1.9.12

Blank Tiger: En construcción


La curiosidad mató al gato, pero también llenó  Bar Loreto, nuevo punto clave para el socialité musical santiaguino tras el enquistamiento de bandas tributo –el cáncer del rock- en La Batuta. Como atracción principal, Blank Tiger, el proyecto de Benito, hijo de Gustavo Cerati y Cecilia Amenábar nacido en Chile, pero criado en Argentina. Para recibirlo de vuelta en Santiago, se echó mano a un despliegue de auspiciadores y medios asociados que ni el más optimista debutante podría soñar. Un exceso: no hubo algún single o hito sonoro que justificara este evento, basado únicamente en un apellido glorioso y, todo sea dicho, el morbo que lo rodea desde ese desafortunado accidente cardiovascular ocurrido en Venezuela.

De punta en blanco, el aspecto de Benito Cerati –espigado, eléctrico y distante- recuerda a Bowie, y también a referentes más actuales, como el andrógino Patrick Wolf. Su propuesta es un montón de bocetos para voz, guitarra y programaciones. “Pop deforme” la define el joven cantautor, aunque es una nomenclatura defectuosa: para perder la forma, primero hay que encontrarla, y se nota que Blank Tiger todavía no lo hace. Los títulos propios, como “Dizzy”, “(Me gustaría) verte desaparecer” o “Cute little pink killer bunny”, carecen de gancho, aunque exhiben la determinación de un vástago que no quiere colgarse –al menos musicalmente- de su padre. Es más, la receta da indicios de cuajar en la bailable “This song is missing (your voice)”. Pero falta desarrollo del material propio, y seguir rellenando con dispensables covers de Massive Attack (“Angel”), David Bowie (“Battle for Britain (the letter)”) y Portishead (“It’s a fire”) no ayudará mucho si lo que Cerati desea es edificar una carrera seria. Para ver a niños haciendo música como pasatiempo, suficiente hay en YouTube.

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