17.2.11

Cómo Asesinar a Felipes: En una sola toma

El quinteto nacional regresa con “Colores y Cadáveres”, su tercer disco, para seguir mancomunando rock, jazz y rap. Una aleación cada vez más preciada, incluso por Billy Gould de Faith No More, quien editará el álbum en Estados Unidos a través de su propio sello.

No se necesitan guitarras para hacer rock. A lo largo de las décadas, nombres como Elton John, Morphine o Fulano han prescindido de las seis cuerdas para demostrarlo. Y tampoco es necesario obedecer ortodoxos manuales de estilo. Bien lo sabe Cómo Asesinar a Felipes, quinteto santiaguino formado por la asociación de tres músicos de jazz (en batería, bajo y teclados) con un rimador al micrófono y un DJ en las tornamesas. Resistido por cualquier fundamentalista que se precie, el grupo irrumpió hace tres años con un álbum homónimo y una propuesta atípica, que difumina la frontera entre géneros y los deja como habitantes exclusivos de un terreno virgen.

En su tercer largaduración, el reciente “Colores y Cadáveres”, la banda ha conseguido parecerse cada vez más a sí misma, al seguir una ética de trabajo que conjuga la autogestión con un alto estándar de calidad. Como antaño, el álbum fue grabado en apenas un día (el 17 de octubre del 2010) y en una sola toma, con todos los músicos presentes en los Estudios Master de la Radio Horizonte. “La concentración y la previa son lo más importante, se requiere ensayar durante un año. No inventamos ni llegamos a improvisar, ya sabemos cómo saldrá. El objetivo es que suene en vivo, con esa dinámica que no es tan cuadrada, sino que un poco dispareja. Que se entienda el concepto de la canción más que la estructura”, explican.

“Aunque parezcan referentes lejanos, queríamos acercarnos a John Coltrane o Led Zeppelin. Además, es muy agotador registrar un disco durante tres semanas porque a las canciones les sacas, les pones y las revuelves hasta que se pudren. Nuestra música tiene libertad interpretativa, es mejor así. Hemos ido evolucionando en la búsqueda de lo antiguo, de los ancianos, probando para lograrlo, pero fallamos por estar en condiciones precarias en el primer álbum, aunque lo registramos en cinta. La segunda vez (“Un Disparo al Centro” de 2009, junto a la Orquesta Sinfónica Juvenil) fue en un estudio bacán, pero digital. Ahora nos esforzamos en que hasta los micrófonos y los amplificadores fueran viejos, lo más vintage posible”, cuentan.

“Después nos preguntamos, entre nosotros, cuál era el sonido que deseábamos. Nuestra referencia era el disco “Ege Bamyasi” de Can, nos embrujó ese estilo tan puro de los setenta y ahí llegamos a un acuerdo. Eso definió las cosas, igual que el álbum del año pasado de Lee Fields, que no parece del 2009 para nada”, comentan. La placa a la que se refieren es “My World”, con la que el prócer del soul (eternamente opacado por su similitud a James Brown) volvió tras décadas inactivo. Un elepé que, pese a su juventud, parece sacado de lo mejor del catálogo Motown gracias –en buena medida- a la masterización que recibió en los estudios Timeless, el lugar al que Cómo Asesinar a Felipes acudió. “Cobran menos que en Chile”, afirman. El proceso estuvo a cargo del ingeniero Adrian Morgan, quien posee un prontuario de larga data, que incluye colaboraciones con Jane’s Addiction y Moby, entre otros.

“Todo es un ensayo y error constante. “Colores y Cadáveres” también. En el primer disco, nos encerramos los cinco, luego hicimos absolutamente lo contrario y nos llenamos de gente, pero ahora volvimos a lo nuestro. Eso sí, aunque solemos ser bien solitarios, quisimos invitar a personas de cada uno de los mundos de la música con los que nos relacionamos: rock, jazz y hip-hop. Por eso aparece Álvaro España de Fiskales Ad-Hok. Encontramos que la canción ‘Síguela’ era medio punk y que pegaba preciso tenerlo a él, que lo conocimos cuando estaba de DJ en La Batuta. Ensayamos un día y listo”, aseguran. Las otras dos colaboraciones abarcan los espectros restantes: Epicentro, rapero del grupo Calambre de impresionante destreza rimadora, y el guitarrista Raimundo Santander, activo miembro de la camada de jazzistas nacionales jóvenes.

Pero, si de mencionar ayudantes se trata, la última incorporación al staff de admiradores de Cómo Asesinar a Felipes resultó ser lejos la más llamativa y comentada. Billy Gould, bajista de Faith No More, fichó al grupo en su sello (Koolarrow Records, ver recuadro) mientras estuvo en Chile, previo contacto vía mail. “Aprendimos del gordo de “Lost”, que en un episodio dijo que cada uno tenía que fabricar su propia suerte. Entonces mandamos CDs a varios sellos de Estados Unidos. A Billy Gould le enviamos nuestro primer disco a mitad de año, ¡pero no venía con ningún contacto! Él buscó nuestro correo en internet y nos escribió, lo que habla de alguien que de verdad está pendiente, hasta que cachamos que vendría y quedamos de juntarnos”, detallan.

“Nos reunimos en un local del subterráneo del metro Escuela Militar, cerca del hotel donde se estaba quedando. Hablamos sobre su sello, de lo que hacía con las bandas y nos dijo que era independiente cien por ciento, que le interesaba nuestra música porque era distinta y que todo funcionaba de a poco”, resumen. Los primeros frutos de esa alianza, basada en el interés del norteamericano por darlos a conocer, se notaron apenas la noticia se divulgó. “Hemos aparecido dos días seguidos en La Tercera, al lado de U2”, comentan hojeando el diario con cierta satisfacción, pese a que mantienen su postura escéptica frente a lo que ocurra a nivel local. “Tampoco vamos a salir en la tele o en las radios, porque están sometidos a la industria. No tenemos esperanzas acá más que en nosotros, en nuestro esfuerzo. Y por eso, vamos a seguir haciendo lo mismo de siempre”.

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LA EXPERIENCIA BILLY GOULD

Con la ruptura de Faith No More, en 1997, el bajista Billy Gould se vio con el tiempo necesario para fundar su propia disquera independiente: Koolarrow Records. Una suerte de microempresa que no maneja grandes presupuestos, pero que sustenta su existencia en ideas tan potentes como aportar a la heterogeneidad de la oferta artística y quebrantar las normas de la industria. ¿El método? La edición de material que no vela por intereses comerciales. “Somos una compañía dirigida por músicos y para músicos”, afirma el fundador del sello en el manifiesto de su sitio web.


El catálogo de la firma es un cóctel de improntas y nacionalidades. Desde Brujería hasta Puya, pasando por los raperos 7 Notas 7 Colores y los punk rockers Don Cikuta. Bandas a las que el jefe se acerca personalmente con ofertas modestas, pero sensatas, para distribuirlos en Estados Unidos. “No nos engrupió tirándonos flores, ni diciéndonos que nos llevaría para allá o que nos conseguiría fechas. El tipo es súper real, confía en la música de verdad y quedó sorprendido por lo casero de cómo trabajamos. Le gustó mucho. Nos dijo que no era contador, que todo era por el arte y no firmamos ningún contrato”, confiesan Cómo Asesinar a Felipes.

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