28.5.10

Aerosmith: Como si nada

Nadie sabe dónde está la separación entre rumor y verdad frente al nuevo estado de Aerosmith, salvo ellos mismos. En pocos meses, la banda pasó de estar en un punto crítico a reaparecer para girar por el mundo. Acá echamos un vistazo a los capítulos más sabrosos de la última gran teleserie rockera.

Pasa hasta en las mejores familias. A Juan Gabriel, Beyoncé y Axl Rose también les ocurrió. Caerse de un escenario durante un concierto suele causar risas en YouTube y quizás alguna fractura, pero cuando Steven Tyler se fue al suelo después de tropezarse en un recital, en Dakota del Sur el 5 de agosto del 2009, los fans de Aerosmith jamás sospecharon las consecuencias del accidente. Los daños en el cuello, hombros y cráneo del cantante fueron lo de menos, comparado con todo lo que vendría después: una colección de sucesos tan caóticos como continuos.

Como en sus mejores tiempos, los de Boston acapararon la atención de los medios, que no tardaron en dar a conocer la nula comunicación entre el vocalista y sus cuatro compañeros. “Hasta donde entiendo, ha renunciado. No sé más de lo que ustedes conocen, leí en internet que dijo que dejaría la banda, desconozco si en forma definitiva.
Obviamente él tenía esto preparado desde hace mucho. Hasta el punto de ser desconsiderado con sus hermanos que nos tuvimos que enterar de la noticia por internet. Aún me importa él como persona, al menos la persona que yo conocía, pero las cosas cambian", afirmó Joe Perry a The Sun, desatando una bataola de noticias sobre el futuro de los norteamericanos.

Luego de las declaraciones y la confusión que crearon, las noticias sobre Aerosmith se hicieron pan de cada día en los medios, emitiendo informaciones de todo tipo acerca de las actividades de Steven Tyler y el resto de los integrantes. A comienzos de este año, una cronología de hechos casi insólitos fueron reportados en la web, en relación a los posibles candidatos para tomar el micrófono y salir de gira con ellos. Varios nominados aparecieron en el ruedo, cada uno con una historia de contacto con el mermado quinteto, sobre quienes se filtraron datos con farandulera velocidad. El primero de la hilera fue Lenny Kravitz, quien rápidamente negó que existiera la posibilidad de sumarse al grupo, llevando a la prensa a especular con varios personajes.

Entre los más destacados está Paul Rodgers, quien con su ingreso hubiese conseguido sellar un estigma de eterno reemplazante, luego de llenar el espacio de Freddie Mercury en Queen. El también miembro de Free y Bad Company habría coqueteado con la vacante en noviembre de 2009. Según Scott Rowley, de la revista Classic Rock, el guitarrista le pidió que le presentara al cantante en una evento organizado por el magazine y luego mantuvo una conversación en la que le ofreció el cargo. El sitio de la publicación mensual anunció esta noticia el 27 de febrero de 2010, adelantando que los siguientes dos días estarían revelando a los otros dos personajes involucrados en la búsqueda.

Dicho y hecho, después dieron a conocer que Billy Idol también fue barajado como opción, a nivel de trascendido, luego de ser invitado a un show de Joe Perry en la House of Blues de Los Angeles. Sin embargo, la aproximación nunca se dio porque el ex Generation X no llegó al recital, debido a un resfrío. Finalmente, la trilogía se cerró con una supuesta conversación entre el guitarrista de Aerosmith y Chris Cornell, quien primero pensó que el ofrecimiento era una broma, para luego negar cualquier chance de unirse a la veterana agrupación.

Pero la más inaudita de todas las audiciones rumoreadas habría ocurrido años atrás, seis meses después de que Led Zeppelin diera su concierto de regreso en The O2. Previa incluso a la caída que lo sacó de circulación, Steven Tyler tuvo encuentros con Jimmy Page, tras la declinación de Robert Plant a continuar con su alma máter. El chisme fue confirmado por Joe Perry en la edición de marzo de Classic Rock. “Estaba desaparecido, lo llamamos y nos respondieron que estaba en Londres, probándose en Led Zeppelin. Es algo de lo que nunca he hablado fuera del círculo cercano de la banda y que he intentado mantener lejos de los medios, es una ventana abierta hacia cuán difícil es mantener una relación unida. No es la primera vez que ocurre una situación así”, afirmó.

SE VENDEN POR SEPARADO

El guitarrista, quien fue el más frontal y explícito al momento de referirse a Tyler, tampoco se quedó sólo dando declaraciones sobre su compañero y juntó a un equipo de ensueño para procrear su quinta obra solista: Have Guitar, Will Travel. Una placa producida por él mismo, luego de abortar la misión de grabar un nuevo disco de Aerosmith junto a Brendan O’Brien (Stone Temple Pilots, Bob Dylan, Rage Against The Machine). Los sesionistas que tocaron en el álbum fueron el bajista David Hull, viejo conocido de The Joe Perry Project; el cantante alemán Hagen Grohe; Paul Santo en órgano y Willie Alexander en piano. Las baterías estuvieron a cargo de Marty Richards, Ben Tileston y Scott Meeder. El trabajo fue lanzado en octubre de 2009.

Con la experiencia acumulada a su favor, el batero Joey Kramer tampoco perdió el tiempo y aprovechó la pausa para promocionar su autobiografía, publicada a fines de junio de 2009, poco antes del accidente que los llevó al hiato. El libro, titulado “Hit Hard: A Story of Hitting Rock Bottom at the Top”, profundiza en la vida del percusionista, tanto íntima como pública en el sillín de las percusiones. A través de una extensiva revisión fotográfica y narrativa, las páginas del texto dan cuenta de las historias de abusos en los primeros años de gloria del quinteto, el decaimiento se su fama debido a estos mismos excesos y el reencuentro con el éxito a finales de los ochentas. Pero también cuenta pasajes más oscuros, como la relación de Kramer con su esposa, padre y colegas, especialmente Steven Tyler.

La agenda de actividades, por separado, del quinteto se abultó cuando Brad Whitford confirmó su participación en la versión 2010 del Experience Hendrix Tour. Una iniciativa con 15 años de historia tributando al mítico e influyente afroamericano. Las citas, realizadas a tablero vuelto durante el mes de marzo en diversas ciudades de Estados Unidos, incluyeron la presencia de virtuosos instrumentistas realizando covers y canciones inspiradas en el legado de Hendrix. La nómina de invitados incluyó también a Billy Cox, Los Lobos, Joe Satriani, Living Colour, Sacred Steel y Kenny Wayne Sheperd, entre otros.

Pero, sin duda alguna, la aparición individual más sorpresiva y anecdótica de todas ha sido la de Tom Hamilton, el bajista del quinteto, tras la confirmación de la vuelta de Aerosmith a las pistas. El viernes 9 de abril, en el House of Blues, el músico participó en una gala que buscaba recaudar fondos para Improv Boston, una organización que ayuda a niños y jóvenes en riesgo social a través del clases teatrales. La intervención del miembro más discreto de la banda consistió en un sketch en el que imitó a Bill Clinton, recibido con la risa unánime de los presentes, en una velada que recaudó más de 400 mil dólares para la institución. Después del evento, Hamilton declaró que consideraba la filantropía como una posible opción luego de colgar las baquetas.

Mientras todo esto ocurría, Steven Tyler siguió un camino errático. Indicó que deseaba trabajar como solista, pero en noviembre del 2009 apareció en un show de The Joe Perry Project para interpretar ‘Walk This Way’, negando su salida del grupo, y en diciembre se internó en rehabilitación para vencer su dependencia a los calmantes musculares. Luego, aparecería cantando en un karaoke de Palm Springs y también en un Home Depot, presentándose a través de los parlantes del lugar, durante enero. En esa misma época, su asesor legal anunció posibles acciones para detener la búsqueda de un vocalista sustituto. Uno de los momentos más tensos de la teleserie protagonizada por el quinteto.

En una carta dirigida a Howard Kauffman, manager de los bostonianos, el abogado Skip Miller explica los deseos y motivaciones del cantante. Además, aprovechó para culpar al representante de sembrar cizaña y no aunar esfuerzos en mejorar las relaciones de ambas partes. “Contrario a lo que haría cualquier persona con sentido común, estás buscando un reemplazo para Steven Tyler. Sin él, la banda sería como los Rolling Stones sin Mick Jagger o U2 sin Bono. Si bien la estrategia de este manejo es tener a la banda de vuelta en los escenarios en pocos peses, podría destruirlos por completo”, escribió.

Para sorpresa generalizada, en febrero de este año la banda anunció que encabezaría el Download Festival con formación completa y estelar, como si nada hubiese pasado. Y luego vendría el bombazo latinoamericano, en el que –mediante un distendido video- los propios Aerosmith confirmaban su paso por Colombia, Venezuela, Perú, Brasil, Argentina y Chile. Al sur del planeta, los veteranos músicos darán la luz verde a su gira Cocked, Locked and Ready to Rock, y el 25 de mayo será la parada santiaguina. La segunda, luego de su visita con el Get a Grip Tour en 1994, y la oportunidad para dejar que el rock vuelva a tomar la palabra. No se hable más.

Deftones: El frío misterio

Nadie iba a condenarlos si lanzaban un álbum de transición, pero Deftones optó por el camino difícil: superarse a sí mismos. Con un disco escondido y una historia trágica como antesala, lanzan “Diamond Eyes”, el cierre de un capítulo que sigue incompleto.

‘Video Killed the Radio Star’ cantaban los británicos The Buggles. Más de tres décadas después, otro cambio ha ocurrido: las redes sociales le han dado la estocada mortal a las estrellas de rock, tal como las conocíamos. Ahora son una especie en peligro de extinción porque el aura de misterio, uno de sus principales atractivos, casi no existe alrededor de los músicos más célebres. En cambio, tenemos un superávit de información que no distingue entre funcional o chatarra, y que permite saber qué hacen los artistas, a qué hora, dónde y cómo. La intriga fue devorada con zapatillas por la sobreexposición y la pelea por quién está más conectado es la consigna de las venideras camadas.

Por eso, una obra tan enigmática como “Diamond Eyes”, el nuevo álbum de los Deftones, resulta un fenómeno interesante y digno de análisis. Para las cronologías oficiales, la placa será considerada como la sexta en la historia del grupo, pero –en estricto rigor- el árbol genealógico de los norteamericanos tiene un hijo no reconocido e inmediatamente previo: el infame “Eros”. Un disco que estaba siendo incubado en el vientre de una banda tensa, que le había perdido el gusto a la magia de antaño y cuyo vocalista se encontraba en pleno quiebre amoroso y familiar. La clase de obra maldita que hace sudar sangre a sus responsables.

Corría el 2007 y los de Sacramento no estaban cien por ciento conformes con “Saturday Night Wrist”, su lanzamiento del año anterior, recibido con buenas críticas pese al notorio desgaste en la lozanía de su sonido y la ambiciosa propuesta planteada. Apenas terminaron de dar conciertos, regresaron al estudio. “Vivimos en un hotel con Stephen (Carpenter) por seis meses, escribiendo y grabando. Había buenas cosas, no puedo decir que fuera un mal disco, porque planeábamos sacarlo algún día, pero no parecía sobrecogernos. Muchas cosas estaban pasando, yo lidié con mi divorcio y toda esa mierda, con vender mi casa. No era una experiencia divertida estar ahí tratando de hacer ese material. Sólo quería terminar, volver y dar el próximo paso”, confesó Chino Moreno en Creep Show.

Con la música totalmente lista, las letras armadas y las voces a punto de registrarse, sólo faltaba que el cantante finalizara su labor. Pero todo fue interrumpido cuando -el 4 de noviembre del 2008- Chi Cheng, bajista del grupo y bastión fundador, sufrió un accidente automovilístico que lo dejó en un coma del que todavía no se recupera por completo. La tragedia provocó todas las consecuencias predecibles, como palabras de buena crianza y actos benéficos, y por ende también puso en duda la continuidad de la banda. Por un instante, Deftones vio su existencia en peligro, hasta que resolvieron seguir juntos, esperando la rehabilitación de su compañero.

Asimismo, estos hechos fueron un punto de inflexión creativa y una fractura en la línea de tiempo. “Los temas que grabamos para “Eros” son muy especiales para nosotros, son lo más reciente que hicimos con Chi (y ciertamente esperamos que no lo último); tienen historia y significado. Sin embargo, sentimos que ese disco no abarca ni representa lo que somos actualmente como personas y músicos. Esperamos lanzar ese material, pero tomamos de forma colectiva la decisión de cambiar de aproximación, teniendo el estado de nuestro amigo en nuestras mentes mientras lo hacemos”, explicó el grupo en su sitio web, tiempo después del grave infortunio.

Los restantes miembros aclararon que la medida de aplazar la salida del álbum, comunicada luego del accidente, no guardaba relación tan directa con el coma en el que cayó su compañero, sino más bien con una decisión estética y artística: falta de afinidad con el resultado. Tras el shock emocional que significó tener a un colega y amigo entrañable sumido en la inercia, la experimentación propuesta quedó obsoleta de forma automática y los cuatro compañeros restantes sintieron la necesidad de encontrar, en sus propias creaciones, un placebo para calmar el vendaval de negatividad desatado. Un proceso completo que empezó y terminó en el núcleo íntimo de Deftones, inyectándole intriga a la imagen que proyecta el grupo hacia el exterior.

DE VIDA O MUERTE

Con un puesto vacante, el único reemplazo posible era un personaje cercano a la banda, quien ya había trabajado previamente con ellos: Sergio Vega. El ex bajista de los neoyorquinos Quicksand entró a llenar el espacio de Chi Cheng, con toda la presión emotiva y profesional que implica semejante labor, pero apoyado en su experiencia anterior de 1999, cuando también cubrió al deteriorado instrumentista.

Así, con la propia sobrevivencia entre ceja y ceja, el quinteto completó su formación y se reencontró en el estudio, con la misión de honrar su carrera. Fue la aparición de la epifanía: tenían que dar vida a una obra cumbre dentro de su catálogo y evitar los vicios adquiridos en la placa homónima del 2003, “Saturday Night Wrist” y el inédito “Eros”. Era momento de volver a las viejas andanzas, a compartir el tiempo encerrados e inmersos en la composición y ensayo de nuevas canciones. Todo debía salir del momento, menos premeditado y más visceral, para recuperar el exquisito sabor de sus primeros álbumes.

Mientras la mayor parte de la atención mediática estaba puesta en la recuperación de Chi Cheng, Deftones vivía un período de reajustes sustanciales para su espíritu y sonido. “Nos sentamos en el estudio, observamos los últimos 10 ó 15 años de nuestra vida y carrera, estando en esta banda. Tenemos algo que llevamos a cabo muy bien si nos enfocamos. No es sólo grabar música e irse: esto es sobre nosotros viviendo y creando un disco, cuando lo hacemos, las posibilidades son infinitas. Nuestra inspiración y unidad es más fuerte que nunca y necesitábamos canalizar esa energía en música, entregarle a nuestros fans lo que merecen: el mejor disco que pudiéramos hacer”, aseguraron.

Empecinados en lograr el objetivo planteado, no contemplaron a colaboradores previos en la nómina de productores. En repetidas ocasiones, Chino Moreno dio a entender su desazón con Bob Ezrin y Terry Date, a quienes consideraba demasiado involucrados en el aspecto técnico, en desmedro de factores artísticos. Una señal de que el estómago volvía a controlar la dirección de los de Sacramento y de que existía un deseo manifiesto de encauzar la energía en la conmoción de los sentidos. La última pieza escogida para hacer funcionar el engranaje fue Nick Raskulinecz, asesor de Foo Fighters, Rush, Marilyn Manson y Danzig, entre muchos otros.

“Él estuvo con nosotros en el proceso de composición y jamás habíamos trabajado con alguien así. Nos ayudó a esbozar la música, guiándonos, siendo una sexta voz. Pudimos concentrarnos en lo que hacemos, sin preocupaciones. Fue muy beneficioso, usualmente nos toma un año grabar, pero ahora lo hicimos en dos meses. Mi favorito nuestro es “Around the Fur” porque lo hicimos en cuatro meses, fue un disco concentrado, fácil y divertido para nosotros. No había sentido eso desde ese entonces y “Diamond Eyes” tiene esa misma aura, es más agresivo”, declaró el frontman del grupo a NoiseCreep.com. Las declaraciones no podían ser más tentadoras, especialmente para los primeros fans que los siguieron y extrañaban la cálida violencia de “Adrenaline” y “Around the Fur”.

Sin ProTools de por medio, Deftones tuvo que practicar cada segundo de su repertorio recién horneado para conseguir excelencia a la antigua, sin aderezos digitales ni excesiva post producción. “Diamond Eyes” fue escrito en su totalidad en una sala de ensayo y testeado de forma exhaustiva, antes de ser registrado en el estudio. Para beneficio de las canciones, todos los miembros del grupo interactuaron constantemente, intercambiando aportes en una dinámica similar a la de “White Pony”, donde el contrapunto de ideas resultó vital en la perfección del resultado.

Otra similitud con la tercera placa, considerada por varios su obra maestra, se encuentra en los versos de Chino Moreno. “No me gusta escuchar los problemas de la gente, me gusta escuchar música. Hablo muy poco sobre mí en esta placa. Amo las canciones donde puedo abstraerme completamente de que soy humano. Puedo describir realidades extrañas y no necesariamente deben pertenecerme. Es pintar un cuadro. Son la clase de letras con las que crecí, como The Cure. Imágenes sin contar historias”, afirmó el vocalista.

Con salida fechada para el 18 de mayo y filtrado semanas antes en internet, “Diamond Eyes” es un error en el sistema. El epílogo de un libro al que le faltan páginas y tiene otras por terminar. Hablar de un sexto elepé resulta inexacto en el caso de esta obra, hija en gran medida del guitarrista Stephen Carpenter, culpable número uno de la impronta con la que el quinteto ya es un clásico. Atípica, amarga y sobrecogedora, la experiencia enfrentada por la banda los llevó a subir peldaños en su propia pirámide. Sus nuevas canciones proclaman a los cuatro vientos la buena nueva: los Deftones han vuelto a ser asunto de vida o muerte.

26.5.10

Deplasticoverde: Entre dos tierras



Está presentando su debut homónimo, un EP de ocho temas y 21 minutos de duración, editado online de forma gratuita por el netlabel Ponk. Es Deplasticoverde, una cantautora que lleva cerca de un año y medio haciendo música en formato solitario, luego de que le dijeron –después de una tocata casera- que "no lo hacía tan mal".


Escuchar las canciones de Carolina Espinoza antes de conocerla en persona es una experiencia interesante, en que la expectativa se fractura de la realidad. La veinteañera que firma como Deplasticoverde es tímida, no mira a los ojos, fuma constantemente y habla como un niño chico maldadoso. Es que está aprendiendo a dar entrevistas y conversar sobre ella misma dista de ser su especialidad. Ella es licenciada en Física, trabaja en un centro de investigaciones de la Universidad de Chile y vive en Buin. Más quitada de bulla, imposible.


Su música, en cambio, habla sobre una mujer intensa y con un vasto repertorio de emociones a flor de piel. Lo avalan los ochos temas que configuran su primera entrega, Deplasticoverde EP, un desdoblamiento de alto calibre en el que trabajó con el productor Daniel Díaz (Solo). El también dueño del netlabel Ponk, etiqueta que distribuye la placa en internet, fue el encargado de grabar los arreglos para las creaciones en guitarra acústica de la cantautora.


La asesoría fue imprescindible en el resultado final porque Carolina nunca había trabajado en un estudio. Deplasticoverde, como proyecto, existe hace poco más de un año y medio. Eso sí la vida artística de Carolina Espinoza es cuento aparte y partió mucho antes. “Mi papá tocaba guitarra y mi hermano mayor tenía una banda de covers de Los Prisioneros, antes de que yo entrara a kinder; me acuerdo de eso y de los Beatles. En los actos de colegio, me vestía de huasa y cantaba cuecas, después aprendí guitarra y entré a un grupo folklórico. Hasta que empecé a escuchar Radiohead y Nirvana”, cuenta.


“Al tiempo, empecé en la batería. Fui autodidacta, quería hacer de todo. Tuve un proyecto que se llamó Wena Naty y después hice Pandillas Internacionales con una amiga, aunque eso nunca resultó; ahí nació ‘Va’, que es el primer single de mi EP. Antes era todo sin cantar. Pero, hace poco más de un año, me dijeron que no lo hacía tan mal de vocalista, así que me atreví. Mi primera letra fue un parto, había escuchado tanta música en inglés que me costó ene escribir algo en español, sin lugares comunes y que calzara con las ideas que tenía sobre hablar sin que se note tanto lo que estoy diciendo”, recuerda.


“Deplasticoverde, como nombre, no tiene tanta historia. Era el nick de mi Fotolog, así que lo usé en mis primeras presentaciones en Taller Sol con Fakuta. Después agregué a Sokio (Mauricio Díaz) a MySpace por su canción con Dadalú, me ofreció juntarnos y tocar en Ponk, yo llegué con cero expectativas, no entendía a qué me estaban invitando porque el sello llevaba recién una semana”, explica. Además de una disquera online, Carolina consiguió dos compañeros de ruta: Warren Böhmwald (en percusiones y efectos) y Sebastián Mujica (en guitarra), a quienes se refiere cariñosamente como “multiuso” porque pueden pasar de un instrumento a otro. Con ellos mantiene Cuero, un proyecto paralelo de tintes experimentales.


Y hablando de labores alternas, la vida de esta cantautora se divide entre la música y el trabajo investigativo que realiza en la Universidad de Chile, gracias a su grado académico en Física. “Es relajante tocar, yo me doy harto el espacio para hacerlo. Es sacarse un rato de la cabeza las ecuaciones y los libros que no entendiste Mis letras son como mirarme a un espejo para saber quién soy y qué me está pasando, son temas sobre los que no converso tanto. Me siento muy diferente al resto de mis compañeros de la U, a ese ambiente. Igual pensé estudiar música en algún momento, pero no sé qué tan necesario me parecía, aparte de que tuve un poco de miedo de ser absorbida por eso”, confiesa.


“Me gustar estar en una cosa aparte, porque es un relajo para los dos lados, es un cambio importante en el día. Encuentro bacán poder moverme entre ambas cosas. Me costaría estar siempre sólo tocando, si anduviera pensando en lo mismo todo el rato, no podría haber hecho las canciones del EP”, afirma. Sobre el material, Deplasticoverde comenta que “tiene hartos instrumentos, es bien popero, medio Rock&Pop incluso. De repente me da por hacer temas así, más oreja, pero no es algo que me quite el sueño. Me gusta mucho el Visiter de los Dodos y el Gepinto de Gepe”.


Am Battom - Borealis


Érase una vez, en Concepción, Fosfeno. Una banda que caminaba por la senda del post-rock, en el contexto de una ciudad gris y fría, tildada como la Manchester de Chile, pero demasiado aletargada como para asemejarse al frenesí de la cuna de Joy Division. Corría el 2008 y el grupo terminaría transformándose en Am Battom, con algunos cambios de integrantes, pero el mismo núcleo musical y la intención de seguir recorriendo parajes abstractos, inspirados en el sur de nuestro país y en los gustos comunes de sus miembros. Tipos introspectivos y ensimismados, insertos por necesidad en la capital, pero cohesionados como artefacto creativo.

El mismo nombre del grupo nace de una conjunción poco ortodoxa de palabras (Am, mapudungun para espíritu; Battom, mezcla del apellido de Syd Barrett con átomo), que dio como resultado la denominación de un personaje femenino y ficticio, creado entre las cuatro partes que forman el conjunto. Alex Unión en voz, Carlos Torrejón en guitarra, Claudio Terán en batería y Miguel Cartes en bajo fueron los progenitores de este retoño que situaría su mirada en el cielo y en las letras de Otero Agoni, Neruda y Baudelaire, entre otros poetas que captaron su atención.

“Borealis”, entonces, no es más que una suma de obsesiones. El primer trabajo de Am Battom, que a su vez tiene como padres a estos músicos amantes del espacio como concepto literal y metafórico. Los penquistas hacen constantes alusiones al cielo e invitan a la contemplación del infinito como un ejercicio habitual, aunque tanto embeleso también es la máscara para hablar sobre asuntos tan mundanos como el amor hacia una mujer, como hacen en ‘Nébula’, el tema que abre el disco. Una canción que parte anunciando lo que viene durante la próxima media hora: atmósferas, capas de sonidos y una búsqueda de amplitud que sólo es interrumpida cuando la voz encauza los esfuerzos.

Otra idea durante la placa es mencionada en los agradecimientos del álbum y aunque no existe otra referencia explícita a ella, es crucial para lograr una mejor aproximación a esta propuesta: el estado esplín. Una condición anímica que entrecruza la melancolía con el tedio y la abstracción, para germinar en un estado especial de la conciencia, ampliamente difundido y desarrollado por los poetas post-románticos del siglo antepasado, especialmente Charles Baudelaire. La música de la banda, emparentada con todo lo que ha ocurrido desde Bark Psychosis hasta Congelador, aspira justamente a la consecución de esta personalidad. Un toque enigmático, apreciable claramente en ‘Abismo’ y ‘Urban Vafur’, las dos instrumentales de la placa.

Grabado en su mayoría en Estudios Triana -con Gonzalo González- y enriquecido de forma casera por Alex Unión, “Borealis” avanza firme en la búsqueda de melodías mejor definidas que las planteadas en “Arousal”, su único largaduración bajo el nombre de Fosfeno. La dulzura e inmediatez de ‘Vuelve Arcadia’ se contraponen a la lentitud de ‘Agónica’, pero ambas consiguen ser los momentos más accesibles de un disco que, al igual que su arte, hace de la yuxtaposición de elementos una doctrina. Como bien plantean los mismos Am Batton en el digipack: “El ruido es la acumulación de silencios”.

Cazar - Crecer/Dolor


Síndrome de Peter Pan, crisis del cuarto de vida y de la mediana edad, infinitos cuestionamientos y cuentas que pagar. Madurar no es fácil. Para nada. “Crecer/Dolor”, la segunda entrega de Cazar, es el retrato de ese momento crítico en que la adultez se asoma a la vuelta de la esquina. Ahí está, cada vez más cerca, dispuesta a empaparlo todo, se quiera o no. El quinteto lo tiene bien asumido, por eso centró su nuevo disco en los dos polos del proceso: el goce y la pena, que dejan de ser antagonistas para convertirse en un solo sentir, más fácil de explicar en canciones que en palabras.

La banda plantea este álbum como una entrega doble y simple a la vez, condensada en 10 canciones de rock-pop que caminan de un lado para el otro, desde la añoranza por la infancia más prístina hasta la frustración rabiosa. El comienzo con ‘Crecer’ sintetiza el espíritu de las letras experienciales que seguirán a continuación, sin cesar, como si de vomitarlo todo se tratara. La extrema sensatez con la que el grupo, especialmente Rodrigo y Patricio Veloso (los guitarristas y principales compositores), despliegan sus pensamientos puede incluso llegar a ser lacerante, en especial para quienes compartan su sensibilidad o –peor aun- estén experimentando transiciones similares.

Aunque Cazar profundiza en la falta de equilibrio que conlleva madurar (sobre todo en la fractura entre las expectativas y la realidad), su sonido responde a un balance a toda prueba. El quinteto está encauzado en la configuración de un sello asociable a su nombre, tarea en la que “Crecer/Dolor” representa un paso adelante respecto a su debut homónimo del 2007, en el que se mostraban mucho más dispersos que ahora. La mejoría es notoria y no fue casual, porque se debió a un acuerdo previo entre los cinco miembros, quienes decidieron grabar todos juntos para imprimir la energía de la puesta en vivo dentro del CD.

El lugar elegido para la grabación del disco fue Estudios Foncea, donde los tres hermanos Veloso compartieron con sus símiles (Cote, Felo y Pedro) y estuvieron bajo la supervisión del productor Mario Breuer (Lucybell, Los Tres, La Ley, es decir, palabras mayores). Un espaldarazo para la banda, que supo estar a la altura de las circunstancias en cuanto a la ejecución. Si bien este álbum supone una baja en las revoluciones rockeras respecto a la ópera prima, también los muestra enfocados en una labor más compleja que hacer ruido con las guitarras: la búsqueda de sensaciones en el oyente. Tarea cuya extrema complejidad es proporcional a su nobleza.

Canciones como ‘El Precio del Encierro’ (con Gabriel Vigliensoni en los teclados), ‘Te Cedo Mi Dolor’ y ‘Partido en Dos’ muestran el interés del grupo en explorar los parajes más oscuros de la emotividad y asumirlos como parte de la misteriosa naturaleza humana, a la que “Crecer/Dolor” está completamente abocada. Además de la connotación personal del título, la reflexión sobre el desarrollo vital representa a cabalidad la experiencia de Cazar como ente: siete años de trabajo independiente y profesional que han tenido de dulce y agraz. Nadie dijo que sería fácil, pero –de seguir así- el camino se les hará cada vez menos empinado.

E-Men: El lado oscuro de la fuerza


Este viernes 14 de mayo, E-Men lanzará Eye, su segundo disco, en Club Velvet. Conversamos con Rodrigo Sáez, vocalista del dúo, sobre la demora de casi diez años de este álbum, producido por Sean Beavan (NIN, Marilyn Manson, Slayer). Además, te mostramos material en vivo de la banda, capturado por Darío Contreras en el Centro Arte Alameda, el pasado 21 de abril.


“El nombre viene de un concepto de fines de los noventa: el hombre electrónico, encargado del comercio y trabajo por internet. Al mismo tiempo que el e-mail, estaba el e-men. Aparte, coincide con que suena parecido a himen, que es algo súper frágil. También había un archivo de Windows 3.1 que se llamaba himen.sys y aparecía mientras cargabas el DOS”, explica Rodrigo Sáez. La mitad del dúo E-Men despliega, en pocas palabras, el profundo interés de su proyecto en la relación de la tecnología versus lo análogo. Un tema que manejan desde 1999, cuando comenzaron a dar sus primeros conciertos en lugares como El Sótano, Café Forestal y Bal Le Duc.


Eye es el título del segundo disco de esta sociedad, integrada además por el guitarrista y programador Daniel Cartes, como también es el fruto de casi una década de trabajo entrecortado, posterior a la aparición en 2001 de Maithuna, el debut del tándem. En todos estos años, ambos músicos ha mantenido abierta una puerta giratoria de integrantes y colaboradores, varios de ellos aparecidos en el camino de su frontman, publicista y gestor cultural de larga data. Las dos presencias más notorias en la placa son el productor Sean Beavan (NIN, Marilyn Manson, Slayer) y la actriz portuguesa María de Medeiros (conocida por su personaje como pareja de Bruce Willis, en Pulp Fiction de Quentin Tarantino).“Terminamos el álbum a mediados del año pasado, con la idea de tenerlo listo en la calle tipo noviembre o diciembre, al mismo tiempo que lo lanzamos en iTunes y Amazon. Justo yo me enfermé en una gira y no pudimos hacer nada, unos gringos me contagiaron una bacteria, tomando del mismo vaso en los camarines. Pasé un mes en cama, casi hago mi testamento, fue tan intenso que decidí no ver correos ni meterme a Facebook, porque sentía que podía hacer cualquier idiotez. Obligado a dejarlo para después”, cuenta Sáez sobre el pospuesto lanzamiento de este nuevo elepé.


E-Men casi no da conciertos, debido principalmente al ajetreo en las agendas de su núcleo y a que algunos de los invitados frecuentes al escenario ni siquiera viven en Chile. Su historia ha sido lenta, pero la calidad de su propuesta, hija bastarda de la electrónica oscura y el post-punk, compensa las demoras. Durante su factura, Eye requirió especial esmero a quienes se involucraron en él. “La primera mezcla nos gustó, pero no nos convenció. Ocurrió lo mismo con la segunda. Y la definitiva fue el 97 por ciento de lo que queríamos. Si nos poníamos a buscar ese 3 por ciento restante, íbamos a quedarnos esperando para siempre”, declara el vocalista.


Con su flamante álbum bajo el brazo, el dúo espera lograr la coordinación necesaria para alcanzar una continuidad que les permita darse a conocer en vivo y hacerle justicia a las horas de vuelo acumuladas. “Ahora queremos tocar ojalá una vez al mes, por lo menos, para promover nuestro trabajo. Estamos conscientes de que no es el lanzamiento del año, ni nada parecido. Lo tenemos claro, vivimos en Chile. La idea siempre ha sido tomar las cosas con calma. En un comienzo, queríamos sacar el disco al tiro, pero nos involucramos en montones de otros proyectos. Somos como un computador con miles de ventanas y programas abiertos”.


6.5.10

Hum - You'd Prefer An Astronaut (1995)

Hum estaban demasiado preocupados de las estrellas en el firmamento como para pensar en el éxito comercial. El cuarteto lanzó You’d Prefer An Astronaut en 1995; era su primer disco en una multinacional y el experimento resultó bastante bien: el single ‘Stars’ consiguió toda la figuración que merecía y que el grupo jamás tuvo con sus dos trabajos anteriores. Pese a recibir excelentes críticas, los otros cortes del álbum no contaron con la misma fortuna y sellaron la suerte de los norteamericanos, que fueron despedidos de RCA poco después de lanzar su entrega siguiente, Downward Is Heavenward de 1998. ¿Intrascendentes? Para nada, su influencia reposa en nombres que van desde Deftones hasta Japandroids.

Modular

Además de ser rubios, ¿qué tienen Kurt Cobain y Ladyhawke en común? La respuesta es Steve Pavlovic, el primer promotor musical que llevó a Nirvana de gira por Australia y el fundador de Modular Records, la disquera de la taquillera neozelandesa. En otras palabras, un tipo visionario, cuyos aciertos han sido incontables desde que instaurara su etiqueta en 1998. De no ser por él, quizás nos habríamos perdido los deslumbrantes debuts de The Avalanches, Wolfmother y Van She. Bandas que el propio Pavlovic ha descubierto y fichado, generando la reputación de innovador con la que goza el sello y la suficiente credibilidad como para que los oídos del mundo se vuelquen a Oceanía cada vez que Modular lanza un álbum. Además de músicos locales, su catálogo incluye la edición de Yeah Yeah Yeahs, Klaxons y MSTRKRFT, entre otros. De un tiempo a esta parte, el nombre de esta casa disquera se ha transformado en símil de grito y plata, aunque el 2007 reportaron pérdidas por casi seis millones de dólares. Sin embargo, la salida de las últimas placas de The Presets y Cut Copy, junto a la organización de agitadas fiestas (con invitados de DFA y Kitsuné Recordings) han demostrado que los ánimos siguen arriba. A fin de cuentas, las penas se pasan bailando.

Cazador

El sello nacional Cazador funciona desde el 31 de enero del 2008. Su nacimiento no pudo haber sido más austero, porque consistió en 20 copias artesanales de Ándate Cabrita, el álbum debut de Los Mil Jinetes. Cada una de ellas tenía una portada diferente, diseñadas todas por el músico Cristóbal Briceño y su novia, y fueron vendidas al módico precio de dos mil pesos, en una tocata en el Living del Centro Arte Alameda.
En ese momento, el también líder de Fother Muckers y el director audivisual Diego Sepúlveda se dieron cuenta de que, con un poco de convocatoria, bastaba para echar a andar una pequeña discográfica.

En algo más de dos años, la etiqueta ha logrado cortar la burocracia con la que habían lidiado antes, en Escarabajo, y establecer una pequeña empresa, donde poder controlar la distribución y tomar decisiones balanceando criterios mercantiles con artísticos. Venden los CDs que editan en las tocatas de los nombres que forman su catálogo, una paleta dinámica que se amplía con sumo cuidado viendo bandas en vivo y conociendo propuestas.

Así, han configurado un roster que incluye a Fother Muckers y Los Mil Jinetes, las dos apuestas de Cristóbal Briceño; Protistas, La Reina Morsa, Los Sudacas, Simón Cox (cantautor escindido de los disueltos Usuales) y también a TV Gamma, la primera banda que los busca -por su cuenta- para integrarse a la nómina de Cazador. Una discográfica que busca permanecer en la retina del público y no quedarse sólo en las buenas intenciones. La mediocridad no está en sus planes.

http://sellocazador.blogspot.com

Nick Calaveras: Los secretos del chef


En julio próximo, podremos degustar La Receta, el primer disco del productor Nick Calaveras. La placa promete ser una delicatessen hip-hop, preparada por manos expertas en la mixtura de sabores e ingredientes para seducir al paladar.

“Yo no llegué a la música, la música llegó a mí cuando chico”, afirma Nick Calaveras. Su biografía le da la razón. Hijo del actor Ángel Melloni, el productor creció con Illapu como amigos de la familia y la salsoteca El Tucán como negocio paterno, del que hizo uso para organizar fiestas de rap cuando apenas tenía 13 años. Era el Santiago de 1996, pre Tiro de Gracia, con la escena hip-hop santiaguina reunida cada sábado en Mapocho y flyers fotocopiados en hojas de oficio, dobladas la mayor cantidad de veces posible. Uno que otro fin de semana, el local quedaba cerrado, así que los clásicos de Rubén Blades y Willie Colón daban paso a Cypress Hill, Wu-Tang Clan, Rakim y N.W.A. en veladas underground de alta convocatoria, gracias al dato entre amigos.

Esas noches serían sólo el comienzo de una vorágine de historias que, en julio próximo, desembocarán en La Receta, primer largaduración en solitario de este beatmaker. Una placa que promete ser la culminación de un recorrido único e irrepetible, que ha incluido paradas con Florcita Motuda como profesor de guitarra, un grupo de colegio llamado Funk Club y Fatlip de The Pharcyde. “El 2001 me instalé en Miami, por asuntos personales, y ahí lo conocí. Fui a una tocata suya y el tipo estaba curadísimo, dando jugo, meó la cabina del DJ y lo querían echar. Pedía que no lo sacaran y terminó limpiando todo con una polera. Intercambiamos datos y me llamaron para producir algunos temas en Los Angeles. Yo nunca había estado allá y, viniendo de la escuela gangsta, fue como salir del colegio. Estuve dos semanas en las que, literalmente, dormía en el estudio. Hicimos un disco entero que finalmente nunca salió”, cuenta.

La estadía en Estados Unidos no lo mantuvo alejado de nuestro país. Vía Soulseek, Nick Calaveras conoció a Prospegto Arkano y Dadalú, el germen de Colectivo Etéreo, con quienes tocó en una de sus visitas a Santiago. Vivir en la cuna del hip-hop también le sirvió para darse cuenta de que, además del computador, los samplers y sintetizadores también eran sus aliados. Allá conoció al DJ Manuvers y estableció lazos en Counterflow Recordings que lo llevaron a editar canciones en Japón, nada mal para un productor al que todavía le faltaba lanzar su primer LP personal. De paso, estuvo involucrado en la venida de Fatlip en 2006, evento que lo tuvo varios meses en la capital, viviendo junto al fallecido Geoslide y DJ Pharuk.

El regreso definitivo de Melloni estuvo marcado por una convicción inamovible. “El primer nicho que me interesa es Chile. Acá encuentro elementos que en el resto del mundo se han perdido. El rap en general se ha convertido en algo tan netalemente comercial y sin espíritu, que yo me veo más reflejado en la escena de acá, aunque sea precaria y todos anden en micro, porque todavía existe el freestyle en la esquina y allá todo se trata de cadenas de oro y andar en BMW, que no es mi realidad”, explica. De regreso en tierra natal, perdió todos sus equipos luego de ser asaltado y tuvo que resetear su producción, recuperando algunas grabaciones en manos de amigos y resignándose a la pérdida definitiva de otras.

Apenas adquirió nueva indumentaria, se lanzó de lleno a tocar junto a Anzestro y Elefante Mecánico, además de realizar talleres de beats para niños en riesgo social. La dinámica de estar siempre en tránsito, conociendo gente y compartiendo experiencias le pagó en oro con tres fieles compañeros de aventura: DJ Vaskular, Leandro Muñoz de Leche y Roberto Cristi (encargado del arte), quienes han estado detrás de Calaveras en la preparación de La Receta. El álbum también incluirá las participaciones de Juan Sativo, Tea Time, Seo2, Sonido Ácido, Vitami, Rulo, Quique Neira, Roberto Márquez de Illapu, James Manuel de Zonora Point, Anzestro, Ceaese y Bufalo Dit, entre otros. “Cuando tú haces comida, tienes un montón de ingredientes. La combinación armónica de todos, más el hacerlo bien durante el proceso, es lo que da algo rico. Cada una de estas canciones y estas personas es un componente que, por sí solo, es exquisito. La mezcla de todo esto es lo que hizo el plato, que es el álbum; el chef soy yo y la receta es lo que le estoy entregando a la gente”, plantea.

La lista de invitados al disco ratifica el espíritu ecléctico y respetuoso hacia todo el espectro sonoro que promueve el beatmaker. “Cuando logras ver la foto grande, te das cuenta de que no existen tantas divisiones en la música, a mí me parece que sólo hay dos: buena y mala. Yo tengo que encontrar samples en otros estilos y manejaba la opción de meterme a buscar pedazos nomás o apreciar el valor artístico original. Es un reciclaje sónico. Lo mejor para mí era disfrutarlo. La primera escuela por la que pasé, para aprender a tocar guitarra, fue Jimmy Page, imagínate. Mi ensalada tiene muchos vegetales”, declara. El cover de ‘La Conquistada’ de Los Jaivas que incluirá en el venidero trabajo avala su discurso, como también la ideología que inspira su actuar. “El punk me enseñó que lo importante es el resultado, no el proceso. Este momento y esta energía deben quedar registrados ahora ya”.

Vapourboat - Lochness Lightness

Nicolás Carcavilla es un alma vieja en cuerpo adolescente. Como un error en el sistema, el santiaguino de 16 años debuta con Lochness Lightness y se desmarca por completo de los referentes tradicionales. El primer disco de Vapourboat es un ejercicio anacrónico de estilo, ideario y sentir; inspirado en el legendario Lago Ness y en los manuales de Leonard Cohen, Micah P. Hinson y Beirut, entre otros a los que agradece en los créditos. Junto a Felicia Morales, el cantautor se erige como un oasis en el desierto, absolutamente descontextualizado con respecto a su entorno. Pese a que las letras en inglés sean la piedra de tope para varios críticos, el aporte de esta placa es justamente existir acá en Chile, trayendo a colación nombres que amplían el espectro de referentes en el rock nacional. ¿Y las canciones? Hágase el favor de escucharlas, acá está uno de los seguros contendores al título de mejor álbum del 2010. No se hable más.

Los Punsetes - LP2

El 2008 irrumpieron con LP y ganaron de inmediato el corazón de la prensa española. Autogestionados, irreverentes y desprolijos, Los Punsetes se alzaron como un emblema del desencanto ante la adultez inminente y este año están de vuelta con un álbum que presenta cambios que podrían resultar engañosos. A diferencia de su trabajo anterior, ahora el quinteto cuenta con el apoyo de un sello y también de un productor (David Rodríguez, líder de los recomendables Beef), además de presentar una carátula mucho más colorida. Pero, aunque en LP2 suenan más nítidos, los ibéricos siguen siendo los mismos tipos capaces de armar un manifiesto en cada letra. Hablan sobre el desgano laboral (‘Dinero’), se mofan de las tendencias en ‘Estilo’ y encaran al mismísimo pop en ‘De Moda’ con la soltura de quien no le debe explicaciones a nadie y una Ariadna inspiradísima en su entrega vocal. Una delicatessen agridulce.

Deplasticoverde - Deplasticoverde EP

Un cerebro partido en dos. En el hemisferio izquierdo, vive Carolina Espinoza, una egresada de Física en la Universidad de Chile. En la semiesfera derecha, habita la cantautora Deplasticoverde, una vía de escape a la frialdad racional de la ciencia. Este EP homónimo, disponible para descarga gratuita en Extravaganza.cl, es su debut y uno de los primeros aciertos del incipiente netlabel Ponk. Influenciada por Gepinto y The Dodos, la oriunda de Buin desenvaina ocho estocadas de diferente profundidad, siempre en tono acústico. Canciones como ‘De Sangre’, ‘Falta’ o ‘Graduación’ se asemejan al ideario noventero de chicas con la emotividad a flor de piel, como Christina y los Subterráneos o lo primero de Javiera y Los Imposibles, más preocupadas de articular un clima emotivo que de las complejidades artísticas. Advertencia: mantener fuera del alcance de corazones rotos.

Miss Garrison - Tire y Empuje


La libido mueve al mundo, ya lo dijeron Freud y otros varios a los que ahora se suma Miss Garrison con Tire y Empuje, un debut que tiene como leitmotiv al sexo en su arista más viciosa. Al comienzo del álbum, los nacionales rayan la cancha de inmediato en ‘Tire’, la introducción a una opereta retorcida y protagonizada por la muñeca inflable que le da nombre al grupo. Ella está hecha de plástico, el otro ingrediente fundamental en el caótico universo de esta banda, encabezada por uno de los personajes nuevos más distintivos en la escena santiaguina: Fran Straube. Una frontwoman que canta y grita, pero también jadea y provoca cuando corresponde (como en el final de ‘Plastic Señorita’ o en la erotizada ‘Rocco Siffredi’). Pornografía en clave de cyberpunk tardío, pero alimentada con un recurso infinito: el morbo.

Esencia: Bailando en silencio



Llevan seis años funcionando, pero recién ahora editarán su primer disco. Esencia presenta la próxima semana su debut, Presencia. Un álbum cuyo lanzamiento ha sido pospuesto en reiteradas ocasiones, debido principalmente al afán perfeccionista del quinteto, encabezado por Rulo, nuestro entrevistado, y David Vásquez.


2004. Rulo ya estaba alejado de Los Tetas, donde fue bajista en la etapa de gloria del grupo, y se encontraba en la universidad cursando Literatura. El multiinstrumentista David Vásquez también se había distanciado de su anterior proyecto, Goda, donde fue batero. Ambos se conocieron estudiando armonía con el eximio profesor Jorge Díaz. Los dos primeros formaron Esencia y luego se les sumó su propio maestro, en la guitarra. Mucha agua bajo el puente ha pasado, hasta este año, pero su primer disco recién aparecerá la semana entrante, con el nombre de Presencia.


“Encuentro que tuvimos un problema para ser productores y cortar el queque. Pero éste fue un aprendizaje, quedamos curados de espanto, para la próxima vez definiremos un concepto. La haremos más corta: agruparemos canciones, las ensayaremos, las aprenderemos, grabaremos y sacaremos el disco de una. No nos vamos a demorar lo mismo”, explica David Eidelstein, alias Rulo. El álbum está siendo promocionado con el single ‘Momento’, una canción que habla sobre el profundo interés por el sonido negro y rico en matices del proyecto, que ahora opera en formato de quinteto.


Los otros miembros de la banda son el teclista Andrés Celis, el guitarrista (y también productor) Cristóbal Prezz y Cristián Latapiat, más conocido como Tiano Bless, en percusiones y coros. Una formación estable desde el año pasado. Aunque Jorge Díaz se alejó del grupo, todavía es considerado un integrante espiritual de Esencia y formó parte del extenso conjunto de músicos que participó en la grabación del disco. Un proceso que comenzó el 2006 con los fondos ganados en el concurso Luis Advis, de la SCD, que permitió financiar horas de estudio y la posterior mezcla, junto a Foex de Potoco Discos (el sello de Cómo Asesinar a Felipes y Ana Tijoux, entre otros).



Esa encarnación del álbum no convenció a la banda, quienes siguieron puliendo el material que tenían entre manos, consumidos por un afán de extremo perfeccionismo. “Para nosotros, el primer disco es el inicio de un proyecto y por eso mismo podríamos haber estado eternamente mejorándolo. Para lograr una fotografía del momento, hay que ponerse plazos y cumplirlos. De repente uno queda insatisfecho por un lado, pero satisfecho por otro, entonces esa energía hay que usarla en el segundo”, dice el bajista, que por su lado también está inmerso en la venidera salida del debut de FunkAttack, titulado El Ritmo.


“Teníamos Presencia muy postergado y en una oportunidad pensamos hacer otro nuevo. Pero entramos en razón, recapacitamos un poco nuestra locura de seguir cambiando y cambiando los temas. De cada canción tenemos como diez versiones. Creemos que es un buen momento para sacar el disco, antes no teníamos un grupo consolidado, ahora estamos con mucha motivación. Eso sí, apenas saquemos este álbum, queremos hacer el siguiente para aprovechar todo el talento que hay en Esencia”, cuenta Rulo. Además del debut, otro estreno está en la agenda del quinteto: www.esenciapresencia.com, el sitio web oficial del grupo, donde pretenden liberar su material y compartir las interpretaciones de su propio repertorio que no quedaron en la placa.


Puede haber diferentes lecturas para el catálogo de la banda, pero todas apuntan hacia un horizonte visible. “Nuestro interés es la black music, pero bien latina, con percusiones e instrumentos acústicos. Es la conexión entre África y Sudamérica. Tocamos para hacer bailar, con sabor, con un espíritu funky y harta riqueza. Queremos sonar cada vez más simples y usar al silencio como un recurso en nuestra propuesta. Lo bueno es que sabemos qué nos va a gustar, lo cachamos siempre, eso es súper entretenido”, afirma el bajista. La variedad en su impronta se presta para cumplir una de las metas que se han trazado: salir de Chile, tocar en festivalesy viajar a Brasil, cuna de muchas de sus influencias.


El menú de colaboradores en Presencia también es amplio y habla sobre el peso de los integrantes de Esencia en el medio. En los créditos figuran personajes como Pedro Foncea (De Kiruza), Juan Sativo, Solo Di Medina y Lautaro Quevedo (Jazzimodo), por nombrar sólo algunos. Músicos de larga data en su conexión a las ramificaciones del soul, jazz y funk, donde reposan los recursos primarios en el sonido del quinteto. Un manojo de instrumentistas inquietos y minuciosos, que pretenden plasmar prontamente en un video para ‘Momento’ su razón de ser y el principal mensaje en sus canciones: disfrutar de lo simple.

Moby - Movistar Arena [27.04.2010]



Foto por Anirudh Koul


Con guitarra eléctrica en mano, Moby luce como un anti rockstar. Demasiado frágil y amable para inspirar peligrosidad, el calvo neoyorquino es un peculiar frontman: toca poco y nada, canta menos aun y no resulta muy comunicativo, pese a que le dedica ‘Why Does My Heart Feel So Bad?’ a las víctimas del terremoto y habla en español con el público. Una audiencia de unas 7 mil personas, aunque el mismo compositor habló de 10 mil en una de sus intervenciones.


Sin embargo, el frío de la noche santiaguina no pudo entrar al Movistar Arena, porque el autor de Play junto a su banda de apoyo le prohibieron el paso, usando su efectivo formato de playback reforzado con correctos instrumentistas. Un agasajo de beats pregrabados y reproducidos a suficiente volumen como para hacer vibrar los cuerpos e incitar al baile en todo el recinto.


Los guiños de anoche a ‘Purple Haze’ de Jimi Hendrix (dos veces: una en ‘We Are All Made of Stars’ y otra en la épica interpretación de ‘Honey’) y ‘All Apologies’ de Nirvana (al comienzo de la coreada ‘Porcelain’) hablan sobre el tipo que la rompió hace once años haciendo electrónica con vocación rockera y sumo interés en el formato canción. De hecho, el eclecticismo fue la tónica de la velada, porque entre los parajes más bailables de su repertorio -como ‘Bodyrock’ o ‘Disco Lies’- asomaron covers de ‘Take a Walk on the Wild Side’ de Lou Reed y ‘Whole Lotta Love’ de Led Zeppelin.


Mención aparte merece la mujer que se roba la película: Joy Malcolm. La morena cantante tiene todo el desplante vocal y escénico que le falta al protagonista del recital, y por eso su talento es reconocido con la segunda participación más preponderante. Otro punto alto es la presencia de la tecladista Kelli Scarr, quien también se apodera de la atención un par de veces al tomar el mando y relegar a Melville a las percusiones o uno que otro paseo por el escenario, para alentar al público.


El resto de la banda (bajo, batería, violín) pasan mucho más desapercibidos en la mezcla de audio, que privilegia las pistas ya existentes, un detalle que poco importa cuando el show de una hora y veinte minutos culmina en clave de fiesta rave con ‘Feeling So Real’. Un corte del disco Everything is Wrong de 1994 que condensó la esencia e intención del recital: pasarlo bien. Misión lograda, Moby.