Mr. Magoo caminaba fuerte y derecho a través de peligrosos escenarios, inadvertido acerca de las amenazas mortales que lo rodeaban, y lograba salir vivo porque no titubeaba. Su ignorancia le impedía sentir miedo. The Ting Tings, tan miopes artísticamente como Magoo, desarrollaron tranquilos en su inicial “We Started Nothing” una propuesta simpática y liviana al no saber qué les deparaba el destino. Las expectativas, además, eran bajas: el dúo venía de fracasar -bajo el nombre Dear Eskiimo- y ser despedido del sello Mercury.
Con nuevo disco bajo el brazo, el escenario es completamente distinto ahora que el éxito está asociado al nombre de la pareja. En “Sounds from Nowheresville” se nota que los Ting Tings consiguieron lentes, vieron todo lo que pasaba a su alrededor y ahora tienen pánico.
Dos energías antagonistas miden fuerzas, cuerpo a cuerpo, en el segundo álbum del tándem inglés: las ganas de ser tomados en serio (la crítica fue bastante dura con “We Started Nothing”) y el deseo de seguir siendo populares (teniendo como vara los adhesivos singles de su debut y las cuantiosas ganancias que generaron). Nada puede salir bien de esa mezcla. “Sounds from Nowheresville” carece de la ingenuidad encantadora que dio a conocer a Katie White y Jules de Martino, incapaces ahora de acercarse siquiera a la chispa que tenían hace apenas cuatro años.
Costaba menos empatizar con temas disparatados como los famosísimos ‘That’s Not My Name’ o ‘Shut Up and Let Me Go’, que con la seriedad de ‘Silence’, los intentos de sonar como The Go Team de ‘Hang It Up’ o la tristeza impostada de ‘In Your Life’. Al dúo le cuesta tanto cuajar sus intenciones que escucharlo se torna confuso y decepcionante. Fue un paso en falso bajar las revoluciones e intentar un enfoque adulto: por mucho que sus miembros quieran madurar, The Ting Tings es un grupo que no envejece bien.
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