29.12.09
25.12.09
24.12.09
Mis 20 favoritos del 2009
2) The XX - XX
3) Lee Fields & The Expressions - My World
4) Dinosaur Jr. - Farm
5) Dizzee Rascal - Tongue N'Cheek
6) The Horrors - Primary Colours
7) Inverness - Illuminaciones
8) P.O.S. - Never Better
9) Javier Barría - Introducción a la Geometría
10) Get Back Guinozzi ! - Carpet Madness
11) Built To Spill - There Is No Enemy
12) Diego Peralta - Nadar
13) Phonat - Phonat
14) Phantogram - Eyelid Movies
15) Mos Def - The Ecstatic
16) DM Stith - Heavy Ghost
17) Brother Ali - Us
18) Antony and the Johnsons - The Crying Light
19) Junior Boys - Begone Dull Care
20) The Fauns - The Fauns
Después de hacer esta lista, para Super 45 (fue el único medio que me pidió 20 elepés ordenados jerárquicamente), me di cuenta de que había olvidado -por lo menos- a:
Florence + The Machine - Lungs
Cómo Asesinar a Felipes - Un Disparo al Centro
The Clientele - Bonfires on the Heath
Them Crooked Vultures - Them Crooked Vultures
Matías Aguayo - Ay Ay Ay
Girls - Album
Luego supe la verdad: se me seguirán olvidando muchos más.
22.12.09
20.12.09
16.12.09
El que sabe
What is indie?
Generally speaking, everything on the bottom half of this handy chart qualifies as indie rock."
Alamedas - Carretera
Puede que la idea no le simpatice a todos, especialmente a quienes practican el desprecio metódico al rock-pop nacional, pero Chile tiene bandas que forman parte de una primera línea. Una suerte de plana mayor cuyas figuras, sea por el motivo que sea, cuentan con los recursos para optimizar sus capacidades y producir trabajos de excelente factura dentro de los estándares locales. Alamedas es un miembro de ese envidiado círculo. Y en Carretera, su tercer disco, hacen gala de su status sin empacho alguno.
Además de la dupla líder de los recordados Solar (Alejandro Gómez y Ricardo Contesse), este álbum cuenta con los recién integrados Pierre De L’Herbe y Octavio Bascuñán. Un ex La Dolce Vita y un ex Upa! son los actuales encargados de la sección rítmica del cuarteto. Pese a los años de historia entrecruzados en su confección, esta placa de nueve canciones resulta ser el material más vigoroso y enérgico jamás editado por los santiaguinos, quienes ya desde el 2003 amenazaban con lograr lo que acaban de hacer: un elepé refulgente.
Carretera brilla con luces propias y prestadas. La aparición de Nicole, otro miembro del politburó, en ‘Flecha’ fortalece a un corte que se defiende por sí mismo (atención con el guiño a ‘Estrechez de Corazón’ en la letra) y lo suyo hace Harvey Jones de Picnic Kibun en ‘Agarra El Tiempo’. Mención aparte para la corajuda y arrojada ‘Mar de Dudas’, uno de los mejores momentos del inventario del grupo, quienes también presentan un atractivo disco extra con un concierto en El Huevo de Valparaíso. No se trata de ostentación, sino de poner las cosas en su lugar y aprovechar las oportunidades: Alamedas es una voz autorizada.
POTQ.cl | Diciembre 2009
10.12.09
Phantogram: A la vuelta de la esquina
Suena como: Emily In Love, Beauty’s Confusion, Anois
Philipina Bitch - Vecindad Maldita
Anni B Sweet - Start, Restart, Undo
Los Armandos - Los Armandos
Trapezoide - Paisaje Concreto
Phantogram - Eyelid Movies
Aunque la presencia femenina predomina en lo vocal, mientras la mayoría de los embriones rítmicos se incuban en su contraparte, el dúo juega a intercambiar roles constantemente (”Turn it off”, “Running from the cops”). Eso sí, el plato fuerte consiste de esos cortes donde la sumatoria clásica opera como reloj suizo (”Mouthful of diamonds”, “As far as I can see”). Con beats callejeros y sampleos elegantes, además de guiños al catálogo anticon., el tándem establece que -en su afán por encontrar buenas canciones- lo único valido es la yuxtaposición armónica de elementos. La pólvora ya está inventada, ahora hay que hacer explotar todo.
Super 45 | Diciembre 2009
Tedio
8.12.09
7.12.09
2.12.09
Coiffeur: Romper con todo
Guillermo Alonso (en adelante, Coiffeur) se hizo de un prestigio en nuestro país, a base de reiteradas visitas y presentaciones. Con dos álbumes, Primer Corte y No Es, el cantautor invadió discos duros y memorias emotivas propensas a la dulzura de su apuesta acústica. Entre ambos elepés se intuía cierta continuidad, una línea que fue borrada con la aparición de El Tonel de las Danaides, su nueva placa. Un trabajo que lo muestra más contemplativo y ensimismado que nunca, y sobre el que conversamos con él en la casa de Rodrigo Santis de Congelador.
“Hubo un tiempo prudencial de espera. Me parece que eso fue necesario, aunque se estiró, porque la producción se tomó con bastante tranquilidad y eso al final de cuentas aportó mucho. Era algo que necesitaba profundamente. Cuando estaba terminando No Es, tuve un presagio: estaba en el estudio y me di cuenta de que a partir de ese momento habría un quiebre, fue un presentimiento muy fuerte. Dije ‘ya está, lo próximo tiene que ir a otro lugar’”, cuenta el argentino, refiriéndose a los cuatro años de lapso entre sus trabajos.
“En un punto, por aburrimiento, sentía que debía usar nuevas palabras y armonías, como si hubiera una parte mía agotada. Tenía que hacerme cargo de eso, fue un proceso bastante doloroso, ahí encontré la analogía con la mudanza. Que no se entienda como algo dark y melancólico, sino como una cuestión existencial, de hacerse preguntas sin encontrar respuestas certeras, sólo verdades relativas. Es dejar un espacio y habitar otro, en forma simbólica. Puede llegar a ser angustioso, porque uno parte y deja un lugar donde estaba cómodo. Todo eso ocurrió a nivel personal y musical”, explica.
Coiffeur se toma su tiempo para elucubrar pensamientos en voz alta. Habla lento y reposado, como si fuese un anciano con un generoso repertorio de historias que contar y la convicción de que vale la pena esperar por lo que tiene que decir. “Necesitaba tomar cierta distancia sin volverme frío. Mi pretensión era generar un relato que se abriera todo el tiempo, que cada cosa fuera desplegándose sin cerrarse. Los otros discos eran bastante concretos y literales, más como habitaciones donde uno se mete, mira, experimenta y se va. La intención que yo tengo ahora es la de crear espacios que no tengan límites”, se explaya.
Sobre esa persecución de lo infinito versa también el nombre del álbum. El Tonel de las Danaides alude al barril sin fondo al que fueron condenadas, en la mitología griega, las hijas del rey Dánao. Luego de asesinar a sus maridos, por mandato paterno, el castigo que recibieron fue llenar aquel tanque por toda la eternidad. “Ahí está esa idea, aunque dudé sobre el título en todo momento porque no quería quedar como un intelectual. En mi periodo de búsqueda, la mejor opción era leer mucho, hasta que di con la palabra ‘danaides’ y me gustó mucho, después encontré su significado y la historia. No me interesa hacer una bajada tan estricta del asunto, pero está íntimamente relacionado con el disco y lo que dice”, afirma el trasandino.
“Sigo centrado en la canción, ése es su esqueleto. Las armonías y las atmósferas estaban planteadas desde los acordes, después me junté con Pablo Grinjot (que es violinista y violista) y tocamos e improvisamos. Le hablé del lenguaje de la música para películas y, aunque creo que no logramos eso, se convirtió en un nuevo punto a desarrollar”, cuenta sobre el armado de la placa. “También escuché varios discos, como el Jóia de Caetano Veloso, del que no sé qué decir. Cuando lo conocí, sentí que él había hecho todo muy bien, igual que Noah Georgeson. Después, charlamos mucho con los productores sobre lo que yo quería. En un momento, nos fuimos a una quinta y grabamos para probar cómo sonaba, de hecho, en la versión final hay varios ambientes y ruidos. Así hicimos El Tonel, que yo siento que es de todos, aunque lleve mi nombre. Es el que menos me pertenece en solitario, diría que es más de banda”, resuelve.
Con o sin acompañantes, Coiffeur estaba decidido a desgarrar al tedio desde el cuesco. “El aburrimiento venía en el mundo de las letras y el de la música. Yo quería romper con todo. Siento que llegué a un lugar que me interesa, es cuestión de parámetros, pero creo que en la línea coiffeureana hubo una ruptura”, opina. Ese mismo cambio se hizo evidente cuando, en el concierto de Antofagasta, la gente le preguntaba sorprendida por qué ahora trataba diferente a su guitarra, como si anduviera en cámara lenta.
“Estoy empezando a tocar con un trío de cuerdas, intentando retratar el planteo del disco, donde no teníamos el presupuesto para pagarle a una orquesta, pero la idea era sonar como una. Entonces grabamos muchas veces los instrumentos, tratando de sacar provecho a la limitación. En algunas canciones, queríamos un sonido de cámara; en otras, más orquestal. Como las producciones de Scott Walter y otros de los setentas, que a mí me interesan mucho. De repente, existe la posibilidad de viajar solo y entregar las partituras a personas de cada lugar, esa opción también me gusta”, declara.
“Yo esperaba que les resultara más difícil, pero parece que no, por suerte. Eso me pone contento. Rompe con un prejuicio mío, con un pensamiento que tenía sobre que lo nuevo les iba a costar mucho, en relación a los anteriores. En general, tuve buen feedback y buenas críticas”, cuenta. Eso sí, para él, lo más reconfortante no se encuentra en el exterior. “Me siento muy contento porque la sensación que tengo con este disco nunca me había pasado. Antes, no encontraba la manera de llegar donde yo quería, y creo que eso jamás se logra. Pero ahora escucho El Tonel y quedo tranquilo con el concepto, con el desarrollo creativo”, confiesa.
La satisfacción del argentino se debe al logro de un entramado complejo, que invita a la introspección y que pasea por conceptos tan profundos como el heideggeriano Dasein, con el que bautizó a una de las canciones del largaduración. “Quería generar un relato, desde las letras, pero sin ser lineal ni usar introducción, nudo y desenlace. Uno puede buscarlo y encontrarlo, es muy laberíntico, por eso decidí que los títulos de las canciones no contuvieran palabras que aparecieran en la misma letra, para abrir el sentido y dar una impresión que se fuera ampliando”, complementa.
“Hay una especie de juego que me interesa compartir. Últimamente pasa que escucho discos, leo libros y veo películas, pero me resulta más atractivo lo que me interpela o me genera preguntas y me deja pensando. Esto es comunicación, uno busca poner en común sus propias inquietudes. Me parece algo necesario para mantenernos todos despiertos, con una energía que tenga ida y vuelta”, afirma. Puede que sea la antítesis de lo que todos esperaban y que se extrañe aquel juguetón pulso acelerado, pero Coiffeur sabe que su misión va más allá de acompasar amoríos juveniles. La abstracción es un camino sin retorno y él ya lo emprendió.
POTQ.cl | Diciembre 2009
Phonat - Phonat
Get Back Guinozzi !: Pozo sin fondo
Suena como: Les Rita Mitsouko, Kate Bush, Shonen Knife
Gold Panda: Giro del destino
Suena como: Aphex Twin, Flying Lotus, Neon Indian
30.11.09
24.11.09
Inverness: Saldo positivo
“A principios del 2008, estuve escribiendo canciones y decidiendo si lanzaba otro disco solista, o si lo hacía con banda. Tenía dos tercios de las canciones listas y puse un aviso en internet, pidiendo músicos con influencias de My Bloody Valentine, Ride, Chapterhouse, algunas cosas electrónicas y Penderecki”, cuenta el cantautor. Así comenzó el periplo que lo llevaría desde el formato individual hasta ser frontman de un grupo, luego de firmar con su nombre el sombrío Monstruos Bajo La Cama, en 2005. Aunque su bagaje estaba manifiesto, supo ceder ante instrumentistas que, si bien no manejaban el mismo lenguaje, podían ser un aporte al sello del nuevo proyecto. Siguiendo esa línea de pensamiento, entraron Rodrigo Soto (de origen jazzero) a la batería y Ángelo Agurto (de pasado folklórico) al bajo.
“Yo hago los temas, las letras, pero les damos ene vueltas entre todos y ellos sugieren cosas muy buenas. Que no vengan con la misma mochila mía sirve mucho. Estamos en proceso de encontrar un sonido y una voz más propia. Ha funcionado bien y nos tiene contentos”, comenta el vocalista. Illuminaciones, la ópera prima de Inverness, fue el fruto de varias búsquedas y el segundo elepé tendrá un cariz similar. “Hay ideas dentro nuestro que apuntan hacia qué tenemos que proyectar, sentimos que todavía no se logra consolidar eso en un cien por ciento. Yo quiero mezclar lo análogo con lo digital, lo he podido hacer cada vez más, pero nunca al nivel que me gustaría. Estamos tratando de incluir cambios varios cambios de texturas”, adelanta.
Éste es un mes decisivo en la puesta en marcha del nuevo material. Jarque y sus colegas saben que deben cumplir con los plazos autoimpuestos, en orden de lograr un trabajo más expedito que el anterior. “Illuminaciones fue un parto de año y medio. Empezamos en un estudio, no quedamos contentos y tuvimos que ir a uno distinto para mezclarlo otra vez. Y eso que lo grabamos en dos semanas que al final, sumando y restando, fueron apenas cuatro días”, recuerda el cantante. Incluso es más explícito en su relato cuando confiesa que “el ingeniero de sonido me llamaba para decirme todas las cosas que fallaban y yo me sentía como hablando con un doctor, preguntándole qué se puede hacer con el enfermo”. Aunque los avatares y contratiempos fueron abundantes, el resultado ha sido grato para los santiaguinos. “Tuvimos una buena recepción, no la rompimos tampoco, pero quedamos contentos pese a los condoros. Para nosotros es una carta de presentación”, afirma con modestia.
“Desde noviembre hasta finales de año, estaremos haciendo pre-producción. Tenemos la mitad lista, más cinco canciones más en las que vamos a trabajar”, adelanta el cabecilla. En cuanto a la facturación del discurso, el modus operandi previamente usado sufrirá algunas alteraciones. “Yo reciclo harto, tengo libretas donde escribo ideas o palabras. Lo que hago es grabar los temas en cuatro pistas y cuando los tengo más o menos armados, busco algo sobre qué hablar. Ahora me gustaría encontrar una manera más automática de hacer letras, como un workshop. Creo que será más narrativo que lírico, en cuanto a letras e imágenes, porque estoy pegado con los cuentos de hadas”, confiesa. Los cambios en este venidero proceso también se expresarán en otra manera de obrar en el estudio. “Por tiempo y presupuesto, hay cosas que no hemos podido hacer, como simplificar la forma de grabar. Tenemos ganas de registrar grupos de instrumentos tocados juntos, que sea más espacioso y que se contamine un poco. Le da un tinte diferente”, explica.
“El otro día, un amigo músico me dijo ‘con el segundo elepé la van a hacer’. Todavía me pregunto qué será eso. Para mí, el ideal es poder decirle a la gente quiénes somos. Hemos hecho hartas proyecciones y creemos que, si nuestro tercer álbum es una mierda, cagamos. Porque una forma de ‘hacerla’ es crear un trabajo donde se reconozca algo que nadie más esté haciendo”, elucubra Rodrigo Jarque. “A veces, llego a mi casa con ganas de llamar al trabajo y decir que nunca más voy a ir. Si no me rebelo es porque todavía estoy pagando unas calillas del terror por Illuminaciones. Pero, quizás según qué parámetro misterioso, también pueda considerarse ‘hacerla’ tener un trabajo, una banda y un disco”, resuelve. Sea como sea, incluso con deudas a cuestas, el saldo es positivo para el grupo y el 2010 se avecina todavía más auspicioso. Se siente en el aire.
POTQ.cl | Noviembre 2009
Ana Tijoux: Con temple de acero
Chile es el país de los diminutivos. Son usuales en el hablar cotidiano y representan un trato cariñoso, pero también configuran una personalidad que todo lo reduce a su mínima expresión. Y eso no puede ocurrir con la reina madre del rap nacional, la única fémina MC que ha orbitado alrededor nuestro por más de una década: Ana Tijoux. Con la aparición de 1977, terminó la época en la que nos referíamos a ella como si fuera una niña pequeña y ahora la miramos de frente, porque su personalidad tampoco avala que la contemplemos como a una institución lejana. La ex Makiza es cercana, histriónica y empática. Sabe llevar una conversación de un lado a otro, con lucidez y perspicacia. Es que está contenta, no se cansa de proclamarlo. “Tengo muchos óvulos ovulando, ando muy pila. Físicamente, me siento similar a una época con Savia Nueva, colaborando con gente que me gusta. Ésa ha sido la tónica de estos días”, cuenta, aludiendo a su alma máter. El mismo conglomerado de amigos que la acompañó en la factura de su segundo elepé.
Después del sorpresivo Kaos, un álbum que consternó a los amantes del hip-hop (a la misma vez que cautivaba a la masa mainstream), esta hija del exilio volvió a escapar de los parámetros. Ahora, corona la década del reggaeton y el Auto-Tune exacerbado con un trabajo de impronta clásica y revivalista. Un atrevimiento, luego de haber incrementado su notoriedad tras firtear con el pop. “Cuando hice mi primer disco, estaba súper triste, tenía una depresión muy fuerte. En lo personal, no me gusta, pero también pienso que me dio de comer. Fue funcional. Ahora le tengo cariño, porque lo hice a pesar de estar bajoneada. No me escondí en el Cajón del Maipo a meditar con las estrellas. Lo nuevo no tiene nada que ver, antes me sentía súper insegura y ahora estoy la raja. Asumí la pena que llevaba, y toda la gente depresiva es súper egocéntrica, es la paradoja del asunto: sólo te preocupas de ti. Tenía que vivirlo de esa manera”, explica.
“Le tiraron mucha mierda a Kaos, pero era normal, no me extrañó que ocurriera. Había que pasar por eso. Muchos se sintieron traicionados, pero yo estaba con tantos problemas personales que ignoré esos comentarios. No me preocuparon”, asegura. La acumulación de confictos le sirvió como una coraza ante los detractores, estaba ensimismada en una burbuja de ahogos y dificultades existenciales. Una coyuntura que no le es ajena. “Me asumo como una persona muy enrollada, que ha tenido montones de tristezas, como mucha gente de Chile, que es un país bipolar. Escribir es mi descarga, es extrapolar, vomitar. Es el único momento en el que me libero y no pienso, sólo siento. Si no hiciera música, buscaría otra manera de sacar todo eso. Extirpar y transformar es sano, es una terapia que no me cuesta”, confiesa.
Ana Tijoux combatió a la malaventura con dos armas: pestañas y pluma. “Yo me di cuenta de que estaba mejor cuando soñé con una for. Representaba a mi personalidad, que yo sentía que se había borrado. Pero la vi, después me la tatué y todo mejoró. Yo era esos pétalos. Y me hice las preguntas básicas, como quién soy, por qué hago música, por qué la encontraba tan bacán y en qué momento perdí eso”, declara. “Tengo un cuaderno donde anoto mis sueños todos los días. Cuando estaba en el colegio, me pegué con el surrealismo y con un poeta que se llama Robert Desnos, que recitaba medio dormido. Y cuando partí en el freestyle, pensé que había que hacerlo en esas mismas condiciones. Es catarsis. Por ejemplo, cuando estaba en Makiza, antes era un tema para mí ser chilena o francesa. Pero hicimos ‘La Rosa de los Vientos’ y fue como ir al baño. El inconsciente es algo muy heavy, me llama mucho la atención”, manifiesta.
EN PRIMERA PERSONA (DEL PLURAL)
El segundo aire de la MC se tradujo en un flamante elepé, donde el boom bap exige ecualizar dándole preferencia a los tonos graves. El regreso de la rimadora a la escuela más ortodoxa fue un movimiento visceral, sin dobles lecturas ni manifiestos ocultos. “Lo único que tenía claro es que quería grabar un disco de rap con un sonido clásico. No había tantas ideas preconcebidas, sólo tener baterías, samples y letras. Desde el año pasado estaban las ganas, porque nunca antes había podido encerrarme a escribir. Cuando estaba en Makiza, hacía ocho versos, repetíamos el coro mil veces y el trabajo (por cabeza) al final solía ser poco. Para Kaos, que era popero, tampoco pude llevar a cabo lo que ahora estoy haciendo”, grafca. El papel y lápiz reclamaban un espacio en su agenda, así que tuvo que obedecerles e inundarlos de autobiografía.
Pese a lo personal del proceso vivido en la previa del álbum, el esfuerzo que lo procreó fue realizado por una camarilla de renombre y abultado prontuario. Un comité encabezado por Foex y Hordatoj, que entrecruzó los esfuerzos de ambos productores, además de otro puñado de representantes de lo más granado que la fauna local ofrece. “Se piensa que una placa solista es la consagración de una persona, pero 1977 es la consagración de un colectivo. Todos trabajamos para todos. Ha sido intenso, pero bonito”, describe. “A menos de que te grabes, masterices, compongas, hagas tu foto y tu carátula, el disco solista no existe. Hay mucha gente involucrada, energéticamente hablando. Aunque tenga mi cara y mi nombre”, afirma Tijoux, con absoluto convencimiento en sus palabras.
“Estoy muy afiatada con Potoco Discos y Habitación del Pánico, somos un grupo de amigos que hace música juntos y tenemos planeado ver en qué seguiremos como equipo. Nos criticamos y apoyamos, siempre en forma constructiva”, asevera. La avalan los planes conjuntos y proyectos compartidos. “La mano, en cuanto a promoción, también tendrá que ver con ellos, para saber qué podemos hacer. Ando en la parada de colaborar con gente que admiro, porque siento que me hace crecer a mí y a ellos igual. He tenido una retroalimentación súper bonita. Somos como una mesa abierta de trabajo”, describe.
Contar con experiencia en labor comunitaria ha blindado a la francochilena contra cualquier imprevisto. Su paso por Makiza y Alüzinati, además de la participación en la banda sonora de Los Pulentos, le proporcionaron fuertes herramientas metodológicas para asumir la concepción de su último elepé. Aunque se deshace en elogios hacia quienes la respaldan, Ana también sabe poner los puntos sobre las íes. “La democracia no existe, las dictaduras en la música también funcionan. Eso me lo dijo Álvaro Henríquez, me costó entenderlo al principio, pero ahora sí. A la hora de tomar decisiones, si todos están pujando, se pone enrollado. Tiene que haber un líder”, explica. Son palabras donde se olfatea el aroma de la experiencia.
“En este momento, está mi álbum, pero se va a extrapolar a distintos personajes. Focalizamos la misma energía en lugares diferentes. Hordatoj sacará su disco el 2010, también el Epicentro, y el Dacel hará su mixtape. Es como un jardín donde todos cultivan. Ahí sí encaja”, adelanta sobre los próximas jugadas de una partida que toma vuelo y que la representa. En el caso de 1977, aquel espíritu cooperador se materializó en participaciones de Cómo Asesinar a Felipes, Solo Di Medina, Quique Neira, Bubaseta y Stailok, por citar algunos. Una aleación de nombres consagrados con otros cuyo futuro es altamente promisorio. Nada raro para una mujer que es sinónimo de hip-hop. Aunque sus pies puedan transitar por estilos dispares, la reacción primaria ante Tijoux es pensar que se trata de una maestra de ceremonias desdoblándose y mostrando otro cariz. Nunca al revés. La materia se transforma, pero siempre es una sola.
CAMBIO Y FUERA
La madurez, aquel lugar común al que recurren los periodistas que se enfrentan a artistas de trayectoria, es más que un repetido tópico en la vida de la MC. Es una realidad. Esa veinteañera que no sabía de qué nacionalidad declararse ya pasó a mejor vida, así como sus temores frente a la escena que la abrazó, pero cuyos miembros también la cuestionaron. “Al principio, con Makiza, estuve súper enrollada. Era parte de algo, pero no sabía qué tanto pertenecía a ese movimiento. Me encantaba, pero me sentía tan rara para el común denominador de un talibán. Era chica, no sabía si quería ser conocida y tampoco tenía mucha idea de lo que estaba pasando. Me alimentaba el ego, pero las expectativas se iban haciendo cada vez más grandes y yo terminaba preguntándome si quería llenarlas. Pero eso el tiempo lo arregla”, admite.
Los años dilucidaron su postura y la forma en que se aceptó a sí misma. “Yo soy un ser más extraño que la mierda, ni yo me entiendo mucho. Soy humana, soy mujer y soy chilena”, proclama. “Hay belleza en la paradoja de cuando te subes al escenario, con todo su brillo, te bajas, la gente está felicitándote, pero tú estás mal por dentro. Y no puedes explicarlo. Las personas te ven de una forma, esperan cosas, pero tú de repente no quieres cumplir con eso que te piden”, manifiesta. Un síntoma que se desató con su vuelta de tuerca al editar Kaos. Calificado por los puristas como una afrenta al hip-hop, en el balance de Tijoux la placa significó ampliar su espectro y obtener certezas. “A mí me conocía la gente que escuchaba rap. Tener otra exposición te da un reconocimiento distinto. Me parecía chistoso, porque yo sé que existo y no necesito a la sociedad para que me diga quién soy yo o que ahora que estoy en MTV soy importante”, decreta.
La veteranía de una década rimando convirtió a Anita en Ana y la erigió por sobre las compulsivas lenguas opinantes. Con el temple adquirido, la reina madre asumió la actitud más sana de todas: darle prioridad absoluta a la satisfacción de sus inquietudes, obviando a los miramientos. “No pensé en cumplir las expectativas de nadie, ni en demostrar nada. Antes tenía esa necesidad, pero la dejé. 1977 nació porque necesitaba hacerlo. Me pone feliz la libertad de trabajar con mis amigos, me hace crecer. Me siento libre, más integra, no tengo que dar mayores explicaciones al respecto. Estoy muy bien, ando tranquila. Hice un disco sencillo y poco pretencioso, con una carátula austera y sin mandarle saludos a nadie”, asegura complacida. Ni siquiera hay jactancia en sus declaraciones, sino el alivio de saberse emancipada y soberana de sus actos.
A esa misma autonomía recurrió al grabar, durante febrero pasado, un tributo a Violeta Parra. El homenaje fue registrado en su totalidad y ahora sólo espera una fecha de aparición. “No lo sacamos porque nos abocamos en el otro álbum, pero está listo. Grabaría mil discos de ella, tiene una cantidad de material esa mujer… la mina era muy hip-hop en sus composiciones. Recopilamos las décimas y las rapeamos, tomamos los instrumentales, que son las anticuecas, y las mezclamos con las letras. Hay tres temas conocidos, que son ‘Maldigo del Alto Cielo’, ‘Santiago Penando Estás’ y ‘La Carta’. Todavía no sabemos cómo saldrá, tengo que conseguir los permisos primero”, adelanta sobre el gusto que se concedió al registrar ese as bajo la manga.
Coherente con su discurso, la MC le dio luz verde a un arrebato de espontaneidad y se empapó de vigor para contagiar a sus secuaces. Más que un elepé, su nueva placa es el respiro después del agobio y el testimonio de la bonanza anímica que atraviesa. “Este disco se grabó en apenas tres meses. Yo dije ‘¡Ya, Droh, prodúceme! ¡¡Ya, Fo, el estudio! ¡Oye, ven a grabar!’. Estuvimos encerrados en Potoco escribiendo y armando las canciones. Todo fue sampleado directamente desde el vinilo, además, usamos unos instrumentales que existían desde antes. Fue como cocinar una torta, unos pusieron la miga, otros la cereza y quedó lista”, compara. Los platos están servidos y no se requiere invitación. Es hora de sentarse a comer.
22.11.09
20.11.09
Girls - Album
La única relevancia de este pasado yace en el bagaje fílmico del cantante (supuestamente se le prohibía escuchar música, pero descubría bandas a través de filmes) y en su paso por el punk, luego de emanciparse. Hay cierta influencia de este background en la sonoridad de la placa, aunque –en cuanto a letras- las canciones del grupo mantienen un eje temático sencillo y casi ingenuo, que no parece acusar recibo de la tortuosa vida de su creador. De ser cierta esta acumulación de acontecimientos, parece que la impronta despreocupada del tándem posee propiedades terapéuticas para él, sobre todo si nos percatamos de otro dato: esta ópera prima fue compuesta después de un quiebre amoroso. Un tip que parece rosa, pero que adquiere importancia con el disco en la mano.
Independiente de los devaneos que documenta el papel, Owens y Chet ‘JR’ White -su silenciosa contraparte- confeccionaron un diseño de alto vuelto en credibilidad y sensatez. La repentina irrupción de Girls se debe a un largo que, con los ojos en el retrovisor, da cuenta de una pareja de amplia cultura pop y visceralidad a toda prueba. En Album, el ectoplasma de viejos vinilos vuelve a materializarse; hay tanto de Pet Sounds como de This Year’s Model, en un amasijo de influencias evidentes, pero asumidas sin culpa alguna y con absoluto desparpajo. La ironía y distancia, utilizadas por varios de sus contemporáneos, son reemplazadas por una entrega ciega hacia el modus operandi de antaño: no hay rastro alguno de rupturismo, sino el afán de tomar los antiguos cimientos y edificar a gusto.
Los datos duros corroboran el compromiso del dúo californiano. Su primer elepé no fue grabado en ningún estudio en particular, un detalle fácil de apreciar en momentos donde la baja fidelidad y un intenso hálito casero son la tónica. Esta autonomía es visible en los créditos de la placa, donde sólo unos pocos músicos figuran como invitados a la grabación, porque el grueso de los instrumentos fueron ejecutados por los hemisferios del grupo, quienes también tomaron todas y cada una de las fotos del arte del CD. Si de soberanía se trata, el trabajo a pulso realizado por ambas partes resulta encomiable, especialmente por mantener la preocupación enfocada en lo más importante: las canciones.
Cortes como “Laura”, “Hellhole ratrace”, “Darling” y “Lust for life” tienen tanta vida propia que no necesitan comunicados de prensa para salir del paso airosos y con la frente en alto. Album habla por sí solo y se defiende sin más armas que una estructura amigable, que establece una cercanía entrañable con el receptor. Owens es un hablante desdichado, pero la cortina que lo acompaña es resplandeciente y alegre; incluso cuando corteja al shoegaze, como ocurre en “Morning light”, las distorsiones se tornan luminosas. Porque Girls es relajo, estío y resaca vacacional. Puro ocio concentrado en tardes sin hacer nada, pero pensando en todo lo que a un post-adolescente con el corazón roto le puede importar. Esos asuntos que inspiran a los discos imprescindibles de una temporada. Como éste.
Super 45 | Noviembre 2009
18.11.09
14.11.09
12.11.09
11.11.09
aM Battom - Borealis
En el digipack de Borealis, aM Battom entrega dos claves vitales para aproximarse a su prisma. La primera es una referencia a la construcción de las canciones del grupo, en una leyenda que versa “el ruido es la acumulación de silencios”, donde el texto ocupa un espacio mínimo y un nebuloso fondo verde acapara el protagonismo. Esa colocación de elementos es una metáfora sobre el disco mismo, en el que el cuarteto nacional pincela pocas palabras sobre un gran lienzo de sonidos. O de mutismo, si es que obedecemos la consigna planteada.
De las seis canciones de la placa, cuatro tienen letra y dos son instrumentales, aunque todas comparten el mismo cometido: desarrollar y expandir la siembra de fosfenO, el proyecto que sirvió como capullo para esta banda penquista que vive en Santiago, pero que transpira sur de Chile en su post-rock. Una insinuación de alto calibre emotivo, que acusa fascinación por las formas difusas y las invocaciones etéreas, sin perder su maciza consistencia. En esto incidieron no sólo las buenas intenciones, sino que también Alex Unión (vocalista y principal compositor) y el eximio Chalo González, responsables de la grabación, que luego fue mezclada y masterizada en los cotizados Estudios Triana.
La segunda pista que Borealis nos proporciona sobre su carácter aparece en los agradecimientos. Ahí es donde aM Battom, además de las líneas de cortesía, dan las gracias al estado spleen. Popularizado por Charles Baudelaire y castellanizado como esplín, el concepto se refiere al tedio vital más profundo, esa melancolía permanente que se manifiesta en desinterés por el pasado y el futuro. Un vocablo que aprisiona en sí al desprecio romántico hacia todo que, con precisión, es encerrado a su vez en los cortes de este elepé. Hijos de la abulia, únanse: esto es para todos ustedes.
9.11.09
8.11.09
7.11.09
6.11.09
Faith No More - Estadio Bicentenario de La Florida (30.10.2009)
Foto por Andrés Bortnik
Era imposible resistir a la tentación de Fiskales Ad-Hok y Sepultura. Había que saltar con ellos, gritar, vibrar y transpirar. Pero, después de una considerable espera, Faith No More estaba a punto de presentarse ante nosotros y cierto hálito de energía renovada se hacía sentir. Como había sido la tónica, el cover de ‘Reunited’ (original de Peaches & Herb) dio el puntapié inicial al ansiado momento de poder presenciar, por primera vez para muchos, a los californianos que -hace 11 años- coronaron con su disolución a una semana fatídica de abril, en la que también nos enteramos de los decesos de Octavio Paz y Linda McCartney.
Tanya Morgan - Brooklynati
Donwill, Ilyas y Von Pea no se valen de Auto-Tune, ni de una lista interminable de beatmakers famosos, para sobrevivir al intento de forjar un disco sólido. Sólo necesitan un par de productores amigos de la casa (Brickbeats y Aeon) y uno que otra voz invitada (Phonte Coleman, Blu, Spec Boggie) que los apoye en su cruzada. Para ellos, lo primordial es refrigerar el sabor a vieja escuela noventera, à la Native Tongues, con tal de conservarse anacrónicos y siempre lúcidos. Sustentados, además, en una labia privilegiada, estos tres MCs cumplen su cometido sin repetir ni equivocarse. Los relojes ya no avanzan, pero el hip-hop sí.
5.11.09
1.11.09
Mano de gato
Britney Spears - Over To You Now
23.10.09
Prefuse 73 en Industria Cultural: Terrorista de Beats
Guillermo Scott Herren se ríe en la cara de la complacencia. Es un tipo que, después de haber puesto a la crítica a sus pies (con One World Extinguisher del 2003), jamás volvió a ocupar el mismo recetario para cocinar un disco. Seducido por la incertidumbre, optó por tantear nuevas superficies, en vez de regresar a terrenos previamente visitados. Con el cambio como única constante y un abanico de proyectos paralelos, la hoja de vida del norteamericano daba pistas sobre lo que su concierto sería: un formateo sensorial inyectado de convulsiones electrónicas.
La noche del jueves, Prefuse 73 desafió a todos los asistentes de Industria Cultural. El motivo del show era una celebración, pero –por lo visto- el desprecio del músico hacia lo obvio excede a su comportamiento artístico y también alcanza para torcer a la festividad. Una actitud que resume (y encarece) la quintaesencia de su casa discográfica, ese culto al rupturismo y aquel anhelo de vanguardia que Warp ha predicado por veinte años. No apto para tímpanos delicados, ni domesticados con canciones de estrofas y coros, el espectáculo del multicultural productor fue atravesado y enriquecido de punta a cabo por la paradoja de los recursos versus las consecuencias. MacBooks, micrófonos, perillas y botones por doquier; un despliegue tecnológico de respeto, pero que apelaba a la simpleza de los ruidos y la distorsión, dos formas básicas de masajear las percepciones de quienes se sometieron a su influjo.
Conceptualizar en etiquetas el vendaval de estímulos que Scott Herren y Ryan Rasheed, su secuaz, desataron sería anecdótico. Palabras como noise o glitch no le hacen justicia a lo que el estadounidense derramó en el galpón de Cueto, así como también resultaría inapropiado para cualquier género tener alguna clase de asociación con un agitador de semejante calaña, un terrorista de beats y secuencias corrosivas. Sin canciones recordables o un frontman carismático, lo ocurrido el 15 de octubre fue la antítesis de un recital, pero resumió cómo se debe atacar a la monotonía. Hasta que no respire.
Super 45 | Octubre 2009
Saifay - Desde Este Lado Del Cerrro
De producción casera, pero aspiraciones profesionales, este álbum se constituye como un testimonio de la otra juventud. Ésa que vive en las poblaciones, incubando el descontento hacia la macabra realidad que el sistema les impone, mientras brama orgullosa su origen proletario. Saifay riman acerca de morder la pila del pendrive, para que funcione, con la misma espontaneidad con la que incitan a quemar La Moneda. Desde Este Lado del Cerro es un documento visceral y fehaciente, que expone con dolorosa verosimilitud lo que otros quieren ocultar. Un antídoto para la ceguera.
Super 45 | Octubre 2009
20.10.09
17.10.09
16.10.09
Discovery - LP
LP no es una reacción al inusitado éxito de las bandas que mantienen cada uno de los hemisferios del proyecto; el dúo ya existía antes de que el mundo se fijara en sus almas máter. La salvedad adquiere importancia al calibrar la validez de este debut, en el que conviven el Auto-Tune, destellos reggaetoneros (“Swing tree”), colaboraciones de lujo (Ezra Koenig de Vampire Weekend y Angel Deradoorian de Dirty Projectors) y veneración hacia el clan Jackson (“I want you back”). En vez de establecer pactos con la inercia para atraer adherentes, los neoyorquinos eligen quebrar las expectativas y dejar que sus gustos adquieran protagonismo. Los sintetizadores también pueden ser sinónimos de actitud.
Super 45 | Octubre 2009
14.10.09
Faith No More - The Real Thing (1989)
Faith No More contaba con dos álbumes y una respetable carrera en el circuito alternativo, pero el gran público desconocía a la banda, cuyo sonido parecía más apto para sudorosos conciertos que para las listas radiales. Pero, en 1990, la situación se revirtió, cuando MTV puso en su parrilla ‘Epic’ y el éxito comercial le sonrió por primera vez al quinteto. Ya en agosto del año anterior había sonado ‘From Out Of Nowhere’, pero fue el segundo single de The Real Thing el que puso al grupo en el mapa, con una canción que ayudaría a sentar las bases de lo que conocimos como rap-metal. Eran guitarras y fraseos incendiarios, pero con la mesura que se requiere en orden de satisfacer al mainstream. Un hit inmediato.
Con un nuevo cantante, Mike Patton (venido de ese universo paralelo llamado Mr. Bungle), los norteamericanos parecían dispuestos a comerse al mundo. Y lo hicieron. En su tercer disco, Faith No More aprendieron a edificar clásicos, una ciencia en la que adquirieron destreza con el paso de los años y que los situaría en el panteón del rock. Además de valerles frases hechas, The Real Thing los hizo acreedores de una credibilidad a toda prueba en su creciente culto de seguidores, fomentada por el salvajismo de un frontman carismático y entrañable, capaz de alentar hasta al más conspicuo de seguirle el amén. Mención aparte para las líneas de bajo de Billy Gould, otra piedra fundacional en la construcción de su ideario.
Ruidosos y melódicos, rockeros y raperos, tributarios e innovadores; Faith No More versionaban a Black Sabbath (‘War Pigs’), mientras fraguaban gemas totalmente accesibles (‘Falling To Pieces’) y recibían la venia de una audiencia cuya masividad iba en aumento. Antes de que el mundo se tiñera de grunge, The Real Thing ya daba atisbos de que lo alternativo se venía con fuerza, dejando atrás al anquilosamiento de los ochentas. Con música compuesta antes de la llegada de Patton y líricas escritas por el cantante en poco menos de un mes, los californianos moldearon una placa en la que hablaron –honestidad brutal mediante- de obsesiones, amor, pérdida y confusión. ¿Cómo no sentirse identificado con ellos? La ruta estaba clara hace tiempo, pero ahora sumaban un séquito a sus espaldas. El mito había germinado.
POTQ.cl | Octubre de 2009
10.10.09
Trancemission - 5
El cinco es una de las cifras predilectas de los numerólogos. La mayoría de sus significados apuntan al balance (es la mitad de 10, que representa a la perfección) y a la materia, porque varios componentes de la naturaleza están dispuestos en esa cantidad (los sentidos, los dedos de la mano y los elementos, por ejemplo). Ocurre lo mismo en el ideario de Trancemission. Un quinteto cuya formación ha sabido encontrar el equilibrio, para que sus avezados miembros puedan desplegar sus destrezas individuales, en orden de acoplarse como una sola gran máquina.
Apenas una noche en Club Mist les tomó grabar este debut, en el que irradian psicodelia, shoegaze y tintes stoner a partes iguales. 5 es una bocanada de humo denso, expelido por instrumentistas de inagotable efervescencia y postura desafiante. Es más de lo mismo, como explicitan en ‘The Same’, pero no es idéntico al resto. Trancemission traducen la monotonía de sus canciones en símbolos sonoros, convirtiendo en mantras rockeros lo que otros transmutarían a vil tedio, e ignoran deliberadamente a la complacencia de los ganchos fáciles. Es el arte de saber jugar con fuego sin quemarse.
POTQ.cl | Octubre 2009
7.10.09
Dizzee Rascal - Tongue N' Cheek
The Stone Roses: El tiempo nunca se equivoca
Cualquiera que haya ido a una protesta, sabe que las frutas cítricas son excelentes aliadas a la hora de capear el efecto de las bombas lacrimógenas. Más que un capricho estético -o un mero adorno- los limones en la portada del debut de The Stone Roses representaban el hastío de una generación que había pasado su adolescencia bajo el yugo del thatcherismo, con su ímpetu juvenil ahogado en un mar de abulia. Pero los ‘80 se extinguían y, con ello, también el mandato de la Dama de Hierro. Aunque los conservadores seguirían en el poder, Inglaterra emanaba cierto hálito de cambio. La aparición de unos portavoces resultaba urgente; no se necesitaban revolucionarios, pero sí reformistas, capaces de deconstruir los códigos existentes y establecer símbolos propios.
Desde el primer impacto visual, el de su carátula, la ópera prima de los mancunianos declamaba la fundación de otro orden. Diseñado por John Squire, guitarrista del grupo, el frontis del álbum tenía una primera mano de pintura sicodélica, con un zarpazo de los colores de la bandera británica encima. Un mensaje directo al país, proveniente de una banda que -desde el momento de la grabación- confiaba tener las canciones que musicalizarían un segundo aire para el rock inglés. Todo calzaba a la perfección: su ciudad de origen, la variedad en la despensa de inspiraciones, el narcótico latido de sus canciones y hasta el peinado de sus integrantes. Cada objeto del conjunto configuraba la buena nueva de que nada volvería a ser igual, porque cuatro veinteañeros hicieron posesión de una exquisita herencia y la habían devuelto convertida en la última hazaña de una década que ansiaba reivindicarse.
¿Por qué ellos y no otros? En 1987, Primal Scream emergió con Sonic Flower Groove, una placa en la que se reconocían varios de los sortilegios con los que The Stone Roses hechizarían al planeta. Tenía ensoñaciones pop y sicodelia por doquier, además de una frescura incontestable, pero no logró posicionar a los escoceses en la historia. Los caprichos del tiempo les jugaron en contra. Dos años después, la eclosión del house y el fenómeno Madchester propiciaban el escenario perfecto para que Ian Brown, Mani, Reni y John Squire cambiaran a su antojo las reglas del juego. Su fortuna era merecida; durante sesiones de trasnoche (de siete de la tarde a siete de la mañana) y colosales ingestas de marihuana, habían dado a luz al disco perfecto en el lugar y la hora precisos.
El manoseado concepto de “banda sonora para una época” encontró su definición por antonomasia en el debut de este grupo que, para coronar sus ventajas, contaba con una formación rebosante de mística. Brown era un frontman dueño de la situación, arrogante, magnético y entrañable; Squire, un virtuoso de la guitarra cuya escuela fluctuaba entre Hendrix y Marr; Mani tenía tanto groove como un negro y siempre se caracterizó por su carácter amable (era el favorito de los periodistas); y Reni aportaba sus infinitos dotes rítmicos, que resultaron imprescindibles en la conjugación de rock con música de baile. Oro puro. “El pasado es tuyo, pero el futuro es mío”, clamaban en “She bangs the drums”. La celebrada frase no podía ser más profética. Aunque su esplendor fue breve, el legado del cuarteto sentó las bases del britpop y dictó las leyes sobre cómo debían comportarse las bandas inglesas.
Producido por John Leckie (quien había trabajado para Lennon y McCartney, -por separado- además de XTC y The Fall, entre otros), el debut de The Stone Roses fue una anomalía para el indie, que por primera vez tenía entre sus filas a un exponente tan deseoso de masividad. La obra era el encuentro con el desencuentro; la hija del desdén hacia la inventiva y de un exuberante perfeccionismo, el mismo que luego terminaría jugando un rol importante en su temprana disolución. En pocas palabras, el clímax de un estilo que llevaba cinco arduos años siendo pulido y de la vida creativa de quienes lo fraguaron. El homónimo elepé se convirtió en la clase de disco del que es imposible hablar sin caer en clichés, y lo hizo a través de un mensaje humanista, proletario y post-adolescente. Un repertorio que no sabía de limitaciones, en el que cualquier estado emocional se encontraba a su alcance. Con la misma facilidad, sonaban vulnerables en “I wanna be adored”, deslumbrados en “She bangs the drums” e invencibles en “I am the resurrection”. Canciones que jamás perdían un ápice de altura, ni siquiera reproducidas en reversa, como ocurría con “Don’t stop”, que usaba la pista instrumental invertida de “Waterfall” (un truco del manual de The Beatles, que utilizaban desde que Peter Hook les produjo “Elephant stone” y que luego repitieron en el single de la estremecedora “Made of stone”).
Dos agitadas décadas han transcurrido desde la edición de este álbum, considerado por muchos como el mejor de los ‘80 -e, incluso, el mejor debut de la historia-, y nadie ha podido superar al mito de The Stone Roses. Ian Brown es mencionado en las oraciones de miles de vocalistas, con su nombre reemplazando al de Dios en el Padrenuestro, mientras rezan para apegarse a su imagen y semejanza. Los cuatro de Manchester lo hicieron todo, sin temor a nada. Desafiaron al poder de la prensa musical británica, que sólo le brindó una tibia recepción al elepé, y mancomunaron los rasgos que debe tener una banda para convertirse en el paradigma de su época. Un hito generacional de infinitos efluvios, cuyas reminiscencias directas todavía no conocen equivalente, porque continúa siendo la última actualización del manual del pop clásico y los años le siguen dando la razón. El tiempo nunca se equivoca.
Super 45 | Septiembre 2009
Carta Abierta a Juan Sativo
Recuerdo con envidia malsana las veces que vi los CDs originales, que venían con un clavo, y lo mucho que tuve ganas de pelármelos, aunque los dueños fueran mis amigos. Ni te explico la cantidad de gente que se hizo una copia de mi cinta o los recuerdos que tengo de sus caras, al degustar ese disco por primera vez. Tú aparecías en los videos y todos querían parecerse un poco a ti, pero en el colegio no dejaban usar el pelo largo, así que varios se conformaron con dejarse los cachetes al aire, creando un ilusorio pantalón escolar de tiro largo. Si hasta casi lloré cuando compré el “Decisión” y me di cuenta de que era una reverenda mierda. Qué hueá más terrible, los dos primeros temas eran joya y después todo se venía abajo, puro Zaturno y nada de ti, que erai el más bacán de los tres. Aunque nunca guatearon tanto de nuevo, tampoco volvieron a ser lo mismo y, eventualmente, fuiste quedando solo. Pero no perseveraste.
Hace más de seis años que no sacas un disco y continúas profitando del nombre de tu banda, mientras haces carrera solista. Yo te aprecio harto, pero creo que ahí estamos teniendo problemas. Tú eres el Juan Sativo, no los Tiro de Gracia. La semana pasada fui a verte en la SCD de Bellavista y salí con un dolor en el pecho por tu culpa, por tus ganas de asegurarte el chancho viviendo del pasado. Estabai tú solo, con un guitarrista al lado y pistas grabadas con antiguos éxitos. Loco, yo creo que si no tienes -por lo menos- al Lengua Dura acompañándote, la cosa funciona mal. O sea, está bien evolucionar e interesarte en el ragga y el soul (te tengo cachaíto), pero hazlo firmando con tu propia gracia. Te repito: eres el Juan Sativo, o Pincel, o Chills, o como se te plazca. No un fulano de tal ni un NN, sino el MC más famoso de Chile. ¿Crees que te va a ir mal solo?
Piensa en la Anita o el Seo. Ninguno tuvo miedo de lanzarse a la piscina, porque contaban con un respaldo sólido. Hermano, tú tienes la mitad del camino recorrido, si todos te cachan, no me vengai con leseras. ¿Pensai que nadie va a querer escucharte si no usai la chapa vieja? Nada que ver. De partida, yo mismo recibiría con mejor disposición tu debut que un quinto disco del “grupo”. Pero no soy el único, lo que te estoy diciendo es un secreto a voces; desde los cabros de mi villa hasta el Vicente Sanfuentes (cuando dijo en la revista Extravaganza! que feliz te produciría), todos pensamos lo mismo. Por algo, en el show del que te hablo, se subió un pendejo al escenario y te pidió ‘Viaje Sin Rumbo’. Aunque, claro, te puso en aprietos porque ésa no la puedes hacer solo. ¿Y qué es un concierto de Tiro de Gracia sin esa canción? No hueís po.
Por último, si no estai ni ahí con el corazón de tus fans, ni con mis mamonerías de post-adolescente nostálgico, hazlo por las monedas. Porque, ya, en el caso de que eso sea lo que más te importa (algo que temo, pero el cariño que te tengo me hace desear lo contrario) piensa en las jugosas cifras que podría generar una reunión en un tiempo más. Si volvieron Los Prisioneros, ¿por qué no los Tiro de Gracia? Total, tú no te comiste a la mina del Lengua ni del Zaturno, así que nada puede ser tan terrible. Imagínate, yo creo que llenarían el Nacional, porque todos los que vacilamos el Ser Humano el 97 ya tendremos más años y seremos, por ende, una audiencia conveniente y rentable a cagar. Sería maestro verlos juntos encima de una tarima, aunque en el backstage se sigan odiando y no se hablen. Esas hueás dan lo mismo. Aguántate un poco, hasta el 2012, cuando el disco cumpla 15 años, por ahí. Te prometo que te forramos los bolsillos de plata.
Disorder.cl | Septiembre 2009