27.4.10

Sofia - Dayenu

El año pasado, supimos que un grupo chileno había ganado una competencia en el sitio británico SliceThePie.com, superando a cientos de otros contendores que postulaban a obtener fondos para la grabación de un disco. Al poco tiempo, la misma banda se alzaba como vencedora en un concurso de maquetas del sitio Ourstage.com, de Estados Unidos. Ellos eran Sofia. Una propuesta que invita a la reflexión sobre ella misma como búsqueda artística, así como también acerca del panorama nacional y los avances que ha hecho el rock desde su instauración en nuestro territorio.

“Dayenu”, la ópera prima del trío (que grabó como cuarteto, pero sufrió hace poco la partida del guitarrista Gabriel Roitman), es una placa que exuda enormes aspiraciones, inusitadas previamente en el contexto criollo. Si hace 20 años La Ley -de la mano de Andrés Bobe- descolocaba a público, prensa y colegas con su profesionalismo y hambre de éxito latinoamericano, Sofia dirige su mirada mucho más allá. Aunque musicalmente tengan poco que ver, ambos proyectos comparten un cariz perfeccionista y confiado en sus propias posibilidades, una postura capaz de acumular partidarios y detractores por igual.

El detalle número uno para configurar esta personalidad, y también la importantísima primera impresión, es el idioma. Todas las canciones del álbum están compuestas en inglés, junto a los agradecimientos y créditos, que sindican como responsable del sonido al eximio productor Gonzalo González (Los Prisioneros, Los Bunkers, Pettinellis). Ahí entra al juego el segundo as del grupo, que con el premio obtenido en SliceThePie.com contó con 15 millones de pesos para financiar la grabación, realizada en los cotizados Estudios Triana con la asistencia de otro peso pesado: Mariano Pavez (Criminal, Weiza, Dracma).

En el papel, desde el prisma técnico, nada podía salir mal en una posición tan privilegiada. La placa posee una calidad que se defiende en cualquier trinchera y consigue que el carácter angloparlante de sus 13 cortes se condiga con un registro también de exportación. Es que todo apunta más allá de Chile. Confiados en el poder de las palabras, pero especialmente de las ideas, Sofia le habla al mundo entero con un lenguaje que mantiene un tono juicioso y positivo. De hecho, el vocablo “Dayenu” viene del hebreo y el judaísmo lo usa en un canto de agradecimiento con el mismo nombre.

La portada del álbum, diseñada por Chris Leskovsek (Sinergia, Humana), expresa esta celebración del cotidiano. Una enorme manzana suspendida en el aire protagoniza la carátula y simboliza el misterio tras lo mundano. Tema de interés a lo largo de la placa, musicalizado con una apuesta que invoca al neo grunge y al rock emo de vocación más radial, aunque también hace uso de elementos como el piano (‘Intern Mission’) para matizar. “Dayenu” es crossover de alta pureza, orquestado con ansias por llenar todos los espacios con canciones como ‘I Will Be There’ o ‘Invisible’, que perfectamente podrían ser himnos de estadio si el porvenir confabula a favor del grupo. Los méritos sobran.

24.4.10

The Dillinger Escape Plan: Todo terreno

Dicen que, cuando se acabe el mundo, sólo sobrevivirán Cher y las cucarachas. Pero The Dillinger Escape Plan bien podría acompañarlas. El quinteto ha soportado estoicamente a cada golpe recibido y se ha vuelto a parar como si nada. Ahora, más lúcidos que nunca, le hacen la cruz a los vicios de la era digital con su nuevo álbum.

“Cuando todos gritan, nadie escucha”. La cita es del astrónomo Clifford Stoll, refiriéndose a internet, en una edición de 1995 de la revista Newsweek. Un escalofriante vaticinio, que se ha materializado ante nuestros ojos y que ha llevado a la necesidad de crear neologismos como la parálisis de opciones, para explicar el momento en que el superávit de alternativas lleva a que ninguna de ellas sea escogida. Convencidos por esa idea, The Dillinger Escape Plan han sacado la voz este año con su último disco, “Option Paralysis”, la cuarta placa de un catálogo impecable.

Resistiendo decenas de embates, los norteamericanos se han convertido en sobrevivientes de una generación que ha presenciado una vorágine de cambios en muy poco tiempo. Su génesis data de 1997, justo cuando todo empezaría a cambiar en el concepto de lo que conocemos como música, en un momento de plena eclosión en la industria discográfica y presupuestos desaforados. Con ojo crítico, el quinteto ha sido espectador de la caída libre del negocio de las multinacionales, así como el alza exponencial del uso de la red como catalizador de las relaciones humanas. Y no les gusta todo lo que ven.

“Vivimos en una época en que parece que hay un plan de acción para cada cosa. Si quieres tener un grupo grande, ir de gira y aparecer en MTV, entras a MySpace, observas a quienes lo hacen, cuántos amigos tienen, cómo luce su pelo, el sonido que tienen y su libro de visitas. Después vas a YouTube y ves a tu banda favorita tocando en cada país del mundo, antes de experimentarlo en la vida real. Todo es predecible. Hay tanta información ya nadie sabe qué es importante, para nada. Eso ha creado, en lo artístico, un momento deprimente en la música”, afirma Ben Weinman en una entrevista para Terrorizer Magazine.

El guitarrista, junto al resto de sus compañeros, han hecho de esas palabras su bandera de batalla, aprovechando hasta la más ínfima oportunidad para repetirlas. Hoy, como nunca, The Dillinger Escape Plan abraza un mensaje anti-establishment y se compromete con una causa noble: remecer conciencias y despedazar al letargo. Para validar el discurso, decidieron editar “Option Paralysis” a través de Party Smasher Inc. (su propia disquera de fantasía), en una alianza con la etiqueta gala Season of Mist, sinónimo de metal de alto vuelo.

“Estuvimos en Relapse, fue una gran experiencia, tienen la postura de calidad por sobre cantidad y aman lo que difunden. Hay una cultura alrededor suya que puedes asociar con lo musical, algo no muy común hoy en día. Realmente apreciamos haber sido parte de eso. Pero, aun así, era un contrato discográfico tradicional, limitante en varias formas: en cómo sacábamos nuestro material y en cómo hacíamos las cosas. Quisimos asegurarnos, para avanzar, un escenario que nos permitiera evolución y cambios”, explicó Weinman a Noisecreep.com.

EL FACTOR SORPRESA

Pese a manejar ofertas de multinacionales, la propia banda administró la gestión de este cuarto disco, aparecido el 23 de marzo y precedido por ‘Farewell, Mona Lisa’. Un single cuyo título juega con cierta sensación de retirada de la cultura tradicional. Es la primera gran reflexión en un camino lleno de tropiezos, desde las diversas lesiones que sufrieron algunos de sus miembros, hasta la puerta giratoria de integrantes.

Sobre una docena de músicos han sido parte de las filas de The Dillinger Escape Plan, en un vertiginoso ir y venir de nombres, que ha sido tan confuso como dinámico. “Option Paralysis” marca el debut en el estudio de Jeff Tuttle, acompañante en vivo desde 2007, y el estreno absoluto del joven baterista Billy Rymer. Savia nueva que influyó para bien durante la composición del disco.

En la previa al registro, que duraría un mes completo, Ben Weinman arrendó un departamento y el recién llegado percusionista se fue a vivir con él. El principal favorecido resultó ser el ambiente de trabajo. “Fue como cuando tocas en el garage o en el sótano con tus amigos. Hubo menos presión. En este álbum, nos dimos cuenta de que no necesitas estar en un mal lugar para escribir este tipo de música. Puede haber energía positiva involucrada en grabar algo agresivo y oscuro”, declaró el guitarrista al semanario The Aquarian, de su New Jersey natal.

Pero no sólo la última adquisición del line-up le otorgó al grupo su presente brío, porque el roce con Mike Patton y Trent Reznor dejó una huella indeleble en los norteamericanos, quienes siguen consultando el manual de estilo de ambos superhéroes. El atrevimiento, inherente y potenciado por el ejemplo de sus modelos, los ha llevado a seguir explorando. Al filo del virtuosismo, el reciente elepé contiene algunos de los pasajes más logrados de su portafolio, como la épica ‘The Widower’. Una canción que cuenta con el pianista Mike Garson (colaborador de Stan Getz, David Bowie, The Smashing Pumpkins y NIN, entre otros) haciendo dueto con Ben Weinman y llevando más allá la temeraria impronta del quinteto.

“Probablemente es el primero de nuestros discos que tiene elementos clásicos. Es algo que nunca habíamos intentado, siempre hemos estado conscientes acerca de mezclarlo con metal porque ha sido muy manoseado. No queríamos sonar como Yngwie Malmsteen”, plantearon. Dicho y hecho; “Option Paralysis” acuña toda la cosecha de la banda en un solo lenguaje, tan propio como impredecible y con el factor sorpresa como hilo conductor. En el pandemónium del presente, los gritos de The Dillinger Escape Plan acallan a los del resto y cuentan una de las más brillantes historias en desarrollo del panorama actual. La posteridad les tiene un espacio reservado.

Sevendust: De vuelta a la superficie

Perdieron a su guitarrista fundador, pensaron disolverse, lanzaron los discos más flojos de su carrera y estuvieron en bancarrota. Sevendust saben de calvarios, pero también dan cátedra sobre cómo evitar que un círculo vicioso se cierre.

“Estamos saliendo del humo. Nos quedan algunos estúpidos pagos más a un par de nuestros ex managers. Es agradable que nadie te demande por primera vez en seis años. Ahora podemos dedicarnos a hacer música”, declara John Conelly, segunda guitarra de Sevendust, al semanario Dallas Observer. Sus palabras responden a la obligatoria pregunta acerca de las finanzas del grupo, quienes vivieron en carne propia la bancarrota durante los últimos años. Un ciclo que está a punto de cerrarse, no sólo en lo económico, y que el 20 de abril culminará con la edición de “Cold Day Memory”.

El venidero disco de los norteamericanos todavía es un enigma, pero sus primeros adelantos (el single ‘Unraveling’, ‘Last Breath’, ‘Confessions (Without Faith)’ y ‘The End is Coming’) resultan esperanzadores y muestran a los de Atlanta en buena forma, junto al reincorporado Clint Lowery. La placa será la primera, desde “Seasons” del 2003, en contar con la alineación original del quinteto, luego de que su guitarrista dejara al grupo para enfocarse en proyectos como Dark New Day –junto a su hermano Corey- y el estupendo “Chills”, editado en solitario bajo el alias Hello Demons...Meet Skeletons.

“Siempre supimos que volvería. Creo que todos deben seguir su destino y sus sueños. Que regrese cierra la parte que faltaba en cuanto a las voces. Si cabe la comparación, le dije ‘eres como el Richie Sambora de Bon Jovi. Yo soy el Jovi negro”, bromea Lajon Whiterspoon con NoiseCreep.com. “Este equipo de verdad funciona. Siento que con su retorno somos la banda que se supone que debemos ser”, afirma el vocalista.

Las grabaciones, realizadas en los estudios Groovemaster de Chicago, contaron con la asesoría del productor Johnny K (Disturbed, Staind, Machine Head) y la compañía de Dave Basset (Adelitas Way, Shinedown) para la composición de algunas canciones. Todo el proceso fue documentado en videos que, diariamente, el grupo subió a su renovado sitio web y también a su cuenta de YouTube, donde cada uno recibía cientos de miles de visitas. La expectación alrededor de Sevendust aumentó como la espuma.

Con un agradable ambiente de trabajo, a la vista de todos, el quinteto recobró parte de lo que perdió mientras las seis cuerdas estuvieron a cargo de Sonny Mayo. “Me dejaron en libertad de acción con muchas cosas. Obviamente, siempre es un esfuerzo conjunto, pero mi parte era escribir música, letras y melodías. Me involucro en cada parte del proceso compositivo. Fue realmente cool. Todos tenían buenas ideas y este disco tuvo una aproximación fresca. No intentamos hacer el álbum más heavy o más light, sólo tratamos de que fuera bueno”, contó Clint Lowery al sitio MetalSucks.net.

A casi dos décadas de su formación, Sevendust sigue siendo un proyecto hambriento de logros, convencido de que todavía tiene puntos por demostrarle al mundo. “Cold Day Memory” augura larga vida para la banda, cuyos miembros no dan señales de agotamiento y constantemente aseguran sentirse renacidos, luego de que su eslabón perdido retornara. En sus propias palabras: “Aún queremos hacer mejor música y mejores shows. Por más mierda que hayamos pasado, juntar a los cinco del comienzo ha sido asombroso”.

High On Fire: El cielo es el límite

Entre cambios de productor y sello, quiebres amorosos y teorías conspirativas, High on Fire grabó su quinto disco, “Snakes for the Divine”. Elementos atípicos y disímiles, con los que el trío norteamericano ha configurado el mejor momento de su historia.

Las teorías de conspiración seducen a millones. Están expuestas en todos los formatos posibles, desde estudios académicos hasta charlatanes televisivos, dispuestas a explicar que la sociedad contemporánea responde al plan de una maquiavélica elite. Un compendio de ideas que aparecen en el tercer y cuarto disco de High on Fire (“Blessed Black Wings” y “Death Is This Communion”), pero que ahora cobran vital protagonismo en “Snakes for the Divine”, el nuevo trabajo de los norteamericanos.

Era de esperar que Matt Pike, asiduo lector de Lovecraft y amante del cine de aventuras, cayera de rodillas ante las obras del inglés David Icke, quien popularizara términos como la agenda reptiliana y su búsqueda de dominación mundial. El guitarrista y cantante encontró inspiración en el mito de que Adán y Eva no fueron los hombres originales, sino los primeros en aceptar la fusión de sangre humana con ADN de lagarto, para fundar una raza alien que –desde entonces- ha controlado al planeta.

“Basé gran parte de este álbum en esa teoría en particular. No es verdad, no es religión, no es nada más que una historia de ciencia ficción, de terror o como sea que quieran llamarlo. Es antiguo, implica aliens y muchas cosas que me parecen interesantes. Me encanta el hecho de que posiblemente sea cierto”, confiesa el líder de High on Fire al sitio BrooklynVegan.com. La fijación del músico también quedó plasmada en el arte del disco, ilustrado –como ya es costumbre- por Arik Roper, quien pintó a la mitológica Lilit envuelta en serpientes.

Pero, si bien contiene un eje manifiesto, “Snakes for the Divine” no es una placa conceptual. También lo cubren, de forma secundaria, otros tópicos, como el quiebre amoroso sufrido por Pike antes de encerrarse a grabar o Bastard Samurai, el cómic con el que se titula una de las pistas del flamante elepé. El trío avanza en sus búsquedas, con un afán incesante de mejoría respecto a sus aplaudidos lanzamientos anteriores, y por eso volvió a cambiar la mano asesora. El encargado, esta vez, fue Greg Fidelman (Metallica, Slayer, The (International) Noise Conspiracy).

“No teníamos un presupuesto de millones de dólares, como los que él acostumbra. Pero voló a vernos, escuchó uno de nuestros ensayos y dijo ‘haré que esto ocurra, los grabaré, chicos’. Y así fue”, cuentan en Heavy Metal Superfans. En comparación a productores anteriores, como Steve Albini y Jack Endino, el diestro ingeniero jugó un rol más activo. “Nos ayudó a organizar todo nuestro material, teníamos cerca de cuatro horas de grabaciones y tuvimos que compactarlas en 40 ó 50 minutos, así que le sacamos la grasa y lo arreglamos”, explican.

Otro cambio importante fue el término del contrato con Relapse y la firma con E1 (el rebautizo de Koch Records), quienes distribuyen sus lanzamientos vía Epic. Una movida que se tradujo en las mejores ventas alcanzadas por el grupo en su historia y que ha conseguido la esquiva mezcla de éxito de crítica con buenos resultados comerciales. Lanzado el 23 de febrero, “Snakes for the Divine” sólo acumula reverencias a su paso, desde revistas especializadas hasta publicaciones hipsters en internet, configurando el mejor momento en la carrera de High on Fire. El cielo es el límite.

20.4.10

Philipina Bitch: Dos pájaros de un tiro


Son una de nuestras bandas favoritas y están cerca de lanzar un compendio que vale doble. La mitad se irá a México, en formato de retrospectiva, y la otra se quedará en Chile, para mostrar lo que no quedó en su más reciente álbum.


Felipe Ruz y Sebastián Orellana no conocen México. Los penquistas fundadores de Philipina Bitch saben más de nuestro sur que de Norteamérica, pero fue en el país charro que Iván Molina, su baterista, gestionó las dos movidas que los tienen funcionando por estos días: la edición de un recopilatorio para el público azteca y su encarnación como banda de apoyo de Fernando Milagros. Una Tarde Lenta es el nombre de la retrospectiva, que también será distribuida en tierra nacional con el título traducido al aléman (Eine Langsame Abend) y otro tracklist, que incluirá descartes y rarezas de las sesiones para Vecindad Maldita, la última placa del dúo.


“Es una especie de lanzamiento doble, con la misma carátula, para aprovechar que podemos mandar a fabricar mitad y mitad. Lo que pasa es que Iván está trabajando con Oliver Knust, que tiene Discos Río Bueno, viaja harto y va a ferias de música. En octubre o noviembre, fueron juntos a México y cacharon que se movía caleta lo independiente, el puro D.F. es como todo Chile. Hasta se acercó un tipo que nos tocaba en una radio, entonces igual se dio la mano”, explican. El tándem tiene mucho por mostrar, además de su reciente placa, cuentan con el debut Té, Papaya y Completos del 2007 y el EP En La Gran Ciudad. Saquemos las aspiradoras y apuntemos al cielo - Radio Guerritas y Otros Bailes, disponible para descarga gratuita en nuestro sitio.


En contraste a la espontaneidad de la edición mexicana, Eine Langsame Abend, la versión local, nació en las cabezas de Philipina Bitch a fines del 2009. “Es un recopilatorio de material que no salió en el disco, que supuestamente estaría incluido, otras cosas como un demo y canciones viejas que habíamos hecho. La idea resultó cuando estábamos por lanzar Vecindad Maldita, hacer algo aparte porque teníamos como 24 temas, era muy largo y no alcanzaba la capacidad. Algunas quedaron afuera porque no nos gustaban mucho, otras porque no estaban mezcladas. Tratamos de darle un orden, que tuviera sentido y no fuera canción tras canción. La idea original era lanzarlo con ‘Seis Arriba’ como single, pero era raro promocionar una instrumental, así que cambiamos de opinión”, cuentan.


En la misma convención donde empezó a incubarse Una Tarde Lenta, Iván Molina conoció a Fernando Milagros y el proyecto de convertirse en banda de apoyo también fue gestado. Sebastián Orellana sólo tiene palabras elogiosas para el cantautor. “Escuchamos el MySpace, antes yo era muy prejuicioso y decía ‘la típica hueá Dylan, filo’, pero tocar con él fue una experiencia nueva. Lo pasamos muy bien, es totalmente distinto a lo que hacemos siempre, acompañarlo ha sido la raja. Es un siete como persona y hemos aprendido ene con él. Estamos súper entusiasmados de poder seguir haciendo cosas juntos, de hecho, quedamos súper felices con la gira que hicimos. Y qué mejor manera de cachar a alguien que estando todo el día con él, ha sido muy buena onda, para el terremoto nos llevó tallarines preparados, es bacán trabajar con alguien así”, afirma el bajista.


“Con Philipina, nunca hemos ensayado mucho, tocamos improvisado. Tenemos una estructura base y eso nomás sabemos, ahora es bien armadito, sabemos qué paso dar en cada momento. Siento que nos sirve para ver el formato canción, acercarnos a él porque no lo conocemos muy bien”, dice Felipe Ruz. Sin embargo, esa aproximación a las estructuras más amables no doma al dúo. “Antes era más juntarnos sin saber que íbamos a grabar, más espontáneo, ahora en Vecindad Maldita yo hacía temas en mis viajes a Conce, se los mostraba a Felipe y él también escribió. Fue muy distinto. De hecho, ahora la idea es volver a la esencia, que los temas vayan apareciendo por tocar. Echamos de menos eso. Aunque suene charcha decirlo, que vuelva la sicodelia, que encontramos que se ha transformado inconscientemente en algo muy rock. Queremos grabar lo que nos salga y ver después qué hacemos con eso”, adelantan.


Los siguientes pasos del grupo estarán condicionados por tres factores: hogar, calle y dinero. El tándem llegó a Santiago en marzo del año pasado, compartieron residencia en Bellavista y en diciembre emigraron a Independencia, desde donde partirán en los próximos días, cada uno por su lado. “Vivir juntos pasa la cuenta, los momentos en los que componemos no son tan frecuentes. No es tan así como estar todo el día ensayando. Eso se perdió un poco y pensamos recuperarlo, quizás nos vamos a juntar más a tocar, no es hacer lo mismo que en Té, Papaya y Completos, pero sí repetir la dinámica”, aseguran. Orellana es enfático en su afán: “Los hueones que tienen bandas generalmente esperan que salga una fecha en un bar, pero por qué no tomarse la calle, los espacios públicos, que también es una experiencia bacán, yo ando con esa idea, además de que necesito las monedas y es entretenido y aperrado. Ya lo hablamos y la intención es hacerlo muy pronto, como que nos da un poco de vergüenza igual, pero a la vergüenza tenemos que ganarle. Hay que hacerlo nomás”.


Korn - Teatro Caupolicán [17.04.10]


Ir a ver a Korn es cosa seria. Los que llenaron el Caupolicán la noche del sábado 17 de abril lo tenían claro, por eso varios asistentes trataron de bajar como fuera hasta la cancha y burlar el orden impuesto por el poder adquisitivo. Los guardias no estaban contentos, pero nadie que sea sensato podría culpar a los fans por querer estar cerca de la banda, que con casi dos décadas de existencia ya tiene status de culto. Marcaron a fuego la escolaridad de muchos y el despertar de toda una camada de adolescentes a otro tipo de metal, la clase de impronta que representa ‘Dead Bodies Everywhere’, la canción de Follow The Leader (1998) con la que arrancó el show.


El grupo venía a Chile por tercera vez, ad portas de lanzar su próximo álbum, titulado preliminarmente Korn III: Remember Who You Are. Una placa que encuentra a los californianos en calidad de power trío reforzado: a los históricos se suman arriba del escenario el batero Ray Luzier (nombrado miembro estable el año pasado), el guitarrista Shane Gibson y el teclista Zac Baird, quienes fueron los primeros en aparecer y los encargados de cubrir las reiteradas salidas de Munky, Davis y Fieldy. A pesar de ese detalle, el empuje en vivo de los norteamericanos hace olvidar cualquier tiempo muerto y nunca afloja cuando están todos los músicos presentes.


Fue una cátedra magistral sobre cómo mantener miles de cabezas haciendo headbanging y a buena parte de la cancha saltando, incluso cuando mostraron parte del venidero material. Eso sí, el setlist se basó en un arsenal de clásicos generacionales y hits de MTV que fueron desplegados con absoluta destreza: no faltaron ‘Blind’, ‘Shoots and Ladders’, ‘Falling Away From Me’, ‘Got The Life’, ‘Freak On A Leash’, ‘Here To Stay’ y ‘Somebody Someone’. Hilando fino, quizás la única omisión lacerante fue la enorme ‘A.D.I.D.A.S.’, aunque reclamar sería como quejarse de saciedad ante un banquete de himnos y riffs inolvidables que esperamos repetir cuando haya nuevo disco en la calle. Larga vida a Korn.


11.4.10

Placebo - Movistar Arena [08.04.2010]

Dicen que la tercera es la vencida. Si la primera visita de Placebo a nuestro país (el 2005 en Estación Mapocho) fue triunfal y en la segunda parada en Chile (el 2007 en San Carlos de Apoquindo) aún estaba en la retina su debut en tierra nacional, lo de ahora fue un paso más dentro del contexto de una gira cualquiera. Para bien y para mal.

Las repercusiones de la crisis en la industria discográfica tradicional todavía no terminan de ser calculadas y sus coletazos pudieron apreciarse claramente el jueves en la noche. En apenas un lustro, Placebo tocaba en nuestro país por tercera vez, dando un ejemplo de lo que hay que hacer con un mercado abierto: explotarlo. El trío sabía que previamente su presencia había sido grito y plata, así que no dudó en agendar una fecha con nosotros, en el marco del tour de Battle For The Sun, su último disco.

Con la excusa de haber venido antes, el show careció de la emotividad expuesta años atrás, una frialdad esbozada claramente en la elección del playlist. El grueso de las canciones que el trío tocó eran nuevas, convirtiendo al espectáculo en otro más de la gira y no en una velada de antología. ¿Mezquinos? Para nada, los británicos forman parte de un conjunto cada vez más grande de grupos que miran hacia Latinoamérica con otros ojos, sin la condescendencia que las visitas internacionales siempre han mostrado.

Si hace una década o más, las bandas venían a quemar todo su arsenal, pensando que quizás su debut en estas tierras podía ser su despedida (asumámoslo, nunca hemos sido la prioridad al momento de trazar la promoción de un disco anglo), ahora hemos visto regresos constantes y con intervalos cortos. Los disueltos Oasis y los taquilleros The Killers, por nombrar algunos, han establecido un nexo transaccional con Chile, beneficioso tanto para sus arcas como para nosotros, el público.

Placebo no llegó con la responsabilidad de desplegar sus grandes éxitos, por eso el jueves nunca tocaron ‘This Picture’, ‘Teenage Angst’ o ‘Nancy Boy’. Quienes fueron con la esperanza de poder escucharlas, erraron su diagnóstico por completo e ignoraron que ya pasó el tiempo en que las entradas eran más baratas que en el resto del mundo y los conciertos se hacían casi como un gesto de cariño, apelando a que la audiencia latinoamericana era la más efervescente. Un punto de vista obsoleto.

De hecho, el sector de Cancha VIP anoche saltó poco y nada con el show, cuyo eje fue un álbum que dista de ser un punto alto en la carrera de los ingleses, pese a estar ejecutado con destreza y precisión matemática. Nada que decir sobre el intachable sonido, que jamás flaqueó como hemos visto en otras ocasiones con bandas de similar calibre. Un punto a favor fue la presencia del flamante batero, Steven Forrest, quien reforzó con su ímpetu lozano la excelente sección rítmica del trío.

La puesta en escena del grupo sigue siendo impecable y sugestiva. Brian Molko, pese a que exhibía cierto desdén, continúa emanando el magnetismo que lo hizo célebre. Los juegos casi onanistas de Olsdal con el bajo en ‘Special Needs’ (con insinuantes gestos faciales, apreciables sólo desde cerca) prueban que Placebo todavía es sinónimo de provocación. Con un poco de conocimiento de causa, nadie podría quejarse mucho del show montado en nuestro país, un recital planteado sin mayores concesiones hacia el hecho de estar en Chile. Hagámonos la idea de que el panorama ha cambiado.

5.4.10

Los Mox! - Habemus Sed

La efervescencia terminó y Los Mox! ya no son los querubines de las radios juveniles ni el producto estrella del sello Big Sur (que en paz descanse). En los medios, resultan escasos los comentarios sobre “Habemus Sed”, el noveno disco de la banda, pero basta un paseo por internet para darse cuenta que el álbum es uno de los lanzamientos nacionales más fáciles de piratear. Una situación para nada anómala: que el ruido mediático haya menguado le da lo mismo a la cuantiosa fanaticada del trío.

¿Por qué el grupo sigue concitando seguimiento? Mal que mal, llevan 16 años tocando prácticamente lo mismo y cantándole a las mundanas situaciones de siempre. Sería cínico hablar acerca de una notable evolución estilística y compositiva, así como de un avance sustantivo en la ejecución instrumental de Macuco y compañía. En estricto honor a la verdad y a grandes rasgos, todo –a excepción de la ausencia de covers- parece mantenerse estático en el imaginario de los santiaguinos.

Sin embargo, es ahí donde reside el encanto de “Habemus Sed”. Con este disco, Los Mox! establecen -una vez más- el carácter de banda devota al público que los catapultó a cosechar éxitos entre fines de los noventas y comienzos de la década pasada. El grueso de los 18 cortes del elepé está hecho para adherirse a la memoria y ser coreado en vivo, al ritmo de guitarras que siguen teniendo al punk y al thrash como referentes principales, sin mayores autocomplacencias ni caprichos artísticos.

La simpleza de formato juega a favor del trío, quienes aprovecharon los recursos de Estudios Agartha (Inverness, Elso Tumbay, Dion) y la experticia del productor José Ignacio Jara para registrar cada instrumento en forma nítida y balanceada. En ese aspecto, la independencia ha sido benefactora del álbum, cuyas canciones fueron grabadas sin presiones de tiempo, siguiendo el ritmo del grupo y sus integrantes, un factor que cobra importancia cuando se trata de una propuesta juerguista como ésta.

Los tópicos son los usuales: embriaguez (‘Estoy Pal Copy Paste’, ‘Me Duele la Mente’, ‘Borrachita’), idiosincrasia (‘Sacando la Vuelta’, ‘Macabeo!’) y escatología (‘Algo Huele Mal’). Eso sí, los destellos de peligrosidad más claros e interesantes se asoman cuando Los Mox! apuntan con el dedo a sus detractores en ‘Hoy No Atiendo Huevones’ y colaboran con Lalo Ibeas de Chancho en Piedra en ‘Matamoscas’, donde comparan con insectos a los opinantes compulsivos de la red.

Odiosidades virtuales aparte, Google registraba 170 mil búsquedas del término “Habemus Sed”, apenas una semana después de editado el álbum. Un testimonio de que el trío capitalino mantiene firme su reputación como banda sonora de borracheras y resacas, ganada a pulso durante años de prolífica actividad discográfica, constantes odas al desenfreno y una fe ciega en lo que representan. Su audiencia les ha dado la razón.

Cómo Asesinar a Felipes: Sin pausas comerciales


Nos juntamos a conversar con Felipe Salas y Sebastián Muñoz, batería y bajo de Cómo Asesinar a Felipes, acerca del DVD que recién sacaron a la calle. Sin querer, también terminamos enterándonos de cómo se vendrá la mano en el tercer disco del grupo, que está más cerca de lo que creíamos.


Cómo Asesinar a Felipes arremeten nuevamente, esta vez en formato audiovisual, pero siempre temerarios y desafiantes. Operación Teatro Oriente es el nombre del DVD que el quinteto santiaguino acaba de editar, luego de su presentación a tablero vuelto en aquel recinto, acompañados por la Filarmónica Juvenil. Esa noche, la del domingo 27 de octubre del 2009, marcó un triunfo para la banda. “Con el concierto quedamos felices. Fue bacán registrar ese momento, para nosotros ha sido el show más especial que hemos tenido, tocar con la orquesta es emotivo y sobre todo frente a 1.200 personas que estaban súper receptivas”, cuentan.


Dirigido por Aldo Guerrero, el bicolor registro consta de una sola cámara que sobrevuela y rodea el escenario, mostrando al grupo en la plenitud de su forma, sin más cortes que la división del set de canciones en tres movimientos. Una característica que resulta llamativa y concita la duda acerca de si fue una decisión estética o una manera de hacer rendir el Fondart mediante el que produjeron el evento. “Se eligió eso por algo fortuito: la calidad de imagen que nos pasaron los que grabaron. En total, eran ocho cámaras, pero la mayoría iba a un solo switch, igual que un programa de la tele. Cuando nos pasaron ese material, lo encontramos fome, era ver Rojo Fama Contrafama. Valía callampa como propuesta artística”, sentencian.


“Con el (productor) Foex, tenemos algo que llamamos la FT, o sea, la falla técnica. Todo lo que hacemos viene con eso y una gran FT era este asunto visual. El DJ Sp@cio encontró que se veía bien en un 90% y si es así, obvio que te deja con la bala pasada, pero igual sirve. Nosotros tenemos una actitud más punk, de seguir adelante, por supuesto preocupados de hacer un buen trabajo, que esperamos que se note, y sin quedarnos pegados llorando en lo que no fue”, afirman.



“De lo único que nos enamoramos fue de la toma de la grúa, sabíamos que no era muy buena idea dejarla todo el rato, pero nos gustaba. Siempre intentamos proponer algo, guste o no guste. El material de las otras cámaras era de una generación menos de video, nosotros queríamos algo más cine, pero se veía como UCV Televisión”, bromean. Y así quedó. En Operación Teatro Oriente, la música habla por sí sola y los únicos trucos desplegados nacen de los instrumentos, ejecutados con precisión clínica por el quinteto. “Javier, el batero de Jovenabuelo, nos dijo que era un DVD para fanáticos y nosotros también lo sentimos así”, cuentan.


Autocríticos y perfeccionistas a más no poder, Cómo Asesinar a Felipes ya piensan en su próximo álbum, que bien podría estar disponible el último trimestre de este año. “Estamos enfocados en mostrar temas nuevos, que pretendemos grabar y editar entre octubre y diciembre. Después de Un Disparo al Centro, quedamos sin material afuera y el 2009 fue agotador, nos dimos cuenta de que teníamos dos o tres maquetas nomás, porque estábamos ocupados con el show del Teatro Oriente. Para nosotros, componer es delicado, a cada canción le damos demasiado tiempo, después que la escuche Koala (Contreras, el MC del grupo), que haga la letra a ver si se ajusta, trabajarla de nuevo, tocarla, ver cómo sale, etc. Ahora hemos dado menos conciertos para encerrarnos a componer”, explican.


“Estamos tratando de salir de la oscuridad. El Disparo es cargado y brígido, cuando lo tocamos, quedamos pa’ la cagá. Tiene una serie de cosas que a todos nos pasaron en lo personal. Ahora tratamos de hacer algo un poco más lúdico. Por primera vez dijimos ‘hagamos esto’, el primer disco y el segundo fueron un derroche que por suerte salió compacto. No buscamos hacer temas light, pero tampoco queremos sobrecargar de información y ser tan introspectivos, nos gustaría tener mayor estructura, de tres a cuatro minutos, con coros. Vacilar más y pensar menos”, adelantan. El asunto está claro: “Nos gustaría vivir de la banda y eso no se puede aún. Ha evolucionado, eso sí, ahora seleccionamos las tocatas. Nos interesa llevarnos plata para la casa, no es un objetivo, pero es bueno que el sustento venga de algo que uno hace porque quiere. Nunca hemos hecho música pensada en que guste y eso tiene su precio”.


4.4.10

Gil Scott-Heron - I'm New Here


Gil Scott-Heron fue extraditado desde el infierno por Richard Russell, dueño de XL Recordings, y devuelto al micrófono en plan confesional. I’m New Here, su primer disco en 16 años, es el soliloquio de un hombre aburrido de esperar a la revolución y enfocado en una causa igual de noble: redimirse de los vicios que lo demacraron. El progenitor del rap contestatario apenas sobrepasa las seis décadas, pero luce y suena como un anciano decrépito, cuya voz ha sido carcomida por el crack y el alcohol. Astuto, utiliza su aguardentoso registro para entintar de veracidad los pasajes biográficos que comparte, acompañado de ilustres como Damon Albarn y Chris Cunningham. Dentro del álbum, se despliega un manojo de recursos copiosos y disímiles: del spoken word al canto desgarrado, desde los beats semi industriales hasta la guitarra acústica, e incluso venias a Robert Jonson, Kanye West y Smog. Un regreso que no necesita estar colmado de vitalidad para ser triunfal.

Zola Jesus: Una noche en la ópera


Nika Roza Danilova tuvo una infancia llena de contrastes. Se crió en el clima gélido de Wisconsin, en un hogar de aura bucólica y con un padre fanático de los Dead Kennedys. Expuesta precozmente a la letras de Nietzsche y Dostoievski, coronó su prontuario de bicho raro tomando clases de ópera, aunque mantuvo una relación tortuosa con el género. Jamás participó en un montaje, por considerarse a sí misma incapaz, y varias veces abandonó las lecciones. Pero aplicó lo aprendido en sus primeros conciertos como Zola Jesus, junto a una banda de apoyo que le sirvió como respaldo contra los embates de su inseguridad. El 2008, con apenas 21 años, debutó con el lanzamiento del siete pulgadas Poor Sons y no se ha detenido desde ahí. Para ella, la premisa es conjugar su obsesión por los ganchos Motown con el amor que siente por la oscuridad industrial, una mixtura que le valió elogios cuando debutó en largaduración con The Spoils. En marzo pasado, editó el EP Stridulum, en el que exalta su calidad de diva en potencia. Siouxsie ya puede saludar a su heredera.

Suena como: Siouxsie and the Banshees, This Mortal Coil, Lydia Lunch

Freedy Johnston - Rain on the City


Avalado por su espléndido portafolio noventero, Freedy Johnston se erigió como el sensei del indie pop más exitoso de la década pasada. Acólitos, como Ben Gibbard (Death Cab For Cutie) o James Mercer (The Shins), hicieron de sus discos un manual de estilo y lograron más éxito del que jamás obtuvo él. En Rain on the City, el cantautor quiebra nueve años de mutismo y mantiene el tono reposado que lo caracteriza, sin transar con el perfeccionismo de las melodías que dibuja. A punto de ser cincuentón, conserva intacto el oficio de buen letrista, siempre un paso adelante de sus aprendices. El nativo de Kansas exacerba las metáforas al narrar ‘Venus is Her Name’, palpa la fibra sensible en ‘Central Station’ y juega con destreza al bossa nova cuando toca ‘The Kind of Love We’re In’. Sereno y dueño de la situación, el trovador desenrolla un pergamino de composiciones entrañables e inofensivas en apariencia, pero letales cuando menos se espera. El corazón se manda solo.

E-Men - Eye

Desde el juego que conlleva su nombre (alusión a la abreviatura de “hombres electrónicos”, como también a la membrana femenina), E-MEN aparece como un espejismo inusitado y difícil de escrutar. El dúo entrega electrónica, pero adopta una postura que valora las herramientas análogas y que tiene un incontestable cariz vintage, además de contar con involucrados excepcionales para la media chilena. Eye fue producido por Sean Beavan (8mm, Marilyn Manson, NIN), cuyo manto de oscuridad se cierne sobre todas las canciones del álbum, hasta dejarlo neblinoso y reminiscente del rock industrial de los noventas. Varios invitados entraron al estudio con el tándem, pero la presencia más llamativa es la actriz portuguesa María de Medeiros, quien aporta su voz en ‘Fogo Preso’; el primer indicio de lo que sigue: un muestrario de tonos lóbregos. Para los que no temen al lado oscuro.

Nneka - Concrete Jungle


La mera ventilación de los males del mundo no basta para sacudir conciencias. Por eso, cuando la denuncia deja de sostenerse por sí misma, hay que aderezarla. Nneka aprendió a camuflar sus animosidades con pinceladas de hip-hop y soul, así como a no causar alarma entre los seguidores de lo inocuo. Pero, aunque maquilla su discurso con pulcritud y finura, esta nigeriana afincada en Alemania escupe fuego contra la corrupción de la sociedad. Disfrazada de álbum pop, concrete Jungle es la prédica de una cantautora panafricanista, dispuesta a esconder las garras para embestir en cualquier segundo. Loba en piel de oveja.

Cómo Asesinar a Felipes - Operación Teatro Oriente


Cuando el recinto está lleno a tope y sobre su escenario hay casi una treintena de músicos, sólo basta una cámara para atrapar la febril agitación del momento. Un MC, un DJ, tres doctos jazzeros, una orquesta y más de mil almas son los cómplices de Operación Teatro Oriente, la cruzada más ambiciosa de Cómo Asesinar a Felipes. Grabado en la noche del 25 de octubre del 2009 y dirigido por Aldo Guerrero, este DVD es el primer registro audiovisual en vivo del quinteto santiaguino, además de un nuevo golpe mortal a la música bonita.

La sesión está dividida en tres partes, en estricto bicolor, que muestran al grupo con su formación clásica y luego maximizada con la adición de la Filarmónica Juvenil. El mismo combo con el que llevaron a cabo Un Disparo Al Centro, el estupendo disco que lanzaron el año pasado y que reproducen en su integridad ante un público entregado a su mixtura de jazz y declamación de ideas delirantes, cortesía de Koala Contreras. Más rap del otro al natural, sin parafernalia ni pirotecnia.

Drop Nineteens - Delaware (1992)

Cuando los británicos ya conocían los trucos de las pedaleras y los norteamericanos sólo pensaban en grunge, los Drop Nineteens emergieron desde Boston con el shoegaze como consigna. Delaware, su debut, contiene pruebas de que lo suyo no fue oportunismo atrasado,
sino valentía. Se atrevieron a versionar ‘Angel’ de Madonna y a tejer la épica ‘Kick The Tragedy’, ocho minutos de trip estático e intervenido por lo inesperado. Un disco y tres años después, el grupo desapareció tras conflictos generados por el ambiente efectista de los ‘90, que les exigía mejores resultados de los que obtenían. Otras víctimas de la industria.

Jesca Hoop - Hunting My Dress


Todo un personaje, Jesca Hoop (la ex niñera de Tom Waits) presenta su segunda placa y supera el déficit atencional de Kismet, su disperso debut. Si hace tres años la primeriza cantautora se perdía entre tantas ansias de experimentar, ahora sabe qué trajes le quedan bien y cuándo usarlos. En Hunting My Dress, la norteamericana camina sobre un escenario noctámbulo, pastoril y contemplativo. Más centrada, juega a detener el tiempo cuando comparte con Guy Harvey de Elbow -en la hermosa ‘Murder of Birds’- y despega del piso en ‘Tulip’, dos de los destellos más brillantes del álbum. Grabado en Manchester, este disco es un refugio en el que moran diversas vertientes del folk, leyendas crípticas y la sensación de que su enigmática creadora aprendió a sacarse partido. Sólo había que esperar que la semilla germinara.

SNs Café


1,2,3, PROBANDO

Al frente de la Universidad Católica, en pleno centro, está ubicado SNs Café. Un sitio que se plantea a sí mismo como un experimento, basado en el interés de sus precursores por los fenómenos de internet en general y la ebullición de las redes sociales, en particular.

Social Networks Café, en adelante SNs, tiene 140 sillas. La misma cantidad de caracteres que soporta Twitter. Un dato que, en cualquier otro lado, resultaría anecdótico, pero que en este nuevo emplazamiento es parte de un proyecto: ser una red social física. Aprovechando la eclosión en desarrollo de estas plataformas, el lugar espera convertirse en el nicho físico de los navegantes de la web.

Rodrigo Ferrada, uno de los socios fundadores, nos cuenta que el aspecto neutro del sitio se debe a la ductilidad que pretenden darle. Espacioso, el histórico recinto de Victoria Subercaseux 7 (donde estaba el Café Universitario), tiene paredes blancas y pantallas de plasma en ellas. “No hay nada de papel, salvo las servilletas”, explica. Reuniones de todo tipo, desde encuentros de fans hasta matrimonios, son bienvenidas en este espacio multiuso.

SNs fue inaugurado el 11 de enero y ha ampliado su rango de acción desde ese mismo día. Como en cualquier red social, son los propios usuarios quienes construyen el menú. “Este lugar es lo que la gente quiere que sea, si tienen ganas de que dejemos de vender pastel de choclo y lo reemplacemos con lasaña, pueden crear un hashtag en Twitter y nosotros les haremos caso”, afirma el copartícipe del café y restaurant.

El flamante local apuesta al futuro y –hasta ahora- está jugando a ganador. Su amplio subterráneo abrió el 15 de marzo, en formato pub, y fue la sede para la versión local del Twestival 2010. Un encuentro que sintetiza el espíritu de esta iniciativa, una instancia impregnada por las ganas de torcerle la mano a la frialdad de la era tecnológica, pero asiéndose de ella. Nobleza obliga.

Abierto de lunes a sábado, desde las 8:00 a 23:00 horas / Domingo de 10:00 a 20:00 horas

Victoria Subercaseaux 7

www.snscafe.cl

Sintra - Sintra

Llevar la contra es parte del instinto animal del rock and roll. Y el debut homónimo de Sintra lo toma como premisa, aparecido más de 15 años después de la formación de la banda, núcleo primario de Casino y los extintos Casanova. Una coyuntura anómala, pero fiel reflejo de la autenticidad de los músicos, quienes refaccionaron su alma máter y la pintaron con soul callejero. Siempre con un prisma británico y retro, el ahora quinteto llena de vida 10 cortes de impecable producción, grabados –en familia- en los Estudios Orange (de Pablo Giadach, amigo y ex miembro del grupo). El disco, un ejercicio anacrónico tanto en su gestación como en su registro, ofrece fotogramas bohemios con olor a pub como ‘Si Te Vas Conmigo’ o ‘No Te Pierdas’. Historias que invitan a la empatía, acompañadas de una orquestación robusta, con el saxo y los teclados como protagonistas. Más saben los diablos por viejos.