26.5.12

Charly García: Canta, garganta con arena


"No voy a parar, ya no tengo dudas", fueron las primeras palabras que salieron de la boca de Charly García, en su nuevo regreso a Santiago, al entonar la célebre "Fanky". El enésimo retorno a buena forma del argentino, mismo gancho con el que promocionó los discos "Say no more" e "Influencia", esta vez tiene connotaciones más profundas que en anteriores oportunidades. El caballero de bigote sentado tras el piano es menos débil de lo que aparenta. Se trata de una persona que fue devorada por el personaje, un tipo que tocó fondo por creerse tan inmortal como sus mejores canciones, y aun así puede jactarse de seguir rockeando 40 años después de empezar.

Aunque ha perdido la voz, Charly (sin apellido para sus amigos, que en Chile son muchos) mantiene la ironía a flor de piel, tal vez su único rasgo que lo salva de ser una caricatura. Las situaciones le siguen dando risa, y todavía le quedan cartuchos por quemar. Tomarle el pelo al público, saludando primero con un "hola, Mendoza" y, rato después, un sarcástico "paz y amor", es su forma de advertir que todavía está más lúcido que varios que se juran cuerdos.

Poca voz le queda al trasandino, pero vaya que entiende el juego de la música. Suple sus falencias llenando el escenario de acompañantes, suma 10 entre las facciones chilena y argentina de The Prostitution, y lo mejor es que no lo hace sólo para encubrirse, sino que también propone arreglos nuevos e interesantes (como reemplazar con vibráfono el solo de guitarra de "Yendo de la cama al living"). La banda cumple, su único problema es Rosario Ortega, una corista que no logra llenar los zapatos calzados alguna vez por Fabiana Cantilo y la fallecida María Gabriela Epumer.

Vestido con cotona, y adherido casi con pegamento a su piano, Charly García revisa inmutable su discografía, actuando bajo una de las consignas favoritas de los políticos: hacer las cosas en la medida de lo posible. Siempre digno durante el concierto, rechaza de plano hacer el ridículo y forzar lo imposible, así que prefiere abandonar cuando sabe que no podrá llegar a un tono. Tampoco empantana el tramo de la velada cuando homenajea -en imágenes mediante la pantalla, nunca en palabras- a Spinetta en "Rezo por vos". Charly, como dice el viejo tango, ya tiene la garganta con arena. Pero acá está. Se queda entre los vivos porque, aunque se haga el desentendido, comprende perfectamente que la suya es una especie en vías de extinción.

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