29.3.11

El mapamundi de Milton Mahan

Multidisciplinario de excepción, Milton Mahan es como un personaje escondido de videojuego. Su nombre, convertido en garantía de calidad, está escrito en algunos de los emprendimientos locales más atrayentes de la actualidad como músico, productor y director de videos.

En cuanto a música pop chilena, 2010 pasará a la historia como el año en que Cristián Heyne asesoró los álbumes de los artistas más aplaudidos: Javiera Mena, Gepe y Dënver. Los dos primeros, confirmaciones de talento; los últimos, una revelación a todas luces, pese a contar con una entrega anterior (Totoral de 2008). Y es en el dúo de San Felipe, que goza de su mejor pasar gracias al disco Música, Gramática, Gimnasia, donde milita el otro personaje clave de la temporada pasada del escenario independiente nacional: Milton Mahan.

La contraparte masculina de Mariana Montenegro en Dënver compartió labores de producción, junto a Heyne, en la reverenciada última placa del tándem. Un elepé en el que también compuso, trabajó en arreglos corales y mezcla, además de cantar y tocar guitarra y bajo. Liberado online a fines de octubre, vía Sello Cazador, el larga duración venía precedido por el video del single ‘Lo que quieras’ y ha coronado su notoriedad con el posterior clip de ‘Los Adolescentes’. Ambos, dirigidos por él y Bernardo Quesney (“porque no teníamos dinero”, reconoce), acumulan casi 300 mil vistas en YouTube. “Es una forma de continuar el imaginario de la canción desde el interior y no como una reinterpretación, que es como se suele hacer”.

Nada mal para un músico autodidacta y realizador audiovisual sin formación teórica, aunque reconoce haberse “colado en alguno que otro cursillo”. A los 12 años, Milton Mahan empezó a practicar guitarra comprando cancioneros y tuvo su primera banda cuando era un quinceañero. “Hacíamos un punk melódico bien simplecito, nos llamábamos Malkriados”, recuerda. De ahí en más, el sanfelipeño ha ido recolectando influencias y expresándolas en diversas iniciativas. Aparte del dúo con el que editó Música, Gramática, Gimnasia, el veinteañero músico juega en solitario bajo el nombre de Nueva Orleáns y también integra otro dueto, De Janeiros.

¿Por qué todas sus bandas tienen nombre de ciudad? “No lo sé, me di cuenta harto después de esa coincidencia, alguien me la dijo. No era la idea, buscaba sólo una intención fonética, ahora no deja de ser divertido eso porque todos creen que hay algo detrás de eso y me gusta esa relación con la mitificación y la mentira”, responde. Las disimilitudes afloran al revisar, por separado, cada uno de los grupos. “En Dënver comparto la composición con Mariana y en verdad es todo bastante formal, en el sentido de que son canciones pop de lo más tradicionales. Me demoro mucho en dar con esa sencillez pop, nada puede fallar, ni la letra ni la música, eso no quiere decir que sea infalible. Nueva Orleáns es al revés, me di cuenta de que sin tantas manías también salían canciones y que eran de otro tipo, a esas canciones les puse Nueva Orleáns. Ahora, nunca tengo claro si compongo para lo uno o para lo otro, eso se decide después. Y De Janeiros es un proyecto que comparto con Pablo Muñoz (de $990) y que está enfocado básicamente en la producción, quería olvidarme de las letras y tener un proyecto que buscase únicamente un sonido”, explica en detalle.

Para Milton Mahan, 2010 partió con la edición el mismísimo 1 de enero -a través del netlabel nacional Michita Rex- del disco Plateado de De Janeiros y las casi inmediatas comparaciones con Animal Collective, de parte de una prensa musical escasa de referencias para hablar sobre la propuesta del álbum. “No me parece que tengamos mucho en común, la principal diferencia, creo, que es que ellos son mucho más ‘sicodélicos’ y nosotros somos más ‘espaciales’. La verdad, nunca los tomamos como referencia a la hora de hacer los temas, pero el que crea eso, bien. De todas formas, son una gran banda”, declara. “Lo bueno es que con Pablo, además, producimos otros discos. Entonces entramos en una faceta que al menos a mí me encanta, trabajamos masterizando el último EP de María Perlita, ayudamos a los chicos de Michita Rex y ahora estamos full terminando de producir el LP de Fakuta”.

A los pocos meses de lanzar Plateado, el multidisciplinario artista estrenó el video para ‘Música y Discos’, un single bajo el nombre de Nueva Orleáns junto a Fakuta, mientras el clip del sencillo ‘Montreal’ de De Janeiros ya aparecía en blogs indie que se rendían a los pies de cualquier cosa que llevara el nombre y apellido del sanfelipeño. Beneplácito justificado en terreno, al que también cedió Manuel Elgueta (alias Maifersoni) quien le envió material vía MySpace para que lo revisara. “Yo sólo había oído de él por Super 45, pero no estaba mayormente interiorizado, me mandó unas maquetas de lo que estaba trabajando, me lo bajé, me encantó y le dije que nos juntáramos”. Así, los dos finiquitaron el disco Telar Deslizante, otro acierto de Milton Mahan como productor, su rol favorito. “Es el momento musical que más disfruto", confiesa.

Con las credenciales obtenidas, el veinteañero puede reírse tranquilo de cuando recién llegó a Santiago, después de haber congelado la carrera de Arte en Valparaíso, y del tiempo que pasó trabajando en un local de donuts (“me explotaban, pero era feliz porque comí tantas como había soñado toda mi vida”, cuenta). Asimismo, alista la edición en formato físico de Música, Gramática, Gimnasia de Dënver en España, por el sello Federación de Universos Pop. En tierra ibérica, el dúo es visto como plato fuerte del indie chileno, con menciones destacadas en los bullados artículos que el diario El País y el sitio Jenesaispop.com publicaron sobre el pop independiente criollo.

“Es fome que muchos medios locales sigan teniendo que esperar que venga el reconocimiento de afuera para poner atención en lo que se hace acá, me parece que hay mucha pereza en el medio periodístico, con algunas excepciones, claro”, opina Mahan, consultado al respecto. “Este buen momento lo vivimos trabajando mucho, ha implicado una logística bastante mayor a la que estábamos acostumbrados, así que ahí vamos agarrando el ritmo. No podría decir necesariamente que los buenos comentarios hagan de esto un negocio rentable, hace falta algo más. Sobre todo porque la escena es pequeña y en muchos lugares, como el mismo San Felipe, lo que hacemos sigue pareciendo demasiado extraño, pero ahí uno se las va ingeniando, creo que de eso se trata”.

Los Mac's: Mitos y leyendas

Fundaron el rock chileno, desaparecieron durante 40 años y hoy regresan con material nuevo. En vez de optar por el camino fácil del revival, Los Mac’s vuelven a apostar por lo más riesgoso, con la seguridad de que el tiempo siempre les ha dado la razón.

“Turn around, turn around, turn around / You may come full circle and be new here again”, dice el cantautor estadounidense Bill Callahan en ‘I’m new here’, un tema que firmó bajo el seudónimo Smog y que luego fue versionado por el veterano Gil Scott-Heron en su regreso a la música tras hundirse en el anonimato. Willy Morales, principal compositor del grupo Los Mac’s, ahora también podría hacerla suya. “Yo soy súper novato ahora, no conozco nada, estoy recién empezando”, afirma sonriente. 42 años después de haber lanzado su último disco (un álbum homónimo que la banda no recuerda con cariño), el grupo está presentando un nuevo trabajo, titulado apropiadamente “El tiempo es lo de menos”.

La carátula del CD, autoeditado a fines de 2010, muestra una ilustración del cuento de Rip Van Winkle; la clásica historia de un aldeano que toma una siesta de dos décadas en el bosque y que retoma su vida luego de despertarse. Aunque el letargo del ensamble duró el doble que el del ficticio personaje, la banda se sintió identificada con este lirón de fantasía, que abrió los ojos y quedó perplejo al notar los cambios del entorno, al igual que ellos. “Lo primero fue darnos cuenta de que ya no hay casas disqueras acá, lo único que vende es Américo. Aparte, cuando la banda se disolvió, Chile era del tercer mundo y ahora es de una especie de segundo mundo”.

A fines de 1968, Los Mac’s viajaron a Italia para instalarse y su periplo por la bota terminó con los cuatro miembros del grupo tomando caminos separados y perdiendo paulatinamente el contacto entre sí, excepto los hermanos Mac-Iver (Carlos y David), los fundadores del grupo. Los reencuentros previos a la reformación fueron escasos y esporádicos. Willy Morales cuenta: “En 1978 vine de visita a Chile y vi a nuestro ex manager, Andrés Morales, que me contó que los Mac-Iver estaban en Valparaíso, presentándose como Los Mac’s, en un local llamado La Gallina Clueca. Los fui a ver y daba pena, los acompañaban otros músicos y hacían covers de los ’60. Temas de Elvis, nada que ver. Y casi no había público”.

Esa noche, si bien no conversaron en detalle, Morales subió al escenario a improvisar con sus ex compañeros de batalla, pese a considerar un error que usaran el nombre de una banda que ya era parte del pasado y que según él sólo le pertenecía a los originales, disueltos luego de fracasar en Europa. En una entrevista con Gonzalo Planet, publicada en el libro “Se oyen los pasos”, el compositor asegura que “si tuviera que juntarme con Carlos, David y Eric (Franklin, el único ausente en este regreso) yo no haría a Los Mac’s, absolutamente. Cambio el nombre del grupo y hacemos otro tipo de música”. Hoy explica que sus palabras no fueron comprendidas del todo. “Lo que pasa es que cuando dije eso, los de la Nueva Ola estaban juntándose a hacer revival y mi punto es que yo no pensaba volver con nadie sólo para reproducir temas viejos”, aclara.

“Por eso no es tan raro que Los Mac’s hayamos regresado con un disco nuevo. Para hacer versiones de The Dave Clark Five o The Beatles, prefiero mi casa, con mis amigos. Tampoco nos interesan los tributos. Y tenemos material para otro álbum, canciones mejores que las que aparecen en “El Tiempo es lo de Menos””, adelanta con vehemencia. Sin embargo, antes de que se fraguara esta reencarnación, Willy Morales confiesa haber pasado por una sequía creativa como autor. Un bloqueo que llevaba cerca de cinco años sin permitirle producir alguna obra de calidad o que, al menos, reportara ingresos. Todo un dilema para alguien que basó su estadía en Europa en vivir de los derechos de autor, vendiéndole canciones a intérpretes del Viejo Continente. “Hay un tema famoso de Serrat, muy autobiográfico, que se llama ‘No hago otra cosa que pensar en ti’ y dice nada me gusta más que hacer canciones / pero hoy las musas han pasado de mí / andarán de vacaciones”. Eso mismo me estaba ocurriendo”.

Hasta que un día del año 2008, en su casa de Milán, Morales recibió una carta de puño y letra de David Mac-Iver. Contenía un poema y una sugerencia:“si te vuelve la locura, ponle música”. El texto estaba en inglés y fue una invitación para que el atribulado Willy se instalara en el piano. “Fue genial porque la dejé por varios días, todavía estaba bloqueado y no me venía nada a la cabeza… soy el peor crítico de mí mismo, cuando escribo cosas malas, las dejo y las borro porque no me importan. Pero, de repente, empezaron a salir las canciones, una detrás de otra”, cuenta. Finalmente, la letra fue traducida al español y se transformó en “La llamada”, la pista inaugural de “El tiempo es lo de menos”.

“Mi idea original era hacer una ópera rock sobre nosotros, pero David lo encontró muy pretencioso y tenía mucha razón, porque nos fuimos sin avisarle a nadie y ahora volvimos igual. Necesitamos encontrar al sujeto para hacer la obra, como “Evita”, “Jesucristo Superestrella” o “Tommy” de The Who. No podemos hacer algo conocido a nivel local, tiene que ser universal. Quedaron algunos temas de ese proyecto, en todo caso, como “La llamada”, que es nuestro reencuentro; ‘Fabula’, la idea de la partida a un mundo desconocido, Europa, y ‘El Viaje’ (canta la letra, “fue de pronto el viaje sin explicación”), que es cuando ya nos habíamos ido a Italia”, detalla el autor principal del álbum.

“El tiempo es lo de menos” es el resultado de un año y medio de trabajo, sólo interrumpido por el terremoto del 27 de febrero de 2010, entre cartas y visitas semanales de David Mac-Iver a la casa de Willy Morales. Carlos, el bajista, se integró cuando las labores se trasladaron al estudio La Casa de Ladrillo en Villa Alemana, donde la banda registró íntegramente el largaduración. En el álbum, conviven varias de las influencias que Los Mac’s fueron procesando en su tiempo distanciados, como Chet Baker (ver recuadro) en ‘Almost all the time’, el romanticismo italiano en ‘Otra poesía’ o el blues de Nueva Orleáns en ‘Lazy man blues’, inspirada en gran medida por Rip Van Winkle.

Conscientes de su propio legado, del que son herederos desde Santos Dumont hasta Los Bunkers, Los Mac’s no olvidan “Kaleidoscope Men” (1967), su obra cumbre. Considerado hoy el “Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band” nacional, el más famoso elepé de la banda comparte –premeditadamente- dos características con la flamante quinta entrega de la banda. Una es la inclusión de una pieza instrumental, porque así como hace 41 años editaron el clásico ‘El evangelio de la gente sola’, ahora lanzan ‘Pasaje a Rigel’; la otra es un tema (‘Lazy man blues’) de autoría compartida con Juan Mateo O’Brien de Los Vidrios Quebrados, otros seminales del rock chileno, autores del disco “Fictions”, que –en la lógica de las comparaciones- sería una suerte de “Pet Sounds” para “Kaleidoscope Men”, debido a su aparición previa y posterior influjo en el cuarteto de Valparaíso.

“Actualmente, hay temas de ese álbum en nuestros conciertos, porque nunca lo tocamos en vivo en su momento. Recién estamos haciéndole promoción ahora, con más de 40 años de atraso. Tuvimos que aprender de nuevo los acordes”, cuenta Willy Morales. El show del grupo en la última edición de Rockódromo fue un éxito, además de una oportunidad para ponerse al día con el pulso contemporáneo, viendo a gente joven sobre el escenario. “Las Lilits son sensacionales. Yo quiero que sean nuestras teloneras”, afirma el compositor. Para el reformado ensamble, la retroalimentación en vivo es un tema importante, porque el futuro de Los Mac’s ha vuelto a ser un libro abierto y el público, su tinta. Ellos, al menos, anhelan continuar. “No sé cuánto tiempo me quedo en Chile, eso está condicionado a cómo nos vaya. El 31 de mayo parto un mes a Italia, para llevar el disco y presentarlo allá. Pero tengo pasajes de ida y vuelta, yo sigo con la idea de hacer una ópera rock”.

SON RUMORES

Muchas anécdotas sobre Willy Morales y Los Mac’s han sido reproducidas una y otra vez por investigadores del rock chileno. Sin embargo, el músico aclara que la mayoría no son ciertas. Cuenta la leyenda que La Sangría, proyecto que formó con David Mac-Iver tras la disolución del grupo, teloneó a los Bee Gees en Italia. “Estábamos listos, pero nos tuvimos que ir de gira con (el cantante italiano) Gino Paoli, porque éramos su banda de acompañamiento, así que nunca alcanzamos a tocar con ellos”, desmiente.

“Otra historia es que soy pariente de Richard Wagner (famoso compositor docto alemán), por el lado de mi madre, pero ese apellido es tan común en Alemania que lo más seguro es que no estemos relacionados. Es una historia familiar. Después descubrí que sí éramos parientes de los Doggenweiler. La Karen no tiene idea”, explica risueño.

“Me da pena romper los mitos, pero ésa es la verdad. Ahora, hay cosas que sí hice, como tocar con Chet Baker (popular trompetista y cantante estadounidense). Al tipo lo conocí cuando recién había salido de la heroína, pero estaba prácticamente muerto en vida, se fue a Italia a tocar y llenó teatros, pero falleció a los pocos meses. También compartí escenario con Jacques Brel, Léo Ferré y Georges Moustaki (fundamentales músicos francófonos)”, cuenta con orgullo.

Voodoo Zombie: Culto pagano

Voodoo Zombie ya tiene lista la continuación de su debut homónimo de 2008, el disco se llama “Santa Muerte” y promete ampliar el imaginario del grupo con mejor producción musical y cero maquillaje.

Durante siglos, la Santa Muerte ha sido venerada en México, pese a innumerables intentos por erradicar su culto, que hasta el día de hoy es condenado por la Iglesia Católica, pero persiste con firmeza. Y durante los últimos cinco años, el grupo nacional Voodoo Zombie ha perseverado como bastión nacional de esa cruza de rockabilly con punk llamada psychobilly, más venerada en el extranjero que en Chile. Por eso, que el próximo disco de la banda se llame “Santa Muerte” tiene mucho sentido.

También es lógico luego de saber que Lucifer Rocker, el guitarrista del cuarteto, se crió en Panamá, donde la santería (como en toda Centroamérica) es una costumbre común y corriente. Con este bagaje, cuando la cantante Katona Katrina se disfrazó de la pagana deidad para una sesión de fotos, la idea de que ése debía ser el concepto del segundo álbum del ensamble tomó vuelo y se hizo canción.

‘Santa Muerte’ fue el primer tema que Voodoo Zombie escribió para su flamante disco, basándose en el mito carcelario de usar huesos humanos como fuente de energía, difundido en los países donde esta diosa concentra sus acólitos. Con esa nueva canción, el grupo se dio cuenta del primero de muchos cambios que acontecerían. “Partimos siendo psychobilly, pero ya éramos más una banda de rock que de un estilo definido, puede jugar en pro o en contra, pero nos dio más libertad al componer porque no nos encerró en un esquema”, afirman.

Cuando la banda alistó el repertorio para grabar, una vez más José Luis Corral de la disquería The Knife ofició como inversionista y apostó por una producción de alto vuelo. Un requisito que se cumplió con la llegada de Jorge Esteban como productor musical e ingeniero de sonido, quien aportó con su experiencia como asesor de una paleta de nombres que incluye desde The Ramones hasta Los Tres. Pero justo antes de grabar, el baterista Pelao Psycho anunció que abandonaba el proyecto. “Es complicado mantener el estilo de imagen, estaba saturado y decidió partir”, explica Lucifer Rocker.

Vinieron las audiciones para buscar la pieza faltante, hasta que apareció Don Mor Tis y el puzzle volvió a estar completo. En enero, el cuarteto entró a los estudios Dragonworks y la experiencia con su nuevo miembro fue positiva de inmediato. “Él nos dio frescura, antes tocaba un poco de punk rock y también cosas más metaleras, tiene otra escuela y se nota, es sólido. Que llegara fue un acierto que agradecemos. Al primer mes tenía todo el repertorio antiguo armado y al otro mes tenía las canciones del “Santa Muerte”. Y también grabó rapidísimo. Casi todo a la primera toma”, cuentan sobre la factura del álbum cuyo primer single es ‘Paramar’, un cover de Los Prisioneros.

Con el disco listo, y como si escasearan las novedades, Voodoo Zombie tomó una decisión: dejar de maquillarse. “Probamos salir al natural y no había gran diferencia porque ya tenemos una imagen potente. Era complicado, necesitas un camarín para hacerlo y no todos los locales tienen eso. Y demoraba 40 minutos por cada uno. No podíamos quedarnos pegados para siempre pintados de zombie. Ahora tenemos otro sonido y la imagen también debía cambiar. La temática de las canciones continúa: películas de terror, zombies, vampiros hombres lobo, eso sigue, pero el sonido es mucho más trabajado. Lo que queríamos era cumplir estándares internacionales, que no se notara diferencia entre el sonido de este disco y uno de Green Day, por ejemplo. Creemos que logramos lo que estábamos buscando”.

New York Dolls: De taco alto

New York Dolls presenta “Dancing Backward in High Heels”, su quinto disco en 40 años de carrera. Una historia discontinuada, pero esencial para lo que hoy conocemos como rock and roll.

¿Qué sería de ti sin los New York Dolls? Ese disco punk que te cambió la vida o ese peinado glam del que te ahora tal vez te avergüences (pero que luciste con orgullo) quizás no estarían en tu bitácora, de no ser por este quinteto norteamericano fundado en 1971. De sus ideas musicales y nociones sobre estética, buena parte de la escena de la Gran Manzana se nutrió mientras estaba en la incubadora, desde los Ramones hasta Blondie, pasando por Talking Heads. Influencia que cruzó el Atlántico, para llegar a Morrissey, confeso fanático que ayudó a orquestar el regreso del grupo a mediados de la década pasada.

A partir de ahí, y sin tres de los originales a bordo (los fallecidos Johnny Thunders, Jerry Nolan y Arthur Kane), New York Dolls cobró forma de leyenda viviente para continuar el legado del magnífico lustro en que estuvieron activos. Dos discos e incontables reverencias después, el combo que encabezan los eximios David Johansen y Sylvain Sylvain ignora los laureles y prefiere continuar despierto, consciente de que el tiempo es un bien escaso. “Dancing Backward in High Heels”, el quinto disco de los estadounidenses, es su más lozana razón de existir, pero también inicia la conmemoración de un nuevo cumpleaños.

El cuadragésimo aniversario de su nacimiento encuentra a la banda con el espíritu arriba. “Es un momento prolífico para nosotros. Como autor, siempre estás hacienda melodías, al menos una que quieras escuchar. Todavía me gusta componer. Según escucho salir las cosas, creo que es el álbum más creativo que New York Dolls, Dave y yo en particular, hayamos hecho jamás. Hemos trabajado con muchas personas grandiosas y no estoy intentando compararlo con versiones más tempranas de los Dolls, pero, en lo correspondiente a su escritura, estas canciones son las mejores que hemos lanzado”, asegura un ferviente Sylvain Sylvain, en una entrevista con Mick Burgess de Metal Express Radio.

“Dancing Backward in High Heels” fue grabado en Newcastle, Inglaterra, y producido por Jason Hill (frontman del grupo Louis XIV y colaborador, entre otros, de The Killers y David Bowie). Fan de los neoyorquinos desde muy joven, el músico y asesor del quinteto compartió codo a codo en las sesiones del disco, adentrándose en el imaginario de la placa y facilitando la decisión de Johansen y Sylvain de registrar los temas mediante equipos antiguos y técnicas vintage de ingeniería sonora. Una característica retro que no debe prestarse a confusiones: la banda omite las recreaciones del pasado, siempre en la medida de lo posible; incluso un miembro nuevo, como el guitarrista Frank Infante, tiene en su currículum haber fundado un mito de la talla de Blondie.

En el flamante quinto álbum de New York Dolls, desaparece parte del filo de “Cause I Sez So” (su entrega previa, de 2009) para dar paso a una búsqueda más concienzuda del fondo y la forma. A través de 11 cortes, “Dancing Backward in High Heels” tributa al estilo Phil Spector mientras gana aplausos gracias a la osadía mostrada por sus autores, quienes no dejan escapar el donaire. En una entrevista con el sitio irlandés State, Sylvain Sylvain expuso el secreto: “En el fondo, nuestra música sigue siendo una progresión de tres acordes y todavía estás cantándole a tu novia, o sobre tu novia, o intentando conseguir más novias”.

Eternally Missed: La gran familia



De las agrupaciones de fanáticos de Muse, son la más grande en Chile. Se reconocen como una fraternidad y sus actividades trascienden lo musical para convertirse en cuna de amistades. Todo alrededor de la obra del grupo al que esperan con brazos abiertos.

Los clubes de fans ya no quieren ser clubes de fans. Ahora son comunidades, según ellos. Es entendible, si consideramos que el concepto de fanatismo está más ligado al caos que a la organización, y que estos núcleos de seguidores intentan – por todos los medios- funcionar de manera ordenada y colectiva. Por eso, los miembros de Eternally Missed coinciden en imprimirle identidad familiar y fraterna a su gusto compartido por Muse, la pasión que los congrega en periódicas reuniones y actividades relacionadas a la banda.

Por estos días, la comunidad oficial del grupo británico en Chile sigue juntándose, sorteando los obstáculos de la época estival: las altas temperaturas y las vacaciones de algunos de sus integrantes. Y es que, como la unidad humilde que son, carecen de un centro físico de concentración y tienen que juntarse en puntos centrales de la capital porque todos vienen de distintas comunas. Desde ahí, parten a una plaza o donde sea que el ambiente resulte propicio, aunque a veces la cerveza también acompaña el final de una que otra asamblea.

Aunque “está claro que la vida no es sólo Muse”, como recalca Danny Arce (estudiante de Traducción Inglés – Español de 25 años, residente de Conchalí), todo en torno a Eternally Missed está motivado por la existencia del trío. Gracias a ellos se conocieron y cualquier consecuencia de sus acciones como organismo, que abarca desde campamentos (CampMuse, celebrado en enero) hasta partidos de fútbol, fue desencadenada por el momento clave en que, cada uno de ellos, descubrió a la banda.

Las historias son tan dispares como interesantes, cada una de ellas aporta datos sobre la clase de persona que conforma el grupo y configura una visión acerca de la personalidad de quienes son capaces de llevar al siguiente nivel su gusto musical. Para muchos de ellos, encontrarse con los liderados por Matt Bellamy fue un accidente del destino, pero un percance afortunado. Camila Lara (maipucina, 21 años), vicepresidenta de la comunidad, sufrió de amor a primera vista por el clip de ‘Sing For Absolution’, al que llegó buscando material de Placebo, en 2004. “Lo bajé y me fanaticé. Me gustaron por la potencia de la voz, estaba acostumbrada a otros tipos de cantantes, eso fue lo que más me atrajo. Y luego, sus videos musicales, que eran difíciles de descifrar y necesitaban dedicación o capacidad de análisis, eso también me gustó, que tuvieras que dar algo a cambio para seguir recibiendo”, recuerda.

Similar es el caso de María Alejandra Cuevas (22 años, Estudiante de Contador Auditor, de Santiago Centro), quien los descubrió el verano antes de entrar a tercero medio, gracias al mixtape de una amiga y a los singles ‘Time Is Running Out’ y ‘Bliss’. “Es medio cursi, pero sentí una conexión, como retortijones en la guata”, reconoce abiertamente. Pero no siempre es así, pese a saber de su existencia vía MTV y Rock & Pop Televisión, a Danny Arce le empezaron a llamar la atención recién a mediados de la década pasada por un artículo en el magazine Guitarrista.

Otros miembros de Eternally Missed llegaron gracias a la navegación por internet, a la película francesa “Alta Tensión” (en la que aparece el tema ‘New Born’ e incluso a través del libro de “Crepúsculo” como Katherine Cerda (futura profesora de Historia y Geografía de 21 años con domicilio en Renca). Independiente del medio, el impacto que causa el trío es el mismo. “Apenas lo descubrí, supe que era mi grupo predilecto, nunca había tenido bandas favoritas antes, escuchaba de todo un poco. Me di cuenta de que era fanática el día que me inscribí en Last FM y tenía más de 2500 reproducciones de ellos en menos de un año y eso era harto, sobre todo porque no escucho mucha música desde el PC”, comenta.

En persona

“De no haberlos conocido, no sé en qué estaría ahora, realmente”, confiesa Camila Lara. La importancia personal y emotiva de la comunidad es un tópico frecuente entre sus acólitos. “Hasta viejita me veo acá”, aventura la vicepresidenta. Entre rifas, fiestas (a las que Katherine Cerda se refiere cariñosamente como “MuseChelas”), reuniones, intercambio de material, asados, campamentos y partidos de fútbol, indudablemente se forman lazos de amistad que nacen y crecen desde el gusto compartido. Ni siquiera la distancia geográfica ha sido impedimento para estos seguidores del trío inglés, en cuya nómina también aparecen fieles que viven en provincias, al norte y sur del país, donde también crece la efervescencia en torno a Bellamy, Wolstenholme y Howard. Eso sí, María Paula Torres (20 años, estudiante de Periodismo en Temuco) señala a Santiago como punto neurálgico del fervor. “Un tiempo hubo sedes en distintas ciudades, pero la gente acá no prendía mucho, además de ser poca”, reconoce.

Incluso hay espacio para voces un tanto disidentes, como la de Francisco Uriona (estudiante de Ingeniería Comercial de Viña del Mar, de 25 años) quien aclara, en primer lugar, que Muse no es su grupo favorito y que siente que han perdido la magia de sus inicios. “Se quieren apoderar del mundo, ésa es una de las razones por las cuales no me agrada el estilo que están plasmando ahora, tanto musical como visual y comercial. No son los Muse de antes. Ojalá remonten la decadencia que han tenido en este tiempo, pero no lo creo”, sentencia. Cuando se trata de Eternally Missed, en todo caso, sólo hay palabras de aprecio. “La música siempre me ha presentado buenas personas”, asegura.

El incremento en popularidad que ha experimentado el trío británico es otro tema recurrente entre los afiliados a Eternally Missed. “Sus dos últimos discos (“Black Holes and Revelations” de 2006 y “The Resistance” de 2009) tienen harto pop y son digeribles hasta para mi abuelo que odia el rock”, comenta Katherine Cerda. Sara Vega (ñuñoína, 22 años, estudiante de Fotografía) complementa la idea expuesta, pero con ojo más crítico aun: “se han vendido en masa al mundo y le otorgan al mercado las cosas que quiere”. Sin embargo, de esa transacción, los fans chilenos de Muse también se han visto favorecidos, especialmente el sábado 26 de julio de 2008, cuando la banda debutó en suelo chileno, con un show a tablero vuelto en el Teatro Caupolicán.

Además del concierto, el grupo se dio el tiempo para compartir con sus seguidores, a través de una firma de autógrafos. “Fue el día más lindo de mi vida, me levanté temprano y fui a la firma de discos, tuve mucha suerte porque no iba a poder entrar según la numeración que había en la cola, pero cuando apareció Muse extrañamente todos salieron corriendo y me colé (risas) y nadie se dio cuenta, así que logré entrar. Nunca había estado tan nerviosa en mi vida, los saludé a todos y me firmaron el “HAARP”, fui muy feliz. Después un amigo me coló en el Caupo y entramos al concierto, quedé por la tercera fila, casi me desmayé de apretada, así que después de ‘New Born’ me tuve que ir hacia atrás. Vi todo la raja y lo pasé de maravillas, me reí, salté, lloré y conocí a ene gente que es mi amiga hasta hoy”, cuenta Katherine Cerda.

El golpe de gracia, para el corazón de afortunados 10 miembros de Eternally Missed, fue acceder a un meet and greet donde cumplieron el sueño de cualquier fan: conocer en carne y hueso a sus ídolos. “Tuve la suerte de estar incluido en esa decena de amigos que pudimos estar en el aftershow con los tres Muse en persona, muy buena onda, respondiendo preguntas y compartiendo con nosotros”, cuenta Danny Arce. Por su lado, Camila Lara aporta la anécdota: “Lo raro fue que, como es archisabido por los fans, a Matt se le entiende súper poco lo que dice, son necesarios los subtitulos (risas), aunque, por esas cosas de la vida, pude entenderle todo, pero realmente todo lo que dijo. Muy simpáticos los tres... loco, ¿verdad? Pero fue lo mejor que me ha pasado”.

Sobre la próxima venida de la agrupación, el 25 de marzo en el Estadio Nacional junto a U2, el consenso es abrumador. “Ya están grandes para ser teloneros”, dicen. El acople de los británicos a la gira de Bono y compañía despierta pasiones entre los integrantes de la gran familia chilena de Muse. “Pienso que son muy flojos y a la vez ambiciosos. Telonear a una de las bandas contemporáneas más populares en un show de estadio sin duda es tentador, aunque suene decepcionante para algunos fans”, sentencia María Paula Torres. “Aunque U2 no sea santo de mi devoción, es un combo impresionante: dos bandas de nivel mundial, con un sonido característico y una puesta en escena que quita el aliento”, modera Danny Arce.

Al cierre de esta edición, Eternally Missed seguía buscando hacer ver su descontento con la falta de un show únicamente del trío y la escasez de información acerca de cuánto durará la apertura del concierto de los irlandeses, a través de su sitio web (musechile.net). La vicepresidenta de la comunidad, Camila Lara, resume el sentir generalizado: “Me molesta no saber el tiempo del show, que aún no está definido. Es una incertidumbre terrible, con los contratos no se puede hacer nada. Para todos es una alegría tenerlos nuevamente por Chile, aunque sean los invitados de la fiesta. Obviamente todo fan quiere un recital propio, pero somos optimistas: sabemos que tarde o temprano volverán porque les encantó el público de Chile”.

U2 - Estadio Nacional (25.03.2011)


Aunque muchos espectadores llegaron para recrear el pasado propio y el de U2, lo primero que experimentaron fue como un salto en el tiempo: el trío inglés Muse tocando en el Estadio Nacional. La visión de una banda que, de seguir con el crecimiento continúo de popularidad que han evidenciado en los últimos años, probablemente llegue a ser plato de fondo en el coliseo de Ñuñoa más temprano que tarde. Credenciales tienen para conseguirlo, como expusieron en esta segunda venida –ahora en calidad de teloneros-, después de haber llenado el Teatro Caupolicán en 2008. Un debut sobre escenarios chilenos que ya estaba afianzado en una respetable base de seguidores, que se ha desarrollado hasta el punto de obtener cierta notoriedad, al menos en internet, reclamando sin éxito un show propio para sus favoritos.

Aquellos fanáticos de Muse que costearon la entrada única y exclusivamente para verlos, en esta segunda oportunidad, de seguro quedaron con gusto a poco después de sus 45 minutos sobre el escenario del recinto más importante de Chile. El grupo británico presentó ocho bien elegidas canciones, todas parte de su repertorio más popular (como ‘Starlight’, ‘Time is running out’ y ‘Uprising’), que sirvieron como una estupenda introducción hacia el segmento menos iniciado del público de U2. Y es que el cuarteto irlandés –en su tercera llegada- supo congregar en suelo patrio a una amplia gama de personas, que pudieron presenciar, antes del plato de fondo, a un estandarte de esta generación en su salsa: un recinto grande y lleno en el que entregar su consolidado espectáculo en directo.

Terminado el número de apertura, poco después de las 21:30 horas, U2 apareció en la imponente estructura diseñada para la gira 360º (¡que se veía desde afuera del estadio!) para invitarnos a ser parte de un baile coreografiado en cada uno de sus movimientos. Sin dar espacio a falla alguna, la banda partió con ‘Beautiful Day’ una jornada que cumpliría paso a paso con todos los requisitos necesarios para convertirse en memorable: un setlist basado en grandes éxitos y ejecutado con precisión clínica; además de los infaltables toques de teatralidad, tributo a íconos (Víctor Jara, Nelson Mandela, The Beatles), demagogia e incluso sentido del humor (con Bono cantando un trozo de la ochentera ‘I want to know what love is’ de Foreigner) que han transformado al ensamble dublinés en una institución con anexo propio en la historia del rock.

Las críticas hacia el grupo, especialmente al complejo mesiánico de su líder y a la mantención de un discurso social que apela a la igualdad -siendo estrellas de rock que llevan lujosas vidas y cobran altos precios- están absolutamente fundadas. Pero, al actuar bajo la lógica comercial, el cuarteto responde a la perfección como prestador de servicios a un cliente (el público) y cumple a cabalidad con el contrato establecido (la entrada), brindando un show que no tiene parangón en el orbe y que además posee un valor artístico cuya influencia se ha ido expandiendo con el paso de los años. No hay que esforzarse mucho para encontrar un poco de U2 en cada banda de estadio de los últimos 10 años, desde Radiohead y Coldplay hasta Arcade Fire, pasando por los propios Muse.

Así las cosas, y sin repetir ni equivocarse, el cuarteto irlandés desplegó en nuestro país todos y cada uno de sus trucos en un concierto bien adaptado a estos tiempos, en que la capacidad de asombro del público musical parece obtusa por culpa del exceso de estímulos disponibles. Como el tour 360º está hecho para impresionar, obliga al grupo a forzar sus posibilidades con tal de conseguirlo y las principales ganadoras de este afán fueron las más de 70 mil personas que llegaron a verlos. Para despertar lo más básico y primitivo de las personas (la emoción), los irlandeses apelan a un complejo entramado de trucos extramusicales que se van desarrollando en una serie de actos (sus propias canciones) que se suceden uno tras otro con diversos resultados que, en todo caso, van variando según la fuerza original de los temas. Un ejemplo fue el notorio bajón de revoluciones que es ‘Get on your boots’ ejecutada justo después de la clásica ‘I will follow’.

Para fortuna de todos, U2 sabe cuáles son sus puntos más fuertes y cómo usarlos para encubrir a los débiles. Echaron mano a pocos temas de sus últimos discos, menos afortunados para una gran arena (con la conversable excepción de ‘Elevation’ y ‘Vertigo’) que sus clásicos, pero la espectacularidad audiovisual aumentó sus créditos, al punto de sacudirle parte de la atrofia a un single anquilosado como ‘I’ll go crazy if I don’t go crazy tonight’. Y cuando acuden a su vasto catálogo de éxitos probados, que configuraron la base de sus más de dos horas de recital, los resultados son gloriosas postales de la categoría de un Estadio Nacional completo coreando ‘I still haven’t found what I’m looking for’ o la reacción opuesta: el silencio ante la interpretación de ‘One’. Es más, hubo tanto esmero puesto que ni siquiera bastó con desempolvar ‘One Tree Hill’ (un tributo a Víctor Jara del disco “Joshua Tree” que tocan poco en vivo), sino que lo hicieron con la cantautora Francisca Valenzuela como invitada especial. Cerca de la medianoche, después del segundo bis, el cuarteto se despidió de Chile dejando la sensación de que los únicos que podrían superar la vara impuesta son ellos mismos. Será para la próxima vez. O hasta que alguno de sus discípulos diga lo contrario.

MUSE

‘Plug In Baby’
‘Resistance’
‘Time Is Running Out’
‘United States Of Eurasia’
‘Uprising’
‘Starlight’
‘Stockholm Syndrome’
‘Knights of Cydonia’

U2

‘Beautiful Day’
‘I Will Follow’
‘Get On Your Boots’
‘Magnificent’
‘Mysterious Ways’
‘Elevation’
‘Until The End Of The World’
‘I Still Haven’t Found What I’m Looking For’
‘One Tree Hill’
‘Pride (In The Name Of Love)’
‘In A Little While’
‘Miss Sarajevo’
‘City Of Blinding Lights’
‘Vertigo’
‘I’ll Go Crazy If I Don’t Go Crazy Tonight’
‘Sunday Bloody Sunday’
‘Scarlet’
‘Walk On’
‘One’
‘Where The Streets Have No Name’
‘Hold Me, Thrill Me, Kiss Me, Kill Me’
‘With Or Without You’
‘Moment of Surrender’

Les Ondes Martenot - Ponk


“El viento es injusto, nunca sopla a mi favor”, canta la vocalista Alejandra Vaca en ‘Las cosas que no están’, la canción que cierra “Dos”, el segundo disco de Les Ondes Martenot. Han transcurrido casi siete años desde su debut homónimo y la banda ha pasado de tener nueve integrantes a ser un quinteto, pero el continuismo en su obra es apreciable desde el arranque de este nuevo lanzamiento. Música que sigue apelando a la belleza de lo orgánico y cándidas letras que no temen explorar en clichés para salirse con la suya.

Este nuevo álbum está compuesto –principalmente- de canciones que nacieron antes de que el grupo desapareciera del ojo público, luego de labrar prestigio como uno de los números rescatables de la ebullición indie santiaguina de mediados de la década pasada. La misma movida que hoy está en la mira de otros países hispanoparlantes, con Gepe y Javiera Mena como amos y señores, junto a una tropa de bandas y solistas criollos de improntas disímiles, aunque aunadas por una vocación pop en común.

Insertos en un contexto diferente al que los vio nacer, a Les Ondes Martenot continúa sobrándole encanto, gracias a la inmortalidad de su propuesta: pequeñas grandes canciones. Caparazones engañosos, encubridores de la verdadera profundidad de frases tan inofensivas en apariencia como “no quiero estar en las fotos que tomas porque, al final, cuesta tanto olvidarse” (cita de ‘Fotos’, uno de los buenos pasajes del disco) o “yo siempre voy a quererte, aunque te escondas de mí” (en la letra de“Abril”, el tema que abre fuego).

A pesar de que ciertos detalles técnicos, referentes al sonido del registro, empañan la fidelidad que merece un álbum como éste, “Dos” compensa las falencias con la contagiosa mansedumbre de sus nueve canciones. Piezas acústicas donde a los instrumentos más convencionales se puede sumar algún invitado con violín, acordeón, violonchelo e incluso una trompeta. Escrito en su mayoría por el guitarrista Rodrigo Hoyos, el segundo álbum de Les Ondes Martenot muestra que los de antes ya no son los mismos, pero que los años tampoco han logrado quitarles la ternura. Ni siquiera un poco.

Puedes bajar “Dos” de Les Ondes Martenot en este enlace.

Mixtape: Mujeres al poder

A propósito del Día de la Mujer, un tributo a ellas, las que hacen música. Este playlist es un homenaje al género femenino y a todo lo que representa, así como una oportunidad para escarbar en canciones que escapan de lo más obvio.

En este mixtape, encontrarás material muy viejo (incluso de la década del ’50) y otro no tanto. En el mejor de los casos, habrá datos nuevos para tu memoria y nombres que te gustaría investigar. La idea es simple: compartir contigo un rato de buenos temas.

La elección de cada track está justificada en pocas líneas, con algo de trivia que abarca asuntos tan amplios como tocar con Dave Grohl, ser referencia para Radiohead, actuar en la serie de Batman o inspirarse en Napoleon Dynamite.

Que lo disfrutes.

TRACKLIST

Shirley Ellis – The Clapping Song (1965)

Radiohead la cita directamente en ‘The Pyramid Song’ (Thom Yorke hace propia la frase “we all went to heaven in a little row boat”, tomada de esta canción).

Cannonball Jane – Take It To Fantastic (2007)

El mejor single de esta profesora básica de día y DJ de noche. Entre sus fans, Ad-Rock de Beastie Boys y Kathleen Hannah de Bikini Kill. La doble vida de los superhéroes.

El Perro del Mar – Say (2005)

Sofisticada y retro en el mejor sentido de cada palabra. Una joya del muy recomendable EP ‘You Gotta Give to Get’.

Laura Nyro – Sweet Blindness (1968)

De su autoría, pero más conocida en la versión del cuarteto vocal The 5th Dimension. La parte alegre de un cancionero que puede hacerte añicos el corazón.

The Dixie Cups – Iko Iko (1965)

Tema tradicional de Nueva Orleans, versionado por este trío compuesto de dos hermanas y una prima. Según ellas, no sabían que las estaban grabando mientras tocaban. Verdadero o falso, qué más da.

Blossom Dearie – Give Him the Ooh-La-La (1958)

Parte del precioso legado de Cole Porter y una absoluta oda a la coquetería que, en la elegante delicadeza de Dearie y su piano, cobra más vida que nunca.

Eartha Kitt – Let’s Misbehave (1994)

También de Cole Porter, favorita de Woody Allen y cantada, entre otros, por Elvis Costello. La mejor invitación posible a perder la compostura, en la voz de una Gatúbela de Batman en la serie de los ’60.

ESG – Hold Me Right (1991)

Trío de hermanas neyorquinas que son la influencia de tu influencia. Tony Wilson, el hombre que descubrió a Joy Division, las invitó personalmente a tocar en su club de Manchester, The Haçienda. Hoy las aman hipsters, raperos y punks por igual.

Lyn Christopher – Take Me with You (1973)

Sampleada hasta decir basta, incluida en su debut homónimo, que fue grabado en los estudios Electric Lady (fundados por Jimi Hendrix) e incluyó la colaboración de Gene Simmons de Kiss en varias canciones.

Syreeta – Baby Don’t You Let Me Lose This (1972)

La historia le debe una a esta mujer de voz perfecta, ex esposa de Stevie Wonder, quien –en sus años más brillantes- produjo personalmente el debut homónimo que incluye esta maravillosa canción. La mano se nota y para bien.

Minnie Riperton – Reasons (1974)

Otra ahijada de Stevie Wonder. Pocas podían cantar como ella, capaz de alcanzar unos agudos sobrehumanos y lucirse donde fuera, incluso en este single que las radios de soul de la época ignoraron, por considerarlo demasiado rockero.

Lizzy Mercier Descloux – Fire (1979)

Cover del influyente Arthur Brown, incluido en el excelente álbum “Press Colour” y transformado en vitamina para la pista de baile. Su intérprete formó parte del catálogo de ZE Records, uno de los sellos más nobles de la historia.

Lykke Li – I’m Good, I’m Gone (Black Kids remix) (2008)

Mezcla ganadora: una musa nórdica, una de las bandas más efervescentes del indie estadounidense y a bailar.

We’ve Got A Fuzzbox and We’re Gonna Use It – Love Is The Slug (1986)

Un hit en toda regla. Además de lucir como la versión humana de la serie animada “Jem” y de tener un nombre larguísimo, esta banda de féminas aparece en el mítico cassette C86, editado por NME.

Lydia Lunch – Atomic Bongos (1980)

Alumna de la escuela ZE Records. Admirada por Sonic Youth, Henry Rollins y Omar Rodríguez-López. Escucharla es aprender de dónde Karen O de los Yeah Yeah Yeahs sacó varios de sus trucos.

L7 – Fuel My Fire (1994)

De autoría compartida con el grupo australiano Cosmic Psychos, esta canción fue cubierta por Prodigy en su famosísimo disco “The Fat of the Land”, pero ninguna versión suena tan peligrosa como ésta.

Sleater-Kinney – Oh! (2002)

Feministas hasta la médula, fueron uno de los últimos bastiones de la movida riot grrrl. Este corte pertenece a “One Beat”, el penúltimo –y tal vez el mejor- de sus álbumes.

Juliette and the Licks – Sticky Honey (2006)

Con Dave Grohl en la batería, nada puede salir mal. Si agregamos a una estrella de cine convertida en fierecilla rockera, mejora más aún. Del disco “Four on the Floor”, grabado en su totalidad por el líder de Foo Fighters.

The Juliana Hatfield Three – This Is the Sound (1993)

Una mujer clave. Eterna colaboradora de Evan Dando, el sex symbol adolescente de la era grunge y líder de Lemoheads. “Become What You Are”, el disco que incluye esta canción, le valió un lugar propio en la nación alternativa de los ’90.

The Hussy’s – Napoleon (2006)

Inspirada en Napoleon Dynamite y dedicada a la gente menos cool, esta canción del grupo escocés The Hussy’s (con la adolescente y carismática Fili en la voz) bien podría haber sido un éxito radial.

Nikki and the Corvettes – You’re the One (1980)

Sólo una muestra de un maravilloso disco homónimo. Por algo las estadounidenses The Donnas, en el tema ‘Gimmie My Radio’, cantan “quiero ser como Nikki Corvette”.

Wanda Jackson – Honey Bop (1958)

Inolvidable sencillo de la reina del rockabilly. Amiga personal de Elvis Presley, quien se declaraba su admirador (al punto de ser su pareja durante un tiempo), ha sido versionada por Social Distortion y este año lanzó un disco producido por Jack White. Una verdadera maestra de maestras.


Radiohead: Tonto grave


Díganme tonto grave, chapado a la antigua o amargado, pero después de la salida de “The King of Limbs”, el último disco de Radiohead, le perdí respeto a varios medios musicales online que acostumbraba leer.

Apenas fue liberado el álbum, redactores de todo el mundo corrieron a escuchar el disco para comentarlo antes que el resto. Y yo me pregunto para qué. ¿Por qué preocuparse de ser el primero en contar el chiste, si lo importante es quién lo cuenta mejor?

Millones de personas escuchamos “The King of Limbs” casi al mismo tiempo, el viernes pasado (viernes 18 de febrero), todos con la misma expectación e interés, sorprendidos por el súbito anuncio de su edición y casi en shock cuando el estreno se adelantó un día.

Díganme tonto grave, pero creo haber digerido lo más posible el disco, tras haberlo repasado horas y horas seguidas sin parar (Radiohead es mi grupo favorito), y sin embargo, no me sentía capaz ni siquiera de leer una reseña de este álbum con resabios de evento social.

El problema es que -en menos de 24 horas- había decenas, cientos. Y se reproducen como Gremlins. Ahora, menos de una semana después del lanzamiento digital, es imposible llevar la cuenta.

Detractores y defensores. Acérrimos la mayoría, pocas opiniones tibias. Casi como un asunto de vida o muerte, críticos profesionales, semiprofesionales y amateurs de internet buscaban su propio veredicto, divagando ideas en voz alta, sin llegar jamás a puerto.

Sucumbieron ante la presión de voces alzándose en Twitter y Facebook, de esa gente a la que nunca viste antes hablando sobre una banda o esos melómanos 2.0 que creen que el conocimiento musical es una competencia. Nadie supo guardar silencio. “Sólo unos meses pa’ aprender a hablar, toda una vida pa’ aprender a callarte”, dice una canción que me gusta mucho.

Yo creo que a todos ellos, en el fondo, “The King of Limbs” les da lo mismo. La música les da lo mismo. Las canciones les dan lo mismo. Radiohead les da lo mismo. Lo único que quieren es tener unas cuantas visitas más en sus páginas para conseguir avisadores. Lo único que les interesa es parecer más inteligentes que el comentarista que está al lado.

Díganme tonto grave, pero para mí esa imagen publicada por los músicos ingleses -y que dice “Thank You For Waiting”- tiene una doble lectura, aplicable a esta situación tan absurda. Está bien, vivimos en una cultura donde manda la satisfacción instantánea y la inmediatez es alabada como un dios. No hay mucho que hacer al respecto. Mi reclamo es que el apuro no debería ganarle a la misión de generar valor en torno a la música. Por eso se agradece esperar.

Un disco necesita respirar, necesita un poco de la perspectiva que entregan los días. No hay que ser un genio para saberlo. Además, una de las características más encantadoras de Radiohead es que sus canciones crecen con el tiempo, una idea repetida hasta la saciedad y que, afortunadamente, se basa en un hecho: la banda podrá ser muchas cosas, menos efectista. Al menos, nunca al punto de la obviedad habitual.

“The King of Limbs” nació recién hace unos días. Tiene que aprender a caminar, a correr y a volar. No requiere años, sólo un tiempo prudente y revisiones que no sean superficiales, que no estén hechas pensando en qué frase puntiaguda decir después o en cuántos retwitteos o “Me Gusta” obtener. Eso da lo mismo.

Señores comentaristas, despegarse de la pantalla del computador y darle la máxima atención a los audífonos todavía no pasa de moda. Darse cuenta de los detalles, dejar que los temas reposen y entregarle cariño a un grupo aún es posible. Yo lo digo porque soy fan, pero también porque es un hecho que Radiohead tiene millones de seguidores y toda esa gente bien vale el esfuerzo de abordar lo mejor posible la obra del quinteto.

No importa lo que escriban después en sus reseñas sobre “The King of Limbs”, sean elogios o reproches, siempre y cuando las dejen efectivamente para después. Todavía no es el momento. Entiendan.

Insisto en que la actitud del fan siempre será mejor que la de quienes asumen una labor en la prensa musical como un oficio o pasatiempo cualquiera. De los oficios te jubilas y de los pasatiempos te aburres. El fanatismo se muere contigo.

Díganme tonto grave. Adelante. Estamos en confianza.

LCD Soundsystem - Teatro Caupolicán (27.02.2011)

Foto por Felipe Fontecilla

Otro 27 de febrero histórico, esta vez sin movimientos telúricos, era lo que auguraba la visita de LCD Soundsystem. Debut y despedida en Chile de un proyecto que el 2 de abril, en el Madison Square Garden de Nueva York, dará el último concierto de su carrera. Una década alimentada por James Murphy como ícono de la electrónica y del pulso de la Gran Manzana.

A través de su trabajo como fundador del sello DFA, músico y productor, el estadounidense abasteció pistas de baile de todo el orbe entre 2001 y 2011. Diez años en los que sus servicios fueron requeridos por personajes tan dispares como Britney Spears y Arcade Fire, hasta que tanta notoriedad terminó por cansarlo y hacerlo anunciar la disolución de la banda.

Con detalles de sobra para construir una gran historia de rocanrol y terminar convertido en mito, James Murphy subió al escenario del Teatro Caupolicán, cuando el resto de sus acompañantes ya estaban situados en la tarima. La salida del vocalista fue la coronación de un dream team cuya estancia, por sí sola, podía ser sinónimo de fiesta.

Enumerar al grupo y sus credenciales deja sin aliento, pero es un ejercicio necesario. Los músicos presentes eran Al Doyle (Hot Chip) en guitarra, bajo, teclado y percusión; Pat Mahoney (ex Les Savy Fav) en batería; Nancy Whang (The Juan MacLean) en teclados y coros; Tyler Pope (!!!) en bajo, teclados y guitarra, y Gavin Russom en coros y teclados (instrumento que diseña para UNKLE y el propio Murphy).

Semejante formación no podía hacer más que fulminar al público, que no alcanzó a llenar el recinto de San Diego, aunque sí resultó suficiente para que la parte inferior del teatro se convirtiera en una caldera bailable. Arriba, unos pocos espectadores (sólo había distinción entre palco y general) miraban desde las gradas cómo Murphy, el alquimista, convertía en oro su mezcla de Talking Heads, electropop y post-punk de galpón.

Con su concierto en nuestro país y la jineta de capitán en el brazo, LCD Soundsystem ocupó el puesto (vacío hasta ahora en Chile) de la mesa en la que también se sentaron visitas anteriores como Cut Copy, The Rapture, Klaxons y Hot Chip: la silla del padre.

La noche del 27 de febrero nos dio más de lo que podíamos pedir. Dos alusiones a Daft Punk (una remozada ‘Daft Punk is Playing at My House’ y la breve interpolación del single de los franceses, ‘Da Funk’); poderío explosivo (‘Dance Yrself Clean’), singles (‘Drunk Girls’, ‘I Can Change’) y la emoción del cierre con una inmensa ‘New York, I Love You but You’re Bringing Me Down’ y el vocalista convertido en un crooner de primera línea.

Aunque hubo menciones al término del grupo y a que su tiempo de vida corre en cuenta regresiva, LCD Soundsystem bajó del escenario rápidamente, sin lágrimas de cocodrilo o largas despedidas de cara al público. James Murphy se fue de la misma forma en que llegó: mirando siempre hacia adelante. Tal como los héroes construyen la historia.

20.3.11

Lollapalooza de la A a la Z

Convertido en sinónimo de fiesta, Lollapalooza aterriza en Chile en su primera versión fuera de Norteamérica, que promete ser el evento musical del año en nuestro país.

Lollapalooza fue concebido por Perry Farrell, vocalista de Jane’s Addiction, y otros colaboradores como la despedida oficial de la banda, que se realizaría a modo de tour itinerante en diversas ciudades de Estados Unidos. La idea de viajar y tocar en diferentes partes estaba motivada por la intención de marcar una diferencia con otros festivales (el esporádico y recordado Woodstock, por ejemplo). Desde el inicio, en la gestación de la mera idea, el evento buscó su propia identidad y la elección de su nombre fue el primer indicio de que todo alrededor de esta fiesta sería especial.

La palabra Lollapalooza, un arcaísmo (es decir, un término en desuso por su antigüedad) del inglés estadounidense, calzaba perfecto con el aura que sus creadores pensaban darle al evento. Su significado: “algo o alguien excepcional, fuera de serie”. Dicho y hecho, en julio de 1991, entonces, la primera edición del certamen se llevó a cabo con un cartel que hoy parece humilde, en comparación a la fastuosidad adquirida por la marca con el paso de los años.

De sólo dos escenarios -el más pequeño con apenas un número- constó la versión inaugural del festival, encabezada por los propios Jane’s Adciction en plan de despedida. Entre los otros nueve invitados, destacaban los señeros Siouxsie and the Banshees, unos jóvenes aún Nine Inch Nails y otras figuras en buena forma como Living Colour y Violent Femmes. Fue en el proceso de hacerle promoción a esta caravana rockera que Farrell acuñó el concepto que marcaría por siempre a Lollapalooza: “nación alternativa”

Sabiamente, el músico supo concentrar el etos de la juventud a la que apuntaba y logró hacerla sentir integrada, parte de algo especial. El planeta entero estaba presenciando el auge del rock alternativo como una propuesta contracultural y sincera frente a la estética oficializada del momento, que consideraba demasiado plástico todo lo ocurrido a nivel popular durante los ’80. Así, Lollapalooza se transformó en sinónimo y emblema de esa generación de personas que veía un dios en Kurt Cobain y que necesitaba ser acogida.

Con un crecimiento exponencial, en la medida en que lo alternativo se iba popularizando, la creación de Farrell volvió a la carga sucesivamente entre 1992 y 1997. Sobre su escenario podían pasar platos fuertes de la categoría de Pearl Jam (en su mejor momento, tras editar el mítico Ten), Red Hot Chili Peppers (con “Blood Sugar Sex Magik” bajo el brazo) y otros como Rage Against The Machine, Beastie Boys o Green Day. Todos en el pináculo de sus carreras, mezclando éxito de crítica con ventas multimillonarias.

Pero Lollapalooza, además, siempre consideró a bandas y solistas menos masivos en su cartel, para seguir concentrando el zeitgeist de la llamada Generación X. Por ejemplo –y sólo por nombrar algunos-, en 1992 tocó Café Tacuba; en 1993, Unrest; en 1994; Stereolab y en 1995, Hum. Ninguno de ellos tuvo jamás estatus de superestrella en Estados Unidos, pero todos eran fieles representantes de lo que el certamen proponía: calidad artística, ambiente agradable y la posibilidad de vivir una experiencia que de seguro sería parte de la historia años más tarde.

Junto a la música, el festival supo incorporar otras ramas relacionadas –de una u otra forma- con la ideología alternativa que intentaba representar y los intereses del público que acudía en masa a cada una de sus jornadas. Así, aparte de los grupos y músicos en solitario, la gran fiesta abrió sus puertas a decenas de actividades paralelas como stands de grupos medioambientalistas, tatuadores, espectáculos circenses, debates políticos y hasta lucha libre. Un esfuerzo mancomunado por ser inclusivos y capturar de la mejor forma posible el aura de una época cuyo esplendor fue corto, pero intenso.

Al primer atisbo de desgaste de este imaginario, el fallecimiento de Kurt Cobain en 1994 (año en que Nirvana estaba pactado como plato de fondo), Lollapalooza se manifestó invitando a la viuda Courtney Love al escenario durante varias ocasiones. Fue la cruza entre el éxodo de los fundadores de lo alternativo y la llegada a raudales de personas que se enteraban de este mundo –cada vez menos paralelo- mediante medios oficiales. Luego vendría la polémica inclusión de Metallica en 1996 (considerados muy mainstream por los fundamentalistas) y una edición 1997 cargada a la electrónica y el rap (protagonizada por The Prodigy, Orbital, Tricky, Snoop Dogg y los hermanos Julian y Damian Marley). Crónica de una muerte anunciada para el certamen, que ese mismo 1997 desapareció al igual que el rock alternativo.

Seis años después, un intento por revivir Lollapalooza se llevó a cabo sin mucho éxito comercial y un plantel que evidenciaba el cambio de los tiempos. Quizás demasiado. Estaban en el escenario principal Jane’s Addiction (en su tercera encarnación), Audioslave (ex Rage Against The Machine con un ex Soundgarden), Queens of the Stone Age (con un ex Kyuss a la cabeza) y A Perfect Circle (liderados por un miembro de Tool), entre otros. Para el año siguiente, 2004, la venta de entradas resultó tan baja que el evento fue cancelado.

Sin embargo, la inventiva de Perry Farrell reformuló su querida creación como un festival a realizarse en un lugar único: Chicago. Un éxito inmediato, que vio cómo resurgía el interés del público en Lollapalooza, convertido ahora en un magnífico evento con cinco escenarios y otro extra (Kidzapalooza) pensado en los hijos de los asistentes. Ahora, los miembros de la Generación X se encontraban cara a cara con sus descendientes, más eclécticos y asociados a otra palabra: indie. En 2004, Dinosaur Jr. convivía en el mismo cartel con Arcade Fire, y casos similares han venido ocurriendo desde aquel regreso hasta ahora. En su última edición, Lollapalooza se amplió a siete stages –sin contar la tarima infantil- en tres días de actividad que contemplaron la aparición de Lady Gaga, MGMT, Social Distortion y Devo, entre muchísimos otros.

Ya convertido en una institución, el certamen anunció en 2010 su expansión internacional, con Chile como parada número 1. Farrell estuvo en nuestro país durante el festival Maquinaria de octubre pasado, tomando nota sobre la aptitud del país como anfitrión para un suceso de categoría y calidad mundial. Un examen del que salimos airosos, porque el premio es esta primera versión de Lollapalooza realizada afuera de Norteamérica (sin contar a Canadá, país al que -por cercanía- llegaba el espectáculo en su época itinerante). Por fin, después de años de observar con envidia, somos parte del circuito de shows de este tipo, que ven en suelo patrio una tierra llena de promesas.

SÁBADO 2 DE ABRIL

ESCENARIO COCA-COLA ZERO

FRANCISCA VALENZUELA

(12:00 a 12:45)

Avalada por el inusitado –en estos tiempos- éxito discográfico de su debut, “Muérdete La Lengua” de 2007, y todos los hits radiales que produjo (‘Afortunada’, ‘Dulce’ y el tema homónimo del álbum) Francisca Valenzuela será una de las encargadas de abrir los fuegos en Lollapalooza. Figura nacional destacada en el extranjero como embajadora del nuevo pop chileno, la solista no sólo se valdrá de éxitos probados para su paso en Lollapalooza, sino que además promete mostrar las canciones de su flamante segunda placa, “Buen Soldado”. El reciente largaduración de Valenzuela le ha valido comparaciones con Julieta Venegas, por la calidad de sus composiciones, y ha expandido los horizontes de la cantautora quien, además de ser una figura juvenil icónica en Chile (U2 la invitó a su show en el Estadio Nacional), muestra que es capaz de tratar otros tópicos, fuera del amor y el despecho de su ópera prima. Ahora, la chilena amplía sus temáticas para hablar sobre envejecer o dedicarle un tema a Salvador Allende. Una muestra más –como si hicieran falta- de que posee los argumentos necesarios para justificar ser considerada en el cartel del festival, en su primera edición en Santiago.

STEEL PULSE

(13:45 a 14:45)

A falta de masividad, los británicos Steel Pulse ofrecen experiencia al por mayor y un culto fiel en el nicho del reggae. 36 años de carrera son la máxima credencial que ostenta esta verdadera institución del sonido jamaiquino, que cuenta con 11 discos de estudio (el último de ellos, “African Holocaust”, fue editado en 2004), decenas de apariciones en compilados y un historial de soporte incondicional a causas sociales como la lucha contra la discriminación racial o -más recientemente- la mejora de las condiciones vitales en Haití. La presentación del grupo en Lollapalooza será un desfile de conciencia, vibración y buena música de parte de sus eximios integrantes.

JAMES

(16:00 a 17:15)

Que hayan sonado en los ’90 en radios chilenas, hasta el cansancio, con sus hits ‘Say Something’ y ‘She’s a Star’, sólo para después perderse del radar masivo no quiere decir que James sea una banda de poco repertorio o un plato liviano de Lollapalooza. El grupo británico, con 29 años de carrera (aunque un paréntesis entre 2001 y 2007) acumula méritos de sobra para subirse a cualquier escenario del mundo. Y no llegan mirando por el espejo retrovisor, sino con el brío que entrega contar con nuevo material: los minidiscos ‘The Night Before’ y ‘The Morning After’, ambos aparecidos el año pasado. Otros diez álbumes y lanzamientos varios avalan que hay currículum y motivos de sobra para no perderse su show.

THE NATIONAL

(18:15 a 19:30)

El mito dice que las bandas foráneas nunca –o muy pocas veces- llegan en su mejor momento a Chile, pero The National viene a Lollapalooza a descuartizar esa creencia. Con la salida en 2010 de “High Violet (su quinto álbum”), la banda estadounidense confirmó su estatus como uno de los grupos que mejor ha sabido combinar excelente crítica con lucrativos resultados comerciales. Debutaron en el tercer lugar de la lista principal de Billboard, mientras toda la prensa (desde BBC hasta Pitchfork) se rendía a sus pies. Con casi medio millón de copias vendidas de su última entrega, The National estará por primera vez en Santiago para coronar su período más exitoso en 12 años de carrera.

THE KILLERS

(21:00 a 23:00)

La presencia de The Killers en Lollapalooza es histórica, no porque sea la primera venida del grupo (han estado antes acá, en noviembre de 2007 y en el mismo mes de 2009), sino porque la banda de Las Vegas eligió volver a los escenarios en Chile. A comienzos del año pasado, el cuarteto estadounidense optó por tomar un descanso, tras la racha ininterrumpida de éxitos que significó la edición de sus tres primeros álbumes: “Hot Fuss” (2004), “Sam’s Town” (2006) y “Day and Age” (2008). Una tripleta de la que se desprendieron sencillos de alta rotación en medios, desde el inicial ‘Somebody Told Me’ hasta ‘The World We Live In’, pasando por neoclásicos como ‘Mr. Brightside’ y ‘When You Were Young’. El arrollador éxito del grupo, que superó las 15 millones de copias vendidas pese a la crisis en la industria disquera, fue comprobado en terreno durante sus dos visitas anteriores, en las que el público nacional se rindió a sus pies. En gran medida, la especial devoción de los fans chilenos fue una razón que motivó esta tercera visita, que encuentra a la banda en buen pie, con el cantante Brandon Flowers desarrollado también como solista (editó en septiembre pasado su ópera prima en solitario, “Flamingo”) y el batero Ronnie Vanucci Jr. siguiéndole los pasos. De hecho, en los días previos a la visita, fue reportada la estadía del percusionista en Londres, dándole forma a su primer disco personal. Si bien The Killers no llegan a Santiago con repertorio nuevo, sí vienen con un show lleno de éxitos probados, que dejan patente su estatus de ídolos generacionales, y la experiencia de tres giras planetarias (una para cada lanzamiento) que fueron un éxito de taquilla. Y ahora, luego de haber pasado un año sabático, los cuatro miembros del ensamble del estado de Nevada se reencuentran sobre el escenario de Lollapalooza, en su primera edición chilena. Una reunión que es un evento en sí mismo.

ESCENARIO CLARO

LOS BUNKERS

(12:45 a 13:45)

Convertidos prácticamente en un número internacional, Los Bunkers tocan en Lollapalooza como antesala a su viaje a Estados Unidos. En el país norteamericano, el quinteto chileno se presentará en el festival Coachella, uno de los más famosos e importantes del mundo, en el que también estarán Kanye West, Cold War Kids y Cansei de Ser Sexy, entre otros. La banda es la única agrupación chilena presente en aquel certamen y acá son uno de los platos inaugurales de la versión nacional del evento creado por Perry Farrell. Con una discografía iniciada en 2001 con la edición de su debut homónimo y otros cinco álbumes a su haber, el conjunto penquista posee una de las carreras más sólidas que el rock criollo recuerda en la última década, marcada por una constante profesionalización y por su éxodo a México, donde sentaron residencia fija. En su última entrega, “Música Libre” de 2010, producida por Emmanuel del Real (más conocido como Meme y parte de Café Tacuba), los penquistas rinden tributo al trovador cubano Silvio Rodríguez y reivindican su figura como bastión del imaginario popular. Atrás quedaron las comparaciones con Los Tres, hoy Los Bunkers sólo se miden al mirarse al espejo y lo que ven es, desde ya, parte imborrable de la historia del rock chileno.

CYPRESS HILL

(14:45 a 16:00)

Emblema del hip-hop de los ’90, Cypress Hill es una de las bandas más famosas y respetadas del género, desde su formación en 1988. Dignos de aplauso por su resiliencia férrea, el grupo ha sabido reinventarse desde su inicial –e imprescindible- placa homónima hasta el reciente “Rise Up” de 2010, con colaboraciones de Tom Morello (guitarrista de Rage Against The Machine), Mike Shinoda (Linkin Park) y hasta Pitbull y Marc Anthony. Entre medio, varios singles exitosos (como los clásicos ‘Insane in the Brain’ o ‘Tequila Sunrise’), flirteos con el aggrometal e incluso un álbum en el que se atrevieron a rapear en español, pese a no dominar por completo el idioma. Síntomas de un coraje que los miembros del cuarteto piensan mostrarnos cuando suban al escenario de Lollapalooza en su primera jornada.

BEN HARPER

(17:15 a 18:15)

Favorito de los surfistas, tal como su amigo personal Jack Johnson, Ben Harper es uno de esos músicos que genera seguimiento por donde sea que pasen sus canciones y que tiene público en cualquier parte del mundo. Su impronta amable, voz privilegiada y estilo relajado han sido sus marcas de fábrica desde que comenzó a editar discos en 1992, con “Pleasure and Pain”. Además de sus éxitos como solista (giras extensas, buenos resultados comerciales y reconocimiento mundial), ha labrado prestigio como versátil colaborador de Pearl Jam, la brasileña Vanessa Da Mata y los sobrevivientes de INXS. Su última sociedad se llama “Fistful of Mercy”, un trío junto a Dhani Harrison (hijo del mismísimo George) y Joseph Arthur, ahijado artístico de Peter Gabriel.

DEFTONES

(19:30 a 21:00)

Deftones son la última y más actualizada definición de eso que llamamos segundo aire. Desalentados desde el accidente automovilístico que dejó a Chi Cheng, su bajista fundador –y entrañable amigo personal-, en un estado de coma del que aún no se recupera, los restantes miembros del grupo estadounidense estuvieron a un paso de tocar fondo. Cuando aquella lamentable eventualidad (ocurrida en noviembre de 2008) tocó a su puerta, la banda estaba en pleno proceso de avance en “Eros”, el que sería su eventual nuevo lanzamiento y el sucesor de “Saturday Night Wrist” de 2006. Todo quedó detenido desde el punto de inflexión que significó un miembro menos, la guinda de la torta en un ambiente que ya estaba enrarecido por el divorcio del cantante Chino Moreno y que probablemente daría como resultado un disco transicional. Sin embargo, con la inclusión –todavía no oficializada como permanente- del bajista Sergio Vega (miembro de los recordados neoyorquinos Quicksand y cercano al grupo), Deftones volvió a cobrar vida. Con un músico invitado, pero Chi Cheng en sus corazones, los de Sacramento grabaron “Diamond Eyes”, un sexto disco que entró directo a la pelea como el mejor de su catálogo, junto al esencial “White Pony” de 2000 o el debut “Adrenaline” de 1995. Producida por Nick Raskulinecz, asesor de Foo Fighters, Rush, Marilyn Manson y Danzig (entre muchos otros) y sindicada como uno de los mejores lanzamientos del año pasado, la placa es –en efecto- el segundo aire de Deftones. Y también, por qué no, el inicio de su reconocimiento como una verdadera institución. Lo que tendremos la oportunidad de presenciar en Lollapalooza es, a todas luces, un show para atesorar en la memoria.

ESCENARIO TECH (TEATRO LA CÚPULA)

DEVIL PRESLEY

(12:00 a 12:30)

“Hellrock” (1999), “Lo Errázuriz Tornados” (2003) y “Round 3” (2007) fueron los discos que sentaron el precedente y la advertencia: cuidado con Devil Presley porque esta banda, de verdad, es peligrosa. La aparición el año pasado del álbum “Relámpago” sólo le echó leña a la hoguera de estos santiaguinos que, enfundados en sus guitarras y en ráfagas de actitud desafiante, comprobaron que no sólo pueden sonar como unos Hellacopters chilenos, sino que también dominan la experticia necesaria para forjar canciones que se adhieren al recuerdo y que bien podrían ser himnos de una barra brava. Consentido en medios especializados en rock, el cuarteto ha sido pasado por alto por una prensa musical que todavía le teme a la dureza de una postura que, finalmente, es cien por ciento autenticidad e integridad artística. Fieles a su discurso, que no hace concesiones con nadie, Devil Presley ganaron el derecho a tocar en Lollapalooza en un concurso organizado por la plataforma Rockaxis, en el que vencieron a otros grupos a base de potencia y calidad a toda prueba. “Si te vendes a cosas que sabes que no están bien, la chispa te abandonará y te dejará bien solo, como le pasó a Metallica o a Maiden, que se han podrido después de ser bandas increíbles. Hay que ser siempre consecuentes”, aseguran.

ASTRO

(12:45 a 13:15)

Desde su aparición, a fines de 2009, el grupo Astro no ha hecho más que generar comentarios por donde sea que pase. Dicen que no existe la mala prensa y ellos podrían ser un ejemplo de esta máxima, porque -entre tanta retroalimentación- más de alguna estocada recibieron por su extremo parecido a MGMT (los acusaron de ser meras copias del dúo estadounidense) e incluso por su origen social supuestamente privilegiado. Pero acá están, en Lollapalooza Chile, considerados como una de las cartas más exportables del creciente menú que ofrece el pop chileno. Y no es mera especulación. “Le Disc De Astrou”, su EP debut (liberado online en primera instancia), fue editado en formato físico –y de lujo- primero en México y meses después apareció en nuestro país, gracias a una alianza entre Discos Tue Tue y Discos Río Bueno, etiquetas nacionales a considerar en el actual panorama criollo. Los resultados pueden ser chequeados en terreno, cuando la banda toca en vivo y llena (incluso con gente que corea sus canciones, pegajosas hasta decir basta) o en Google, donde es fácil encontrar las elogiosas reseñas que los nacionales cosechan en el extranjero. Mientras esperamos la anticipada salida de su primer largaduración, Astro nos mostrará adelantos del material, así como también repertorio ya conocido, en su presentación en el importado certamen.

DËNVER

(13:30 a 14:00)

Fueron la sorpresa chilena de 2010 y todavía están viviendo los efectos de su alzamiento como figuras importantes del indie local. Dënver, dúo de San Felipe formado por Milton Mahan y Mariana Montenegro, ex novios (así como The White Stripes chilensis en clave pop) que decidieron no abandonar su unión creativa y viajar a Santiago para probar suerte. Con ella como estudiante y él como vendedor de donuts en un local, editaron su debut “Totoral” (2008, mediante la desaparecida etiqueta Neurotyka) e inmediatamente ganaron reacciones ante su impronta dulce, influenciada por el catálogo del sello español Elefant Records (acústico, voz femenina y otra serie de rasgos en común) y fueron teloneros en la visita del sueco José González. Sin embargo, fue a fines del año pasado cuando la pareja dio el golpe de gracia con la liberación a través de internet del disco “Música, Gramática, Gimnasia”, bajo el alero de Sello Cazador. Producido por el Rey Midas criollo, Cristián Heyne, el mismo que asesoró “Mena” de Javiera Mena y “Audiovisión” de Gepe y que acumula un respetable prontuario de éxitos previos, el álbum se tomó toda la blogósfera melómana como tema obligatorio de análisis y después disparó su prestigio hacia el extranjero. Estrellas en proceso de construcción como embajadores de Chile en Lollapalooza.

ANA TIJOUX

(14:15 a 15:00)

La reina madre del hip-hop chileno no podía estar ausente en Lollapalooza o su nombre hubiera penado cada vez que un nacional subiera al escenario. Así de simple. Y es que Ana Tijoux, la ex Makiza a quien conociéramos a fines de los ’90, vive el mejor momento de su carrera tras la edición en 2009 del disco “1977”, su regreso a la raíz del boombap y a una escuela más clásica del rap, tras su previo debut solista, “Kaos”, una obra a la que ni siquiera ella recuerda con cariño, pese a obtener una recepción más que digna. Con energías renovadas, la solista reforzó la alianza que tiene con tres colaboradores de lujo (Foex, Hordatoj y DJ Dacel) para fraguar el último gran éxito del hip-hop criollo, nominado incluso a un Grammy, honor siempre esquivo para músicos nacionales. Con ese elepé bajo el brazo, vimos a Tijoux reposicionada en la palestra que le pertenece y cosechando nuevos acólitos como el mismísimo Thom Yorke, el cantante de Radiohead, quien recomendó el single homónimo del álbum a viva voz en internet y la destacó entre sus artistas de cabecera. Un hito que ayudó a disparar las ventas de 1977 en el mercado latino, donde la MC compitió codo a codo con reggaetoneros famosos en el anexo urbano de Billboard. Con semejantes credenciales, y un reciente mixtape gratuito, el show de la rimadora en Lollapalooza es un imperdible instantáneo.

BOMBA ESTÉREO

(15:30 a 16:30)

Son una de las sensaciones de la música colombiana contemporánea y ya dieron un show en Santiago que dejó a todos los asistentes transpirando. Bomba Estéreo llega a Lollapalooza asegurando fiesta y entrega en vivo, con dos discos (“Polen” y “Estalla”) y un reciente EP (“Ponte Bomb”) que son, efectivamente, explosiones de ritmo y sabor. El conjunto es la pólvora bailable que cualquier festival necesita, y ya lo saben los organizadores de otros certámenes a nivel mundial (como SXSW o Bonaroo), quienes ya han requerido los servicios de esta máquina latina. Diversión asegurada y comprobada científicamente.

EDWARD SHARPE & THE MAGNETIC ZEROS

(17:00 a 18:00)

Edward Sharpe nació como un personaje ficticio, para un proyecto literario del cantante Alex Ebert; pensado como un mesías con la misión de salvar la humanidad, que terminó cayendo en el hedonismo. Pero el inventó acabó convertido en disco (“Up From Below” de 2009) y en banda. Y qué banda, con 10 músicos como miembros estables, sin contar a los invitados que aumentan la cantidad. Desde Los Angeles, California, un verdadero ensamble de folk independiente para ampliar el espectro de Lollapalooza.

DATAROCK

(18:30 a 19:30)

Fredrik Saroea y Ketil Mosnes son Datarock. Proyecto noruego de música bailable, pero con actitud rockera y mirada siempre atenta al punk y post punk. Es decir, una propuesta para divertirse, pero con sustancia. El elemento lúdico en la apuesta del dúo está presente en su estética y también en sus canciones, como la escalofriantemente adhesiva ‘Fa-Fa-Fa’, incluida en el álbum “Datarock Datarock” de 2005 y de sucesivas apariciones posteriores en comerciales, películas, series de televisión y videojuegos. Su última placa es “Red” de 2009, pero a Lollapalooza vienen con una carta bajo la manga: el novísimo single ‘Catcher in the Rye’, un adelanto de su próximo trabajo.

CSS

(20:00 a 21:00)

Cansei de Ser Sexy lleva seis años haciendo bailar al mundo con su impronta descarada y entregada cien por ciento a la celebración. En su primera visita a Chile, que sería en formato DJ set, pasaron el susto de sus vidas cuando les tocó experimentar en carne propia el terremoto del 27 de febrero de 2010, que implicó la postergación del evento. Pero su venganza llegó en el festival Maquinaria en octubre pasado, cuando por fin pudieron tocar en vivo y mostrar las canciones de sus dos discos (el debut homónimo de 2005 y “Donkey” de 2008). Ahora, en Lollapalooza, los brasileños vienen sin repetir ni equivocarse, porque preparan la edición este año de su tercera entrega y de seguro seremos testigos de cómo el grupo liderado por la carismática Lovefoxxx adelanta material del venidero elepé.

ESCENARIO LG (MOVISTAR ARENA)

ITAL

(12:00 a 12:30)

El DJ chileno Daniel Carcur es, tal vez, el artista menos conocido de Lollapalooza. Pero, lo que algunos podrán ver como un problema para el cartel del festival, que supuestamente debería contener sólo números de renombre, en realidad es una de las mejores muestras del espíritu original del certamen. Desde su génesis, Lollapalooza siempre intentó promover el eclecticismo y propuestas para los oídos de la gente, además de platos fuertes y bandas ya probadas con éxitos seguros. Ital, nombre artístico de Carcur, partió haciendo música a los 13 años, hasta que conoció el psytrance (variante electrónica que se enfoca en la hipnosis del beat) y desde entonces ha sido uno de sus cultores. Junto a otro nacional, Andrés Rodillo, fundó el proyecto Metatron, para luego arrancar su camino en solitario el 2004. Bajo el nombre de Ital, editó el disco “Spiritual Vibes” en 2008 y desde entonces no ha parado de recorrer festivales de todo el orbe. Sus paradas han sido, entre otras, Inglaterra, Alemania, Portugal, Suiza, Dinamarca, Republica Checa, Brasil, Mexico, Austria, Italia, Escocia, Argentina, Bolivia y Ecuador.

NEW KIDS ON THE NOISE

(12:45 a 13:30)

“Ser un aporte a una renovación cultural de las vanguardias musicales de Chile”. Según DJ Sien, ése es el fin de New Kids on the Noise, proyecto iniciado como una pareja junto a DJ Dzol, quien dejó al dúo convertido en solista con su partida a fines del año pasado. Desde su fundación y comienzo, como pareja con cuatro tornamesas y botoneras de samplers, este emprendimiento ha sido uno de los más exitosos al momento de animar fiestas y acumular compromisos en su agenda. Grito y plata, New Kids on the Noise también consiguió experiencia musicalizando el disco debut del dúo de MCs Neptuno, donde ya evidenciaban sus diferencias al tomar cada uno un disco de aquel lanzamiento doble, en vez de trabajarlo juntos. Tras la salida de Dzol, sin embargo, su ex colega DJ Sien no perdió el ímpetu y comenzó a trabajar en la coronación de dos años de trabajo continuo (llegaron a tocar más de 10 veces por semana) y de forzar las posibilidades del tornamesismo: un largaduración propio. Anunciado para este año, del disco ya existe un adelanto gratuito en internet, pero la posibilidad de presenciar su show en Lollapalooza es, por lejos, la mejor manera de hacerse una idea sobre cómo viene la mano con este esperado elepé.

DJ RAFF

(13:45 a 14:30)

DJ Raff es evolución en estado puro. Desde su rapero inicio como colaborador de Tiro de Gracia y fundador de La Frecuencia Rebelde a mediados de los ’90, pasando por su dueto junto a la privilegiada voz de Solo Di Medina, hasta su actual etapa como músico más ligado a la electrónica que al hip-hop propiamente tal. Reconocido como uno de los mejores y más conocidos dejotas chilenos, ha inscrito su nombre en colaboraciones con proyectos tan diversos como Los Mismos, Chancho en Piedra, Makiza y La Floripondio, de las que siempre ha salido airoso gracias a la experticia obtenida mediante años de circo y obsesivos ensayos. Esfuerzo que lo ha premiado con la posibilidad de viajar a otros países (Inglaterra, México y Francia) a mostrar su música, que ahora lo tiene viviendo en Barcelona, aunque no se olvida de Chile, donde es requerido en diversas fiestas y locales cada vez que inicia una estadía. Rafal Pérez, su verdadero nombre, tiene a su haber tres lanzamientos en solitario (“Raffolution” y la primera y segunda parte de “Travelling Partners”, ambas de edición gratuita y online) y varias apariciones en compilados. Una de las últimas, en el recopilatorio Andes, lo muestra en su salsa: jugando con los beats. Lo mismo que piensa hacer en Lollapalooza.

LATIN BITMAN

(14:45 a 15:30)

Primero fue Bitman a secas, luego DJ Bitman y ahora Latin Bitman. Lo cierto es que José Antonio Bravo, su nombre de pila, ha sido un tipo inquieto desde que lo conocimos haciendo dupla junto a Roban (Christian Powditch, insigne de la electrónica chilena), con quien editó tres discos (“Hurtos”, “Robar es natural” y “Música para después de almuerzo”). Pero ya entre medio de ese experimento, el músico se dio el tiempo para hacer un primer intento solista, con el álbum “Sunset Beats” de 2003, cargado a formatos más convencionales, pero con atisbos de la que sería su actitud permanente: un relajo casi tropical. Y es que, por haberse criado cerca de la playa en el norte de nuestro país, Bitman abraza como propia esa postura tranquila, asociada eternamente al caribe y a lo latino. De ahí que tenga mucha lógica su transformación en Latin Bitman desde la placa del mismo nombre, editada en 2008, y su posterior secuela, “Colour” de 2009, en las que ha hecho desfilar a invitados como Juan Sativo, Francisca Valenzuela, Jimmy Fernández, Julián Peña, Rulo y Ana Tijoux. Todos ellos amoldándose al estilo cada vez más definido de Bravo, quien en 2010 editó “Ritmo Havana”, donde trabajó a base de clásicos cubanos y les dio nueva vida.

ZETA BOSIO

(15:45 a 16:30)

El ex bajista de Soda Stereo es también rostro televisivo y ahora trabaja como jurado en un programa de talentos en TVN, pero no ha dejado aparte la música. Zeta Bosio llega a Lollapalooza para mostrar su faceta electrónica como DJ, denominada Live Sessions, que ya lo ha tenido girando en otros festivales del mundo. Por supuesto: en sus sets siempre suena alguna canción de Soda.

PERRY ETTY VS. CHRIS COX

(16:45 a 18:00)

Perry Farrell es, sin duda, el hombre más trabajador de Lollapalooza. Fundador del proyecto, coordinador, plato fuerte con Jane’s Addiction y ahora también DJ. Perry Etty es el seudónimo que usa para presentarse junto a su esposa, Etty Farrell. Chris Cox es el DJ que los acompaña. Juntos, ya hicieron bailar a los sobrevivientes que llegaron al post show de Maquinaria.

JOACHIM GARRAUD

(18:15 a 19:30)

Una celebridad electrónica francesa. Antes de Daft Punk o Justice, Joachim Garraud profesaba los beats en su país y con el tiempo se ha convertido en una pieza fundacional para quien desee adentrarse en el imaginario galo de ese género. Ya lo saben desde Jean-Michel Jarre hasta David Guetta, quienes han colaborado con él, además de otros nombres como los taquilleros Hot Chip o el seminal David Bowie.

EMPIRE OF THE SUN

(20:00 a 20:55)

Por separado, los australianos Luke Steele y Nick Littlemore tenían -cada uno- su propia reputación bien ganada. El primero, como parte del grupo de rock The Sleepy Jackson y el segundo en otros dúos: los lúdicos PNAU y Teenager (junto a la actual solista Ladyhawke). No obstante, ha sido bajo el nombre de Empire of the Sun que ambos han gozado su mayor reconocimiento internacional, desde la salida del disco “Walking on a Dream” a fines de 2008. Un álbum celebrado por la juventud más fluorescente del mundo, que en Chile también se ha manifestado apoyando al grupo. Su venida a Lollapalooza es consecuencia directa del seguimiento que han generado.

FATBOY SLIM

(21:15 a 22:45)

Con 47 años, Quentin Leo Cook ha hecho de la música su vida desde que –todavía colegial- comenzara a tocar batería en la banda new wave Disque Attack, donde sin querer terminó como cantante. Al cumplir la mayoría de edad, descubrió que tenía dotes para ser DJ, cuando vivía en la ciudad inglesa de Brighton, al aflorar los ’80. También formó parte de la muy recordada –en el circuito indie- banda The Housemartins y firmó su primer single electrónico como Norman Cook en 1989. Otros proyectos suyos fueron Beats International, Pizzaman y Freak Power durante los ’90, con un éxito que iba desde moderado hasta considerable, pero nunca arrollador. No fue sino hasta 1996, cuando empezó a usar el nombre Fatboy Slim, que el británico le tomó el gusto a la aceptación mundial. Primero se ganó a su país con la salida del disco “Better Living Through Chemistry”, para luego volarle la cabeza al planeta entero con “You’ve Come a Long Way, Baby” y ese inolvidable single llamado ‘Rockafeller Skank’. De ahí en más, su huella quedó marcada en el historial popular (¿cómo olvidar las coreografías en los videos de ‘Praise You’ o ‘Weapon of Choice’?), mientras él siguió en contacto con el mundo más orgánico, produciendo canciones del LP “Think Tank” de Blur o lanzando un álbum conceptual sobre Imelda Marcos junto a David Byrne (“Here Lies Love” de 2010). Además, bajo el alias de The BPA (Brighton Port Authority) firmó un disco de colaboraciones que reunió a gente tan diversa como Iggy Pop, Dizzee Rascal y Jack Peñate; prueba de una capacidad de convocatoria que permanece intacta y que en Lollapalooza espera manifestarse.

DOMINGO 3 DE ABRIL

ESCENARIO COCA-COLA ZERO

MALA RODRÍGUEZ

(12:30 a 13:30)

Los que escuchaban rap español en los ’90 se acuerdan de La Mala como colaboradora de SFDK y La Gota Que Colma, bandas icónicas del país y de la época. En ese tiempo, cuando su estilo era más cercano al hardcore y su voz era rasposa, nadie vio venir lo que finalmente ocurrió: la transformación de rimadora genérica a musa de excepción. Con cuatro discos bajo el brazo (“Lujo Ibérico”, “Alevosía”, “Malamarismo” y “Dirty Bailarina”), Rodríguez valida su calidad de fémina, aunque en vivo sigue siendo -como ella misma rapeaba hace años- “la Mala, la malicia, la malaria”.

311

(14:30 a 15:30)

Puede que en Chile sólo sea famoso el single ‘Down’, tocado desde su aparición (en el disco homónimo de 1995) hasta el día de hoy en radios, pero 311 no debería darle explicaciones a nadie sobre su venida a Lollapalooza. Cada uno de sus álbumes siguientes ha conseguido entrar a los conteos estadounidenses, mientras que en nuestro país el culto hacia ellos persiste, reforzado por la última entrega del grupo (“Uplifter” de 2009) y la expectación en torno a un venidero elepé a editarse este año. Si las emisoras locales no hacen justicia, Lollapalooza sí.

THE FLAMING LIPS

(16:30 a 17:30)

Uno de los momentos de Lollapalooza que promete ser de culto es el show de The Flaming Lips. La banda insigne de Oklahoma viene a Chile antecedida por un impresionante historial de sicodelia y locuras varias, extravagancia que le ha valido convertirse en un grupo entrañable del cancionero estadounidense. Avalados por una calidad musical de otro planeta, los liderados por la carismática figura de Wayne Coyne llevan casi tres décadas haciendo de las suyas. Desde editar un álbum cuádruple con la idea de que cada uno fuera reproducido al mismo tiempo (“Zaireeka” de 1997), hasta anunciar un show en un observatorio astronómico (pactado para julio próximo), pasando por emular “Dark Side of the Moon” de Pink Floyd con invitados estrella (en el disco “The Flaming Lips and Stardeath and White Dwarfs with Henry Rollins and Peaches Doing The Dark Side of the Moon” de 2009). De seguro, en nuestro país seguirán sorprendiendo.

30 SECONDS TO MARS

(18:30 a 19:30)

Iniciado a modo de proyecto familiar por el actor Jared Leto (conocido por sus roles en películas como “Réquiem por un Sueño” y “American Psycho”) y su hermano Shannon, 30 Seconds to Mars se ha destacado por su independencia como banda, al no abusar del estatus de celebridad de su cantante y guitarrista. Desde la salida de su debut homónimo en 2002 que el grupo llamó la atención en Estados Unidos, pero no fue sino hasta 2005 y el disco “A Beautiful Life” que la fama les sonrió y conquistaron corazones adolescentes por doquier. Su última entrega, “This is War” de 2009, sólo acrecentó su base de seguidores y los mostró como un emprendimiento serio, más allá de las modas pasajeras a las que fueron relacionados por cierto sector de la prensa, reticente a su apuesta. Ahora llegan a Lollapalooza para visitar por primera vez Chile, donde sus fanáticos suman un número nada despreciable.

KANYE WEST

(21:00 a 23:00)

Elevado a la categoría de dios del hip-hop, lo ocurrido con Kanye West desde el episodio con Taylor Swift (en los premios MTV de 2009, cuando le quitó el micrófono a la cantante mientras ella recibía un galardón) es una historia de reivindicación casi digna de libro de autoayuda. Fue el músico más criticado del mundo durante semanas y hasta el presidente Barack Obama lo calificó de “idiota”, en un off the record que se filtró en internet y que sólo avivó la llama entre los críticos del rapero. Para colmo, el estadounidense venía de editar el disco más controvertido de su carrera, “808s & Heartbreak” (2008), que marcó un brusco distanciamiento del sonido de su trilogía dorada: “The College Dropout” (2004), “Late Registration” (2005) y “Graduation” (2007). Entristecido, el MC de Chicago apareció hasta en el late-show de Jay Leno pidiendo disculpas en la televisión abierta de Estados Unidos, luego de hacerlo también en su blog personal. En ese momento, el solista se embarcó en la persecución de una obra cumbre definitiva, no sólo para él, sino para el hip-hop en general. Era el momento de agachar la cabeza, concentrarse en el trabajo y esperar que la bataola de reacciones en torno suyo amainara con el fin de volver a ganarse al público y limpiar el nombre mancillado. Tras regalar canciones durante varios viernes (liberó un total de 15 temas), West cimentó la aparición de “My Beautiful Dark Twisted Fantasy”, concretada en noviembre pasado. Aplaudida de manera casi unánime por la prensa, la placa se convirtió en un best seller automático y fue sindicada como un clásico instantáneo del rap. Desde entonces, todo ha vuelto a ser color de rosa para el rimador, quien prepara la edición de un álbum junto al histórico Jay-Z (titulado “Watch The Throne”) para este año y llega a Chile por primera vez como plato fuerte de Lollapalooza.

ESCENARIO CLARO

QUIQUE NEIRA

(12:00 a 12:30)

Controversial sin querer queriendo, Quique Neira es uno de los números que más comentarios ha generado desde su confirmación como parte de Lollapalooza, luego de cultivar la animadversión de varios cibernautas tras atacar físicamente a un periodista que lo hostigaba. Pero, en términos fríos y netamente musicales, la ex voz de Gondwana es el intérprete de reggae más importante de Chile, con un currículum iniciado en 1991 como frontman del desaparecido grupo Bambú. Junto a ellos, conocimos a Neira cantando ‘In Jamaica’ y un cover de ‘No necesitamos banderas’ de Los Prisioneros, antes de que la banda (que, en sus últimos días, incluyó al futuro Weichafe y también solista Álvaro Pierattini) se disolviera, dando paso a la llegada del cantante a Gondwana y la conocida carrera que emprendió aquella sociedad. Al finalizar un exitoso paso por el conjunto, que incluyó la grabación de sus tres discos más populares (el debut homónimo, ‘Alabanza’ y ‘Made in Jamaica’), el vocalista estableció en 2003 un camino solista de relativo éxito, pavimentado por la edición de tres álbumes (‘Eleven’, ‘Cosas buenas’ y ‘Jah Rock’), aunque no ha visto acción discográfica en los últimos cuatro años. Sin embargo, en todo ese tiempo, todavía no aparece una voz reggae que consiga destronarlo.

TODOS TUS MUERTOS

(13:30 a 14:30)

La recordada banda argentina estará en Lollapalooza con su nueva formación, que no incluye al vocalista Fidel Nadal (enfocado en su carrera solista), pero sí a los otros tres miembros originales. Reunidos en 2004 tras cuatro años de separación, Todos Tus Muertos llega a Chile con su más reciente encarnación, con Pablo Molina en la voz y su primer disco en más de 10 años: ‘Crisis Mundial’. 11 canciones originales y un cover de Bob Marley que –además de una larga trayectoria- le valieron al grupo ser invitado a festival.

CHICO TRUJILLO

(15:30 a 16:30)

Son la sensación del momento y su participación en Lollapalooza augura ser una de las más coreadas. Chico Trujillo forma parte del festival como un reconocimiento a sus doce años de carrera, iniciados como proyecto paralelo de su líder El Macha y otros miembros del grupo La Floripondio durante una gira europea, y hoy goza su mejor pasar gracias a tres discos de estudio (“Chico Trujillo y la Señora Imaginación”, “Cumbia Chilombiana” y “Plato único bailable”) y dos álbumes en directo (“Fiesta de Reyes” y “Vivito y coleando”). Cada uno de estos lanzamientos ha evidenciado una fama que aumenta exponencialmente, álbum tras álbum, hasta configurar hoy en día una base de seguidores que se equipara a la de cualquier banda grande chilena. Gracias a su constante actividad en vivo, el fiestero ensamble sabe a ciencia cierta qué le gusta al público y cómo se anima una celebración sea cual sea el escenario donde se pare. De ser considerados uno de los números favoritos de las semanas mechonas, Chico Trujillo se convirtió en la voz del pueblo, e incluso se dieron el lujo de rechazar una invitación a tocar en el Festival de Viña, sin temer por las represalias que podría causarles. Y tenían razón. Su decisión sólo aumentó la credibilidad del grupo.

SUBLIME WITH ROME

(17:30 a 18:30)

Entre 1988 y 1996, el grupo estadounidense Sublime destacó en la escena californiana debido a una propuesta que mezclaba ska, rock alternativo y reggae. Sin embargo, su vocalista -Bradley Nowell- murió por una sobredosis de heroína poco antes de que la banda editara su tercer disco (homónimo), convertido desde entonces en su placa más exitosa. Los dos restantes miembros iniciaron nuevos proyectos, pero en 2009 decidieron reunirse con el cantante y guitarrista Rome Ramírez para dar vida nuevamente al conjunto que los dio a conocer. Sin embargo, por temas legales con la familia de su fallecido ex colega, Sublime adquirió el apellido With Rome para poder seguir presentándose y resucitando el repertorio de la recordada agrupación. Además, planean editar su debut este año, por lo que estamos ante un proyecto serio y no un mero intento de ganar dinero mediante el revival.

JANE’S ADDICTION

(19:00 a 21:00)

Perry Farrell es el gestor de Lollapalooza, el cerebro al que se le ocurrió la idea de armar un festival como despedida para su grupo Jane’s Addiction y el anfitrión de la jornada desde su creación en 1991. Dos décadas más tarde, esa invención es uno de los eventos musicales más importantes del mundo y Chile es el primer país al que apunta en su internacionalización. Como buen hombre de negocios, el cantante no tomó la decisión al azar, sino que resolvió traer el certamen a Santiago luego de analizar las posibilidades de la ciudad como sede del espectáculo y convencerse de que era el mejor lugar para montar una nueva versión de su querida fiesta.

Hijo de una familia judía, Farrell nació hace 52 años en Queens, Nueva York, y creció escuchando rock clásico. Bajo la influencia de Bowie, Jagger y Plant –notoria en él hasta hoy-, partió al otro extremo de Estados Unidos a vivir como surfista. Su primer proyecto fue el ensamble gótico Psi Com, con el que viajó por diversas ciudades y compartió en comunidad junto a otros colegas de generación y rubro. Fue en esa época cuando abandonó su nombre real (Peretz Bernstein) para adoptar el seudónimo que lo haría famoso, mientras ensayaba junto al bajista Eric Avery para formar un nuevo grupo.

Esa banda, llamada Jane’s Addiction, crecería hasta convertirse en un tótem del rock alternativo. Fundada en 1985, la agrupación debutó en disco en 1988 con “Nothing’s Shocking”, pero no fue sino hasta 1990 con el álbum “El Ritual de lo Habitual” que golpearon la cátedra. “Señores y señoras, nosotros tenemos más influencia con sus hijos que tú tiene, pero los queremos”, versaba ‘Stop!’, el track inaugural del álbum, que pronto se convertiría en un estandarte de lo que el mismo Perry Farrell denominó “nación alternativa” en la primera edición de Lollapalooza en 1991. Una época de transición, en la que el frontman disolvía Jane’s Addiction y formaba de inmediato Porno for Pyros, con los que editó dos elepés entre 1992 y 1998.

De constante ir y venir –reunión en 1997 incluida-, Jane’s Addiction volvió en 2001 para tocar en vivo, aunque su líder también tenía lo propio entre manos. Ese mismo año editó “Song yet to be sung”, su primer y único intento solista, antes de regresar al estudio con sus compañeros de banda y registrar el exitoso “Strays” (2003), previo a una segunda desaparición poco después. Momento crítico para el estadounidense, quien intentó montar nuevamente Lollapalooza (el festival llevaba un lustro sin celebrarse) también ese año, con malos resultados comerciales y un declive en la marca que terminó con la cancelación absoluta del certamen en 2004. “Tengo el corazón roto”, declaró Farrelll a la prensa en ese entonces.

Y es que Lollapalooza es, para el vocalista, un asunto personal. No contento con participar del evento al frente de sus grupos, el neoyorquino ha sido bastión del comité organizador y además se ha presentado sobre el escenario del festival en el formato que se pueda pensar. Como parte de escenario más importante ha estado con Jane’s Addiction, luego en un tono menor con Porno for Pyros, junto a su mujer (Etty Farrell) y el DJ Chris Cox tocando electrónica para animar fiestas y hasta en Kidzapalooza (el stage infantil) con el guitarrista Peter Di Stefano. ¿Qué mejor fiesta que la atendida por su propio dueño?

Hoy por hoy, el músico está de vuelta con Jane’s Addiction (incluyendo a su nuevo miembro, Dave Sitek de TV on the Radio) y promete novedades discográficas durante este 2011. Luego de probar suerte con otro proyecto paralelo, llamado Satellite Party, el ícono del rock alternativo ha vuelto a su alma máter, haciéndole caso a la voz del público, siempre dispuesto a recibir con los brazos abiertos al conjunto. Lollapalooza podría tener lugar en Santiago, Hong Kong, Bruselas o en cualquier otra ciudad, pero Farrell siempre será el anfitrión y en nuestro spin-off criollo, tendremos la oportunidad de verlo rockeando (junto a su banda) y también haciéndonos bailar (en formato DJ set).

ESCENARIO TECH (TEATRO LA CÚPULA)

MUNDANO

(12:00 a 12:30)

Mario Paredes (voz), Willy Bonilla (bajo), Pablo Díaz (batería), Carlos Chacón: (guitarra) y DJ Blacki (tornamesas) son los cinco miembros del grupo nacional Mundano. Fundada en 1998, en el Cajón del Maipo, la banda fusiona cada una de las tendencias favoritas de sus integrantes, configurando un cóctel rockero que posee hardcore, metal, punk y rap. Imposible disociarlos de esa corriente que acá en Chile fue llamada aggrometal, aunque sus años de trayectoria y su resiliencia como banda hablan sobre un grupo con un enfoque serio, más allá de movimientos transitorios. En 2005, el quinteto editó su disco debut, G-25, cuando aún no tenían un DJ, y en 2008 incorporan a Blacki en las tornamesas como miembro estable. Ese año lanzaron la placa “Desde mi barrio”, en la siguieron ahondando en las posibilidades de su estilo, siempre impetuoso y cargado de brío. En Lollapalooza estarán presentando material de estos dos álbumes, pero también las nuevas canciones que compondrán su tercer disco, cuyo primer single (‘Come with me’, junto al ex Makiza y actual MC solista Sonido Ácido y Noproblem Company) fue estrenado a fines de 2010 y liberado para descarga gratuita.

CÓMO ASESINAR A FELIPES

(12:45 a 13:15)

Aplaudidos a rabiar por la prensa local y seguidos por cada vez más gente, Cómo Asesinar a Felipes y su presencia en Lollapalooza son el triunfo del trabajo duro y minucioso, mezclado con talento, por sobre los clásicos pitutos que consiguen posicionar a bandas chilenas totalmente descartables en festivales con grupos extranjeros de renombre. CAF, como el quinteto abrevia su nombre, nunca han mostrado en interés en acoplarse a una escena con el fin de conseguir fama o auspiciadores, y esa actitud está dando por fin resultados concretos. En la última visita de Faith No More, el bajista Billy Gould alargó su estadía en Santiago para –entre otras tareas- finiquitar la incorporación de la banda al catálogo de Koolarrow Records (su sello). La etiqueta independiente representa al combo criollo en Estados Unidos y es la encargada de distribuir sus dos últimos discos: “Un disparo al centro” (de 2009, junto a la Orquesta Sinfónica Juvenil) y prontamente el ya editado en Chile “Colores y Cadáveres”. Ambos, sumados al debut homónimo de 2008, conforman un imaginario único que sólo estos tres músicos de jazz (Felipe Salas, Marcos Meza y Sebastián Muñoz) con un DJ (Sp@acio) y MC (Koala Contreras) podrían haber creado.

THE GANJAS

(13:30 a 14:00)

El show de la banda nacional The Ganjas en Lollapalooza es la ocasión perfecta para que el grupo celebre sus 10 años de vida como bastión de la independencia musical santiaguina y de todo Chile. Afiliados al sello Algo Records (propiedad de los hermanos Gómez de Guiso y Perrosky), excepto en su debut homónimo de 2003 editado por Irrepetible, los liderados por Samuel Maquieira (ex Yajaira, otro mito del rock criollo, revivido hace poco) han labrado su reputación tomando prestados elementos como la sicodelia, el shoegaze y el reggae. The Ganjas fue uno de los nombres más mencionados cuando, a mediados de la década pasada, hubo una pequeña eclosión de agrupaciones independientes editando material y compartiendo la misma escena (Camión, Ramíres! y los mismos Guiso, entre otras). Y mientras la mayoría de esos conjuntos desapareció con el tiempo o mutó en proyectos diferentes, el grupo bautizado en honor a la planta más noble de todas permaneció y lanzó tres discos más (“Laydown”, “Daybreak” y “Loose”) y un hermoso registro en vivo en la Sala Master (“Fuma y mira”, de edición limitada). Con el propio sello Algo Records celebrando sus ocho años de vida, la primera década de existencia de The Ganjas y su presencia en el festival sólo hace pensar en una palabra: celebración. Además, estrenaron esta semana el single ‘Resistance’, primer adelanto de su venidero trabajo homónimo, producido por Jack Endino (Nirvana, Soundgarden).

FOTHER MUCKERS

(14:15 a 15:00)

Si hoy tenemos la suerte de que exista Sello Cazador (Dënver, La Reina Morsa, Protistas) fue porque el 31 de enero de 2008 Cristóbal Briceño, de Fother Muckers y también en Los Mil Jinetes, se atrevió a fundar su propia etiqueta para editar los discos de ambas bandas. Con tal antecedente, ya podemos afirmar que los Fother Muckers inscribieron su nombre en historia de la música popular chilena. Y si a eso le sumamos una discografía de excepción, y en aumento progresivo –a razón de uno por año-, tenemos frente a nosotros a un grupo que ha demostrado profesionalismo desde su etapa más tierna, en el ecuador de la década pasada. La banda ha editado desde 2007 cuatro discos (“No soy uno”, “Justo y necesario”, “Si no tienes nada que decir entonces calla” y “El paisaje salvaje”) y tres epés (“Fother Muckers”, “Una Navidad con los Fother Muckers” y “Tercer piso domingo santo. Fother Muckers en su casa”), cada uno de ellos con excelente recibimiento de la crítica y un grupo fiel de seguidores que llena sus tocatas. Fother Muckers llega a Lollapalooza como uno de los mejores expositores del rock chileno que reverencia, sin tapujo alguno, el legado de The Beatles y lo recicla en la forma de canciones que, si bien conservan cierto cariz clásico, también aportan frescura al espectro nacional.

DEVENDRA BANHART

(15:30 a 16:30)

Devendra Banhart es uno de los números de culto en Lollapalooza, porque su venida a Chile ha sido esperada durante todo el tiempo que el solista estadounidense ha permanecido activo (2001 en adelante); un anhelo fundamentado en las raíces latinas (su madre es venezolana y él se crió en ese país hasta los 14 años) del músico. Fan confeso de Silvio Rodríguez, Banhart cuenta con un prontuario que contempla siete discos y una respetable cantidad de epés, singles y colaboraciones con otros músicos (Beck, Phoenix y Xiu Xiu, entre otras). Verlo en vivo será uno de los pequeños grandes gustos que nos podremos dar gracias al festival.

CAT POWER

(17:00 a 18:00)

Alzada como figura femenina icónica de la última década, Cat Power vuelve a Chile para seguir seduciéndonos con su voz, que la tiene convertida en un auténtico neoclásico y en un fetiche para melómanos (y otros no tanto). Con un repertorio de canciones originales y covers –su última especialidad-, la cantante estará en Lollapalooza avalada por una discografía de ocho elepés que, si bien no se actualiza desde 2008 (su última entrega es “Jukebox”), posee encantos suficientes como para asegurar que será un show de calidad implacable.

THE DRUMS

(18:30 a 19:30)

Son el toque de hype que todo festival necesita. The Drums tiene apenas un disco (homónimo, aparecido a mediados del año pasado), pero antes de su salida la banda ya era señalada con entusiasmo por BBC, Pitchfork y New Musical Express; medios que no se cansaron de recomendar al grupo como una de sus apuestas para 2010. Este último medio los sumó a una de las giras que patrocina, donde compartieron cartel con otras potenciales revelaciones del momento, como The Big Pink. Además, han sido teloneros de Florence and the Machine y los exitosos Kings of Leon, junto con haber colaborado en el álbum “Losing Sleep” del mítico cantautor escocés Edwyn Collins. En septiembre pasado, el guitarrista Adam Kessler dejó el conjunto, pero el ensamble estadounidense asegura no haber perdido una pizca de brillo y eso es lo que pretenden demostrarnos en su paso por Lollapalooza.

COLD WAR KIDS

(20:00 a 21:00)

Desde California, Cold War Kids llega a Chile para mostrar por primera vez su música en Santiago, una ciudad donde es sabido que el grupo acumula una respetable porción de seguidores. Productivos como pocos, acumulan nueve epés y tres discos (“Robbers & Cowards”, “Loyalty by Loyalty” y el muy reciente “Mine is Yours”) en siete años de carrera. Su última placa fue producida por Jacquire King (Norah Jones, Tom Waits, Kings of Leon), con el manifiesto afán de darle a la banda un nuevo prisma, cada vez más accesible al oído popular. Nada mal para un ensamble que se considera a sí mismo el equivalente soul punk de los imprescindibles Wilco.

ESCENARIO LG (MOVISTAR ARENA)

MATANZA

(12:15 a 13:00)

Luis Gálvez es Loli, Vicente Vásquez es Bassquez y Rodrigo Gallardo es Loli. Cuando los tres tocan juntos, pasan a ser Matanza, una escisión del dúo electrónico chileno Mátenlo (formado por los dos primeros nombrados), planteada como un cambio del esquema original a base de tornamesas para abocarse a la música electrónica con máquinas e instrumentos. Su misión: reivindicar los sonidos tribales de Latinoamérica y reciclarlos hasta conseguir una amalgama que consigue mezclarlos exitosamente con house; ambas tendencias comparten un afán por aunar a sus oyentes y ponerlos en trance, característica a la que Matanza ha sabido sacarle provecho. El 27 de febrero pasado, mientras los medios conmemoraban el primer aniversario del terremoto, la banda teloneó a LCD Soundsystem con inusitado –mas no inesperado- éxito. Y es que la apuesta del trío nacional está pensada en grandes escenarios y en públicos receptivos, precisamente del perfil que convoca una instancia como Lollapalooza. Con un EP ya editado (“Amerindio”) y otro en camino –ambos por sellos extranjeros-, la historia de esta agrupación promete ser auspiciosa y seguir provocando buenas reacciones a su paso.

JAVIERA MENA

(13:15 a 14:00)

Su nombre no aparecía en la primera nómina de Lollapalooza y de inmediato fue sindicado como uno de los grandes ausentes nacionales del cartel, problema que se remedió con su posterior inclusión a la parrilla chilena del festival. Y es que la actual consentida de la crítica hispanoparlante, señalada por Radio y Televisión Española como “la nueva esperanza blanca del pop electrónico en castellano”, no podía estar ausente de ninguna manera. Con una carrera iniciada en el dúo de electropop Prissa y luego como solista, acompañada de guitarra acústica, la solista santiaguina labró su prestigio, que fue confirmado a través de la edición en 2006 de su debut, “Esquemas juveniles”. Un álbum largamente celebrado, considerado –junto a “Gepinto” de su amigo y colaborador Gepe- como el momento más destacable de la música independiente nacional en la década pasada. Cuatro años después, la secuela (“Mena”, producida al igual que el anterior por Cristián Heyne, el Rey Midas de 2010, a cargo también de Dënver y Gepe) nos mostró a una cantautora capaz de salir airosa en su segundo intento y de colaborar de igual a igual con el sueco Jens Lekman o Daniel Hunt de Ladytron. Javiera Mena presenta, por estos días, el segundo single y video de este último disco (‘Primera Estrella’, sucesor del sencillo ‘Hasta la verdad’). Sólo buenas nuevas para la última musa criolla.

TOY SELECTAH

(14:15 a 15:15)

Fue uno de los tres miembros del grupo mexicano de rap Control Machete y hoy acumula reverencias por su trabajo como productor y remezclador. Últimamente, los nombres relacionados a su labor hablan por sí mismos sobre una mente creativa inquieta, que está lejos de tranquilizarse. ¿La lista? De temer: Vampire Weekend, Calle 13, M.I.A., Morrisey, Manu Chao, Eminem, Cypress Hill, Paulina Rubio, Don Omar, Gustavo Cerati, Celso Piña, Babasónicos, Los Tetas y un larguísimo etcétera (y otro etcétera más).

GHOSTLAND OBSERVATORY

(15:45 a 16:45)

El dúo tejano Ghostland Observatory posee uno de los shows más estimulantes que trae Lollapalooza, elogiado con vehemencia por la prensa y probado una y otra vez en las giras que el grupo viene realizando desde su formación, en 2004. Electrónica al servicio del espectáculo, en el que también caben sus influencias del soul y rock, para configurar uno de los platos más sabrosos de la segunda jornada del festival. “delete.delete.i.eat.meat”, “Paparazzi Lightning”, “Robotique Majestique” y “Codename: Rondo” son los nombres de sus discos de estudio, a los que se suma el registro en vivo en DVD, “Live from Austin Texas”.

FISCHERSPOONER

(17:15 a 18:15)

Sobrevivientes de esa etiqueta de corta vida que la prensa llamó electroclash, el dúo formado por Warren Fischer y Casey Spooner es uno de los nombres electrónicos más reconocidos que trae Lollapalooza, gracias a un historial de conciertos estrafalarios y tres discos (“#1”, “Odyssey” y “Entertainment”) promocionados mediante presentaciones que flirtean con la exageración, en las que puede haber hasta dos decenas de invitados sobre el escenario (entre músicos y bailarines). Fischerspooner se impone en cada una de sus paradas; Chile es la próxima.

BOYS NOIZE

(18:45 a 20:00)

Como la de cualquier buen personaje electrónico taquillero, la hoja de vida de Boys Noize (alter ego del alemán Alexander Ridha) guarda relación con tantos nombres de alto vuelo que requiere esfuerzo no perder la cuenta. Ha editado por sellos como International DeeJay Gigolo Kitsuné Music y Turbo, además de su propia etiqueta, bautizada igual que él. Con eficacia germana, ha lanzado 12 pulgadas tras 12 pulgadas, además de dos discos de estudio (“Oi Oi Oi” y “Power”). Pero, donde más ha destacado, ha sido el terreno de las remezclas, con aportes realizados a canciones de Feist, Marilyn Manson, Justice y Black Eyed Peas, entre muchísimos otros.

ARMIN VAN BUUREN

(20:30 a 22:30)

Proveniente de Países Bajos, el DJ -y abogado- Armin van Buuren es otro de los invitados a Lollapalooza Chile que llega al festival con motivos para celebrar. Su programa de radio, emitido desde 2001 (y según se especula, el más escuchado del mundo), cumple 10 años al aire y además el músico anunció orgulloso en su cuenta de Twitter que su mujer está embarazada. Entonces, la venida del europeo, considerado uno de los más importantes dejotas del orbe, estará marcada por una predisposición especial del músico hacia el festejo, apoyado también en el éxito arrollador de su cuarto disco, “Mirage” (que incluye colaboraciones de Sophie Ellis-Bextor y el productor Ferry Corsten). Serán dos horas de show, 120 minutos de goce y cierre de fiesta que dejará a más de alguno con ganas de continuar la juerga en otro lado.