7.1.12

Justin Bieber - Under the mistletoe: Ni corto ni perezoso


Existe un arsenal de motivos para vapulear a Justin Bieber, todos expuestos largamente en páginas web y redes sociales, pero nadie en su sano juicio podría decir que el tipo es un haragán. Pese a la rapidez vertiginosa que ha marcado su carrera, y todavía en plena eclosión de su fama, el canadiense ha ido quemando -en la medida en que el tiempo se lo ha permitido- las etapas que el decálogo pop considera necesarias para ser una estrella mundial. Ya vende millones de álbumes, llena estadios, genera dudas sobre su orientación sexual y hasta atraviesa un escándalo por supuesta paternidad. En ese formulario de requisitos, una de las casillas que todavía le faltaba marcar al solista era la del disco navideño.

La festividad religiosa del 25 de diciembre, como es costumbre, viene de la mano de una cantidad importante de lanzamientos alusivos a la celebración. Pero muchos de ellos suelen ser obras menores en la cronología de sus responsables; trabajos hechos por obligación, sobre todo en los últimos años, en que la industria musical necesita más que nunca excusas para aumentar sus ventas. En ese aspecto, "Under the mistletoe" de Justin Bieber se lleva el premio al esfuerzo: tiene más canciones originales que covers y cuenta con una lista de colaboradores de primer orden. El ídolo adolescente, cristiano confeso que en sus discursos de agradecimiento jamás olvida a Dios, no dejó detalle al azar en su más reciente entrega.

El cantante profundiza su rol de vendedor de fantasías con este disco, titulado en honor a la tradición de que dos personas que estén bajo un muérdago deben besarse, apelando al sueño de todas sus fans: compartir un momento romántico junto a él. Así como logró convencer a millones de adolescentes de que, mediante esfuerzo y talento, pueden lograr cualquier cosa (siguiendo su historia de fenómeno YouTube), ahora Bieber sube la apuesta y ofrece su propio corazón como premio mayor.

Semejante entelequia tiene por banda sonora un puñado de temas melosos, en su mayoría, en los que el canadiense estrena los cambios que la edad provocó en su voz, luego de grabar los best sellers "My world" y "My world 2.0" con un registro mucho más infantil. Aunque la tarea no era fácil, Justin Bieber consiguió salir con vida de las distintas pruebas de fuego que se autoimpuso, al invitar sólo a consagrados al disco. En "Fa la la" comparte créditos con el armonioso trío Boyz II Men, mientras que en "The Christmas Song (Chestnuts Roasting on an Open Fire)" recibe la visita de Usher, su ídolo y mentor. Del puño y letra de Mariah Carey, "All I want for Christmas is you" (versionada este año también por Michael Bublé y el elenco de "Glee"), aprovecha las virtudes de su autora en una colaboración bastante correcta. Sólo "Drummer boy" (la famosa "El tamborilero") representa un tropiezo, con el solista ensayando rimas, sin mucha gracia, que terminan opacadas por el oficio del rapero Busta Rhymes.

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