7.1.12

La Big Rabia: Rápidos y furiosos

Con letras que alegan por la injusticia social y por las mujeres desalmadas, nace La Big Rabia, proyecto sintomático de un momento en que pareciera que la única forma de hacerse escuchar en Chile es gritando.

Desde que Sebastián Orellana, la mitad de Philipina Bitch, conoció al baterista Iván Molina (quien se integró al dúo penquista como invitado estable en 2009), la idea de armar otro grupo empezó a dar vueltas entre ambos. La concreción del anhelo llegó tras viajar al festival español Primavera Sound, como parte de la banda de Fernando Milagros, donde presenciaron en vivo a Jon Spencer, PJ Harvey, Grinderman y Einstürzende Neubauten. “Nos motivamos ene después de verlos, fue una patada en la cabeza”, reconocen. Así nació La Big Rabia, una vía de evacuación para inquietudes que iban más allá de sólo tocar juntos. “Los dos hemos sido golpeados por la vida, así que la música es el camino que elegimos para desmarcarnos de todo eso”.

“La Bestia” se llama la primera entrega de esta pareja dispareja: Orellana tiene 22 años; Molina, 43. Para el mayor “tocar con pendejos, en alguna medida, era un conflicto, pero lo superé cuando nos fuimos a España. Ahí me di cuenta de que la gente no tenía problema con el tema de la edad, de hecho, en la música se notaba la madurez y la experiencia, y eso le daba un peso que el público valoraba”. Su compañero, apodado “pequeño gigante” por Fernando Milagros, es uno de esos tipos jóvenes que aparentan ser mucho más adultos. De la química entre ambos, salen canciones que reclaman contra la sociedad y las mujeres, dos semillas de quebranto que germinan sin discriminar fecha de nacimiento. La rabia, por supuesto, es el eje.

Sebastián Orellana, guitarra y voz cantante del dúo, afirma que estos nuevos temas “son una catarsis en todo sentido. Cuando uno hace música, quiere expresar lo que le pasa adentro y La Big Rabia logra eso. Está en el disco y la gente que nos ha visto en vivo lo ha percibido. Las primeras veces tocábamos tan rápido, que no se cachaba mucho al final”. Tras percatarse del detalle, mediante Álvaro Gómez (de Perrosky, los productores de “La Bestia” junto a Felipe Ruz, el otro miembro de Philipina Bitch), una leve baja en los decibeles llegó de la mano del deseo por comunicar su mensaje, que ellos mismos definen como “elocuente, claro y transparente” en ‘Nuevo Discurso Rabioso’, la pista que abre la edición en formato físico de su debut (disponible gratis en la web del sello Algo Records, aunque en una versión abreviada) y que inaugura sus conciertos.

“Antes pensaba que la música debía tener un mensaje poético y que había que decir las cosas de modo que fuera necesario descubrir e interpretar para comprenderlas”, cuenta Iván Molina, “pero de repente generé mucha rabia en mi vida, así que dije basta. Ahora lo encuentro cobarde, creo que hay que soltar lo que uno piensa tal cual. En eso estamos muy a tono, tratando de soltar ideas. Nada de sutilezas, nada de darle vueltas. Yo no soy compositor, pero me identifico mucho con lo que escribe Seba”. El vocalista, a quien le gritaban “¡buena, Sandro!” por su estilo en una tocata en Valdivia, asegura que “las letras son la mejor vía de escape, porque es penca que salga la mala onda con tu pareja, con tu familia o con uno mismo. Voy a terminar escribiendo así siempre, simple y fácil de entender”. Ya lo cantó Silvio Rodríguez: “la rabia es mi vocación”.

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