
Las siete canciones del primer tomo de “Serendipity”, además de una duración razonable para no perder el hilo, aseguran que hay un autor celoso de no exponer más de lo necesario. Y es que el desgarro, que abunda en la placa, se vale de sí mismo en la tarea de repasar el propio libro (hay una clara continuidad respecto al estupendo “Amor del Rey” del 2008) y explorar en el terreno del soul hasta que resulta lacerante. “Que viva la noche y se acabe el dolor”, canta Gustavo León en ‘Viva La Noche’, cada vez más blusero y afligido. Una impronta que alcanza su clímax en el cierre con ‘Nothing Compares’, original de Prince y popularizada por Sinnead O’Connor, pero nunca antes tan palpable como en el cover de Jiminelson. El resto es historia, y de la que apasiona.
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