De las agrupaciones de fanáticos de Muse, son la más grande en Chile. Se reconocen como una fraternidad y sus actividades trascienden lo musical para convertirse en cuna de amistades. Todo alrededor de la obra del grupo al que esperan con brazos abiertos.
Los clubes de fans ya no quieren ser clubes de fans. Ahora son comunidades, según ellos. Es entendible, si consideramos que el concepto de fanatismo está más ligado al caos que a la organización, y que estos núcleos de seguidores intentan – por todos los medios- funcionar de manera ordenada y colectiva. Por eso, los miembros de Eternally Missed coinciden en imprimirle identidad familiar y fraterna a su gusto compartido por Muse, la pasión que los congrega en periódicas reuniones y actividades relacionadas a la banda.
Por estos días, la comunidad oficial del grupo británico en Chile sigue juntándose, sorteando los obstáculos de la época estival: las altas temperaturas y las vacaciones de algunos de sus integrantes. Y es que, como la unidad humilde que son, carecen de un centro físico de concentración y tienen que juntarse en puntos centrales de la capital porque todos vienen de distintas comunas. Desde ahí, parten a una plaza o donde sea que el ambiente resulte propicio, aunque a veces la cerveza también acompaña el final de una que otra asamblea.
Aunque “está claro que la vida no es sólo Muse”, como recalca Danny Arce (estudiante de Traducción Inglés – Español de 25 años, residente de Conchalí), todo en torno a Eternally Missed está motivado por la existencia del trío. Gracias a ellos se conocieron y cualquier consecuencia de sus acciones como organismo, que abarca desde campamentos (CampMuse, celebrado en enero) hasta partidos de fútbol, fue desencadenada por el momento clave en que, cada uno de ellos, descubrió a la banda.
Las historias son tan dispares como interesantes, cada una de ellas aporta datos sobre la clase de persona que conforma el grupo y configura una visión acerca de la personalidad de quienes son capaces de llevar al siguiente nivel su gusto musical. Para muchos de ellos, encontrarse con los liderados por Matt Bellamy fue un accidente del destino, pero un percance afortunado. Camila Lara (maipucina, 21 años), vicepresidenta de la comunidad, sufrió de amor a primera vista por el clip de ‘Sing For Absolution’, al que llegó buscando material de Placebo, en 2004. “Lo bajé y me fanaticé. Me gustaron por la potencia de la voz, estaba acostumbrada a otros tipos de cantantes, eso fue lo que más me atrajo. Y luego, sus videos musicales, que eran difíciles de descifrar y necesitaban dedicación o capacidad de análisis, eso también me gustó, que tuvieras que dar algo a cambio para seguir recibiendo”, recuerda.
Similar es el caso de María Alejandra Cuevas (22 años, Estudiante de Contador Auditor, de Santiago Centro), quien los descubrió el verano antes de entrar a tercero medio, gracias al mixtape de una amiga y a los singles ‘Time Is Running Out’ y ‘Bliss’. “Es medio cursi, pero sentí una conexión, como retortijones en la guata”, reconoce abiertamente. Pero no siempre es así, pese a saber de su existencia vía MTV y Rock & Pop Televisión, a Danny Arce le empezaron a llamar la atención recién a mediados de la década pasada por un artículo en el magazine Guitarrista.
Otros miembros de Eternally Missed llegaron gracias a la navegación por internet, a la película francesa “Alta Tensión” (en la que aparece el tema ‘New Born’ e incluso a través del libro de “Crepúsculo” como Katherine Cerda (futura profesora de Historia y Geografía de 21 años con domicilio en Renca). Independiente del medio, el impacto que causa el trío es el mismo. “Apenas lo descubrí, supe que era mi grupo predilecto, nunca había tenido bandas favoritas antes, escuchaba de todo un poco. Me di cuenta de que era fanática el día que me inscribí en Last FM y tenía más de 2500 reproducciones de ellos en menos de un año y eso era harto, sobre todo porque no escucho mucha música desde el PC”, comenta.
En persona
“De no haberlos conocido, no sé en qué estaría ahora, realmente”, confiesa Camila Lara. La importancia personal y emotiva de la comunidad es un tópico frecuente entre sus acólitos. “Hasta viejita me veo acá”, aventura la vicepresidenta. Entre rifas, fiestas (a las que Katherine Cerda se refiere cariñosamente como “MuseChelas”), reuniones, intercambio de material, asados, campamentos y partidos de fútbol, indudablemente se forman lazos de amistad que nacen y crecen desde el gusto compartido. Ni siquiera la distancia geográfica ha sido impedimento para estos seguidores del trío inglés, en cuya nómina también aparecen fieles que viven en provincias, al norte y sur del país, donde también crece la efervescencia en torno a Bellamy, Wolstenholme y Howard. Eso sí, María Paula Torres (20 años, estudiante de Periodismo en Temuco) señala a Santiago como punto neurálgico del fervor. “Un tiempo hubo sedes en distintas ciudades, pero la gente acá no prendía mucho, además de ser poca”, reconoce.
Incluso hay espacio para voces un tanto disidentes, como la de Francisco Uriona (estudiante de Ingeniería Comercial de Viña del Mar, de 25 años) quien aclara, en primer lugar, que Muse no es su grupo favorito y que siente que han perdido la magia de sus inicios. “Se quieren apoderar del mundo, ésa es una de las razones por las cuales no me agrada el estilo que están plasmando ahora, tanto musical como visual y comercial. No son los Muse de antes. Ojalá remonten la decadencia que han tenido en este tiempo, pero no lo creo”, sentencia. Cuando se trata de Eternally Missed, en todo caso, sólo hay palabras de aprecio. “La música siempre me ha presentado buenas personas”, asegura.
El incremento en popularidad que ha experimentado el trío británico es otro tema recurrente entre los afiliados a Eternally Missed. “Sus dos últimos discos (“Black Holes and Revelations” de 2006 y “The Resistance” de 2009) tienen harto pop y son digeribles hasta para mi abuelo que odia el rock”, comenta Katherine Cerda. Sara Vega (ñuñoína, 22 años, estudiante de Fotografía) complementa la idea expuesta, pero con ojo más crítico aun: “se han vendido en masa al mundo y le otorgan al mercado las cosas que quiere”. Sin embargo, de esa transacción, los fans chilenos de Muse también se han visto favorecidos, especialmente el sábado 26 de julio de 2008, cuando la banda debutó en suelo chileno, con un show a tablero vuelto en el Teatro Caupolicán.
Además del concierto, el grupo se dio el tiempo para compartir con sus seguidores, a través de una firma de autógrafos. “Fue el día más lindo de mi vida, me levanté temprano y fui a la firma de discos, tuve mucha suerte porque no iba a poder entrar según la numeración que había en la cola, pero cuando apareció Muse extrañamente todos salieron corriendo y me colé (risas) y nadie se dio cuenta, así que logré entrar. Nunca había estado tan nerviosa en mi vida, los saludé a todos y me firmaron el “HAARP”, fui muy feliz. Después un amigo me coló en el Caupo y entramos al concierto, quedé por la tercera fila, casi me desmayé de apretada, así que después de ‘New Born’ me tuve que ir hacia atrás. Vi todo la raja y lo pasé de maravillas, me reí, salté, lloré y conocí a ene gente que es mi amiga hasta hoy”, cuenta Katherine Cerda.
El golpe de gracia, para el corazón de afortunados 10 miembros de Eternally Missed, fue acceder a un meet and greet donde cumplieron el sueño de cualquier fan: conocer en carne y hueso a sus ídolos. “Tuve la suerte de estar incluido en esa decena de amigos que pudimos estar en el aftershow con los tres Muse en persona, muy buena onda, respondiendo preguntas y compartiendo con nosotros”, cuenta Danny Arce. Por su lado, Camila Lara aporta la anécdota: “Lo raro fue que, como es archisabido por los fans, a Matt se le entiende súper poco lo que dice, son necesarios los subtitulos (risas), aunque, por esas cosas de la vida, pude entenderle todo, pero realmente todo lo que dijo. Muy simpáticos los tres... loco, ¿verdad? Pero fue lo mejor que me ha pasado”.
Sobre la próxima venida de la agrupación, el 25 de marzo en el Estadio Nacional junto a U2, el consenso es abrumador. “Ya están grandes para ser teloneros”, dicen. El acople de los británicos a la gira de Bono y compañía despierta pasiones entre los integrantes de la gran familia chilena de Muse. “Pienso que son muy flojos y a la vez ambiciosos. Telonear a una de las bandas contemporáneas más populares en un show de estadio sin duda es tentador, aunque suene decepcionante para algunos fans”, sentencia María Paula Torres. “Aunque U2 no sea santo de mi devoción, es un combo impresionante: dos bandas de nivel mundial, con un sonido característico y una puesta en escena que quita el aliento”, modera Danny Arce.
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