5.7.12

Milodonte - Subsuelo

Milodonte ha sido muchas bandas bajo el mismo nombre. Eso es lo que pasa cuando los grupos de la época colegial, formados entre amigos, sobreviven la titulación de cuarto medio y crecen juntos. Los gustos y las inclinaciones, de forma natural, van cambiando conforme pasa el tiempo. Formado a comienzos de la década pasada, comenzó como un empalme punk, y todos sus devaneos estilísticos quedaron plasmados en el debut “Guía para los Animales”, de 2009. Un disco guitarrero, directo y que daba cuenta de su afán melódico, aunque perdía terreno por ser demasiado disperso y abrazar de manera muy obvia, de una canción a otra, los estilos que influenciaban cada tema. Parecía más una recopilación que un álbum propiamente tal, y por eso es que no sería inexacto sindicar a “Subsuelo” como el verdadero inicio de este cuarteto formado por Benjamín Astete, Eugenio Larraín, Sebastián Grau y Diego Ormazábal.

Tres años después de esa placa, que tenía una de las mejores portadas que el rock chileno recuerde en los últimos años (protagonizada por un hipopótamo y un dinosaurio de juguete), Milodonte por primera vez tiene claro el cuento y conoce la dirección hacia dónde ir. “Subsuelo”, su nueva entrega, profundiza en el estupendo trabajo de la banda en las seis cuerdas, pero todas esas ideas que antes parecían estar dando vueltas en el aire ahora fueron amarradas con firmeza por el grupo. Chao, déficit atencional; bienvenidas sean la concentración y los saludos a la bandera de instituciones como Radiohead (sin ir más lejos, la portada del disco está emparentada a las gráficas de la era “The King of Limbs”) y Sonic Youth (Lee Ranaldo y Thurston Moore acá son padres espirituales).

“Subsuelo” tiene un sabroso gustillo a rock de los ’90. Sus canciones conspiran para dejar la impresión de que este álbum podría haber convivido con “El Resplandor” de Carlos Cabezas y “Disconegro” de Shogún en las páginas de Extravaganza! o Zona de Contacto. De ningún modo se trata del estancamiento que sufren los que se quedaron pegados y nunca avanzaron, sino de una lectura actual de cuando en Chile había más esperanzas de ser interesante y sobresalir del montón cargando en el hombro una guitarra eléctrica. Ese tiempo en que la atención no era consumida por cantautores de aire folk y grupos pop. Canciones como ‘Otras Especies’, ‘Valparaíso Abajo’ y ‘Ribbon’ transmiten calma aparente, aunque con los dientes apretados para ocultar la descarga que finalmente se desata; mientras ‘Subterráneos’ (en sus partes 1 y 2) da en el clavo con sus cambios de ritmo. Música que se mueve y pinta paisajes. “Subsuelo” es un recordatorio de que es mejor seguir los instintos que las tendencias dominantes.

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