22.10.13

PBR&B, el naciente imperio musical bautizado por un tuit


Una broma, publicada en Twitter hace dos años y medio, se convirtió en el nombre oficial del subgénero que reactivó la creatividad del R&B. 

Para un doctor en comunicaciones, profesor universitario y crítico musical como el estadounidense Eric Harvey, aparecer entre las fuentes de Wikipedia es una forma de validar su trabajo. Pero el artículo que lo menciona en el portal de consultas no cita abnegadas labores académicas, ni los sesudos textos que ha publicado en numerosas revistas como Rolling Stone o Spin. Por esas ironías de la vida, su aporte fundamental a la cultura pop consiste en una broma en Twitter. 

Carente de un término que describiera la nueva oleada del R&B, encabezada por solistas con un alto sentido de la individualidad, Harvey se refirió a las voces del recambio como parte de un movimiento al que bautizó PBR&B. El nombre mezcla la común abreviación de rhythm and blues con las iniciales de Pabst Blue Ribbon, la marca de cerveza favorita del segmento hipster. Implica, básicamente, que se trata de música negra hecha por músicos de inclinación alternativa. 

El tuit, inspirado por los debutantes The Weeknd, Frank Ocean y How to Dress Well, data del 11 de marzo de 2011. La bola de nieve empezó a rodar de inmediato. Al día siguiente ya se hablaba de PBR&B en blogs, y el uso se propagó a diarios y revistas deseosos de explicar el llamativo fenómeno. 

Los artistas de R&B, una poderosa fuerza comercial en Estados Unidos, solían parecer clones fabricados en serie y programados para eludir la originalidad como si fuese un tabú. Pero los recién llegados desafiaban la norma con sus canciones: hacían copia y pega de MGMT y Siouxsie and the Banshees, y escribían íntimas letras que en más de algún pasaje ameritaban la revisión de un sicoanalista. 

El levantamiento de voces disidentes reactivó al género completo. Aunque ahora el propio Eric Harvey asegure que su broma twittera no califica como una etiqueta musical, ya es muy tarde: el ascenso a la fama de los artistas asociados al PBR&B hace que el rótulo cobre sentido con el paso de los días. Se discute su validez, basando el debate en su connotación simplista y un tanto derogatoria, pero abandonar su uso es difícil porque no existe un nombre más pegajoso y que sintetice mejor las características de sus exponentes.

Los dos años y medio de vigencia del término son toda una eternidad para una idea nacida en internet. Recientes inventos similares han surgido y muerto en menos tiempo. Algunos, como el chillwave y el witch house, terminaron en el punto de partida del PBR&B: convertidos en un chiste. 

Cinco imprescindibles del PBR&B 

Drake 

A este canadiense, ex actor de la serie juvenil “Degrassi”, le dedican bromas en internet por su carácter sensible y su tendencia a lo meloso. Drake es, por definición, un rapero. Sin embargo, muestra inquietudes que escapan de los márgenes del hip hop. Ambas escuelas le sientan bien: puede ser tan fanfarrón como reflexivo. Entre músicos, despierta respeto. Justin Bieber y Justin Timberlake son tan fanáticos que lo han invitado a colaborar. Estados Unidos lo ama: “Nothing was the same”, su nuevo disco, debutó en septiembre en el número uno de Billboard, repitiendo la marca de sus dos trabajos anteriores. 

Janelle Monáe 

Su nombre es asociado al PBR&B porque, a decir verdad, los que intentaban clasificarla ya perdieron la paciencia. La genialidad de esta ambiciosa solista no cabe en pocas palabras: la prensa se enreda comparándola con Prince y David Bowie, pero es una causa perdida. Si alguien piensa que Lady Gaga es extravagante, tendrá que sujetarse la mandíbula luego de conocer a Janelle Monáe. Su discografía es una saga de ficción distópica, dividida en siete partes, en la que encarna a una androide. Inteligente metáfora: el alter ego le permite deslizar valiosas ideas sobre el rol de las mujeres en la sociedad. 

The Weeknd 

Por estos días, Abel Tesfaye, el canadiense de 23 años que se esconde tras el seudónimo The Weeknd, da el gran salto con “Kiss land”, su primer disco para una multinacional después de tres alucinantes lanzamientos gratuitos por internet. Es un reto: el cantante y productor defendió su anonimato al debutar, y sólo se dejó ver cuando no le quedaba otra opción. Drake fue uno de los primeros en apostar por su voz desconsolada, aunque los seguidores llegaron casi de inmediato. Antes de que firmara un contrato, los ejecutivos discográficos se lo peleaban. 

Miguel 

Tenía lo necesario para convertirse en una estrella del R&B convencional, pero Miguel no quiso responder a los deseos de terceros, sino a los suyos. Debutó con éxito gracias al disco “All I want is you”, y sin embargo, no estuvo satisfecho hasta plasmar toda su personalidad en el cautivante “Kaleidoscope dream”. Mariah Carey cayó a sus pies y requirió sus servicios en el dueto “#Beautiful”, una canción donde secuestró el estilo de Miguel en franco reconocimiento de su atractivo. También figura entre los colaboradores de “The electric lady”, la última entrega de Janelle Monáe. 

Frank Ocean

El mundo del rap quedó de cabeza cuando Frank Ocean, asociado al colectivo Odd Future, cuyos miembros eran tildados de homofóbicos, salió del clóset admitiendo su bisexualidad. No sólo echó por la borda las acusaciones contra sus compañeros, sino que demostró una sana falta de respeto por los ortodoxos –y retrógrados- principios del género, dominantes también en el soul y el R&B. Ese desdén es el motor de “Nostalgia, ultra” y “Channel orange”, los dos títulos, candidatos a clásicos del futuro, que acumula este cantautor que partió componiendo para Justin Bieber.

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