Son una de los grupos más aguerridos de Santiago y están presentando “Relámpago”, su cuarto disco. Devil Presley nos recibió en su sala de ensayo para conversar sobre el nuevo álbum, pero también aprovecharon para compartir su filosofía de vida y su animadversión por la autoridad.
1953. Johnny, un motociclista enfundado en su chaqueta de cuero, es increpado por una chica que le pregunta contra qué se rebela. “¿Qué tienes?”, le responde él, con gesto imperturbable y desafiante. Era Marlon Brando en la película The Wild One. Han pasado casi seis décadas y ese espíritu sigue vivo, respirando en todas partes del mundo. En Santiago, el cuarteto Devil Presley lo reivindica en cada uno de sus movimientos, especialmente ahora que el ímpetu de un nuevo lanzamiento los embarga.
“Relámpago” es el nombre de la cuarta placa de la banda. Un álbum registrado en estudios Sade con la asesoría de Juan Pablo Donoso, colaborador habitual del grupo, quien ya ha fue parte de los procesos correspondientes a “Lo Errázuriz Tornados” (2003) y “Round 3” (2007). “Claramente no suena distinto a lo que es Devil Presley, pero tampoco es un “Round 4”, está lejos de ser más de lo mismo. Queremos que a la gente le cargue o que lo ame, que nadie quede indiferente. Nos gustan los discos potentes, de línea dura, siempre hemos sido hardliners del rocanrol. Nos gusta ser bien puristas”, afirma el vocalista Rodro Presley.
El disco fue grabado en dos días, uno para baterías y otro para las cuerdas, en sesiones de 10 de la mañana a 2 de la tarde. El trabajo previo, eso sí, les costó un verano completo de sacrificar tocatas por ensayos. Sus únicas presentaciones en vivo durante enero y febrero fueron Osorno y Puerto Montt, con lleno total y excelente recepción. “Es bueno tener esa onda con la gente, ellos saben que somos igual de pelientos que ellos y tomamos los mismos copetes. La mitad del público que nos ve son nuestros amigos, algunos desde adolescentes y otros que se han integrado al piño, a la raza. Lo que tenemos fue conseguido a pulso y con esfuerzo”, aseguran.
La portada de “Relámpago” fue trabajada con Marcelo Leyton y muestra el capó de un auto, con un emblema a la usanza de Speed Racer, que apela a la imaginería recia que Devil Presley ha explotado desde su aparición en 1998. “El título fue porque yo quería ponerle ese título al álbum, a un tema suelto o a un hijo, menos mal que no fui papá (risas). Es que me gusta todo lo que incendia, lo eléctrico, los estruendos y golpes. Y en el sonido buscamos las cosas explosivas, punzantes y con sudor”, explica el cantante.
Rodro confiesa que, en el trabajo de las letras, siempre se ve influenciado por lo que está escuchando en el momento. Para este nuevo engendro, la mano estuvo cargada a los narcocorridos. “Me gusta todo lo ilegal, los que se paran contra la autoridad, desde chico tengo una fascinación por los malos de la película, no por los buenos. Siempre quise que el Guasón le cortara la cabeza a Batman y que a Robin le metieran una estaca por el culo. Detesto a la autoridad y una de las más visibles del mundo occidental en que vivimos es la carga religiosa, de los medios y de los miedos que se basan en esto. Son una mierda que huele muy mal. Siempre que hemos podido, hemos criticado eso, sobre todo el cristianismo y la hipocresía católica. Si fuera irakí, me cargarían los musulmanes”, afirma con vehemencia el fundador del grupo.
A Devil Presley les da lo mismo la diplomacia. Como bien lo transmiten sus canciones, todo en la banda nace de manera espontánea y visceral. Por ese motivo, rechazaron la invitación a ser teloneros de Vince Neil, luego de que les propusieran ir a mostrarse amables en televisión para promocionar el evento. “Entendemos que haya gente que mide la gloria de una banda por cuántos discos venden o cuántos comentarios generan. Pero, para nosotros, va por otro lado. Se trata de respetar tu musa inspiradora, más que al público o a uno mismo. Si te vendes a cosas que sabes que no están bien, la chispa te abandonará y te dejará bien solo, como le pasó a Metallica o a Maiden, que se han podrido después de ser bandas increíbles. Hay que ser siempre consecuentes”, sentencian.
“Somos cuatro tipos que, desde chicos, nos enfermamos con el rock y ya no tenemos vuelta. Si nos llega la gloria algún día con las reglas que nosotros queremos, que guste tal cual y punto, bienvenido sea. Lo importante es el viaje, no la llegada. No tenemos drama en morirnos pobres, tocando en lugares chicos, pero con gente que nos aprecie. No hay que tenerle miedo al lugar de donde uno viene, lo que uno sienta o piense. Se trata de tolerancia sincera, el único bien común que podemos tener. Los que nos van a ver no son millones, pero son satánicos y aperrados”, afirma el frontman, secundado por el bajista K.F. Presley.
“Relámpago” tiene una docena de canciones, que también funcionan como balas de francotirador, disparadas contra blancos tan disímiles como los sacerdotes pedófilos (‘Huérfano’) y las mujeres traicioneras (‘Puta’). Devil Presley tiene furia repartir. “Nos cargan los cínicos que hablan sobre poner la otra mejilla. El hombre es un animal con instintos y no puede gustarle a todo el mundo, por eso no nos preocupa agradar, para esto está Lucybell, Lucho Jara, Quique Neira, Sergio Lagos y el Coco Legrand. Desconfío de ellos. Ni siquiera me gustaría caerles mal, lo que quiero es no estar nunca en boca de esa gente, que mejor ni conozcan a mi banda. Por eso tampoco ando pidiendo que nos toquen en la radio o aparecer en revistas, prefiero que las cosas lleguen solas”, explica Rodro.
“Lo único que tenemos es la libertad de mirarle la cara a quien queramos, decirle ‘compadre, somos una banda de rocanrol original’, no nos colgamos de nadie como los grupos tributo, que deberían morir todos aplastadas por un dinosaurio gigante. Lo que vivo pelando de la música chilena es su fomedad. Yo no canto nada y, sin embargo, me la juego, me niego a tocar un riff que no sea entretenido”, asegura el vocalista. “Me moriría de pena fingiendo ser personas decentes y bajándonos los pantalones frente al establishment o dejando de decir garabatos en las canciones. Nuestra música es de hinchada, como un equipo de fútbol que no va primero, pero tiene toda la mística”.
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