Una década completa pasó Carole King sin editar un disco de estudio, y la verdad es que podría haber sido mucho más tiempo si no fuera por la insistencia de los cercanos a la cantante. La neoyorquina estaba sumergida en la redacción de "A natural woman", las memorias que publicará en abril del próximo año, y grabar otra vez no era una opción mientras el libro estuviera inconcluso. Pero la sequía llegó a su fin cuando la responsable de "Tapestry", reconocida por su desarrollado celo laboral, se entregó a la asesoría de su propia hija, la también solista Louise Goffin (cuyo padre es el compositor Gerry Coffin, coautor de la inolvidable "Will you still love me tomorrow").
La sequía discográfica de King llegó a término con "A Holiday Carole", el primer álbum navideño de la estadounidense y su debut como intérprete sin escribir una sola canción. Goffin fue la encargada de seleccionar, producir y arreglar todos los temas de la placa, además de añadir tres aportes de su puño y letra. Así, su madre, la protagonista de la historia, tuvo el terreno despejado para dedicarse casi exclusivamente a poner su voz (sólo toca el piano en contadas ocasiones). Tanta comodidad se podría confundir con pereza o falta de interés, pero en el caso de este proyecto tiene la virtud de emular una escena común de las fiestas: el cantante de la familia haciendo de las suyas.
A punto de cumplir 70 años, Carole King no ha perdido un ápice de la estampa que la hizo una estrella. Esa entrega limpia, temperamental y espontánea se mantiene firme en contextos tan variados como la templada versión de "My favorite things" (del famoso musical "The sound of music") o la original "Christmas paradise", una sorpresiva pieza de latin jazz que convive con los aires retro del soul "Everyday will be like a Holiday", y las conocidas mundialmente "Sleigh ride" y "Carol of the bells". Con buen gusto, como su autora acostumbra, "A Holiday Carole" es una de las mejores opciones de la temporada para amenizar una cena esta Nochebuena.
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