25.7.12

The Gaslight Anthem - Handwritten

Mirarse al espejo

Vale la pena preguntarse si todos los quejumbrosos, esos que patalean por la falta de agallas en el rock contemporáneo, han escuchado alguna vez a The Gaslight Anthem. El cuarteto liderado por Brian Fallon, un heredero a partes iguales del género americana y del punk, lleva las últimas temporadas escalando una montaña en cuya cima se encuentran sus héroes musicales de infancia y adolescencia (Bruce Springsteen y Tom Petty). En 2007, el grupo debutó con el correcto “Sink or swim”, para luego pegar un batatazo en la forma del soberbio “The 59 sound”, uno de los últimos títulos imprescindibles de la década pasada, descrito por los entusiastas como la clase de disco que The Killers anhelaba –y falló en conseguir- cuando lanzó “Sam’s town”.

Esa aleación de nostalgia por épocas que nunca se han vivido, ansia melódica y frontal rock vieja escuela marcaría a fuego la carrera de The Gaslight Anthem, enfrentados de golpe a las sombras: las de sus ídolos primero y luego la de su prematura obra cumbre. El intento de exorcizar la maldición llegó en 2010 con “American slang”, álbum teñido por el noble soul de los sellos Motown y Stax, un legado en el que Fallon –prolífico y empecinado obsesivamente en ampliar su rango de acción- profundizó con el recomendable proyecto paralelo The Horrible Crowes y su único trabajo a la fecha, “Elsie”.

Ahora comienza la era de “Handwritten”, una etapa decisiva para las altísimas aspiraciones del grupo. “Por primera vez, no estoy asustado de que a la gente no le guste este disco. No me importa lo que Bruce Springsteen o Eddie Vedder o cualquiera de mis amigos piense. Si quieres andar con nosotros, tienes que envejecer con nosotros”, declaraba Brian Fallon a Rolling Stone en marzo pasado. En efecto, la cuarta entrega de The Gaslight Anthem lidia con mirarse al espejo y aceptar lo que refleja. En este caso, la imagen de cuatro músicos de Nueva Jersey que están pasando con rapidez de novatos aprendices a dueños de sí mismos.

Dos datos son clave en este proceso: el ingreso a una gran compañía (Mercury) tras años en un sello independiente abocado al punk (SideOneDummy), y la elección del productor. Las consolas en “Handwritten” son manejadas por Brendan O’Brien, personaje ligado a colosos como Pearl Jam, Rage Against The Machine, AC/DC y –cómo no- el omnipresente Bruce Springsteen. Para diluir cualquier reticencia, el single “”45”” abre los fuegos con chispeante vitalidad y el anuncio de que en adelante el mundo será descrito desde la íntima observación personal, rasgo un tanto ausente en sus trabajos anteriores, plagados de personajes y situaciones en un contexto de típica clase media estadounidense. 

Son 11 nuevas canciones y 11 buenas noticias. Siguen siendo recurrentes los guiños al pasado, la salvedad es que ahora están asimilados de tan buena manera que superan el calco, como en “Here comes my man” y sus múltiples saludos a Roy Orbison y The Byrds. Además, continúa impoluta la innata facilidad de Brian Fallon para exaltar la emotividad de sus composiciones desde la vereda que sea: en el potencial single “Mullholand Drive”, la gigantesca “Mae” o en el cierre acústico de “National anthem”. Y también hay detalles diminutos que hacen la diferencia, como los gruñidos de la sentida “Too much blood” encajados en el instante preciso, igual que los gritos de “la”, “woh” y “hey” que acercan amistosamente las canciones a la memoria, y que incluso pueden constituir el coro de uno de los mejores temas (“Howl”). The Gaslight Anthem nuevamente se matricula con un disco generoso en agallas, digno de todas las hipérboles y cuotas de fanatismo que incitan sus autores. Pocas bandas de rock hoy por hoy pueden jactarse de lo mismo. Apasionante.

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