Hay un ring de box instalado para la canción "Goin' in", pero -en honor a la verdad- el cuadrilátero debería ser de la WWE. El trecho que separa un concierto propiamente tal de un show de Jennifer Lopez es el mismo que distancia a la lucha libre de un deporte auténtico: la veracidad es lo de menos, lo que importa es el espectáculo. Entre brillos, coreografías y cambios de vestuario, a la estrella del Bronx se le va toda su concentración -y oxígeno-, así que cantar queda relegado a un plano secundario. Lo hace sólo cuando se sienta para interpretar, sin mucha gracia, una versión acústica de "If you had my love", en un gesto similar a los que tuvieron Britney Spears y Justin Bieber en sus recitales santiaguinos, como si deseara aclarar que puede y no quiere. Pésima señal.
Si alguien esperaba un montaje a la altura de Beyoncé, tendrá que seguir participando. Como vocalista, JLo es una gran bailarina y una mejor empresaria porque tiene la fórmula para ganar mucho invirtiendo muy poco. Ni siquiera trajo un MC de apoyo para sus numerosos temas con raperos. A cambio, los asistentes -que en forma gradual fueron perdiendo la atención- tuvieron que conformarse con las presencias en la pantalla gigante de Lil Wayne ("I'm into you") Ja Rule ("I'm real" y "Ain't it funny), Fat Joe ("Feeling good") y LL Cool J ("All I have"). Dinero fácil para la que hoy en día es una magnate del entretenimiento. Así, cualquiera se llena los bolsillos.
Que la actriz esté recién ahora, con 42 años de edad y a más de una década de su debut "On the 6", dando su primera gira mundial responde a una inteligente decisión de negocios, como todas las que toma esta brillante estratega de ascendencia latina. Sería idealista creer lo contrario y pensar que la multifacética diva desea retribuir algo al público, o sentir su contacto en vivo. Jennifer Lopez tiene claro que la fuerza de gravedad entrará en acción más temprano que tarde, quitándole buena parte de su atractivo. Nada que hacer al respecto, salvo seguir el pastiche bailable ("Papi", "On the floor") mientras se pueda, celebrarse a sí misma (hasta sus hijos forman parte de las proyecciones en la pantalla) e insistir en que sólo es "una chica simple del Bronx". Al menos para mentir, JLo nunca se arrugará.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario