18.10.12

Suede: Segundo aire


En la voz de Brett Anderson hay drama, garbo y autodestrucción. El emblemático líder de Suede es un rostro familiar: su imagen ha adornado afiches de fiestas pegados en calles santiaguinas y dormitorios de fanáticos. Los mismos que llenaron anoche el Teatro Caupolican. Con "Introducing the band", el grupo favorito de la prensa británica en los 90 -hasta el surgimiento de Oasis- abrió un concierto memorable, su debut en un país que venera sus canciones, y que ya acudió en masa al show en solitario de su vocalista el año 2009.

El magnetismo de Anderson, un tipo de movimientos eléctricos muy dado a usar el micrófono como si fuera un látigo, fue el centro de atención en todo momento. Aunque conserva esa delgadísima figura que lo hizo objeto de deseo unisex, el cantante se contonea menos que en su época de oro (cuando era objeto de parodias por su desplante escénico lleno de florituras), pero compensa en profundidad vocal lo que perdió en sacudidas de cadera. Mejor así. "Trash", "We are the pigs" y "Filmstar" suenan invencibles y convincentes. Aún transmiten una angustia juvenil tan urgente que hace olvidar la incongruencia de escuchar "New generation" tocada por cuarentones.

La breve duración del concierto, que no sobrepasó la hora y media, fue el recordatorio de la edad del grupo. Muy poco para fanáticos que se hubieran quedado hasta la mañana repasando los temas de una discografía que, pese a ir empeorando progresivamente, tuvo suficientes pasajes gloriosos para justificar este segundo aire. La  emocionada espectadora que burló la seguridad para besar la mejilla de Anderson, durante "The beautiful ones", selló la devoción de Chile por Suede. Y el sentimiento se hizo mutuo cuando el frontman se internó entre la audiencia para cerrar la velada con  "Saturday night", entre gritos que exigían más.

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