10.10.13

Veredas opuestas



El regreso musical de Justin Timberlake sería originalmente un EP producido por Timbaland, el Quincy Jones de su Michael Jackson. Pero el chicle se estiró como si el ex N’Sync fuese Jimi Hendrix o Elvis Presley: un ícono muerto cuya obra se debe explotar hasta lo irrisorio. De apenas 20 días de grabaciones, primero se extrajo el larguísimo “The 20/20 experience”, aparecido en marzo, y ahora una falsa secuela, “The 20/20 experience – 2 of 2”. 

 Pese a los bombos y platillos en torno a su lanzamiento, sólo se trata de sobras de las mismas sesiones. El rockero hábito de sacar discos con descartes y rarezas para los coleccionistas no se adapta a los usos y costumbres del pop, menos al cantante que ha despachado mayor cantidad de discos este año, así que la mona se prueba trajes de seda: el mismo nombre y casi la misma carátula del excelente original (que nunca llevó el subtítulo “1 of 2”). 

 En vez de complementar el interesante concepto que distinguía a “20/20 experience”, esa convicción en la vida marital como objeto para componer éxitos, “2 of 2” incluye pataletas amorosas que desentonan y cuesta tragar (“Drink you away”, “Only when I walk away”). Además, deja ver que –salvo el single “Take back the night”- a Timberlake y sus amigos se les fueron agotando las buenas ideas. La nueva “Gimme what I don’t know (I want)” es mortalmente similar a “Don’t hold the wall” del disco anterior, aunque no tan atractiva. Otra hermana menor, “You got it on”, también sufre en comparación a la fenomenal “Mirrors”. Y qué decir del verso para el olvido de Jay-Z, sobre los genitales de Yoko Ono, en “Murder”. Un abuso de confianza, igual que el resto del disco. 

Hasta que alguien diga lo contrario, el gran lanzamiento pop del segundo semestre es “Days are gone”, el debut de las hermanas estadounidenses Haim. Cada una canta, compone y toca su propio instrumento. Parece la biografía de una versión femenina de Hanson, aunque la comparación muere ahí. Para explicar el estilo de Haim, deben establecerse elogiosos paralelos con ilustres de la talla de Michael Jackson o Fleetwood Mac. 

Desde que debutaron con “Forever”, una de las mejores canciones del año pasado, Alana, Este y Danielle han puesto en aprietos al que intente describirlas, pero una broma que dijeron al ser entrevistadas ofrece una precisa definición: según ellas, todas sus influencias residen en “Bootylicious”, el hit de Destiny’s Child que samplea la guitarra de “Edge of seventeen” de Stevie Nicks. Y así lo atestigua el funk sintetizado de las infecciosas “If I could change your mind” y “Falling”. 

“Days are gone” acusa un conocimiento enciclopédico y una visión panorámica de los géneros musicales que gobiernan –o han gobernado- los gustos masivos. La progresión laberíntica de “Let me go”, de la solemnidad casi a capela hacia la sicodelia tipo Santana, da cuenta de las virtudes de crecer en un hogar con padres músicos y melómanos. Aunque el beat rapero y la orientación dubstep de “My song 5” son cosecha propia de esta generación. Coordinadas por telepatía fraterna, Haim le sacan partido a cualquier escenario: son las cínicas villanas del quiebre amoroso descrito en “The wire”, y convencen tanto como en el rol de víctimas de un amante abusivo en “Go slow”. No picar su anzuelo es imposible.

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