Guillermo Scott Herren se ríe en la cara de la complacencia. Es un tipo que, después de haber puesto a la crítica a sus pies (con One World Extinguisher del 2003), jamás volvió a ocupar el mismo recetario para cocinar un disco. Seducido por la incertidumbre, optó por tantear nuevas superficies, en vez de regresar a terrenos previamente visitados. Con el cambio como única constante y un abanico de proyectos paralelos, la hoja de vida del norteamericano daba pistas sobre lo que su concierto sería: un formateo sensorial inyectado de convulsiones electrónicas.
La noche del jueves, Prefuse 73 desafió a todos los asistentes de Industria Cultural. El motivo del show era una celebración, pero –por lo visto- el desprecio del músico hacia lo obvio excede a su comportamiento artístico y también alcanza para torcer a la festividad. Una actitud que resume (y encarece) la quintaesencia de su casa discográfica, ese culto al rupturismo y aquel anhelo de vanguardia que Warp ha predicado por veinte años. No apto para tímpanos delicados, ni domesticados con canciones de estrofas y coros, el espectáculo del multicultural productor fue atravesado y enriquecido de punta a cabo por la paradoja de los recursos versus las consecuencias. MacBooks, micrófonos, perillas y botones por doquier; un despliegue tecnológico de respeto, pero que apelaba a la simpleza de los ruidos y la distorsión, dos formas básicas de masajear las percepciones de quienes se sometieron a su influjo.
Conceptualizar en etiquetas el vendaval de estímulos que Scott Herren y Ryan Rasheed, su secuaz, desataron sería anecdótico. Palabras como noise o glitch no le hacen justicia a lo que el estadounidense derramó en el galpón de Cueto, así como también resultaría inapropiado para cualquier género tener alguna clase de asociación con un agitador de semejante calaña, un terrorista de beats y secuencias corrosivas. Sin canciones recordables o un frontman carismático, lo ocurrido el 15 de octubre fue la antítesis de un recital, pero resumió cómo se debe atacar a la monotonía. Hasta que no respire.
Super 45 | Octubre 2009
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