12.9.12

La Big Rabia: Del amor y otros demonios


Las historietas de R. Crumb, los boleros y la mitología haitiana coexisten en “Congo Zandor”, la nueva entrega de La Big Rabia, un power dúo que mitiga sus dolores a base de guitarra y batería.

Sebastián Orellana está sentado, en penumbras, guitarreando con la actitud tosca y melancólica de los viejos boleristas. Un sangrante Iván Molina se lacera, como un antiguo sacerdote, y junta las manos en plegaria. La portada y contraportada de “Congo Zandor”, el primer disco de La Big Rabia, sitúa a cada miembro del dúo con su respectiva fijación: uno con el desamor y el otro con la religión. Ahí, en el punto intermedio entre ambos, habitan las nuevas canciones del proyecto que, hace menos de un año, debutaba con el EP “La Bestia”.

Poco queda del descontento social explícito que caracterizó  su primer trabajo. Las nuevas piedras en el zapato de La Big Rabia son igual de universales que antes, sólo que ahora lidian con molestias engendradas en el interior de las personas, en esos vacíos que millones intentan llenar con romances y oraciones.

¿Siguen igual de enrabiados?

Orellana: Seguimos igual de enrabiados, pero ahora estamos más contenidos, como digo en ‘El Arrepentido’, una de las nuevas canciones, "como buen animal estoy bien contenido y voy vagando sin hablar porque del silencio he aprendido, que no hay peor sordo que el que no quiere escuchar”. Siempre habrá cosas por las que enrabiarse, en "La Bestia" era un personaje muy explosivo, la rabia nos superaba, pero creo que en este disco nosotros superamos y manejamos esa rabia.

Molina: En este tiempo, me han pasado cosas muy buenas, que me tienen feliz, y he hecho también procesos (como ir al psicólogo), para no ser tan enojón. Ahora la rabia está algo más intelectualizada, si se quiere. En “Congo Zandor” hay mucha rabia igual, pero contra la mentira, la farsa de la religión… ya no es tan política. Ahora, las cosas de rabia “histórica” siguen estando, mi temperamento es inestable, pero puedo dirigir mis explosiones hacia cosas más productivas. Por eso me puse a componer, por primera vez en mi vida, y me dejó muy satisfecho el resultado, además de que Seba me ayudó, y me entendió muy bien.

¿Por qué ya no hay letras abiertamente políticas?

Orellana: Porque al momento de componer uno no piensa mucho, escribe lo que le dicta el corazón y supongo que en esos momentos de estar haciendo las canciones para este disco había otras cosas en mi cabeza, otras cosas que quería decir... Pero creo que no es un tema menor en nosotros la política, es algo que nunca dejará de estar presente en nuestras vidas por el simple hecho de que encuentro que todos esos hueones (los políticos) son la bacteria del mundo.

Ustedes dicen que “La Bestia” es un EP y que “Congo Zandor” es un LP. Sin embargo, en este nuevo trabajo sólo hay tres canciones más que en el anterior. ¿Qué hace la diferencia?

Molina: El punto de vista conceptual. “Congo Zandor” está mucho más logrado como un todo, es más homogéneo que “La Bestia”, que para mí es como el prólogo de este álbum. Y si bien rescato y me gusta la visceralidad del EP, siento que el LP es más profundo, me parece más desafiante, más en serio, más adulto... de una manera creativa y artística. Es raro igual, porque yo prefiero el sonido de “La Bestia”. Las baterías y la mezcla general me gustan más, siendo muy sincero. Y si bien me parecen buenos y adecuados los arreglos del disco nuevo, prefiero sostener todo en el dúo, ser un poco menos obvios.

Al digipack del disco lo bautizaron “minivinilo”. ¿Habrá después un vinilo de “Congo Zandor" con todas las de la ley?

Orellana: Es la idea. Aunque no tenga muchos vinilos, creo que es un formato que me gusta mucho, creo que las mejores escuchadas de disco han sido en un tocadiscos, se escucha mejor, no sé la explicación científica de eso, pero tengo buenos recuerdos de escuchar vinilos, además, me encanta como se ve el arte del disco en formato vinilo.

BIBLIA NEGRA

¿Cómo se acercaron al bolero en este disco?

Orellana: Es el tipo de canción que más me ha parado los pelos, me emociona bastante, creo que nunca he llorado tanto con una canción que no sea un bolero, lo tengo muy cercano. Mi abuela es una fanática del bolero, en mi casa y en mi familia en Concepción es una música que gusta mucho, y siempre que me piden que les toque algo por el estilo. Es una música que en la gente mayor está muy presente, y creo que los jóvenes actuales no saben mucho sobre ella. En este disco, quise mezclar bolero con rocanrol, creo que es algo novedoso y que me sale fácilmente, porque es un estilo que tengo muy presente en el día a día, me encanta. Mi preferido de este estilo es Jorge Farías, de Tiempos Rudos.

Así como su inclinación por los boleros era impredecible en "La Bestia", ¿qué otros gustos tienen que no estén representados en “Congo Zandor” y que podrían hacer una aparición en el potencial tercer disco de La Big Rabia?

Molina: A mí me gustaría que hubiera mucho más blues, y algo de hip hop tocado en vivo, con batería. Era la idea del tema “El Supremo”. Y siempre con la base de voz, guitarra y batería, no me entusiasma meter más instrumentos. Es bonito como detalle y en lo que hicimos recién, pero es muy obvio, una solución facilona.

"Congo Zandor" habla de lo humano y lo divino, mezcla desamor y religión…

Orellana: Siempre hemos dicho que la idea principal de esta banda es reflejar en las letras todo sentimiento que nos cause rabia, creo que ésa es la relación personal que vemos entre ambas cosas, el desamor es un tema que está presente en todos los seres humanos y la religión creo que cada vez más pierde credibilidad. ¡Cómo no escribirlo si es un tema que da rabia! Los curas son unos violadores en todo el sentido de la palabra, creo que es un cuento que nunca voy a comprar y que nunca lo compré. Recuerdo que odiaba ir a misa cuando chico, porque era muy incómodo y muy fome estar escuchando a un loco que dice puras imbecilidades. Encontraba más entretenido ir a ver músicos, dicen cosas que me hacen más sentido que un cura en misa, aparte que los curas cantan como las hueas.

Molina: No sé en qué momento me dio por esto de lo religioso, con mucha rabia por la mentira con que se transmite y se utiliza un mensaje que parece intrínsecamente bueno, generoso. Leí un comic de Crumb donde se narraba el Génesis, y me impresioné un poco con esto de que el Dios católico era muy malo, egocéntrico (teocéntrico, en verdad), cargante, malo y cruel… nada que ver con el mensaje de bondad y de dar la otra mejilla. Eso me da rabia. Como que si hay que elegir, el demonio me parece harto más real y contingente. Dice las cosas como son, es hasta más humano. El amor de Dios, como lo pintan, me parece tan falso y politiquero como la rabia e impotencia que me han generado la indolencia, la traición, y la irresponsabilidad de algunas personas que en algún momento amé y me amaron. La estupidez humana no tiene límite, y tratamos, a cada rato, de hacer responsable a Dios de nuestra catastrófica torpeza, cuando nos conviene. Dios no existe, lo creamos para exculparnos.

"Congo Zandor" toma su nombre de un demonio haitiano. La Big Rabia es un grupo que expía demonios. ¿Cuál es su relación con ellos?

Molina: Yo estoy aprendiendo a sacar partido de mis demonios personales, a aprovechar y dirigir su fuerza, su energía. No siento a los demonios como algo malo así de maldad, sino como la contraparte fea de ciertas cosas que entendemos como buenas, bonitas. Hasta hace muy poco, pensaba en la clásica idea de que el artista tenía que sufrir para hacer arte verdadero, pero hoy en día me pregunto si realmente tiene que ser así. La opción de escribir de lo bueno que te pasa igual me parece muy válida e interesante. Trato de aprender a no juzgar y entender, y aprovechar las cosas en sí mismas, sin clasificarlas. En mi vida me han pasado cosas muy complejas para poder llegar adonde estoy. Cosas que parecen duras, feas y hasta vergonzosas. Supongo que esos deberán ser mis demonios. Pero a mí no me producen ningún rechazo, al contrario, agradezco su presencia, haber pasado por eso, porque ése es el camino que me ha traído hasta donde estoy, y me gusta donde estoy. Son como cicatrices, nada más, te dan carácter y te recuerdan la experiencia.

Orellana: Yo creo que muchos seres humanos son unos demonios, demonios de bien y demonios del mal. Tengo muchos amigos que son unos demonios (risas). Mi relación con ellos es mucho más cercana a Dios o esas cosas más santas, no quiero quedar como un satánico que sacrifica animales, no, pero me considero un demonio porque soy todo lo que la Iglesia Católica no quiere que sea como ser humano. Podríamos decir que muchos somos el diablo en persona, es cosa de sentarse a escuchar un rato a un predicador en Plaza de Armas, dan ganas de pegarle una patada en la raja, ahí te das cuenta de lo pitiados que están estos tipos, aunque me siento reflejado en ellos, de alguna manera: me visto similar cuando actúo en vivo y también hablo como ellos. En cierto modo, los cantantes son predicadores.

COMPAÑEROS DE PIEZA

Aparte de La Big Rabia, ¿qué proyectos tienen? Ambos se caracterizan por tener doble o hasta triple militancia en otros grupos.

Molina: Contrariamente a mi proceder habitual, mi único proyecto musical en la actualidad es La Big Rabia. Se dieron las cosas para poder elegir en buena si continuaba o no en los otros proyectos en que participaba, y opté por poner todas mis fichas en el mismo casillero, y apostar por mi dúo favorito. Estoy muy contento con lo que estamos haciendo, me gusta en lo estético, en la actitud, y en la parte lúdica, me creo mucho el cuento de lo que somos, no finjo. Con Sebastián nos queremos mucho y somos muy amigos, pero estamos en desacuerdo en hartas cosas. No en mala, yo creo que es algo que tiene que ver mucho con los distintos momentos en que estamos, y la vida distinta que cada uno lleva. Eso parece algo malo a priori, pero siento que la edad me ha otorgado la madurez para tomar esto como un importante aderezo al proceso creativo, una sana discusión, desafiante, que requiere de procesos para resolverse, pero que precisamente en ese desarrollo logra crecer, pulirse, y llenarse de matices que la hacen más completa, interesante, y atractiva, aunque siga pareciendo simple.

Orellana: Siempre me ha gustado compartir con otros músicos, soy muy malo diciendo que no a no ser que me inviten a algo muy malo. Me gusta, me encantan las personas, sobre todo si son músicos, soy muy amigos de los músicos, son personas muy diferentes al resto. Y bueno, estoy tocando bajo con Fernando Milagros; soy guitarrista en un proyecto que se llama Maldita Bohemia (una banda de boleros con César Pino y Natalia Álvarez de Chorizo Salvaje); este mes, vamos a grabar nuevo disco con Philipina Bitch, y tengo un nuevo proyecto one man band que se llama Puñete y Los Pies Frenéticos. Probablemente, también colabore con Rodrigo Santis en su nuevo disco de Caravana.

Para cerrar, una curiosidad: Iván vivió en la casa de Algorecords. Ahora que se fue, Sebastián ocupa ahora la misma pieza. ¿Qué tal la experiencia?

Molina: En mi caso, fue una de las épocas más felices de mi vida. Imagínate, me levantaba en pijama y zapatillas, a grabar en las mañanas. Cruzaba el patio y me metía a un estudio bacán. Se quedaba a dormir mi hijo, salía en la mañana, y se ponía a conversar con Jack Endino (el productor del primer disco de Nirvana y del último de The Ganjas), que estaba almorzando en la mesa del patio, y le firmó su vinilo de “Bleach”. Cuando volvíamos de las tocatas, yo ya estaba en mi casa. Era increíble, el sueño del pibe. Pero me enamoré, las cosas cambiaron, y ahora sigo muy metido en Algorecords, pero ya desde afuera.

Orellana: Vivir aquí ha sido una experiencia muy buena sobre todas las cosas, los que andan por este lugar son muy buenas personas y están todos en la misma, dedicándose a música, además he aprendido muchas cosas que no hubiera podido aprender en otro lado. Y lo otro es que se nota que me quieren harto y eso es algo muy importante para mí, el afecto recíproco y la ayuda mutua es algo que me da vida, sé que puedo contar con ellos, así como ellos conmigo. Larga vida a Algorecords.

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