“Con la tecnología, es fácil crear ilusiones que no tienen nada que ver con la realidad. Existe una diferencia que nadie cuestiona entre cine y teatro, que es exactamente la misma que existe entre un disco y un concierto. Un disco se asimila a una película en que, mientras más presupuesto tienes, más te pareces a Hollywood. Con una pantalla verde en el fondo, puedes hacer que pasen cosas que en realidad nunca ocurrieron. Asimismo, en la música, se crean pantallas verdes sonoras que hacen que el cantante suene afinadísimo y la banda parezca increíble. El problema es que después los ves tocando en vivo y no pasa nada”, explica Nano Stern. El nuevo disco del cantautor, “Las Torres de Sal”, fue registrado con todos los músicos tocando en tiempo real durante cinco días en la Sala Master, una medida que tomó durante la post-producción de “Los Espejos”, su anterior trabajo.
“Está grabado así por una cosa de principios, no estética. De cómo se tocó y no de cómo suena. No te voy a mentir porque obviamente hicimos un poco de edición, pero al nivel de un fotógrafo que alterna químicos en su sala oscura y no del que le borra hasta el ombligo a una modelo en Photoshop. Muchos discos tienen instrumentos a los que se les ha borrado el ombligo”, sentencia el solista. “En este disco en particular, la música nació más desde el silencio que del ruido, en ningún momento hice demos, no grabé nada antes. Grabamos tres canciones al día y listo. Quedaron varias afuera, ya veremos qué pasa con ellas. Es bonito porque, al no haber tanto trabajo de estudio artificial, de armar y probar, se produce una comunicación mucho más directa, con mucho menos pasos de conversión intermedia, entre lo que pasa adentro mío y la gente que recibe el disco. Hay un solo paso que es la grabación de todos tocando juntos”.
“Generalmente, en mis trabajos anteriores y en realidad en la mayoría de lo que se hace, se graban los demos, después se corta y pega, buscando una ilusión que se acerque lo más posible a la idea preconcebida que tiene el autor. Por eso también las texturas musicales de “Las Torres de Sal” son más simples, porque hay más espacio. Es como el título de uno de los discos de Guiso: Es difícil hacer cosas fáciles”, explica Stern. “Me pone mal que sea difícil plasmar la música en una grabación, porque la música es mucho más que sonido, de lo que cabe en un disco, sin duda. Quizás, quiero creer que al grabarlo en vivo me acerco un poco más a lo que realmente es”.
Además de adoptar una nueva metodología en el estudio, Nano Stern dejó atrás el aura críptica de “Los Espejos” para volver a mostrar el cariz de sus dos primeros álbumes, el homónimo de 2006 y “Voy y vuelvo” de 2007. Un cambio anímico fácil de notar en el regreso del cantautor a la exaltación de lo mundano y simple de la vida. “Estuve bastante enredado con mis propios caminos, mi cabeza y mi alma. No sé si fue bueno o malo, no creo que se deba someter a un juicio valórico. Al momento de grabar este disco, me encontré en un momento hacia adentro, no introspectivo, sino por la calma. De tener tranquilidad y meditar, incluso dentro de la vida ajetreada que yo llevo. Aprendí a acercarme al ojo del huracán, a estar al medio de la gran vorágine que pasa alrededor mío y desde mí, pero quedarme como un roble, tranquilo y también con alegría. Se me empezó a aclarar la película en muchos sentidos, empecé a tener más paz interior y espacios para poder vivir esa paz. Eso te lleva, de alguna manera, a ser más sensible y enfocar tu intención y energía creativa a las causas más simples. No necesitas ir a las grandes causas o recovecos del intelecto para encontrar, sino que sencillamente el nivel sensorial se vuelve trascendente”.
JUSTICIA PARA TODOS
“El nombre y el concepto de “Las Torres de Sal” tiene que ver con la narración bíblica de la mujer de Lot, que al mirar hacia atrás se convierte en estatua de sal. Hay un diálogo entre las temporalidades (el pasado, el presente y el futuro) dentro de esa historia, porque ellos iban escapando de su pasado, yendo hacia un futuro y en un momento del presente ella decide mirar hacia atrás y ese presente fue inmortalizado, cristalizado para siempre. A mí me pasa que, en el viajar constante, cuando miro en los recuerdos, se cristalizan cosas que van saliendo, también como estatuas de sal. Son pequeñas instantáneas, fotos de paisajes. Todo tiene una cosa un poco surrealista. Es bonito cristalizar momentos que realmente sucedieron”, explica Stern.
Evidentemente autobiográfico, el nuevo disco del cantautor es un mapa de las historias que ha acumulado en su vida, marcada por largas estadías en el extranjero y su paso por festivales europeos de folk, que le han enseñado a desmarcarse de las enseñanzas de la academia. “Yo fui casi cuatro años a la universidad, todo lo que me enseñaron ahora lo quiero olvidar”, versa la letra de ‘Cuatro Vientos’, el tema inaugural del álbum, mientras un cello ejecuta un fragmento de la Sonata para Cello de Bach. “No ataco a la música docta, sino que voy en contra de la enseñanza tan rígida, que vale callampa y no tiene nada que ver con la música en sí y hasta acaba matando su belleza. Muchos jóvenes que entran con energía a la escuela terminan mal por el resto de su vida. También escucho poca música mainstream. No es que no me guste, pero me aburre un poco lo que está amarrado a los códigos del pop. El concepto de world music es tan arrogante por parte de la industria musical anglo, que sólo piensa en rock, pop y después en ‘todo lo demás’”.
Y si de hacer justicia se trata, la participación de Antonio Restucci, Francisco Sazo de Congreso y Joe Vasconcellos en “Las Torres de Sal” es el reconocimiento de Nano Stern a la influencia de estos músicos en su carrera. “Admiro la honestidad de sus carreras. Me atrevería a decir que Antonio Restucci es el mejor guitarrista de este país y Pancho Sazo es la voz de único grupo en Chile que ha logrado permanecer de esa forma. La situación de Los Jaivas es paupérrima, Inti Illimani está dividido en dos, Quilapayún también y con Illapu no pasa mucho. Pero Congreso siguen lanzando discazos, como el último que lanzaron, tienen cerca de 60 años y todavía sacan álbumes con pelotas. Y la conciencia popular es injusta con el Joe, creen que sólo es ‘Las seis’ y él tiene una trayectoria musical impresionante.
“Escucho mucha música. Últimamente he viajado un poco menos, hace un año que tengo casa, entonces desde hace un tiempo que tengo mi equipo y puedo darme el lujo de volver a revisar discos, lo hago por lo menos un par de veces a la semana. Es como ir al colegio. Tenía muchos guardados del tiempo de la universidad, como estudié Música y Composición, estaba rodeado de un input súper diferente y he ido acumulando cedés en festivales alrededor del mundo”, cuenta Stern. Sus palabras son a propósito de “Las Torres de Sal”, cuya presentación en formato físico muestra un especial esmero en el objeto. “Tiene trece carátulas distintas, una por tema, que las hizo Camilo Huinca. El eje de eso fue la poesía, porque no tenía demos ni nada para empezar a trabajar, así que le pasé las letras. Esperamos poder exponer esos cuadros eventualmente, como un complemento a las canciones, pero también como obras individuales”.
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RECUADRO
PREMEDITACIÓN Y ALEVOSÍA
“Este disco recoge dos momentos y tiene dos partes, claramente. Una que viene desde la pasión y otra que viene desde el desapego. Hay canciones muy descriptivas. Si te fijas, la letra del último tema tiene doce versos que hablan sobre las doce canciones anteriores, bajo la óptica de la impermanencia. Dice, por ejemplo, ‘tras cuatro estaciones, el comienzo nace del final’. Además de esas dos mitades, también tiene cuatro partes que hacen referencia a los cuatro elementos. Comienza con el aire (‘Cuatro Vientos’), la Violeta que vuela como un pajarito (‘Violeta’). Después pasa a la tierra, primero a través de la flor (‘La Flor del Cactus’), que es un nexo entre el aire, la tierra, el cactus y llega al desierto (‘Las Torres de Sal’). Se mantiene la tierra en la canción de la felicidad (‘La Felicidad’) que dice ‘basta con estas cosas’, después llega el flujo del agua (‘El Río de los Tiempos’, ‘La esperanza), toda esta cosa que no sabes dónde se dirige y vas volando (‘Voy volando’) hasta que empieza a arder. Y llega el fuego, el elemento de rabia (‘La Llama de la Impotencia’, ‘La Raíz’), canciones que queman con urgencia, rabia y pasión. Finalmente todo empieza a transformarse de nuevo, a través del agua (‘Naufragar’), hacia el aire (‘Lágrimas de Oro y Plata’), con el último tema (‘El Comienzo’) que reúne a los demás hablando de ellos y todo lo dice desde otro lugar, lo relativiza. Dice ‘mueren las violetas, sus semillas cruzarán el mar’. Esa cosa hermosa muere, pero continúa. ‘Los desiertos se cubren con flores que después se van’, es una pasión terrible, pero pasa, como todo. Continúa con varias imágenes más, como que ‘los espíritus caminan entre las torres de sal’ o ‘duermen lado a lado la tristeza y la felicidad’. Es una razón muy budista, aceptar que la impermanencia es lo único permanente y estar en buena con eso”.
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