Cuando se abre el debate sobre qué es ser chileno, quedamos con el gusto amargo de constatar que la definición del temple nacional carece de unanimidad. Asignamos arrogancia al argentino o alegría al brasileño, pero, ¿qué hay de nosotros? Acercarse a la producción musical de nuestro país otorga buenas pistas al respecto. Juicios estilísticos aparte, proyectos como Cholomandinga, Chancho en Piedra, Los Tres y Sinergia han sabido encapsular rasgos esenciales en la configuración del difuso carácter patrio. Ciertos elementos, como la picardía o la mordacidad camuflada de humor, que son relacionados al imaginario de los habitantes de esta tierra. Con su debut, Sicotropa se proclama como un flamante eslabón de esa cadena.
El Club de los que Escuchan Mal pertenece a la misma calaña de títulos que el ‘Somos Tontos, No Pesados’ de Henríquez y compañía. Es la presentación de un grupo compuesto por ingenieros de sonido que se demoraron cuatro años en concretar el disco y que terminaron confiando en un ente externo (el experimentado Chalo González) para redondear su trabajo. Con trazos de ska y pinceladas de funk, Sicotropa dibuja y colorea un cuadro en el que cumplen con varios de los requisitos que una banda masiva debe tener en su currículum. Elaboran un coro inolvidable en ‘Batuco’, hacen una ácida sátira social en ‘Disneylandia’ y exhortan a la fiesta en otro puñado de cortes. Un repertorio que con facilidad resistiría a la prueba de fuego de un estadio y que, gracias a su distribución gratuita, bien podría lograrlo. El respetable tiene la última palabra.
Baja el álbum en este link.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario