31.3.12

Arctic Monkeys: Queda lo que quema


Era seguro que pasaría. Los Arctic Monkeys despertaron la adoración de los miles de fanáticos que esperaban desde hace seis años su visita. El cuarteto inglés, que hace rato ya superó la categoría de fenómeno de internet con rápidas ventas, tiene un show en que lo más importante es la interacción entre sus canciones y la gente. Alex Turner es un frontman de pocas palabras, y lo escolta un guitarrista -Jamie Cook- empecinado en evadir el contacto visual. Como dice Manuel García, queda lo que quema: la música como protagonista absoluta.

Tributarios de la arrogancia de Stone Roses y Oasis, los de Sheffield también adoptaron la postura de Josh Homme, el líder de Queens of the Stone Age, su último gurú. En directo, la amalgama es un deleite. Habría que ser muy indolente para escucharlos en concierto y no pensar, al menos por un segundo, que todavía hay esperanza para los que sólo quieren preocuparse de tocar bien. Cada segundo ha sido significativo en el acelerado desarrollo de esta banda, la gran ganadora de una guerra implícita entre sus contemporáneos por ser el grupo más creíble y auténtico de la cuadra. Por eso, el aura de urgencia que los rodea es imposible de ignorar.

Acusados en 2008 de producir "ruido unidimensional" por el ex Depeche Mode, Alan Wilder (en un interesante ensayo publicado por el magazine Side Line), los Arctic Monkeys llevan recorrido un largo trecho desde entonces. Hoy por hoy, con toda justicia, el cuarteto es una de las mejores cosas que le han pasado a la generación del MP3 en baja calidad y el audio comprimido a su mínima expresión. Los ingleses no se especializan en sutilezas y abuso de retoques, sino que indagan en las posibilidades de la sencillez, en cómo sacarle brillo a una ejecución humana y directa. Inmediatez a raudales: justo lo que se estila en la era digital. Lollapalooza presenció la edificación en tiempo real de un futuro clásico, en manos de unos veinteañeros que acaban de sacarse el acné, pero ya tienen claro que crecer no se trata únicamente de cambiar el peinado y la ropa de un disco al otro.

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