*Escrito junto a Felipe Ramos
En su primera portada de este año, la edición estadounidense de la revista Rolling Stone llevó al dúo The Black Keys, uno de los números musicales mejor evaluados de la temporada. Con el disco "El camino", la dupla consolidó su impronta de rock con influencias blues, garage y soul, justo en el año en que uno de sus antecedentes más cercanos, The White Stripes, anunció su disolución. Pero el revuelo de aquella entrevista central no tuvo que ver con logros artísticos, sino con los dichos del baterista Patrick Carney, quien señaló que "el rock and roll está muriendo porque a la gente le parece bien que Nickelback sea la banda más grande del mundo".
Varios medios hicieron eco de las declaraciones. Una vez más, el conjunto canadiense era víctima de burlas y cuestionamientos hacia su calidad, casi un pasatiempo para la prensa fundamentalista. Sin embargo, la discusión en torno al desgaste del rock, la fuerza musical popular más importante del siglo pasado, tomó vuelo. Es común que cada cierto tiempo aparezcan voces de alerta sobre el estado del género, aunque suelen provenir de trincheras distintas, comúnmente menos asociadas a las guitarras. Ahora es diferente.
Poco antes de Carney, el líder de Primal Scream, Bobby Gillespie, también hizo sentir su descontento hacia las agrupaciones actuales. Entrevistado por The Irish Times, el cantante afirmó que "las mentes creativas ya no están en el rock y no lo toman en serio, porque es un estilo que se ha vuelto demasiado conformista y normal". Para el frontman escocés, los grupos actuales carecen de ambición, no se arriesgan y son conformistas.
Durante esta semana, las estadísticas de la industria discográfica del Reino Unido durante 2011 arrojaron cifras que podrían interpretarse como un espaldarazo de parte del público a las teorías esbozadas por ambos. Por primera vez en siete años el pop le ganó al rock en ventas de álbumes y singles, según reporta The Official Charts Company. Sólo Coldplay (en el quinto lugar) y Noel Gallagher (en el decimocuarto) figuran como representantes del género en un top 20 liderado por Adele (tal como en Estados Unidos), Michael Bublé y Bruno Mars.
Si bien el rock mantiene un 29,4% del total del consumo de discos, el panorama no luce auspicioso al considerar que el recambio generacional y de ideas ha sido escaso; tanto así, que sus propios detractores cargan parte de la culpa: The Black Keys con "El camino" sólo propone un revival y Primal Scream pasó todo el año en una lucrativa gira para celebrar las dos décadas de su disco "Screamadelica".
Buenas críticas, malas ventas
"¿Ha existido alguna vez un clima peor que el actual para ser una banda de guitarras en Inglaterra?", se pregunta la última edición de la revista "Q" a días de que se celebren los próximos British Music Awards 2012, ceremonia que premia a lo mejor de la música británica y que este año tendrá en vivo a Blur y al ex Oasis, Noel Gallagher, en una inyección de nostalgia que apunta directamente a 1995, año en que remecieron la escena, la industria y la cultura de masas. Un recuerdo que se anota como un síntoma inequívoco del actual agotamiento en las ideas del mercado musical.
El diario londinense "The Guardian" publicó una comparación entre los mejores discos de 2011, según sus críticos, y las ventas que tuvieron, y el resultado no fue esperanzador. El álbum de PJ Harvey, "Let England Shake", unos de los trabajos más aplaudidos del último año, apenas vendió 121.122 copias, mientras que el disco homólogo de Bon Iver llegósólo a las 120 mil unidades.
De acuerdo a "The Guardian", la escena musical en Inglaterra suele ser tan cíclica como la economía. Antes de que Nirvana apareciera en 1991 con su explosivo éxito comercial ("Nervermind"), publicaciones como la desaparecida "Melody Maker" tenían que hacer malabares para encontrar una banda alternativa que destacara en su portada. Tras el ocaso del grunge dicha revista se vio en aprietos y entre los años 1999 y 2000 tuvo que lidiar con un mundo musical más inclinado al pop que al rock en Inglaterra. Eso, hasta que aparecieron bandas estadounidenses como The Strokes y The White Stripes para que una nueva escena se tomara los rankings, cuestión que repercutió en la isla con el surgimiento de grupos como Franz Ferdinand y The Libertines, lo que se tradujo en que todo el Reino Unido volviera a encantarse con el rock independiente.
El problema, de acuerdo al periódico británico, es que no siempre lo independiente se traduce en grandes ventas cuando las bandas tratan de transformarse en "el siguiente U2". Muchas han perecido en el intento. Los casos recientes de Razorlight y Glasvegas son una muestra que, tal como Icaro, el que quiere llegar cerca del sol puede quemarse en el intento.
Si bien el negocio de los grupos de rock hoy está en los conciertos y no en la venta de discos, la prensa especializada ha vuelto a hacer trucos para encontrar bandas que luzcan sus páginas. La venerada revista New Musical Express publicó en 2011 diez portadas temáticas, otra decena con artistas muertos, doce con grupos de los ochenta o noventa y otras diez con grupos que lanzaron su cuarto o quinto disco. De once que anunciaban artistas nuevos, sólo cuatro fueron bandas independientes.
Los sellos están buscando agrupaciones que salgan de la escena indie y no parece que nada bueno vaya ha aparecer pronto. En pocos meses comenzarán los festivales de música, los cuales se han visto forzados a recurrir a viejos nombres. El festival de la isla de Wight tendrá como atracciones a Tom Petty, Pearl Jam y Bruce Springsteen. Sin duda actos de calidad, pero nada nuevo bajo el habitualmente frío sol inglés.
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