Que no es lo mismo sin John Frusciante en la guitarra. Que su último disco, titulado "I'm with you", es un palo de ciego. Que están desganados. Todo puede ser cierto cuando se mira a los Red Hot Chili Peppers desde el cinismo y el tecnicismo. Es lógico: hablamos de un grupo que en 2009 perdió a su principal fuerza creativa y que nuevamente se busca a sí mismo, como un eterno adolescente.
La noche del viernes, en el Estadio Monumental, el show de la banda californiana fue teloneado por Chancho en Piedra y Foals. Un dato decidor. Mientras los nacionales son derechamente famosos, los ingleses no gozan de reconocimiento popular, así que el encuentro de ambos simboliza la clásica lucha rockera entre seguridad y riesgo. Dentro del cuarteto encabezado por el cantante Anthony Kiedis, cada vez más parecido a Iggy Pop, borbotean energías similares. Mientras el batero Chad Smith juega al supergrupo junto a Joe Satriani y ex miembros de Van Halen (en Chickenfoot), el bajista Flea colabora con Thom Yorke de Radiohead y Damon Albarn de Blur en sus proyectos paralelos. Y eso sin indagar en el pasado indie de Josh Klinghoffer, el nuevo del bloque, quien superó la prueba de la blancura sobre el escenario y confirmó el tino de Frusciante al recomendarlo como su reemplazante.
En vivo, los Red Hot Chili Peppers establecieron un diálogo con su público chileno, y en esta tercera conversación, que tanto fluyó en los conciertos de 1999 y 2002, la complicidad fue más grande que antes. Ahora los estadounidenses ya no están en un momento glorioso, y su audiencia, que acudió en masa a verlos, también lo sabe. Se palpa en la recepción templada que obtiene su último single, "The adventures of rain dance Maggie", versus la abrasadora acogida que reciben los hits del calibre de "Under the bridge" o "Around the world". La banda acusa recibo del mensaje: de los 19 temas tocados, sólo cinco forman parte de "I'm with you" y el resto es manjar para fanáticos. Los grandes saben triunfar jugando limpio.
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