Al mando de sus grupos, las tres acaban de lanzar sus nuevos discos y protagonizan historias que nos recuerdan que no todo gira en torno a Katy Perry, Lady Gaga y Rihanna. Son Victoria Legrand, Beth Ditto y Bethany Cosentino: las otras caras del pop actual.
Victoria Legrand (Beach House), ícono fashionista
En dos días más, el próximo lunes 28 de mayo, esta cantante nacida en Francia cumplirá 31 años de edad. Motivos para celebrar le sobran. Victoria Legrand es la mitad de Beach House, un dúo que viene robándole suspiros a la prensa musical desde mediados de la década pasada, integrado además por su cómplice y contraparte, Alex Scally. Entre ambos, han firmado cuatro discos de estudio con canciones de un pop sofisticado y elegante, cuya última muestra es el sólido “Bloom”.
El alma de esos registros es la voz de esta deudora de divas clásicas, como Jane Birkin y Françoise Hardy, declarada amante de la espontaneidad y miembro de una familia con antecedentes artísticos. Sus tíos son Michel Legrand, compositor y arreglista parisino ganador del Óscar en varias ocasiones, y el escritor Benjamin Legrand. Por eso no es de extrañarse que el debut homónimo de Beach House haya sido grabado en apenas un día y medio, para luego convertirse en uno de los lanzamientos mejor comentados de la temporada 2006.
La misma suerte han corrido el resto de sus trabajos, sistemáticamente alabados por público, periodistas y otros músicos (Best Coast y Vampire Weekend, por ejemplo). Y en la medida en que el prestigio del dúo crece, también lo hace la fama personal de su vocalista, cuyo portafolio suma –pocas, pero muy recomendables- apariciones individuales. El soundtrack de “Crepúsculo: Luna nueva” contiene su colaboración junto al grupo Grizzly Bear (“Slow life”), y el año pasado fue invitada por los populares Air a componer y cantar (el tema “Seven star”) en su más reciente disco, “Le voyage dans la lune”. A paso firme, Victoria Legrand se instala como uno de los personajes femeninos imprescindibles de su generación, que además de disfrutar escuchándola, le rinde culto en Tumblr por su aspecto ensoñador y porque su clóset es la envidia de toda chica hipster.
Beth Ditto (Gossip), niña problema
El mundo conoció primero a la versión furiosa de esta cantante. Fue en 2006 gracias al single “Standing in the way of control”, una proclama anti Bush en clave punk bailable, junto a su grupo, Gossip. Lesbiana confesa, Beth Ditto descargó en ese tema su bronca contra las escasas garantías cívicas que el ex presidente ofrecía a los homosexuales de Estados Unidos. Mary Beth Patterson, nombre de pila de esta auténtica fuerza de la naturaleza, tenía entonces 25 años y su voz acusaba esa rabia que sólo pueden sentir los que han sufrido de verdad. Dato decidor: su biografía revela que viene de una familia humilde de Arkansas, donde se crió con siete hermanos y pasó una infancia llena de privaciones.
En poco tiempo, el panorama cambió de forma radical. La que antes fuera una niña pobre, actualmente es una celebridad pop, incluso más allá de lo musical: forma parte de esa cuadrilla que diseña ropa, comparte en desfiles con Kate Moss y se saca fotos con Jean-Paul Gaultier. Nada mal para una treintañera de 120 kilos que ganó su primer sueldo trabajando de peluquera, y cuya única formación vocal fue un coro de iglesia.
Influenciada por el movimiento riot grrrl, protagonizado en los 90 por bandas feministas, Beth Ditto ha mantenido a lo largo del tiempo un discurso coherente y sin contemplaciones. Para ella, el enemigo es el hombre blanco heterosexual y la propagación de sus ideas; a ellas atribuye que muchos consideren que la notoriedad de Gossip sólo se debe a su imagen, un look que exacerba su imponencia física y que ha sido caldo de cultivo para comentarios de todo tipo. El atrevimiento viene acompañado de una creciente lucidez, sin pelos en la lengua. Mientras los medios perdían la cabeza por Lady Gaga, Ditto se mantuvo firme diciendo que la autora de “Poker face” no era más que una versión suavizada de auténticos rebeldes, como los punks y gays de los 80, y que los primeros trabajos de Prince le parecían mucho más peligrosos.
En lo musical, el trío que lidera este verdadero personaje de antología acumula cinco discos. Con el tiempo, Gossip ha pasado del garage rock de “That's not what I heard”, aparecido en 2000, al pop bailable del flamante “A joyful noise”. Tamaña metamorfosis abrió una puerta giratoria de fans, y la crítica debate si el grupo perdió el filo punk de sus inicios o tal vez sólo es fiel a sus inquietudes. Lo cierto es que Beth Ditto continúa poniendo en jaque a cualquiera que la siga. Entre sus hazañas recientes está su colaboración con Duran Duran (la invitaron a cantar “Notorious” en un show para YouTube dirigido por David Lynch) y el EP solista que lanzó el año pasado (cuatro joyas bailables inspiradas por Whitney Houston y producidas por el dúo electrónico Simian Mobile Disco). Más que un relato motivacional sobre cómo superar los obstáculos sociales y triunfar desafiando a los estereotipos de belleza, la historia de Beth Ditto es un excelente guión en pleno desarrollo. Digno de una película.
Bethany Cosentino (Best Coast), la nerd del curso
Bethany Cosentino parece una amiga cualquiera. Pasa horas en las redes sociales, ama profundamente a su gato, toca guitarra y mira mucha televisión. Cada vez más personas descubren lo fácil que es identificarse con esta californiana de nacimiento y corazón, líder del grupo Best Coast y conocida como bloguera desde antes de “Crazy for you”, su debut de 2010. Con ese disco, un confesional cancionero sobre relaciones amorosas que fallan, la banda se convirtió en el nuevo emblema del soleado sonido de Los Angeles, mediante letras tristes y melodías alegres. La esencia del pop de los 50 y los 60, la música favorita de la guitarrista y compositora aunque ella –desprejuiciada- además se declara fan de Blink 182, Miley Cyrus y Beach House.
A la vez que trabajaba como vendedora de ropa en una tienda de retail, y vendía objetos en eBay para ganar dólares extra, Cosentino tocaba en un proyecto experimental llamado Pocahaunted que, pese a contar con la venia de Sonic Youth, nunca logró entusiasmarla por completo. Lo suyo era más simple que perderse en pantanosas improvisaciones. Se notó apenas “Boyfriend”, uno de los primeros singles de Best Coast, irrumpió en las orejas del público indie, que no tardó en situar a la banda como uno de los nombres más atractivos del orbe. Un título ganado, en buena medida, por la personalidad de su rostro visible, ex estudiante de escritura creativa de no ficción.
Después de cumplir ritos de fama ascendiente, como juntarse a componer con un ídolo de adolescencia (Rivers Cuomo de Weezer, en este caso) y musicalizar una campaña de zapatillas, Bethany Cosentino está de vuelta con el disco “The only place”. Nuevamente, el anhelo por California marca la pauta de sus canciones, pero ahora las letras apuntan a la crisis de los 25 (inseguridades, preguntas existenciales) y las dudas que atraviesa alguien que pasa del anonimato al ojo público. Producida por Jon Brion, el compositor de la banda sonora de “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, la nueva entrega de Best Coast aspira a ampliar el espectro de público del grupo, aunque sin olvidarse del sello personal de esta joven quitada de bulla, que prefiere las montañas del lado este de Los Angeles antes que las playas de Malibú.
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