"Something for everybody” es el primer disco de Devo en 20 años y la renovación de sus votos con el discurso mordaz de siempre. Un regreso que pone las cosas en su lugar.
Los optimistas no saben nada. Al menos, eso piensan los integrantes de Devo, quienes se niegan a creer que los humanos estemos avanzando como raza y proponen la idea contraria. A 38 años de su fundación, presentan “Something for everybody”, el primer álbum que editan después de dos décadas de silencio (el último fue “Smooth noodle maps” de 1990). Se trata de un reencuentro con sus principios fundacionales: la sociedad está de-evolucionando, retrocede en vez de progresar. Un mensaje contracultural que pega igual de duro en este siglo como en el anterior.
Hay pocos argumentos para negar la ocurrencia del fenómeno que describen los de Ohio. “El atontamiento de la cultura se ha exacerbado exponencialmente. Es la forma en que la gente recapacita o no recapacita. Menos y menos personas pueden formar un pensamiento analítico y crítico: no saben cómo procesar información y viven en un mundo de frases cortas y regurgitación de slogans”, afirma el bajista Jerry Casale en el website inglés MusicOMH.
Su balance: “La de-evolución es como el calentamiento global. Cuando comenzó, todos pensaron que era una farsa. Algunos la desacreditaban fervientemente, y ahora es una pieza fundamental de las cosas en las que creemos. Ya ocurrió y tendremos que vivir con eso. La evidencia es muchísima, no se trata de algo conversable”. Con esa certeza, Devo completó su tarea pendiente: un nuevo disco, proyecto atrasado una y otra vez por culpa de trabajos paralelos. Casale dirige videos para Silverchair y A Perfect Circle, entre otros clientes. Mark Mothersbaugh compone bandas sonoras para cine, televisión y videojuegos ("The royal Tenenbaums", "Rugrats").
“Lo gracioso es que, mientras la gente nos llama pesimistas, nosotros creemos ser optimistas. Hablando sobre la de-evolución, estamos incentivando a la gente a que evite las cosas que nos ocurrieron. El mensaje continúa intacto, estamos a favor de la información y en contra de la estupidez. Nuestro fin es hacer que las personas se empoderen averiguando sus opciones", declara Mothersmaugh a Spinner. Perspicaces, los líderes del quinteto extrapolan su discurso a varios ámbitos del quehacer humano. Lo convierten en una postura multiuso para afrontar la decadencia de las instituciones. Especialmente, la industria discográfica tradicional. “Antes, ellos hacían mucho dinero, así que contrataban bandas y les daban una tajada de plata, pero terminaban ganando el 90% de la plata generada por el grupo y recuperando lo invertido del 10% restante. Básicamente era esclavización, aunque la gente compraba discos y así había billetes en el aire”, explica Jerry Casale.
Devo firmó con Warner, la misma transnacional dueña de su catálogo previo, que financió su regreso y lo comunicó en noviembre de 2009, cuando las sesiones de grabación cobraron legítima forma de álbum. A pesar del contrato, su ojo crítico nunca pestañea: “El poder y la influencia de las discográficas se han derrumbado. Ellos solían tener el control de todos los medios de distribución, cuando la gente efectivamente compraba música, lo que les daba mucha influencia. Ahora puedes conseguir tus canciones en el computador, en el celular o en un chip. Nadie cree necesario pagarlas".
En épocas como esta, de cambios vertiginosos y constantes, los de Ohio advierten que la lentitud de reacción es el peor de los males. Para ellos, la industria está en la misma curva descendente en la que se encuentra el capitalismo, sobre todo ahora que los mismos criterios mercantiles se apoderan del mundo. Notan la de-evolución del negocio disquero en la priorización de la inmediatez y la pérdida de visión a largo plazo. Califican como tóxicos los nuevos acuerdos en los que un sello exige parte de las ganancias de conciertos y merchandising.
“Todas esas ideas de que los artistas ya no necesitan apoyo de trasnacionales porque hay sponsors para respaldar los cheques de avance, apoyo de los propios fans… ninguna es cierta. Realmente queríamos hacerlo nosotros mismos con Facebook y todo eso, pero cuando no has lanzado nada en 20 años y no eres Radiohead o Trent Reznor con los Nine Inch Nails… No queremos hacer lo que no podemos”, asegura Jerry Casale en HitFix.
Aun así, internet ayudó. Cuando quedaron listos los demos de “Something for everybody”, los audios fueron subidos al sitio web de Devo y dispuestos en una votación para que los fans eligieran sus 12 canciones favoritas. Esa selección, hecha por más de 40 mil personas, conforma el álbum, ordenada según la cantidad de sufragios obtenidos. Para el quinteto, llevar a cabo este proceso responde a una necesidad efectiva (la de conocer los gustos de sus oyentes), pero también es un comentario sobre la situación actual de la música: someter las maquetas al escrutinio público fue como poner su obra al mismo nivel de cualquier otro producto que ofrezca el mercado.
“Lanzar un contenido creativo en una sociedad corporativa es un arte en sí mismo. Es todo lo que queda porque vivimos en un tiempo en que, literalmente, la música ha sido devaluada y el público no siente que deba pagar por ella. Y todo el mundo está sacando discos todo el tiempo, decenas de miles de cedés al mes o como sea. Hay un exceso de oferta, sobrecarga de información. El marketing es la única fuerza que determina lo que piensas, lo que sabes que te están ofreciendo o por qué algo debiera importarte. Así que estamos haciendo una observación y, a la vez, usando esa realidad”, explica Jerry Casale en una entrevista con The Quietus.
Puede que el panorama sea complejo, pero los hombres tras Devo lo contemplan con la tranquilidad que da el tiempo y la satisfacción de ser fieles a su inteligencia... hasta cierto punto. Tampoco son tipos tan cerebrales: siguen sacándose la ropa cuando tocan ‘Mongoloid’ en vivo. A Mark Mothersbaugh, el de las declaraciones intelectuales, todavía le gusta quedar en calzoncillos sobre el escenario.
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