7.1.12
Peter Gabriel: Desafiando al rito
Las comparaciones apresuradas asocian el nuevo espectáculo de Peter Gabriel con otros tanteos sinfónicos del pop y el rock. Pero las diferencias asoman al escarbar los detalles. "New Blood", el último disco del cantante inglés, no es un grandes éxitos orquestado, así que el paralelo con Sting o Gustavo Cerati queda en nada. Tampoco es un intento de poner a convivir el formato de batería, bajo y guitarra con otros instrumentos, como lo hicieran Deep Purple y Metallica. Especialista en distinguirse del resto, desde sus días disfrazado de flor a la cabeza de Genesis, el cantante tomó los resguardos necesarios para sobresalir del ramillete de músicos que prueban la misma fórmula. Nada de obviedades o mezclas forzadas.
Con una orquesta mitad británica y mitad chilena, Peter Gabriel puso de rodillas al Movistar Arena, que se rindió ante un show sustentado en la imponencia y fastuosidad de los vientos y cuerdas. El resto del trabajo corrió por cuenta del protagonista de la velada, cándido al explicar en español el significado y origen de sus temas, sin temor a usar gestos y onomatopeyas para darse a entender. Aunque, en apariencia, no quede mucho del personaje que protagonizaba algunos de los mejores videos de los 80 ("Sledgehammer" y "Big time", excluidas del concierto de anoche), Gabriel todavía juega y se divierte cuando ilumina al público con un foco durante "San Jacinto" o mientras baila al son de "Secret world".
Ni hablar de entrega vocal. A los 61 años, el inglés conserva la impronta que lo inmortalizó y le saca partido en las estremecedoras interpretaciones de "Father, son" y "Red rain". El diseño de luces del montaje, con fuerte énfasis en el color rojo, sentó el clima necesario para desarrollar la idea de sangre fresca que propone el último álbum del solista. Una transfusión exitosa hacia el final del espectáculo, en que las conocidas "Solsbury Hill", "Biko" (con una referencia previa a Víctor Jara) y "Don't give up" se revigorizaron de la mano de sus flamantes arreglos orquestales. Puede ser que los experimentos sinfónicos no signifiquen mayor novedad, y que a veces hasta sean sinónimo de estancamiento, pero en el mundo según Peter Gabriel son el rito mediante el que se gana una nueva vida.
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