7.1.12

Fernando Milagros: Ciencia ficción

Mientras “San Sebastián” asoma como candidato a disco chileno del año, Fernando Milagros, uno de los números nacionales del próximo Lollapalooza, nos habla acerca de superar el pasado y también ahonda en el arsenal de fijaciones que inspiraron su alabado último álbum.

Un disco casero (“Vacaciones en el patio de mi casa”), otro grabado con amigos (“Por su atención, gracias”) y un CD en vivo en edición de batalla (“En Estudio Elefante”). En el transcurso de cuatro años, Fernando Milagros estuvo lanzando música prolíficamente, pero aún le faltaba un trabajo consagratorio al que aferrarse, una copa de oro en la vitrina de trofeos. Ese álbum llegaría luego de una serie de eventos que, para el cantautor, tuvieron sentido entre sí: ver la película post apocalíptica “The Road” y la serie “The Walking Dead", pasar el terremoto del 27 de febrero de 2010 en Bar Loreto y acudir al productor Cristián Heyne son algunos de los más significativos. El desenlace de esos nudos –y otros más- es “San Sebastián”, la nueva entrega del solista.

Atrás quedaron los aires que soplaban en la sencillez de canciones como ‘Reina Japonesa’ o ‘Avenida Perú’. La última apuesta de Milagros se desmarca de lo hecho previamente por él. “No suena parecido a tantas cosas. Yo no he escuchado algo como “San Sebastián” antes, igual de poco definible. Por eso es fácil inventarle definiciones”, afirma el músico. Sentado en el living de su departamento, entre vinilos y algunas cervezas, bromea con términos ficticios como “post-folk” o “folk de ciencia ficción” para referirse a su reciente trabajo. “Es que no hay nada peor que la etiqueta ‘pop-rock’. ¿Te has fijado en que a casi todos los grupos chilenos los ponen en esa categoría? Prefiero ser como Astro, que inventaron su propio género, ‘sonido espacial’”.

La necesidad de diferenciarse de otros cantautores, más ligados a lo tradicional, ha sido una constante para Fernando Milagros desde sus inicios. “Yo nunca he sido de fogata. Cuando me pasaban la guitarra, terminaban quitándomela porque no tocaba nada famoso para cantar. Las bandas que escuché y me abrieron la cabeza tienen que ver más con el ambiente, el espacio y la emoción pura, sin letras. Pienso en Mogwai, Trans Am, Don Caballero”. Nada grafica mejor las influencias del solista que enfrentarlas a referentes más clásicos, como Violeta Parra, a quien tributó con ‘Una copla me ha cantado’ dentro de una serie de covers hecha para promocionar la exitosa “Violeta se fue a los cielos” (disponibles en la cuenta de YouTube del sitio web La Vitrola). Mientras la mayoría de sus contemporáneos se apegaban a las versiones originales, Milagros fue el único –junto a Javier Barría- que se salió de libreto y aportó de su propia cosecha al revisitar un clásico de la folclorista. “Admiro esa raíz, pero eso no quiere decir que tenga que repetirla o calcarla, porque nunca la voy a superar o igualar, es imposible tocar los temas de otra persona y que te salgan idénticos. No me conformo con hacer lo mismo que el resto, porque creo que todo puede ser superado”.

Junto al deseo de quebrar los convencionalismos, en el cantautor hay suficiente claridad como para saber que tampoco está inventando la rueda.“Yo creo en el cliché de que las canciones están todas en el aire, como decía Keith Richards. Si sólo hay doce notas musicales y las configuraciones no son tantas, entonces las ideas están todas ahí. Hay que ser como una radio, agarrar esas ideas y pasarlas por tu filtro, por tu frecuencia. ‘San Sebastián’ tiene melodías atávicas, que ya existen. Está lleno de eso, casi tribal, aunque sea a primera vista más oscuro y viscoso, pero se te hace familiar después porque viene de un lugar que todos conocemos”.

“Me interesa crear atmósferas, generar estados, describir paisajes o contar historias”, explica Fernando Milagros. En “San Sebastián”, el hablante que narra las canciones vive una epopeya en la que transita por reinos, pastizales y ríos; en letras abiertas a la interpretación como nunca antes en la carrera del solista, aunque las palabras escogidas para armar el relato instalan un tono coherente a lo largo del álbum. “Quería que fuera épico. El tema que más está presente, independiente de la forma de la canción, es el abandono. De todo tipo: amoroso, familiar, espiritual. Esa idea permanece, van cambiando los temas. No hay nada tan pop como ‘te amo’ o ‘tú me dejaste’ en este disco. Sólo pasó, no fue planeado”.

De talismanes, piedras angulares y hasta de mitología popular centroamericana versan las flamantes composiciones que el cantautor está presentando.“Escribo traducciones de conceptos en los que pienso todo el día. Yo me pego con el post apocalipsis y el personaje de Viggo Mortensen en ‘The Road’, y también con ‘The Walking Dead’ y las visiones del fin del mundo en que no hay nada para comer. O acordándome de mi propia experiencia en el terremoto, esa sensación de que todo se había echado a perder. Uno recurre al cajón que tiene más cerca, a uno mismo. Siempre ha existido en mí cierto placer ante el caos, ante la debacle. Cuando chico, recuerdo que con unos amigos nos poníamos a leer La Biblia, el Apocalipsis de Juan, para que nos diera miedo”.

Para estampar semejante arsenal de fijaciones, Milagros tuvo que recurrir a un elenco de primera línea. Entre los invitados de “San Sebastián” desfilan la española Christina Rosenvinge (conocida en los ’90 como la líder de Christina y los Subterráneos), el dúo penquista Philipina Bitch, Gepe y Rodrigo Santis de Congelador. “Antes pensaba que era más entretenido tocar con mis cercanos que con músicos profesionales, pero ya no, ahora pienso diferente. Después de vivir la experiencia de trabajar con personas talentosas, me di cuenta de que las cosas avanzan solas y se demoran menos. He evaluado lo que puedo hacer, lo veo reflejado en los demás. Tengo un rango, una visión de lo que estoy llevando a cabo. Siento menos ansiedad ahora que pasé los 30. Me tiro a la piscina porque conozco sus medidas, sé cuánto vuelo tomar, y además puedo nadar”.

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