7.1.12
Judas Priest: La última cena
"Es todo heavy metal", afirma Rob Halford sobre el escenario de un repleto Movistar Arena, desdeñando con autoridad la afición del género por subdividirse en múltiples categorías. Y si hay una banda que sabe del fundamentalismo inherente a su público, ese grupo es Judas Priest. Es probable que nadie salga del recinto y abandone de cuajo la costumbre de etiquetar cada riff duro que aparezca, pero esta noche cualquier cosa que el quinteto inglés diga es ley, porque es su última vez en Chile. "World epitaph" se llama el tour de despedida de los británicos, que anunciaron su retiro definitivo de las giras mundiales, aunque no de la travesía discográfica que los convirtió en un auténtico tótem del rock pesado.
Es tanta su credibilidad que pueden darse el lujo de tocar en "American idol", junto a uno de los ex concursantes del programa, sin perder un ápice de su carácter institucional. Incluso, un conjunto como Anthrax (caracterizado, al igual que ellos, por nunca bajar la guardia) les rinde tributo, titulando "Judas Priest" una de las canciones de su más reciente disco, "Worship music". Si no fuera por el agrio sabor que, inevitablemente, deja el adiós, el show final de Judas Priest en Santiago fue un sueño dorado. La banda repasó su catálogo, incólume ante el paso del tiempo e inspirada por una audiencia que da cátedra sobre fidelidad, en una retrospectiva que aplaca la nostalgia al mostrar que sus piezas siguen vigentes. Clásicos perdidos, como "Starbreaker" de 1977 o "Heading out to the highway" de 1974, convivieron con infaltables como "Metal gods" y "Breaking the law", para configurar el menú de la última cena de un dios y sus miles de apóstoles.
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