Dicen que, cuando se acabe el mundo, sólo sobrevivirán Cher y las cucarachas. Pero The Dillinger Escape Plan bien podría acompañarlas. El quinteto ha soportado estoicamente a cada golpe recibido y se ha vuelto a parar como si nada. Ahora, más lúcidos que nunca, le hacen la cruz a los vicios de la era digital con su nuevo álbum.
“Cuando todos gritan, nadie escucha”. La cita es del astrónomo Clifford Stoll, refiriéndose a internet, en una edición de 1995 de la revista Newsweek. Un escalofriante vaticinio, que se ha materializado ante nuestros ojos y que ha llevado a la necesidad de crear neologismos como la parálisis de opciones, para explicar el momento en que el superávit de alternativas lleva a que ninguna de ellas sea escogida. Convencidos por esa idea, The Dillinger Escape Plan han sacado la voz este año con su último disco, “Option Paralysis”, la cuarta placa de un catálogo impecable.
Resistiendo decenas de embates, los norteamericanos se han convertido en sobrevivientes de una generación que ha presenciado una vorágine de cambios en muy poco tiempo. Su génesis data de 1997, justo cuando todo empezaría a cambiar en el concepto de lo que conocemos como música, en un momento de plena eclosión en la industria discográfica y presupuestos desaforados. Con ojo crítico, el quinteto ha sido espectador de la caída libre del negocio de las multinacionales, así como el alza exponencial del uso de la red como catalizador de las relaciones humanas. Y no les gusta todo lo que ven.
“Vivimos en una época en que parece que hay un plan de acción para cada cosa. Si quieres tener un grupo grande, ir de gira y aparecer en MTV, entras a MySpace, observas a quienes lo hacen, cuántos amigos tienen, cómo luce su pelo, el sonido que tienen y su libro de visitas. Después vas a YouTube y ves a tu banda favorita tocando en cada país del mundo, antes de experimentarlo en la vida real. Todo es predecible. Hay tanta información ya nadie sabe qué es importante, para nada. Eso ha creado, en lo artístico, un momento deprimente en la música”, afirma Ben Weinman en una entrevista para Terrorizer Magazine.
El guitarrista, junto al resto de sus compañeros, han hecho de esas palabras su bandera de batalla, aprovechando hasta la más ínfima oportunidad para repetirlas. Hoy, como nunca, The Dillinger Escape Plan abraza un mensaje anti-establishment y se compromete con una causa noble: remecer conciencias y despedazar al letargo. Para validar el discurso, decidieron editar “Option Paralysis” a través de Party Smasher Inc. (su propia disquera de fantasía), en una alianza con la etiqueta gala Season of Mist, sinónimo de metal de alto vuelo.
“Estuvimos en Relapse, fue una gran experiencia, tienen la postura de calidad por sobre cantidad y aman lo que difunden. Hay una cultura alrededor suya que puedes asociar con lo musical, algo no muy común hoy en día. Realmente apreciamos haber sido parte de eso. Pero, aun así, era un contrato discográfico tradicional, limitante en varias formas: en cómo sacábamos nuestro material y en cómo hacíamos las cosas. Quisimos asegurarnos, para avanzar, un escenario que nos permitiera evolución y cambios”, explicó Weinman a Noisecreep.com.
EL FACTOR SORPRESA
Pese a manejar ofertas de multinacionales, la propia banda administró la gestión de este cuarto disco, aparecido el 23 de marzo y precedido por ‘Farewell, Mona Lisa’. Un single cuyo título juega con cierta sensación de retirada de la cultura tradicional. Es la primera gran reflexión en un camino lleno de tropiezos, desde las diversas lesiones que sufrieron algunos de sus miembros, hasta la puerta giratoria de integrantes.
Sobre una docena de músicos han sido parte de las filas de The Dillinger Escape Plan, en un vertiginoso ir y venir de nombres, que ha sido tan confuso como dinámico. “Option Paralysis” marca el debut en el estudio de Jeff Tuttle, acompañante en vivo desde 2007, y el estreno absoluto del joven baterista Billy Rymer. Savia nueva que influyó para bien durante la composición del disco.
En la previa al registro, que duraría un mes completo, Ben Weinman arrendó un departamento y el recién llegado percusionista se fue a vivir con él. El principal favorecido resultó ser el ambiente de trabajo. “Fue como cuando tocas en el garage o en el sótano con tus amigos. Hubo menos presión. En este álbum, nos dimos cuenta de que no necesitas estar en un mal lugar para escribir este tipo de música. Puede haber energía positiva involucrada en grabar algo agresivo y oscuro”, declaró el guitarrista al semanario The Aquarian, de su New Jersey natal.
Pero no sólo la última adquisición del line-up le otorgó al grupo su presente brío, porque el roce con Mike Patton y Trent Reznor dejó una huella indeleble en los norteamericanos, quienes siguen consultando el manual de estilo de ambos superhéroes. El atrevimiento, inherente y potenciado por el ejemplo de sus modelos, los ha llevado a seguir explorando. Al filo del virtuosismo, el reciente elepé contiene algunos de los pasajes más logrados de su portafolio, como la épica ‘The Widower’. Una canción que cuenta con el pianista Mike Garson (colaborador de Stan Getz, David Bowie, The Smashing Pumpkins y NIN, entre otros) haciendo dueto con Ben Weinman y llevando más allá la temeraria impronta del quinteto.
“Probablemente es el primero de nuestros discos que tiene elementos clásicos. Es algo que nunca habíamos intentado, siempre hemos estado conscientes acerca de mezclarlo con metal porque ha sido muy manoseado. No queríamos sonar como Yngwie Malmsteen”, plantearon. Dicho y hecho; “Option Paralysis” acuña toda la cosecha de la banda en un solo lenguaje, tan propio como impredecible y con el factor sorpresa como hilo conductor. En el pandemónium del presente, los gritos de The Dillinger Escape Plan acallan a los del resto y cuentan una de las más brillantes historias en desarrollo del panorama actual. La posteridad les tiene un espacio reservado.
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