16.9.10

Carlos Cabezas: Dulce espera

Fueron 13 años de expectativas, trabajos periféricos e incluso la idea de que jamás retomaría la senda solista. Pero Carlos Cabezas está de regreso con el lanzamiento de Desamanecer y Has Sabido Sufrir; la secuela de El Resplandor y una placa de boleros en vivo. Leños para un fuego que nunca ha dejado de arder.

La paciencia da frutos dulces. Pasó una década entre Carreras de Éxitos, el último disco de la primera etapa de Electrodomésticos, y el debut solista de Carlos Cabezas. El Resplandor, editado en 1997, fue aplaudido a rabiar por la crítica y pasó directamente al salón de honor del rock chileno de los noventa. La inusitada impetuosidad de la placa auguraba una auspiciosa carrera, en la que veríamos cómo se desarrollaba la genialidad de su autor a lo largo de nuevas entregas. Material que demoró 13 años en aparecer. Una espera que fue aplacada, en cierta medida, por la aparición de música para películas y uno que otro experimento, ninguno de ellos asumido como secuela de aquella brillante ópera prima.

Pero la espera termina ahora, con la aparición de Desamanecer y Has Sabido Sufrir, dos álbumes de identidades distintas. El primero es la continuación oficial de la cronología del cantautor y el segundo es una colección de boleros. Ambos trabajos serán presentados con un par de meses de distancia, para evidenciar la emancipación entre sí que los caracteriza. “Siempre tuve la intención de continuar lo hecho en El Resplandor. Toda la vida estuve peleando para tener un estudio, y al final terminaba trabajando para otras cosas. Me dediqué mucho a hacer música de publicidades. Espero que, desde ahora, los tiempos sean menores. La vida se me ha ordenado, mis hijos están grandes y tengo más espacio mental”, comenta el compositor.

Cabezas no le teme a su edad y habla, con propiedad, desde el prisma de quien lleva 55 años en el mundo. Con serenidad, perspectiva y temple. “Hay un momento en que tienes que calmarte. Sabes que ciertas cosas deben ocurrir, que ciertos tiempos deben transcurrir. Yo ya quemé esas ansias. No tengo problemas de papel en blanco, ya sé que cuando me pongo en modo creativo funciona de una cierta manera, internamente. No es que se me ocurran ahí las canciones, pero sale toda mi experiencia vital en ese instante, por eso también sé que estos discos hablan sobre eso. Siento mayor facilidad para producir mi propio trabajo”.

La doble apuesta del músico, anómala en tiempos en que la industria va en caída libre, se justifica en la motivación existente para llevarla a cabo. Así de simple. “Hay gente que dice que eso se puede ver positivamente. Son dos obras muy distintos, pero se puede adivinar un cuerpo de trabajo entre los dos y se nota mi eje. Lo que estoy haciendo no sé si dará el mercado para realizarlo, tengo que manejarme con eso, trato de que sea horizontal la toma de decisiones, pero al final tengo que cortar el queque yo. Le he preguntado a todos los gurús que se me han cruzado, como Fonseca o Sanfeliú, para saber cuál es la mejor opción. Hay más personas opinando de las que uno se imagina. Trato de no cortarle las alas a ninguno de los dos lanzamientos, quiero que estén separados en el tiempo. Puede que resulte un lío, estoy feliz con todo lo que está pasando con ambos discos, aunque a la gente del sello no le pase lo mismo”, bromea.

La referencia es hacia Oveja Negra. La compañía de la SCD que, en este momento, es el refugio de los artistas chilenos mientras las transnacionales sólo priorizan a extranjeros. La experiencia previa de Cabezas en esas lides tampoco resultó alentadora, su debut está descontinuado y es imposible de conseguir por métodos tradicionales. “El Resplandor era de la EMI y le pasó lo mismo que a muchos lanzamientos de ese sello. Me propusieron reeditarlo, no sé si puedo, aunque pretendo averiguarlo. Desapareció porque en las disquerías lo que encuentras es la oferta de la semana. Mi relación con los álbumes es medio autista, la sensación que a uno le deja el contacto con las compañías en el cuerpo es algo que te inhibe. Ir a meterte, encontrar una cantidad de funcionarios, todos distintos a la última vez que fuiste, toparte con una burocracia legal enorme para que te publiquen. A mí me putean por no tener copias de mi propio trabajo, el vinilo de ¡Viva Chile! lo presté y me cagaron, lo mismo me pasó con El Resplandor”, confiesa.

EL INTERLUDIO

Pese a los larguísimos 13 años de hiato en su catálogo, hablar sobre un regreso no sería honrar a la verdad, porque el oriundo de Ovalle se mantuvo de manera subrepticia en constante actividad. Varias películas nacionales fueron musicalizadas por el Electrodomésticos, como El Chacotero Sentimental de Cristián Galaz, El Desquite y La Fiebre del Loco, ambas de Andrés Wood, entre otras. “Las bandas sonoras las hago pensando en las películas nomás, no tienen que ver con mi material”, cuenta. Además se dedicó a la producción, ayudando a preparar los últimos elepés de Los Tres, una ocupación que ha dejado en segundo plano últimamente (su última labor la realizó en Lo Que Ahora Brilla Putrefacto Quedará, la segunda entrega de Tío Lucho, aparecida en 2008).

Otro sustento laboral de Cabezas ha sido su faena en spots, en la que mantiene su ojo crítico. “El mundo de la publicidad se supone que es innovador, en términos de ideas. Pero, cuando una agencia le muestra una idea a un cliente, las referencias que manejan son sólo cosas que ya están hechas. Ahora más que nunca, como ha habido problemas con los derechos de autor por el tema de hacer canciones demasiado parecidas, les sale más fácil comprar los derechos. Lo de Todos Juntos de Los Jaivas es un ejemplo. Yo creo que me llaman porque saben que el resultado será distinto. Hace rato se desmanteló el temor de que trabajar en eso te podía contaminar, era un miedo de varios años atrás, así que yo trabajo súper relajado y trato de pasarlo bien”, explica.

En el extenso prontuario del cantante y guitarrista, destaca la presencia de un registro de 2007, en el que aprovechó su cavernosa impronta para realizar cantos espirituales. “Mantras lo hice por el encuentro con un amigo instructor de yoga, que se quejaba de que en el circuito no había nada bueno para escuchar porque la oferta estaba manoseada. Hicimos unos ejercicios y nos acomodó mucho, apareció una veta que ni yo sabía, parecida a lo que ocurrió con los boleros. Son seis frases sagradas, tuvo una muy buena apreciación, todos juran que soy un ser elevado, cosa que me hace parecer más inteligente y yo agradezco eso”, se ríe. “Me gusta mucho el trabajo vocal, alcanzar un lenguaje propio en lo artístico es lo que hay que buscar, lo encuentro delicioso. Esa grabación tiene cincuenta pistas de voces, está al máximo”.

Y mientras todo esto sucede, Cabezas se asoma y se esconde junto a la banda donde se forjó, mientras un viejo conocido de grupo también está presentando un proyecto en solitario. “Electrodomésticos es una circunstancia que se da cuando está Silvio Paredes. Con él nos vemos cada vez más, también está editando su debut (Kau, también lanzado vía Oveja Negra). Tocamos un set de canciones cargadas a nuestro antiguo repertorio, como ‘Ligerezza’, ‘Señores Pasajeros’ o ‘El Frío Misterio’. La cara de felicidad del Silvio tocando bajo eléctrico se nota mucho, él ha sido abducido por el stick, pero todavía le gusta rockear. Ambas cosas se refrescan. Lo pasamos bien, queremos juntarnos de nuevo y ver qué podemos hacer más adelante. Componer es el pie forzado para reunirnos”, adelanta sobre los pasos que podría dar el grupo que, además, integran la baterista Edita Rojas y el multiinstrumentista Cuti Aste.

HASTA LA MUERTE

A fines de este mes, verá la luz Desamanecer y las expectativas pasarán a la historia para darle espacio a un producto tangible, que encapsula horas de composición que datan desde el 2006, dos años después de que apareciera La Nueva Canción Chilena. “No es un disco alegre, es medio reflexivo, melancólico. Quería que estuviera bien producido, aunque tiene pedazos lo-fi también. Es una mezcla entre los mantras y un Resplandor más sofisticado. Las canciones son bien distintas una de otra, es nuevo lo que tiene en términos de sonido, algo que no es fácil. Hay mezclas de sones nortinos, mixturas promiscuas, no sé si será rockero, pero sí es muy intenso. Yo lo pasé bien grabándolo. Si publicas algo es porque vas a mostrarte y es necesario ser sólido para eso. Este trabajo me sirve en ese sentido también”, comenta.

Explicar el venidero material es una tarea que pone en aprietos al cantautor, al punto de llevarlo a reflexionar sobre el autobombo y lo dificultoso que le resulta promoverse a sí mismo. “Uno, como músico, quisiera estar refugiado en lo que desea hacer, que en mi caso es componer, generar ideas y ambientes que ayuden a que las canciones aparezcan. Y también estar sobre el escenario, esa catarsis que se da en vivo. Gente como Macha o Rodrigo Santis me parece admirable, a mí no me resulta desdoblarme tanto. Es complicado describir un trabajo sin agotarlo, sin cortarle las alas. Hay una necesidad de comunicar, pero es muy difícil hacerlo. Muchas veces me parece absurdo conversarlo. La otra vez escuché a un tipo que me dio un consejo muy sabio: habla siempre sobre la idea, después acerca del proyecto y en tercer lugar, sobre ti mismo, pero sólo si te ponen la pistola en la cabeza”.

“Has Sabido Sufrir empezó a hacerle brillar los ojos a mucha gente. Cuando ordenamos los temas nuevos, en forma semiinconsciente dejamos los boleros para otra situación, pero esa situación estaba agachada ahí, esperando”, declara Cabezas sobre el segundo lanzamiento que se avecina. La placa, grabada en vivo, recopila diversos momentos de su carrera en clave AM (parte de la banda sonora de Grado 3, una versión de ‘El Resplandor’ y la pieza que da nombre al disco, nacida en el seno de Electrodomésticos). También contiene clásicos del género, como ‘Réntame Un Cuartito’, ‘Nuestro Juramento’ y ‘Amor Gitano’. Repertorio popularizado por ilustres como Daniel Santos y Lucho Barrios.

La sesión, registrada en el Bar Liguria el 22 de mayo pasado, fue una gala a tablero vuelto, como todas sus últimas presentaciones. Una constante que tiene al cantautor satisfecho y deseoso de seguir conectando con el público que lo sigue, conformado por acólitos de antaño a los que se suma cada vez más audiencia joven. El ovallino tiene claro su status de libro de consulta para muchos de ellos, tanto oyentes como ejecutores. “Siento que la generación actual viene con más humor, menos grave, y que tiene a la música incorporada como algo cotidiano. Todavía el estilismo-leninismo sigue mandando, mucha gente se sube a una corriente y cuesta que se desdoblen de eso para sacar su voz propia. Eso debe ocurrir más temprano que tarde. Me da la impresión de que la formación académica se preocupa mucho de los procedimientos, en vez de la creatividad. Al final, corren el riesgo de quedar demasiado formateados”, opina.

“Con Electrodomésticos no conocíamos los cuatro cuartos, poníamos los bombos en cualquier lado y los loops que se armaban eran un desorden”, confiesa. Con la perspectiva que dan los años de distancia, asume la idealización de la década en que se dio a conocer. “La historia adquieren características de leyenda. La foto de los ochenta está en sólo dimensiones, nosotros vivimos otra cosa, menos bonita de lo que parece. El contexto fue fundamental en lo que hicimos, quizás sin él yo no estaría acá, había una necesidad básica e instintiva de sobrevivir. Cero estrategias, todo se hacía en defensa propia, era más visceral. Estoy agradecido de que haya ocurrido eso, de haber desarrollado mi sensibilidad así”, afirma.

Retomar la senda solista era una necesidad imperiosa, un pensamiento que nunca lo dejó libre en 13 años de trabajos en los que su firma no fue protagonista. Carlos Cabezas asume que Desamanecer y Has Sabido Sufrir, más que dos discos, son eventos inevitables en su cronología. Pese a que la impresión de que la pausa era definitiva prevalecía en la retina general, para él jamás fue una opción emprender la retirada. “Nunca pensé en bajar el telón. Yo tengo claro que voy a seguir haciendo música hasta que me muera, no tengo otra posibilidad ni es algo que pueda decidir. Es mi camino, la única manera en la que puedo existir”.

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