El hallazgo de la mentada foto fue providencial. La nueva placa se llamaría Nadar y plasmaría la fase que atravesaba su autor. “Quedé muy contento con el álbum anterior y eso me llenó personal e interiormente, pero no quería hacer lo mismo otra vez. Por eso me reinventé. Hice una reestructuración muy cuidada y cargada a los detalles. Estoy trabajando con ideas definidas, que hablan sobre la soledad y la búsqueda del alma”, explica.
“Nadar es encontrarse, sumergirse. Me gusta el nombre porque dice mucho con una sola palabra. Los títulos de las canciones también son así: ‘Frágil’, ‘Dibujar’, ‘Salir’ o ‘Fin’”, cuenta. Y, aunque huele a obra conceptual, el músico opta por marcar la diferencia. “Prefiero llamarlo ‘disco emocional’. Éste es un puzzle, un rompecabezas que yo mismo he ido armando parte por parte. Ha sido mucho más espontáneo que cerebral”, aclara. La naturalidad con la que se ha tomado esta faena lo llevó, incluso, a tomar riesgos. “Compuse el 80% de las canciones en piano, pero yo ni siquiera sabía tocarlo. Aprendí recién ahora”, confiesa.
En vez de proyectar racionalmente este proyecto, Peralta ha elegido dejar que los acontecimientos sigan su curso y que el tiempo lo ayude a forjar su apuesta. “Soy influenciado por todo lo que me pasa. Por ejemplo, hace poco me dijeron que mis letras eran como guiones o storyboards. Eso me quedó dando vueltas y lo encontré cierto. Creo que mis primeros discos son sobre lo que yo mismo escuché antes, pero éste será acerca de las películas que he visto”, afirma.
Nadar encuentra su hilo conductor en el séptimo arte. “Tiene muchas referencias cinematográficas. Quise reflejar la sonoridad de un filme. Ahora todo es más lento y pausado, no tan inmediato ni melódico”, adelanta. Entre sus referencias, la más potente es Charlie Kaufman, el guionista de Eterno Resplandor de una Mente Sin Recuerdos y ¿Quieres ser John Malkovich?
Los cambios en la metodología son reales, pero no radicales. “Varias cosas se mantienen. Por ejemplo, todas las letras apuntan al título del álbum y a su idea, para que se pueda sacar una conclusión global de lo que digo”, anticipa el songwriter. Otra cosa que no cambia es el espíritu de camaradería que promueve. “Al principio, este disco iba a tener varias apariciones de toda la camada MySpace, pero armándolo me di cuenta de que tenía que ser más íntimo. La única colaboración que hay son algunas voces grabadas por Astor Keeza”, puntualiza. El ex Fruto Prohibido, durante su visita de enero pasado, se convirtió en invitado del porteño, cuya lista de amistades también incluye a Lisandro Aristimuño.
Con lo que Diego Peralta no transa es con su perfeccionismo. “Me he tomado mi tiempo para hacer algo meticuloso. Nadar nació en diciembre del 2008, cuando registré la primera canción. Y, a lo largo de todos estos meses, se ha ido armando el resto de la idea”. Lo artístico recibe la atención que merece, pero no acapara toda la energía del músico, quien también se ocupa de los aspectos técnicos. “Yo estudié sonido y tengo manejo de lo teórico, así que sé cómo grabarme con equipos reducidos y sonar con una calidad similar a la de un estudio profesional”, comenta.
Pese a que la alta fidelidad es una de sus metas, el cantautor se inclina por producir en su propio hogar.“Tengo un estudio en el departamento donde vivo. Todo nace en la intimidad de mi dormitorio. En mi pieza nacen canciones, textos, discos. Desde ahí escucho el trabajo de otros y también veo películas. Ahí tengo mi cama, mi computador y mis equipos. Hay varios, en un espacio reducido”, grafica. Sus recursos son tan modestos como sus anhelos, pero no por eso menos gratificantes. Queda claro al escucharlo hablar. “Me gusta la independencia y la autogestión, creo que –para ser más grande– hay que pasar por esto en algún momento. Yo estoy tan contento con Nadar que siento que le irá mejor que a mi disco anterior. Si hice muchos conciertos el año pasado, ahora tocaré el doble”, asegura.
Publicado en Extravaganza! junio de 2009
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