Mientras exista una dirección establecida, siempre habrá gente con ganas de caminar en sentido contrario. Hace 10 años, los que detestaban a las boybands y a la cumbia sound, usualmente recurrían al aggrometal para expresar su deseo de apartarse del ganado. Una década después, sus enemigos siguen siendo gringos (el pop Disney) y tropicales (el reggaeton), pero la aparición de internet propició que el abanico de respuestas en contra se ampliara. Una de ellas es radicalizar las guitarras y revitalizar su función primaria: lograr que el receptor vibre. En ese aspecto, el surgimiento de una banda tan incendiaria como Watch Out! –un cuarteto cuyos miembros apenas sobrepasan los 20 años- dice mucho acerca del momento que vive la diminuta escena capitalina. Con total desdén hacia la amabilidad melódica, el grupo exuda desfachatez y absoluta convicción en su trabajo, mostrando una actitud poco usual dentro de un medio en el que la irreverencia suele ser una quimera.
Hundidas en un pantano de sicodelia cruda, las canciones de To Live and Leave claman por atención, apelando al garage rock de la más pura estirpe. No es música para escuchar a la hora de almuerzo, porque le es inconcebible ser ignorada; tampoco sirve para amenizar una cena romántica, porque hiede a fiereza post-adolescente, sin delicadeza ni solemnidad. La tribal ópera prima de Watch Out! es otro escupitajo a la cara de lo bonito, como los que tira Cómo Asesinar a Felipes, pero desde una trinchera más narcótica y humeante. En este álbum, convive la efervescencia fugaz (‘Higher Freq’, ‘Speed’) con la lisergia abrasadora de pistas que exceden los 10 minutos (‘Blast’, ‘Neon Sun’) y, sin importar el tamaño de la dosis, la satisfacción está siempre garantizada. Desordenado, espontáneo, ruidoso y chispeante; este elepé es la quintaesencia de un debut adictivo, en el que cualquier error se perdona cuando es sopesado versus el producto final. Las nuevas generaciones de disidentes pueden respirar tranquilas.
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