23.4.12

Jack White - Blunderbuss


Después de la tormenta

No suele ser fácil enfrentar una ruptura. Y para qué decir dos. El año pasado, Jack White se quedó sin banda madre, los White Stripes, y a los pocos meses terminó su matrimonio con la modelo británica Karen Elson. Presa de la turbulencia, el guitarrista más célebre de su generación tuvo el terreno despejado para lanzar este disco solista, que se veía venir tarde o temprano. Las expectativas eran enormes. Antes de aparecer, "Blunderbuss" ya ganaba comparaciones con "Blood on the tracks", el álbum de 1975 que Bob Dylan compuso tras divorciarse.

Canciones en mano, el paralelo se diluye minuto a minuto. No sólo se ha desmarcado White de su principal mentor, siempre un acto de valentía para cualquier músico joven, sino que también escapa del patrón de tristeza que han seguido trabajos de similar historia. Sería poco sensato agregar esta placa a la trilogía que forman "Sea change" de Beck, "Friendly fire" de Sean Lennon y "For Emma, forever ago" de Bon Iver, los discos sobre ruptura más hermosos y desolados de la última década. Jack White, la gran estrella del rock reciente, vive sus duelos de otra manera. Con un sonido que podría musicalizar una vieja cantina, o una aventura rutera. Hay nostalgia por las viejas opera houses, e infaltables reminiscencias blues y garage rock. Nashville por doquier.

Aparte de influencias gospel y R&B, "Blunderbuss" exhibe la templanza y el exquisito sentido del humor del hombre que también toca en The Raconteurs y The Dead Weather. En vez de caer en el discurso confesional, White opta por hablar sobre sus quiebres mediante una metáfora en que cuenta haber despertado un día sin pies ni manos ("Missing pieces"). Cuando todo el mundo esperaba que se luciera con las seis cuerdas, para hacerle honor a su reputación, elige darle prioridad al piano eléctrico. Aun así, temas como "Sixteen saltines" o "I'm shakin'" poco y nada tienen que envidiarle al repertorio de The White Stripes. A todas luces, acá hay genialidad suficiente para calificar, por derecho propio, entre lo mejor del año.

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