ser puesto en escena en la mente de quien lo escuche. Una obra gloriosa, sin necesidad de pompa ni excesos orquestales. Ahora sí que la deuda está saldada.
inara george rules
ResponderBorrarhell yeah (muchas eles entre paréntesis)
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